Skip to main content
Category

Blogs de autor

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Una guerra de retraso

La guerra de Malí es hija de la guerra de Libia. Lo son buena parte de los combatientes, veteranos de la confrontación bélica que terminó con el régimen del coronel Gadafi en apenas seis meses, desde marzo hasta agosto de 2011. Lo son también las armas, restos de los muy bien surtidos arsenales libios. Pero lo es también desde el punto de vista estratégico. Francia se ha visto obligada a dar en Malí el paso que nadie quería dar en Libia y del que todas las potencias huyen desde la guerra de Irak: poner pie en tierra.

La intervención internacional que dirigió la OTAN en Libia pudo hacer tres cosas: atender estrictamente al mandato de Naciones Unidas, echar una mano a los rebeldes para derrocar a Gadafi y completar la tarea asegurando el desarme de los mercenarios contratados por el coronel. El mandato del Consejo de Seguridad incluía abiertamente la primera, consentía con algo de manga ancha la segunda y quedaba demasiado lejos de la tercera, puesto que mal se podía desarmar a los leales a Gadafi desde los buques fondeados en el Mediterráneo o desde los aviones que sobrevolaban el territorio libio sin poner pie a tierra.

Si solo se hubiera atendido a la literalidad de la resolución, Gadafi y su régimen habrían podido sobrevivir, aunque es probable que Libia hubiera quedado dividida, puesto que los rebeldes no contaban con recursos para terminar con el régimen por sí solos. De ahí que el consenso pasivo inicial en el Consejo de Seguridad, en el que dos países con derecho a veto como Rusia y China se abstuvieron, se rompiera rápidamente por la evolución de una misión de protección de la población hacia otra de cambio de régimen. Quedaba un último escenario, virtual o teórico y de nula probabilidad: la neutralización y desarme de los combatientes gadafistas, que hubiera completado la tarea bélica, aunque con el grave precedente de complicarse la vida en la reconstrucción de Libia, algo que no contaba con mandato de nadie y que hubiera obligado a la siempre temida intervención terrestre.

Lo que no se hizo en Libia en 2011 será obligatorio en Malí a partir de 2013. Si Sarkozy fue quien interrumpió la marcha de los ejércitos de Gadafi sobre Bengazi con su ataque aéreo, su sucesor Hollande ha sido quien ha interrumpido la marcha de las columnas de combatientes islamistas sobre Bamako, de nuevo desde el aire y luego pie a tierra. En ambos casos, a última hora, al borde de la catástrofe y con el riesgo de la soledad.

Las noticias no podían ser peores. Lo eran desde hacía meses sin que nadie consiguiera correr tanto como los dos o tres centenares de pick-ups con que cuentan los dos o tres millares de insurgentes. Desde hace casi un año Malí se ha convertido en un Estado fallido, con un ejército golpista que ha sido desalojado del norte por las guerrillas islamistas y secesionistas. La mitad septentrional se halla bajo el terror de un rigorismo islámico que ha impuesto la sharía más estricta, está destruyendo el patrimonio artístico y religioso, liquidando cualquier forma de vida en sociedad y cometiendo crímenes de lesa humanidad. Según la agencia de NN UU para los refugiados, su cifra ya alcanza los 145.000, además de unos 200.000 desplazados del norte que han buscado acogida en otras zonas.

Los insurgentes proclamaron en mayo el Estado islámico de Azawad y en la euforia siguieron avanzando hacia el sur. Las autoridades malienses, incapaces de contenerles, requirieron ya en septiembre la intervención del Consejo de Seguridad de NN UU para proporcionar asistencia militar y restaurar la integridad territorial del país. No llegó hasta diciembre la autorización para el uso de la fuerza, que esta vez contó con el apoyo ruso y chino, con toda su lógica: no estaba en juego la protección de la población, sino la integridad territorial y la soberanía de Malí; a nadie interesa un nuevo foco de inestabilidad en el corazón de Africa; no es un antecedente que cuestione las soberanías nacionales celosamente defendidas por los emergentes, sino que más bien las refuerza.

NN UU ha aprobado tres resoluciones y dos declaraciones sobre Mali en toda esta crisis. Estados Unidos se mantiene en segundo plano, "dirigiendo desde atrás", todavía más que en Libia. La UE y la OTAN están desaparecidas. Los 3.300 soldados de la misión de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de Africa Occidental) se preparaban para estar listos? en septiembre. Bamako sería hoy la capital de un Estado islámico sin la intervención francesa de urgencia, que empezó a bombardear el jueves pasado y tiene ya soldados en tierra preparados para avanzar hacia el norte. El presidente francés, con poderes ejecutivos de comandante en jefe como el de los Estados Unidos, no ha querido ni ha podido inhibirse como los otros gobiernos europeos. No lo hizo el anterior en Libia y no lo ha hecho el actual en Malí, donde se desvanecen las fantasías de las victorias bélicas desde el aire. Aun con una guerra de retraso, Francia asume la tarea de Europa.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
17 de enero de 2013
Blogs de autor

