Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

"Prácticamente todo el mundo vive en Brooklyn"

Paul Auster Una reseña en la Revista Ñ sobre el nuevo libro de Paul Auster, Sunset Park, escrita por Margara Averbach, enfatiza en el tema de las heridas de un padre y un hijo. Dice:

(?) lo más valioso de Sunset Park no es la historia entera sino los recuerdos que la componen, esos cuentitos diminutos que muestran al Auster versátil de siempre: un escritor capaz de contar un encuentro sexual casi pornográfico con tanta elegancia y eficacia como las que despliega para narrar una despedida desgarradora, una muerte absurda, un amor enloquecido, una escena de violencia. Al contrario de lo que dice el dicho, en esta novela, las partes suman más que el todo.

En el mismo suplemento, Francesc Peiron comparte con La Vanguardia y Clarín una entrevista a Paul Auster sobre la nueva novela. Un afiebrado Auster, convaleciente de una neumonía, declara: ?Es la primera vez que escribo una novela que ocurre en el presente. Los embargos suponen algo terrible, es la imagen de la crisis?. Y habla sobre su vida en Brooklyn. La nota dice:

Su libro es un juego de contrastes. Los ricos Estados Unidos y el país de los desheredados. La ciudad del glamour ?el padre de Miles es editor; la madre, actriz; el padrino, escritor o alter ego de Auster?, y la otra, la de los que no pueden pagar el alquiler y cada vez se han de alejar más de aquella primera ciudad. ?Miles creció en el West Village, en un barrio muy agradable, y ahora está en Sunset Park, ¿has ido alguna vez??. Sí. No es un lugar muy feliz. Es pobre, sencillo, con muchos inmigrantes, donde la gente ha de bregar para salir adelante. No es una de las partes maravillosas de Nueva York. Miles se siente un tanto alienado. En uno de sus paseos, Auster descubrió una casa de madera, de ventanas y puertas selladas. El enclave ideal para desarrollar su proyecto. ?Es el entorno donde resulta posible que alguien ocupe una vivienda. Hay zonas de Nueva York donde sería demasiado visible?. Nada que ver, considera, con Park Slope, donde vive, en la que es su cuarta residencia dentro del concejo de Brooklyn, adonde llegó hace 31 años. Su nombre se cita casi como sinónimo de Brooklyn, aunque reconoce que ?lo elegí porque era más barato, no me podía permitir por más tiempo seguir en Manhattan?. No hace demasiado que hizo mudanza. Él y su esposa, la también escritora Siri Hustvedt, precisaban una casa más grande. Se fueron, como quien dice, a la acera de enfrente. ?Le dije a Siri que, si quería volver a Manhattan, no había ningún problema. Decidió que nos quedábamos?. Se diría que Paul Auster ha ejercido de ariete. Que abrió las puertas del enclave a la llegada de la gente de la creación y la intelectualidad. De su ramo, recuerda a Norman Mailer, que residió en el vecindario hasta que se lo llevó la parca. ?Prácticamente todo el mundo vive en Brooklyn, ja, ja?, bromea. ?Se ha convertido en una especie de centro nacional para artistas. Ahora debe haber más artistas aquí que en Manhattan.Es que en Brooklyn pueden encontrar un buen sitio que salga una cuarta parte de lo que resultaría del otro lado?. Después de un respiro, sigue en su explicación. ?A mí me gusta vivir en Brooklyn. Es un buen lugar para trabajar, para educar a tus hijos. En cambio, es mucho menos excitante que Manhattan, cosa que a veces echo de menos. Las librerías, las galerías de arte. De todo hay menos en Brooklyn?. A lo largo de la conversación admite, sin embargo, que el dinero no es la razón exclusiva a la hora de elegir la residencia. Auster da una de sus claves personales. ?Étnica y racialmente Brooklyn está mucho más mezclado. En un restaurante encontrás de todo, negros, indios, de todo. En Manhattan, en un buen local, sólo hay blancos?.

Leer más
profile avatar
1 de enero de 2011
Blogs de autor

La muerte del alma colectiva

¿A cuántos escritores les interesa el olor de la guayaba en América Latina? ?Hay algo muerto en nosotros, en el alma colectiva. Y si no está muerto, nosotros creemos que está muerto. O no nos damos cuenta de que está vivo. Lo cual viene a ser lo mismo?. No me queda claro si es Andrés Ibáñez quien escribe ese párrafo en un número pasado del ABCD Cultura, porque la página es ilegible, pero sí que hay alguien que se queja en una columna de opinión que los escritores españoles, salvo excepciones, ya no escriben sobre España. Incluso da una lista (desde el Brooklyn de Lagos hasta la China del mismo Andrés Ibáñez, pasando por el llamado tono norteamericano de las novelas de Fernández Mallo). Lo interesante del artículo es el tono de duelo que eso parece indicar. La muerte del alma colectiva. Dice:

Todo esto nos dice algo que va más allá de la literatura. Nos habla de una tremenda crisis de identidad, de complejos, de una sensación general de incredulidad hacia nosotros mismos. Nos habla de una convicción generalizada de que España no es interesante, de que lo que pasa no es interesante, de que nosotros no somos interesantes, de que nuestras vidas no son verdaderas. De la sensación de que aquí no hay tragedia, ni lirismo, ni poesía, ni misterio, porque lo que pasa es rutinario, vulgar e insignificante. Si se nos pregunta individualmente, estoy seguro de que nadie defendería estas ideas. Pero es eso lo que los escritores parecen sentir de un modo u otro.

El autor, sin embargo, comete el error de insistir en el exotismo de la literatura latinoamericana. Parece que no ha leído bastante a los autores latinoamericanos últimos y no sabe nada del desinterés, no generalizado pero sí importante, de transcribir el olor de la guayaba. Dice:

Lo fascinante de la literatura latinoamericana, como de la india o la africana, es la capacidad que tienen esos escritores de verse a sí mismos y de sentir interés por lo que les rodea. A nosotros nos parece que la realidad de esos países es más dramática, más conflictiva, más lírica, más poética que la nuestra. Son países más pobres y con más violencia, pero también con más vida. Lo curioso es que a los escritores de esos países les sucede lo mismo. Tienen la capacidad de ver su propio exotismo. En un taller literario que di hace unos meses, me sorprendía la fascinación que sienten los jóvenes autores mexicanos, colombianos o peruanos por su propia realidad. ¿Por qué a los españoles no nos interesa nuestra propia realidad? ¿Por qué no podemos ver nuestro propio exotismo? ¿Quién ha logrado convencernos, y cuándo, y cómo, de que nuestra vida no es una vida verdadera, de que nuestra realidad no cuenta, de que nuestra experiencia del mundo, que es igual de misteriosa y de terrible que la de cualquier otro ser humano, no merece la pena ser contada?

