Edmundo Paz Soldán
El pasado mes de junio, en un restaurante gallego en la calle Huertas en Madrid, conocí al fotógrafo peruano Erik Mólgora. Me contó del proyecto de un foto-blog: la idea era enviar a diversos escritores fotos seleccionadas de su archivo personal, y dejar que estos, inspirados por las fotos, escribieran un relato o poema de menos de 1000 palabras. Me entusiasmé, y acepté el desafío. Erik me envió dos fotos: una de una vaca, que no hizo más que hacerme pensar mucho en el libro de Juan Pablo Meneses, y otra de un paisaje espectacular –cielo, mar, precipicio–, que sí hizo que mi imaginación se disparara.
El blog de Erik se llama 54 semanas (un texto a la semana, más, supongo, dos bonus-track), y acaba de incluir mi relato "El acantilado", que comienza así:
A las cinco de la mañana el padre despertó al hijo y le dijo que había llegado la hora.
Que se vistiera, había que ir al acantilado. ¿Ves esa luz, ese azul tan de otro mundo? Con los ojos soñolientos y la voz entrecortada, el niño vio ese rostro barbado, esa mirada azul y penetrante, y le dijo que no quería ir. Había hablado con su madre la noche anterior, y ella le había dicho que no tenía que hacerle caso en todo a él; le había dicho incluso que si él no quería no tenía que quedarse con su padre los fines de semana. Además, él, de verdad, no creía en platillos voladores, en extraterrestres.
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54 semanas es un gran ejemplo de una colaboración estimulante entre el arte de la fotografía y el de la literatura, hecha posible esta vez gracias a la mediación del internet.