Tras la catástrofe (II): técnica y pervivencia de las especies

Hay una disputa hermenéutica relativa a si el mito bíblico del diluvio es un añadido del siglo V de nuestra era o si es atribuible a Moisés. Mas como la propia Biblia indica en otro lugar que Moisés había sido iniciado en la sabiduría de Egipto, país marcado por el fantasma de los desbordamientos cíclicos del Nilo a los que aludía en la anterior columna, la atribución del relato al profeta tiene en todo caso coherencia.
La primera voluntad del Hacedor era la exterminación exhaustiva de la vida: "borraré de la faz de la tierra desde el hombre hasta la bestia y hasta el reptil y las aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos creado... yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra para destruir toda carne en que haya espíritu" (versículos 7 y 17). Mas cuando Noé halla gracia ante sus ojos, modifica su designio y le ordena apropiarse y dar cobijo a representantes sexualmente diferenciados de las especies animadas y así, tras la catástrofe garantizar la existencia de las mismas. ¿De todas las especies de la tierra? Dadas las razonables medidas del arca que el Libro describe con precisión y detalle (trescientos codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura Génesis capítulo 6, versículo 15) hay que pensar mas bien que se trata de la fauna local. En cualquier caso sólo las especies con presencia en el arca se salvan y así el momento en el que, apaciguadas las aguas, los animales salen de la nave es simbólicamente una repetición del acto de creación de las especies, destinadas desde entonces a perdurar: "Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará entonces ver mi arco en las mismas. Y el arco será memoria del pacto por mi deseado que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio destructor de toda carne"
La narración bíblica es absolutamente paradigmática de la concepción del papel del hombre en relación a las especies animales. Si Noé no hubiera sido puesto en antecedentes por su dios y no hubiera construido el arca , tras el diluvio hubiera brotado la rama de olivo, pero no hubiera habido paloma para tomarla en su pico, ni cuervo que retorna una y otra vez al arca por no encontrar tierra donde posarse. Y, como ya he sugerido, es absolutamente relevante el aspecto técnico (Génesis, capítulo 6 versículo 15) de la narración. No habiendo plan alguno de navegación, ocioso sería conferirle a la nave forma con proa y popa. El arca está concebido para responder estrictamente a la tremenda circunstancia del diluvio, con un diseño que intenta hacer difícil que pueda volcarse sobre sí misma, cumpliendo así su destino de flotar al capricho de las aguas, hasta quedar varada en ese monte Ararat para ella fijado por Jahvé.
Y el aspecto meticuloso de la descripción ( se ha interpretado que se trataría del espacio equivalente al de un buque de carga de 15000 toneladas destinado casi exclusivamente a mercancía útil ) pone de relieve algo esencial: aquello que hace de Noé un garante de la persistencia de la vida animada y con forma, lo que hace de Noé el cuidador de la naturaleza en su manifestación suprema, es su condición de Technités, de animal dotado de esa singular modalidad del ser que Aristóteles situaba como contrapunto, como una suerte de polo dialéctico, del orden natural. El animal que además de capacidad sensitiva, memoria, imaginación (facultades que otros animales poseen) se halla provisto Techne kai logismois, técnica-arte, y capacidad de hacer razonamientos es el que puede garantizar el orden natural tras la catástrofe... cierto es que también constituye el animal mayormente susceptible de provocarla.

Leer más
profile avatar
17 de enero de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La cara del miedo

Si para algo debería servirnos el pasado es para conjurarlo con un nunca más. Pero el
espanto no basta. Es necesario comprender cómo surgen, se cultivan, abonan y
propician los conflictos para poder sustraerse al reclamo de la violencia. Es precisamente el fracaso político, moral y estético de nuestra cultura el que siempre está en juego y aunque nos confunda la tentación del optimismo más nos vale temer lo peor. Se dice en el Deuteronomio que del miedo nace la sabiduría y algo de esta enseñanza debería subsistir en nuestra inteligencia política. La noción de escarmiento puede ser de una extrema utilidad y sin duda contribuye a sujetar con más tiento nuestro conocido potencial de destrucción. Esa insaciable y despiadada ferocidad con que algunos se entregan a la refriega de la rivalidad política.

La antropología resignada de los escépticos -ese lamento por la irreparable
condición humana- nos parece una renuncia a las promesas de la razón
política. Y este dilema nos desconcierta, nos confunde. Como si no supiéramos
conciliar el derecho y la ecuanimidad y expulsar del foro ciudadano la turbulencia de las pasiones tribales.