Leer más
profile avatar
1 de enero de 2011
Blogs de autor

La frontera de la amenaza

Siempre tememos a los bárbaros y siempre creemos que están más allá de una frontera. La naturaleza de esta no es clara y ni siquiera hace falta que su trazado sea demasiado visible. A veces, la frontera tiene aduana y policías, pero en otras ocasiones coincide prácticamente con nuestra piel. Tenemos al vecino, al que no tiene nuestra raza, al que no tiene nuestra nacionalidad, a aquel que al mirarse al espejo no tiene unas facciones como las nuestras. Todos ellos son bárbaros y constituyen una amenaza que nos inquieta, aunque más o menos secretamente también nos fascina. Nuestros queridos griegos -los griegos antiguos- inventaron la onomatopeya despectiva para calificar a los pueblos que no hablaban la lengua griega y, por tanto, emitían sonidos casi animales: bar-bar. No han sido los únicos: cualquier antropólogo sabe que el calificativo más común entre las tribus primitivas era nosotros o los hombres o los seres humanos, lo que, por lo común, llevaba aparejado el desprecio de los demás. Los otros nos turban, pero el problema es que, sin esta turbación, la vida se hace tremendamente monótona. Nos horrorizan los bárbaros y, simultáneamente, esperamos mucho de ellos. Pueden quitarnos lo que tenemos y, al mismo tiempo, pueden darnos lo que no tenemos.

La historia de la literatura es, en cierto modo, una crónica de esta duplicidad. Nunca he creído, por ejemplo, que Ulises se extraviara hasta el punto de necesitar, errante por el Mediterráneo, 10 años para volver a Itaca. No dudo de que quisiera volver a la patria, y a Penélope, pero podemos sospechar que antes deseaba perderse en las múltiples barbaries, no solo en contacto con las Circes y Calipsos, sino enfrentados a todo tipo de Polifemos. En la estela de la Odisea, ¿cuántas obras literarias no son sino la expresión de ese hartazgo de lo propio, cuando se convierte en rutinario, y de esa mezcla de seducción y miedo que lo ajeno nos produce?

Con todo, hay pocas obras que definan de una manera tan desnuda este doble sentimiento como El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati, una auténtica joya de lo que podríamos denominar "literatura de la espera", bien representada a lo largo del siglo XX y que obtiene su quintaesencia en Esperando a Godot de Samuel Beckett. En la novela de Buzzati nuestra ambivalencia ante lo desconocido, ante lo supuestamente bárbaro, se conforma como la experiencia fundamental del protagonista. Giovanni Drogo consume su existencia en la fortaleza Bastiani, una fortificación militar que, desde lo alto de una colina, vigila la fortaleza. Más allá de esta, se dice, los bárbaros -los "tártaros"- se están preparando para la invasión del mundo civilizado. En cualquier momento aparecerá en la estepa la nube de polvo que anuncia a la avanzadilla de los cantos. Giovanni Drogo y sus compañeros de fortín están alerta, pues los rumores siempre se refirieron a una incursión inminente de los tártaros. Pero pasan los días, y nada sucede; después transcurren los años con el mismo resultado. La fortaleza Bastiani se sumerge en la rutina y Giordanni Drogo, llegado al lugar como joven oficial, envejece inexorablemente. Los tártaros no llegan, los bárbaros no acuden a su tenebrosa cita con la civilización. Nadie irrumpe para cambiar el curso de las cosas ni para disipar la atmósfera cargada de la fortificación. En las tres palabras que más horrorizan a los que esperan: nunca pasa nada. Y, sin embargo, no hay día en que Giordanni Drogo deje de mirar, desde la almena, hacia la frontera con la esperanza de que una delgada sombra cruce el horizonte.

Cuando, hace años, leí la novela de Buzzati me acostumbré a buscar esa frontera en los diversos lugares por los que viajaba. El novelista había dado escasos datos para imaginar el desierto de los tártaros. Si uno debiera apostar quizá se inclinaría por algún territorio remoto de lo que era el Imperio Astrohúngaro o por esa punta de Italia septentrional que se disuelve en Istria. Buzzanti desorientó expresamente al lector, tanto en el espacio como en el tiempo. Por consiguiente, era posible imaginar la fortaleza Bastiani en cualquier rincón de Europa y, con el paso del tiempo y los acomodos de la fantasía, asimismo en el exterior de Europa, en otro continente. Fuera donde fuera, siempre había en su interior un Giovanni Drogo que gastaba su vida a la expectativa de lo que tenía que ocurrir inminentemente y nunca ocurría. Los tártaros, los malditos tártaros, no acababan de llegar.

Pronto me di cuenta de que no había que ir muy lejos para divisar la Fortaleza Bastiani y que el fortín que defendía tan celosamente nuestra eventual identidad se hallaba en la propia ciudad, en el propio barro, en alguna de las casas del vecindario, en la propia vivienda y, finalmente, en la propia piel. Cada uno cargaba con su propia fortaleza Bastiani mientras se encarnaba en un Giovanni Drogo infinitamente repetido. Y para cada uno allí estaba la frontera que dividía. Las horas entre lo que era y lo que podía ser. El desierto se extendía, vacío y lleno simultáneamente, delante de todos, y el miedo y la esperanza por la llegada de los bárbaros se superponían hasta confundirse.

Giovanni Drogo esperaba la invasión para poder luchar, concederse una explicación, vencer o ser vencido. Pero los bárbaros nunca llegaron. O quizá lo que ocurrió es que se equivocó de perspectiva. No debía escudriñar obsesivamente la línea de horizonte en busca de la polvareda que señalaba la ansiada invasión. Podría ser que la cosa fuera más simple, mucho más simple, y que el secreto se hallara en el interior de la fortaleza y no fuera, en la estepa: los bárbaros ya habían llegado, y hacía tanto tiempo que se había perdido la memoria de su llegada.

