Edmundo Paz Soldán
Decidí leer esta novela por una razón muy simple: la reseña en el New York Times había sido muy elogiosa. No había oído hablar de este escritor irlandés, pero estaba dispuesto a que me sorprendiera. Netherland es una novela que pertenece a ese subgénero cada vez más amplio de libros relacionados con el 11 de septiembre; el gran logro de O’Neill es tratar el tema de manera indirecta, a través de los problemas conyugales de una pareja de europeos transplantados a Nueva York; Rachel quiere volverse a Inglaterra, Hans está fascinado por Nueva York. La novela es una descendiente directa de El gran Gatsby; aquí, se trata del gran Chuck, un caribeño lleno de artilugios que sueña con construir un estadio de cricket en los Estados Unidos. Hay en la novela un momento peligroso, en que parecería que O’Neill no va a ser capaz de desprenderse del fantasma de Scott Fitzgerald. Sin embargo, Netherland logra dar el salto e independizarse.
Una cosa curiosoa: el cricket, un deporte apenas existente en el país del fútbol americano, se convierte en la metáfora de los sueños de un inmigrante por adaptarse a su nuevo país. Eso demuestra lo inmenso del país-continente: no faltará, pronto, una novela sobre el fútbol (de los nuestros, no el soccer) como metáfora de encuentros y desencuentros en los Estados Unidos. ¿Por qué no? Para que se note lo fascinante del desafío, y se aprecie mejor el logro de O’Neill: tenemos muchos cuentos de fútbol en la narrativa en español, pero, ¿por qué no un cuento sobre el badminton en Colombia, sobre el jai alai en Paraguay, sobre el tenis de mesa en España?
O’Neill tiene un gran talento para capturar la sicología de sus personajes, y es dueño de una prosa sublime. ¿Cómo hacen los irlandeses para escribir tan bien? Lo que sea: esta admirable tradición ya tiene una voz contemporánea más de primer nivel.