El País, 12/12/2010

Leer más
profile avatar
1 de enero de 2011
Blogs de autor

Habitación en Roma

Elvira Orphée Elvira Orphée es una autora argentina que ha cumplido 90 años. Aunque su obra no es muy conocida, su vida en Italia tiene gran interés para quienes gustamos de las anécdotas literarias. Ella conoció, entre otros, a autores como Italo Calvino, Elsa Morante y Alberto Moravia. Gracias a un artículo de Leopoldo Brizuela en Revista Ñ podemos leer algunas de esas memorias romanas:

?Llegué por primera vez a casa de los Moravia la noche del 24 de diciembre. Cuando entré, justo detrás de mí subía Pasolini con un arbolito de Navidad que, según dijo, acababa de robar para Elsa, de un restaurante finísimo? Tan pronto me vio me detestó?, dice Orphée, que en sus memorias le retribuye llamándole ?escritor en lunfardo? y ?cara de calavera?. ?Estoy segura de que fueron celos? Pero te confieso que tampoco Moravia me prestó demasiada atención. Elsa y él vivían en pisos diferentes, lo que yo nunca había visto que hiciera un matrimonio y me pareció muy bien, aprendí mucho. Pero Moravia estaba tan absorbido por su carrera que hasta se jactaba de restringir al máximo su vida sexual? Y cuando bajaba a distraerse un rato quería que le contaran historias? ¡Era de esos escritores obsesionados por los hechos, todo lo que quieren son hechos?! Yo me negaba a contarle las obviedades, las cursilerías, las vaguedades que él esperaba de una muchacha subtropical. Y siempre he sido de guardarme los secretos que sólo dice la poesía. En cambio, a Elsa los hechos no le importaban nada. Como yo, sólo quería poesía.? Poesía, dice Orphée, que no es lo que se escribe, sino, antes, una necesidad de librar a la vida, y a la memoria, de la tiranía del lenguaje cotidiano. ?Yo nunca había sabido de nadie que viviera con esa necesidad permanente, estado de poesía. Nadie, salvo yo misma.? En verdad, más allá de la diferencia de edad y formación, las dos amigas, cada una en un estudio distinto de la vieja Roma, atravesaban momentos muy parecidos. Después de sus respectivos debuts literarios, sólo apreciados por algunos colegas eminentes, ambas estaban abocadas a un segundo proyecto, el que debía certificar su pertenencia al gremio de los escritores. Pero a diferencia de Morante, a quien el ejemplo de Moravia había afirmado más de lo que ella misma estaba dispuesta a admitir, Elvira Orphée parecía más perdida que nunca, y, en la desesperación por encontrar lectores, parecía dispuesta a escribir lo que otros querían de ella. Uno (1960), su segunda novela de Orphée, aspira a ser un fresco de la clase social a la que había ingresado al casarse? Elsa Morante, en cambio, estaba escribiendo La isla de Arturo , empleando procedimientos que las amigas discutían. ?El libro es una fábula protagonizada por Arturo, un muchacho común, huérfano, de la isla napolitana de Procida. A diferencia de Cassola, Elsa sabía que el tratamiento realista de los desamparados no es el más eficaz. Su método es retratar a las gentes sencillas con el lenguaje que éstas hablan, agravando esa poesía natural que tiene la gente del pueblo, haciendo que los personajes digan mucho más que lo que dicen, y sus paisajes dejen de ser reales para ser metafísicos? Era lo que yo no había llegado a hacer en Dos veranos , mi primera novela, cuyo protagonista, Sixto Riera, es un criado de padres desconocidos que mira la sociedad tucumana de un modo totalmente original?. Sin saberlo, Morante puso a Orphée en lo que la llevó literariamente de vuelta a Tucumán, al voltaje poético del habla del norte argentino, al culto de Juan Rulof, y, por fin, a la escritura de Aire Tan dulce (1966), ese esplendoroso tratamiento del lenguaje que influiría tan decisivamente a, entre otros, Sara Gallardo y Tomás Eloy Martínez. ?Muy bien, un día Elsa me llamó por teléfono con voz de conjura urgente: ?Tienes que venir mañana, que va a venir un hombre bellísimo, ¡bellísimo!? Yo fui. Era Italo Calvino. ?Pero Elsa, ¿este uccellino te parece a ti un uomo bellísimo?? Porque Italo tenía en la cumbre de la cabeza una especie de pirinchito, y en la boca algo como un repulgue herencia de un antepasado conejo? No me gustó nada. Por eso, o porque yo estaba casada, no le presté mucha atención. Hasta que un día llegó y me dijo: ?Por favor, vamos al festival de Deux Mondes, Elvira? ?¿Con Elsa al volante??, me espanté. ?¡Ni loca!? ?Ah, Elvira?, me dijo entonces furioso, mordiendo las palabras, los ojos inyectados? ¡C ome sei snob !?, Yo me quedé de piedra. ¿Qué podía tener que ver el snobismo con el terror a los automóviles?? Hasta que de golpe entendí, y lo llamé, y convinimos una cita. Fue en uno de esos cafés al aire libre, que yo amaba, porque siempre venía un mozo a cantarte canzonettas. Creo que empezamos hablando de un libro suyo, El sendero de los nidos de araña , un libro de una poesía simple, bella, que después abandonó, por una fantasía más rebuscada que ya no aprecio? ?Pero Elvira?, me interrumpió de pronto. ?¿Cómo quieres que se aprecie tu cuerpo con ese vestido que parece una bolsa?? Era un vestido de seda, elegantísimo, pero con forma de bolsa. Yo le dije que tanto daba, porque estaba en los cuarenta y nueve quilos? Y ¿podés creer?, cuando nos quisimos acordar estábamos hablando de mis enfermedades, que me habían acosado desde que tengo memoria, y hablábamos con una erudición y con una pasión? porque mi madre y su padre habían sido químicos. Le dije que algo me devoraba por dentro, y él creyó entender.? ?No?, dijo Orphée a Calvino, ?lo suyo no era la augusta tenia saginata que María Callas había dejado vivir dentro de sí para bajar de peso. Eran las feroces amebas ictiolíticas que me había pegado en Tucumán y que me roían el vientre como una carcoma. ?Las amebas no se bañan dos veces en nuestros mismos ríos??, bromeó tímidamente Italo, ?aunque nosotros para ellas somos el universo? Yo le respondí: ?Somos las trampas que la mentalidad de Dios?? (?Si existiera?, me interrumpió él ) ??les puso para hacerlas creerse imperecederas dentro de nosotros. Lo mismo que nos hace creer a nosotros, humanos, que seremos eternos parásitos, letales, dentro del organismo del mundo?? ?Eso hablamos ese día, y durante años hablamos así. A veces me aburría con Italo; creo que él, como yo, necesitaba del trampolín del otro para divertirse. Quizá porque tenía su romanticismo, eso que toda mujer necesita aunque lo niegue, guardado bajo siete llaves? Pero me doy cuenta de que me amó mucho aun sin que yo le correspondiera y que fue uno de mis grandes amigos. Sentí tanto cuando se murió ¿Sabías que fui yo quien le presentó a su mujer, a Chichita Singer, la argentina con la que se casó? Yo tuve mucho que ver con eso.

Leer más
profile avatar
1 de enero de 2011
Blogs de autor

Los mejores libros del año, y 2

 
 
 
 

Vicente Luis Mora: Alba Cromm

 

Hay que decirlo pronto: VLM es el nombre de un taller de escritores que ha asumido la máscara del joven escritor cordobés VLM, hace poco más de un año doctorado en la Universidad de Córdoba con una tesis sobre Borges en la literatura española. Y ahora, éste mismo, no el otro,  funge de director del Instituto Cervantes en Marrakesh.  Estratégicamente, aparece al mismo tiempo en coloquios de escritores en Estados Unidos, América Latina y Europa, sin saberse con seguridad quién habla dónde. No ha de extrañar por lo mismo que su novela Alba Cromm no sea en verdad suya, a pesar del © de Seix Barral. Sus detractores, también creados por él, aseguran que esta novela es el producto de un cálculo de posibilidades programadas para el MacBook Air y, por eso, su lectura dura un viaje trasatlántico de Iberia con pausas para el iPad. Esos lectores volando son un homenaje al realismo mágico. Por lo demás, el hecho de que VLM asumiera el vario estilo de sus agonistas y antagonistas para escribir él solo un número completo de Quimera dedicado, no sin ánimo sadomasoquista, a sus obras,  prueba para no pocos lectores literales, que nuestro autor ya no es el poeta de la lengua como cicatriz, ni el ensayista programático de la invención digital, ni el crítico de un blog, oculto tras el improbable nombre de “Diario de Lecturas,” ni el fresco y casual narrador de Círculo, novela en la que nos sometía a la tortura de recorrer Madrid a pie, y donde se declaró, para despistar, admirador de Francisco Umbral. Y si tampoco es él la quimera holográfica que destrozó con entusiasmo su propia novela, no queda sino concluir que Alba Cromm, en verdad, es una novela diseñada que se resignó a ser narrada; pero que entre las premoniciones de la lectura aipádica, y lo que resta de escritura digital, es la primera novela producto de un plagio del futuro. En efecto, VLM ha plagiado una novela que aún no ha escrito, con lo cual ha creado el primer objeto de arte que es del porvenir y anacrónico a la vez. Un libro que será la única prueba que tendremos de un mundo que habrá desaparecido mañana. VLM es una conspiración literaria.

 

 

 
Martín Lombardo: Locura circular

 

Las "pequeñas editoriales" independientes acompañan a la narrativa de invención que se renueva con urgencia en distintas latitudes, no sólo capitalinas sino también regionales. Dos de las más vivas son Periférica (que dirige el escritor Julián Rodríguez en Cáceres) y Los Libros del Lince (a cargo del editor Enrique Murillo en Barcelona), y éste año ambas ofrecieron verdaderas primicias de jóvenes escritores. El argentino y trotamundos Lombardo es uno de ellos, y su “locura circular” (en Libros del Lince) hace de la novela la cura del lugar, por vía de “esquizofrenizar” el lugar del yo, perseguido esta vez por su propio pensamiento desbordado. Se trata de un monólogo en torno a la crisis del lenguaje articulado, que la novela convoca a través de personajes que nunca son ellos mismos, que siempre son otros, sobrevivientes de la danza de la suerte de habitar; esta vez, Barcelona en tiempos del doblaje, cuando hasta los gritos deben ser traducidos. No es casual sino sintomático que Lombardo deba replantearse la función del lenguaje narrativo, que es la forma de la identidad forjada entre opciones que ponen a prueba el sentido mismo de la libertad: “El arte: el asesinato metafórico. Decir que un hombre cruzó la puerta no es la mejor manera de decir que un hombre cruzó la puerta. Tampoco es la más cierta.” “Somos los asesinos de la lengua…Yo soy el principal asesino de la lengua,” dice el personaje de habla híbrida, cuyas imágenes suscitan la “metaforización” que busca para saber quién habla cuando habla. “Hay veces que ni siquiera sé quién eres, suelta ella. ¿Es un reproche dirigido hacia mi o hacia ella?”  Para responder a esa cuestión se escribe la novela. “All you need is love?,” se pregunta, y se responde: Mentira.” Con desenfado inquisitivo, esta primera novela nace directamente de la novela y va hacia ella, circularmente, protestando toda su promesa celebratoria.

 

 

 

Alonso Cueto: La venganza del silencio

 

El narrador de esta novela de Cueto (Lima, 1954), publicada por Planeta Perú, cuenta el asesinato de su tío, un banquero gentil. La indagación de esa muerte va desentrañando los secretos de la familia, los pactos del poder, pero bajo la intriga, como ocurre con las novelas de este agudo narrador de engañoso realismo pulcro, se abre el abismo de la experiencia moral que fractura la vida doméstica y taciturna de la clase dirigente peruana. La moral ya no es la buena opinión que tenemos de nosotros mismos y que convalida nuestros actos. Tampoco es solamente producto de la convicción, de los principios inculcados, que arman una ideología como tribunal de valores. Ni siquiera es la opción madura sobre la responsabilidad que asumimos y que define el bien o el mal como la consecuencia de nuestras acciones. La moral, más bien, viene a ser el lugar del otro en mí. Esto es, el valor que le concedo al tú como parte de mi yo.  El turno del diálogo, la palabra del relevo, la justicia de la igualdad improbable.  Este es el drama en que agonizan los personajes de Cueto, la arena movediza de la frágil fábrica social peruana. Educados, ricos y buenas gentes, se ven de pronto como parte de la corrupción o incluso el crimen. La novela sugiere que sólo el lector sabe y puede evaluar, porque los tíos y tías son hijos del discurso de la indulgencia, que ha forjado un Ego neurótico y egoísta, cuyo suelo es el clan familiar y cuyo horizonte es la clase social dominante. Lo extraordinario es que “el silencio” es mutuo: los amos asumen el bien pero ejercen el mal con sus subordinados; en cambio, los siervos son demasiado nobles, pero al exonerar a sus amos los hieren mortalmente. Las palabras ya no sirven para romper el  silencio abismado de la culpa hecha carne.

 

 

 
Matilde Sánchez: Los daños materiales

 

Matilde Sánchez (Buenos Aires 1958) es autora de La ingratitud (1990), una de las mejores novelas breves de este español hecho a novelas desmesuradas; El Dock (1993), una novela donde una mujer ve en la tele un acto de represión militar y entre las víctimas reconoce a una amiga, cuyo hijo luego acoge; y El desperdicio (2007), seguramente su obra más significativa, donde unas amigas reconstruyen su historia que las palabras devuelven con vida ardorosa. Los daños materiales (Buenos Aires, Alfaguara) es la más brillante deconstrucción del macho que la literatura haya producido en este idioma que lo sigue confirmando. Acto de denuncia de la masculinidad incólume, es una estrategia por desbrozar el lenguaje de la autoridad patriarcal, empezando por el método de una carta envenenada que documenta la miseria del amante vano. Venganza puntual del posesivo desaprensivo, cuyo placer es la medida de la felicidad ajena, “este libro es mi fatwa,” dice la narradora. Y el lector la aprueba con entusiasmo, porque ella nos persuade, no como víctima sino como rival desigual del amante,  de que su descuartizamiento prolijo del lenguaje sexista es un espectáculo digno de celebrase. Implacable en su precisión sadiana, gozosamente inventiva en su crueldad a lo Silvina Ocampo, esta novela sobre el desamparo amoroso es también una comedia desgarrada que cuenta con el humor y el sarcasmo para mantener la lucidez del exorcismo y la tradición de la salud satírica. Pocas veces el Yo narcisista, que requiere de la mujer para validarse, ha sido puesto tan fuera de combate.

 

 

 
Patricio Pron: El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan

 

Estos cuentos (Mondadori, 2010) de Pron (Buenos Aires, 1975) constituyen la revelación literaria del año. Aunque es autor de varios libros y ha sido reconocido por premios de calidad, estos cuentos revelan al escritor maduro en pleno uso de sus artificios de precisión. Porque esta espléndida colección postula la fábula como su origen y la ficción como su fin. La fábula circula como una  visión del mundo, ni sentimental ni condescendiente, ajena a los estilos y el énfasis; más bien, límpida de expresión, de un estilo neutro y terso, que deja fluir la historia como la corriente interior del sinsentido humano, de pronto ganando la vía del relato. El cuento, así, es una maquinaria autorizada a operar con la extravagancia y la excepción a nombre del rigor del lenguaje y la inteligencia de la ficción. Los cuentos despejan el camino del  viaje en un mundo sobrenarrado; se deben al arte de narrar sin tregua, sin prisa y deleitosamente. Todo recomienza, vuelve y parte en el acto de contar, cuyas voces comparten la intimidad de su trayecto fabuloso. Cuentos sobre cuentos, se despliegan entre enigmas y desafíos, cuya resolución queda a nuestra capacidad de leer dentro de lo leído, en esa transparencia del lenguaje. “En las ideas”, por ejemplo, los niños de un pueblo de la República Democrática Alemana empiezan a desaparecer. Rehúsan, se diría, ser como sus padres pero tampoco quieren ser como los hijos de sus padres. A los pocos días, regresan, pero ya no son ellos mismos. No dan ninguna explicación ni sus padres se las piden. En “Es el realismo” P. es un escritor que juega a desaparecer entre viajes. Un novelista de su ciudad, escritor mediocre y corrupto, hecho a las miserias del medio profesional, lo busca en Paris, donde P. deambula, pobre y en torno a sí mismo.  Esa búsqueda parece una persecución entre avenidas, estaciones, cafés y museos. Finalmente, en el Louvre parecen coincidir pero el encuentro social se torna una epifanía para P., que sigue de largo, recuperado por su propia certidumbre.  Libro imprescindible para imaginar la década que recomienza con mejores noticias, gracias a los escritores que saben seguir de largo.

 

 

 
Antonio López Ortega, Carlos Pacheco, Miguel Gomes: La vasta brevedad, Antología del cuento venezolano del siglo

 

López Ortega y Miguel Gomes habían dedicado atención al cuento en Venezuela, siendo ellos mismos notables narradores; sumados ahora al profesor Pacheco culminan esta antología espléndidamente editada (Alfaguara, Caracas) en dos tomos. Siempre me han resultado valiosas las antologías que documentan el gusto del presente literario. Por eso, son más valiosas las que hacen los mismos practicantes, sobre todo los más jóvenes y, esperemos, audaces.  Pero hay otras antologías, como ésta, que son términos de referencia, que uno lee como la memoria de la lectura, y a las cuales acude sabiendo que el cuento desde su primer día (Cuando el cuento despertó, la novela aún no estaba allí) hasta su orilla actual, donde la escritura digital presume prescindir del protocolo (Cuando el iPad despertó, el escritor ya no estaba aquí), sigue siendo el arte del asombro.  La narrativa venezolana me ha parecido que se escribe como si la narración no tuviese pasado, como si cada relato fuese el primero. El mundo recomienza, la escritura acaba de ser inventaba, el país empieza en el cuento.  Como si Venezuela, siendo el país más moderno, hubiese tenido que rehacerse en el discurso, ensayando su invención, buscando exceder la penuria literal.  Los cuentos de este tomo documentan la creatividad extraordinaria con la que este país de gente maravillosa y políticos atroces ha creído tener más de una oportunidad en el lenguaje. Los cuentos de Guillermo Meneses, Salvador Garmendia, José Balza, Federico Vegas, entre otros narradores de talento, están entre los que dan prueba fehaciente de esa Tierra de Gracia.

 

 

 

Aldo Mazzucchelli 

: La mejor de las fieras humanas:
 
vida de Julio Herrera y Reissig
 
 
 
 
 
 
 

 

Este año son los cien de este poeta parteaguas, el último modernista o el primer vanguardista, que entre Montevideo y Buenos Aires exploró la calidad representacional del lenguaje mismo,  encontrando entre las palabras y las cosas una tensión de asombro y  fractura.  Entre Darío y Vallejo elaboró un lenguaje de fuerza expresiva y ardor lírico, y lo leemos siempre descubriéndolo, siendo la suya una poesía que transcurre como presente. El profesor Mazzucchelli ha logrado en este libro (Montevideo, Taurus)  una proeza: la biografía del poeta incluye otra, la de su poesía, que a su vez descubre otra, la de su tiempo, ideas y contextos. Así, de su turbulenta vida amorosa recobra los poemas que la revelan, pero también el anarquismo que alienta en su erótica. Vida, Eros, poesía y anarquismo se sobreponen, sin falsas síntesis, en su violencia íntima, y confirman la actividad intelectual de un poeta que antagoniza, feroz y espléndido, con su tiempo. Documentado y fundamental, este libro es también analítico e interpretativo, y acierta plenamente al ver en la biografía la obra, y al revés; pero no como si una explicara a la otra sino como si ambas fueran, al final, inexplicables separadas, siendo, en su trama, más vivas.

 

 

 

Eloy Fernandez Porta:  €®0$. La sobreproducción de
los afectos

Toma lo suyo escribir EROS en la grafía propuesta por Eloy  Fernández Porta ya que en mi portátil (el hoy, Fernández, es portátil) los dos primeros signos requieren pulsar Option y repasar el abecedario digital para encontrarlos como un subtexto casi porno. La primera provocación del autor es este emblema con que titula su ensayo (Anagrama) para postular que Eros se viste de Euros en esta fase de “capitalismo emocional.” Leer en el título un libro es la operación a que nos reta y que uno asume también provocadoramente.  R. Kraus había demostrado que la pornografía es la transparencia. Esto es, la representación sin mediaciones, desnudamente, de un sujeto. Pero que el espectáculo (el “tiempo real”) haya sustituido a los afectos con su representación demuestra que la pornografía es una naturaleza sustitutiva, instaurada como norma.  Por ello, hoy creemos que la emotividad es fundamentalmente irrepresentable, y solo referible a través de mediaciones, relatos y eventos. Como bien plantea este libro desde su propio protocolo (la ironía, el humor), el mercado ha ocupado la subjetividad, el último espacio de indeterminación que creíamos libre. Baudelaire, que fue el primero en pensar lo moderno desde su centro, la representación, vio en la prostituta la forma del intercambio urbano.  Hoy el intercambio, nos recuerda EFP, está dominado por la tecnología y su reproducción infinita de sustituciones, empezando por nuestro lugar en el sistema. Esta es la parte más crítica de su libro porque nos pregunta por el Eros/Euros de que estamos hechos. O sea, por nuestro papel en la sobreproducción pornográfica, que hoy impone la confesión del yo como medida de la verdad. El discurso que predica “porque lo digo yo,” “porque lo siento yo,” “porque me sale de las entrañas,” es violento y obsceno: postula un sujeto exhibicionista, y es casi un grito de auxilio.  Cancela, en efecto, el Eros, que supone la sexualidad pero también la simpatía, la intimidad, el goce, la empatía dialógica. Los materiales que documentan la hipótesis de EFP son las redes de intercomunicación tecnológica que han creado un espacio de “ruido” (basura comunicativa) de efecto contrario: se trata de una sobreproducción que elimina la conversación. Las mediaciones de esta escena desnudan a la pareja, y la despojan de su valor emotivo en el mercado de la confesión exhibicionista. Irónicamente, en esta sobrevaloración del “Ego” se produce la más descarnada subyugación del “yo.” Se trata de un sujeto forjado por la saturación, la sobre-presencia, la pantalla como plaza pública, y la fama como banalidad. Se ha dicho ya que el correo electrónico, por ejemplo, ha aumentado las relaciones conflictivas al exacerbar la violencia verbal. Y se acaba de decir que el portátil ha terminado subyugando aun más a las mujeres: ellas llevan el trabajo a casa. Sobre estos costos afectivos se seguirán haciendo excelentes películas malas. Todo lo cual pertenece al humor del Eros, a la  “Improv” (suerte de tele-ensayo) donde un cómico de turno asegurara que los dinosaurios desaparecieron porque no podían abrazarse. Al final, este Eros simpatético  de EFP es un brillante manual de primeros auxilios en el formato de un amenísimo obituario.

 
 

 

 


 

 

Leer más
profile avatar
1 de enero de 2011
Blogs de autor

I. El poder de levantar los techos

El inolvidable personaje de El diablo cojuelo de Luis Vélez de Guevara, libro que apareció en 1641, tenía el poder de levantar los techos de las casas de Madrid a la medianoche para ver qué es lo que estaba ocurriendo dentro de ellas. Desde su atalaya en la torre de San Salvador, el cojuelo le dice al estudiante don Cleofás "advierte que quiero empezar a enseñarte distintamente, en este teatro donde tantas figuras representan, las más notables, en cuya variedad está su hermosura..."

La variedad que está en la hermosura, o en la fealdad, que también es diversa. Casi cuatro siglos después, un nuevo diablo cojuelo salta a escena entre deslumbres de azufre cibernético, y desde su atalaya de WikiLeaks es capaz de quitar el techo a los cubículos de miles de burócratas del Departamento de Estado de los Estados Unidos, y de sus embajadas en todas partes del mundo, para asomarse a lo que leen o escriben, descifrarlo, y revelarlo para deleite de millones de curiosos lectores.

Julian Assange, el hacker más famoso de todos los tiempos, nos da la oportunidad de cumplir una de las ambiciones más consentidas en los entresijos del alma humana: fisgar en los papeles ajenos por encima del hombro para enterarnos de los secretos, ya sean políticos o sentimentales. En este caso, el banquete es político, aunque ya se sabe que los políticos son personas.

Leer más
profile avatar
31 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Archivo de la Creación Literaria

archivador La compra de los archivos de Carmen Balcells ha sido solo el comienzo. Ahora se espera un Archivo de la Creación Literaria, una ambiciosa idea que lo explica así el diario ABC. Dice la nota:

La nueva institución tendría su sede en Alcalá de Henares, cuna, además, de Miguel de Cervantes, donde el Ayuntamiento de la Villa ha hecho una buena oferta de unos terrenos próximos al Archivo General de la Administración. «Allí también se encuentra el Archivo del Movimiento Obrero y acabamos de comprar las naves de la antigua Galerías Preciados para ampliar el Archivo Histórico Nacional?explica Rogelio Blanco, Director General del Libro Archivos y Bibliotecas?. El Corredor del Henares es un espacio de investigación que nada tiene que envidiar a Fontainebleau. El AHN formará el mayor del mundo cuando sumemos los 550 kilómetros de esas naves con los 57 que tiene en Serrano». El legado de Carmen Balcells puede ser la vitamina definitiva que necesitaba este proyecto, porque como recuerda Blanco, «la suya es una de las más importantes empresas literarias del mundo, que ha protagonizado la mayor explosión internacional de la literatura en español que se recuerda. Es mucho más que el legado Balcells, que es importantísimo. A partir del corpus que tenemos podemos armar una historia literaria en todas sus vertientes, un archivo literario de autores y editores, de creadores, agentes, editoriales y librerías, desde el alfa hasta el omegade la creación literaria, porque hay libreros que han mantenido correspondencias únicas con autores. Sería un gran centro de investigación que debería vincularse a la Universidad».

Leer más
profile avatar
30 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Los privilegios del fósil

Durante la transición se publicó en Barcelona y en catalán una influyente revista, Taula de Canvi, donde escribía buena parte del aparato ideológico del comunismo regional. Su promotor y director era Alfons Comín, un cristiano castrista ya fallecido, con mucho predicamento entre las élites barcelonesas. En el número de julio-agosto de 1977 figuraba un consejo de redacción compuesto por dieciocho miembros. Todos ellos, con alguna excepción, han hecho importantes carreras dentro de la administración y buena parte de los mismos aún sigue, treinta años más tarde, entre los directivos más influyentes de la vida oficial catalana. Puede decirse sin miedo a error que esa revista fue el núcleo del mando intelectual de la izquierda revolucionaria catalana que tomaría el poder en la casi totalidad de los centros decisorios de la comunidad.

Josep Benet, Jordi Borja, Josep M. Castellet, Josep Fontana, Cirici Pellicer, González Casanova, Melendres, Molas, Ramoneda, Solé Tura, Vázquez Montalbán y otros miembros del consejo de redacción se cuentan entre los principales responsables de que la vida cultural catalana haya sido lo que es. Treinta años más tarde sólo habría que añadir los aliados independentistas con quienes compartieron el poder a partir de la presidencia de Maragall. Cuando los futuros historiadores escriban el relato de la deriva catalana hacia la secesión deberán leer esta olvidada revista.

    El número mencionado iba dedicado a un asunto: "Escribir en castellano en Cataluña", cuestión que puede parecer cultural, pero que no ha sido nunca sino el fundamento mismo de la ideología nacionalista. En su presentación Jordi Carbonell, coordinador del número, decía: "Escribir literariamente en castellano en los Países Catalanes ha sido siempre un acto con claras connotaciones políticas; por lo menos tantas como escribir en catalán". Lo de escribir "literariamente" es sugestivo: el juicio político iba contra los escritores "literarios" porque a los demás no era necesario decirles nada, ya sabían cuál era la orden, aunque no la cumplieran: a pesar de las consignas casi todos los camaradas escribían en español en diarios como "La Vanguardia" o "Tele/Express". Treinta años más tarde sigue sucediendo lo mismo.

    Carbonell, medalla de oro de la Generalitat en 2001 y presidente de Esquerra Republicana entre 1996 y 2004, añadía más adelante: "El simple hecho de "radicar" en Cataluña o en los Países Catalanes sin la voluntad de devenir (esdevenir) catalán no convierte a una persona en "catalán de radicación"". Esta es la ambición suprema de los nacionalistas catalanes: poseer la capacidad decisoria que determina quién es y quién no es catalán, herramienta totalitaria que nunca han soltado. Treinta años más tarde la segregación sigue intacta. El propio Montilla lo dijo en más de una ocasión: no basta con nacer y trabajar en Cataluña, hay que manifestar una voluntad pública de "ser catalán" para que el poder te considere catalán. Los comisarios controlan la exclusión y otorgan la integración según un metafísico "querer ser catalán" definido oportunamente por el mando.

El fondo de esta dictadura nacional se sustenta en el mito del invasor. Decía Carbonell en su artículo: "El castellano es justamente la lengua que el poder opresor ha querido imponer en un intento de genocidio cultural consecuencia de una política imperialista". Treinta años más tarde nada ha cambiado, excepto que ahora el mito se enseña en los manuales del bachillerato. Aunque nadie dude de que la imposición franquista del español sobre el catalán fuera real, lo del "poder opresor" parece que se refiera al Ministerio de la Gobernación y no a lo que antes se llamaba "la burguesía catalana" (auténticos ejecutores del supuesto genocidio), así como a la llegada de los inmigrantes sureños que cargan con la responsabilidad de ser instrumentos de la opresión. La deshonestidad de culpar a los "extranjeros" no sólo es una forma insidiosa de xenofobia, sino una mentira que descalifica a quien la dice.

La anterior deshonestidad se completaba con la siguiente frase de Carbonell: "No cabe duda de que los escritores que, viviendo en nuestro país, se expresan literariamente en castellano constituyen un fenómeno cultural inimaginable sin la victoria del fascismo en 1939". No tener ninguna duda de que el español nunca existió en Cataluña antes de 1939 es el fruto de una ignorancia monumental, de un cinismo rotundo, o de ambas cosas. Sin embargo, treinta años más tarde, esta sigue siendo la verdad oficial.

    Tras la introducción, la redacción daba la palabra a los inculpados. Pocos fueron los que contestaron. En tono atemorizado, Carlos Barral aseguraba que él había nacido en una familia bilingüe, pero que tras la muerte de su padre le habían impuesto la lengua materna la cual era "el castellano de la Argentina", pero que de todos modos él se consideraba "irreductiblemente nacionalista". Quienes le conocimos sabemos lo que opinaba Barral sobre el nacionalismo catalán. Más audaz, Gimferrer reivindicaba a los escritores en español siempre que, decía, "hagan suyas las reivindicaciones catalanas" de manera que puedan ser aceptados. Vázquez Montalbán reaccionó dignamente. Allí escribió aquello de que asumía su papel de "judío que vive en Praga y escribe en alemán" y que la encuesta le parecía de orden zoológico más que ideológico. Treinta años después, nada ha cambiado.

    Los demás encuestados, todos ellos activistas de la Causa, apoyaban con mayor o menor agresividad la liquidación de los catalanes que escribían en español. Triadú, comisario del ala más totalitaria, afirmaba que quienes escribían en español eran franquistas, pero también lo decía Montserrat Roig cuya inteligencia era algo superior a la de Triadú. "Estos escritores nunca han ayudado voluntariamente a que la literatura catalana se desarrollara y han caído en la trampa política del franquismo", nos sermoneaba Montserrat. El más disparatado era Pedrolo: "Querer pasar por escritor catalán mientras se escribe en castellano equivale a aceptar los planteamientos franquistas". ¿Querer pasar? ¿Y quién quería pasar? Treinta años más tarde, todo sigue igual.

    Que todo sigue igual quiere decir que continúa habiendo gente que escribe en español aunque viva en Cataluña, pero que sólo si muestra su inquebrantable adhesión al Régimen es aceptado por la maquinaria cultural catalana. Semejante rareza (o semejante chavismo) sólo tiene importancia para el contribuyente. A los que escribimos en español no nos afecta porque ya estamos habituados a los insultos del poder. A quienes escriben en catalán esta situación les favorece. La doctrina política oficial sólo tiene como consecuencia un gasto desorbitado, el parroquianismo cultural y la ausencia de oposición o competencia. El resultado es que no por ello ha aumentado la lectura de literatura catalana y que la cultura oficial es de uso exclusivamente local y clientelar. Los sueños de cosmopolitismo cultural, de la Cataluña internacional, de la Barcelona destacada en el mapa europeo y demás quimeras se han fundido en el aire exactamente igual que los miles de millones de euros que ha costado fundirlas.

    Hay algo, sin embargo, sobresaliente. Que la así llamada "izquierda catalana" no haya superado ni un milímetro sus posiciones totalitarias de hace treinta años, que mantenga programas culturales que en Europa ya sólo defiende la extrema derecha, ofrece algunas indicaciones de por qué el tripartito ha perdido cientos de miles de votos el mes pasado. Sin embargo, no enmiendan: para esta gerontocracia todo ha de seguir como en Taula de canvi. En cuanto se supo la magnitud del fracaso salieron en tromba los más derechistas del Partido Socialista Catalán a decir que todo había sucedido por no haber sido lo suficientemente nacionalistas. Estos ideólogos delirantes querrían mantener intactas las estructuras de poder de hace treinta años porque garantizan su dominio sobre los demás y sus privilegios por encima de todo el mundo. El arrogante menosprecio con el que se dirigen a sus (ex) votantes indica que jamás aceptarán la realidad social catalana. Es muy chocante ver a un por así decirlo socialista envuelto en la bandera catalana. Es un oxímoron viviente. O quizás agonizante.

Leer más
profile avatar
30 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Los deseos, los sueños

Click here to view the embedded video. El 24 de diciembre me levanté tecleando en mi teléfono móvil algunos deseos, breves vaticinios de lo que 2011 podría traernos a los que habitamos sobre esta Isla. Después de lanzar varios textos en 140 caracteres hacia Twitter, se me ocurrió pedirles a mis amigos y conocidos que me enviaran sus propias esperanzas y yo me comprometía a catapultarlas al ciberespacio. En apenas un par de horas la bandeja de entrada de mi Motorola colapsó, de tantos pronósticos y expectativas que generan en nosotros los próximos doce meses. Curiosamente, una palabra se repetía en la mayoría de estos mensajes, la escurridiza ?libertad? copaba con sus ocho letras una buena parte de los sms que me llegaron en las vísperas de Navidad. Por eso, quiero en estos últimos días de 2010 colgar en Generación Y mi propio concepto de libertad. En estas imágenes, filmadas por un par de jóvenes cineastas alemanas, se resume mi relación con ese concepto ausente de nuestra vida, pero no de nuestras aspiraciones.

* El video es un fragmento del filme ?Soy Libre? que aún está en proceso de edición, dirigido por Andrea Roggon de Alemania

Leer más
profile avatar
30 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Maquiavelo oriental

Es una mina inmensa. De tamaño y valor bien ciertos, pero dimensiones desconocidas. Hay filones de calidades y tamaños diversos ya explotados, al menos parcialmente. Luego están los filones que queda por conocer. Por más que muchos Gobiernos hayan querido minimizar el valor de los hallazgos más singulares, es abundante el número, calidad y tamaño de las piedras preciosas encontradas hasta ahora. Nadie ha hallado, es verdad, la piedra filosofal, ni el secreto del poder mundial. Nadie ha obtenido la revelación capaz de darle la vuelta a la historia del mundo. Pero estos son fruto de meras expectativas exageradas, que han contribuido objetivamente al posterior efecto minimizador. La mera revelación, y su proporción, es el acontecimiento que en sí misma lleva a cambiar muchosparámetros de la diplomacia, el blindaje de los secretos e incluso puede alcanzar a la jurisprudencia sobre la persecución de los responsables.

Uno de los mejores filones abiertos por los Cables del Departamento de Estado que Wikileaks ha desvelado son las informaciones que nos ofrecen sobre el conjunto del mundo árabe, desde Marruecos hasta Irak, área temática que se puede ampliar geográficamente hasta los confines del Gran Oriente Próximo en la frontera indo-pakistaní. Lo que nos cuentan los cables acerca de los regímenes de estos países es devastador, tanto sobre los niveles de corrupción y saqueo de las arcas pública, como de la benevolencia interesada y corruptora de los países occidentales, acomodados a unos déspotas que les tienen amarrados fundamentalmente por la energía. Alguien podrá decir de nuevo que todos lo sabíamos. Será entonces que lo habíamos olvidado o veníamos actuando fingiendo que lo habíamos olvidado. La muestra más extrema del maquiavelismo oriental practicado por estos regímenes nos la ofrece el conjunto de cables que se refieren a las reacciones suscitadas por la publicación de las caricaturas de Mahoma por el diario danés Jylland Posten, a principios de 2006, con una reacción en cadena por parte de musulmanes de todo el mundo, ahora perfectamente documentada en cuanto a apoyos, financiación e incluso su directa organización. En Damasco, donde fueron asaltadas y destruidas cuatro embajadas occidentales, fue el primer ministro quien dio instrucciones personalmente para que los sermones del viernes en las mezquitas echaran a la gente a la calle en protesta por las caricaturas. Según contaba Maite Rico en su crónica, el régimen de Assad ??permitió que los suníes descargaran su ira?, presentándose como el ?defensor de la dignidad islámica?, mientras señalaba a la comunidad internacional que ?esto es lo que ocurrirá si permitimos una verdadera democracia y los islamistas llegan al poder?. La utilización del islamismo radical por parte de regímenes laicos como la dictadura de Assad no tiene nada de paradójico ni de excepcional. Al contrario, es un modelo utilizado a placer en toda la zona geográfica y por todo tipo de regímenes, desde monarquías como la marroquí o las de la península arábiga hasta repúblicas teóricamente democráticas como Paquistán. Con casos extremos, en que es el propio régimen el que organiza las algaradas, hasta otros más atemperados en que se reprime a los extremistas pero se les utiliza como espantajo ante los occidentales. El maquiavelismo oriental no tiene que ver directamente ni con la civilización árabe ni mucho menos con el islam. Es más probable que se trate de una fuerte tradición arraigada en una zona geográfica donde la huella del otro maquiavelismo, europeo y de raíz colonial, ha echado sus frutos incluso entre quienes no son ni árabes ni musulmanes. Un buen ejemplo lo ofrece Netanyahu, que juega a dos barajas con los extremistas de por medio en dos partidas entrelazadas, y en ambas con idéntica habilidad a la hora de sacar provecho de la polarización: con el extremismo palestino de Hamas, para demostrar que no hay un interlocutor palestino con fuerza y representatividad, y con los colonos, cuya actividad hipoteca cada vez más la negociación del territorio. Este filón nos señala que algo se está haciendo terriblemente mal desde Europa y EE UU respecto a estos regímenes y a toda la zona, Israel incluido. Es evidente que la derecha europea, los partidos populistas antislámicos e incluso el propio Vaticano con su política de competencia y contención del islam han venido a echar más aceite en este fuego, alentando el choque de civilizaciones con tal torpeza que se ha terminado perjudicando muy seriamente incluso a los cristianos de Oriente, víctimas también dobles, de una jerarquía católica que ha perdido su sentido político y de unos regímenes despóticos que los utilizan como víctimas propiciatorias lanzadas como pasto de las peores pasiones de los fundamentalistas. Pero tampoco lo han hecho mucho mejor quienes preconizan políticas de apaciguamiento, bien fácilmente manipulables por el Maquiavelo oriental.

Leer más
profile avatar
30 de diciembre de 2010
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.