¿Cuál es la naturaleza de las fuerzas que se muestran alegremente dispuestas a la
confrontación? ¿Realmente nos conviene excitarlas? Por lo general, una pregunta
como ésta suele hacerse cuando un edificio institucional deficiente se
resquebraja y no puede evitar que lo indeseable, fatalmente, se produzca. En
nuestro caso, todavía estamos a tiempo de admitir que somos incorregibles.

La facilidad con que este país consiente, o celebra, la violencia retórica es
sorprendente. Inmune a las consecuencias de la hostilidad, ajenos al efecto
incendiario de las soflamas y a la frustración social que liberan, los políticos, tertulianos y columnistas airados contribuyen a desbaratar la frágil compostura social.

Suele elogiarse la cultura de la Transición como si hubiera sido un logro exclusivo de la Razón o, por lo menos, de lo razonable. Lo fue en cierto modo. Pero se omite la crucial influencia que tuvieron los dos episodios previos a la muerte de Franco en 1975: el golpe de Estado de Pinochet en Chile (1973) y la Revolución portuguesa (1974). A las dos Españas le sobraron entonces motivos para recelar de sus propias convicciones y para temer lo peor de sus adversarios. Esta inesperada ayuda del destino resultó ejemplar. Y el miedo que inspiró, providencial.

Se introdujo en nuestra cultura política, por primera vez en mucho tiempo, una
idea incómoda: más nos vale conformarnos con lo probable que combatir por lo posible. Si hubiera que fechar el momento en que este equilibrio, hecho a base de renuncia, concesión, pragmatismo, inteligencia emocional y astucia mundana, se quebró no nos pondríamos de acuerdo. Pero lo cierto es que sólo temiendo lo peor que hay en nosotros pudimos librarnos de nosotros mismos.

La fotografía que reprodujo hace unos días el diario El País evoca los tiempos aciagos a los que hago referencia. La escena parece una caricatura del militarismo decimonónico, una escena costumbrista, un gesto de camaradería de dos compañeros de armas en la barra de un bar.  Pero una mirada más detallada nos permite fijarnos en los personajes que acompañan a Franco y a Millán Astray en el acto fundacional de la Legión. A la derecha de la imagen, un civil abre la boca y ríe a mandíbula batiente. Se ve que acompaña a los protagonistas principales en la celebración de la guasa. A la izquierda, sin embargo, asoma su cabeza encogida otro civil: la angustiada expresión con que observa la risotada de los generales no preludia nada bueno. ¿Será ésta la cara del miedo que retorna?



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
16 de enero de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Caperucita mon amour

               Hace un par de meses descubrí con sorpresa que no había leído a los hermanos Grimm. Como suele ocurrir con muchas lecturas de la infancia, leí las versiones abreviadas y no las originales. Los Cuentos de la infancia y del hogar fueron publicados dos siglos atrás --un 20 de diciembre de 1812--, y no solo han sobrevivido a esas versiones edulcoradas sino que continúan proliferando en adaptaciones para todos los gustos e influyendo en creadores en campos diversos (un par de ejemplos latinoamericanos recientes: Jorge Volpi ha hecho muy buen uso de algunos cuentos en su novela Oscuro bosque oscuro [2009], y la artista plástica Alejandra Alarcón tiene series dedicadas a Caperucita y al Príncipe Sapo).

            Nacidos en Hanau durante la época de las guerras napoleónicas, los hermanos Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859) eran parte de un movimiento romántico que, a principios del siglo XIX, trató de preservar la identidad alemana ante la amenaza francesa. Como lingüistas y expertos en folklore, su recopilación de relatos populares cumplía esa función: en esas narrativas orales pasadas de generación en generación podían encontrarse los sueños, ansiedades y pesadillas del pueblo germánico. El movimiento romántico, más que preservar una identidad, inventó una: muchos de estos cuentos eran pan-europeos; hay versiones de "Caperucita Roja" y "La Cenicienta" recopiladas por el francés Charles Perrault a fines del siglo XVII, y otros estudiosos han encontrado versiones de los cuentos más populares en Italia, Rusia, Inglaterra, etc.

Si hay algo alemán en el imaginario de los hermanos Grimm, es el bosque, clave para la economía de la sociedad rural y a la vez un territorio que debe ser evitado. Una de las estructuras narrativas más emblemáticas es la de los niños y adolescentes enviados al bosque: en "Hansel y Gretel", la madre le pide al esposo que, para evitar morirse ellos de hambre, abandone a los hijos en el bosque; en "Caperucita Roja", la madre envía a Caperucita a casa de la abuela en medio del bosque; en "El novio bandolero", el novio invita a su prometida a visitarlo en su casa en el bosque. Lo que aguarda en ese espacio siniestro es una encarnación del Mal: en "El novio bandolero", la mujer descubre que su novio pertenece a un grupo de asaltantes asesinos de mujeres, y ve cómo ellos desnudan a una mujer, la cortan en pedazos y la espolvorean con sal; en "Hansel y Gretel", una bruja tienta a los niños con una casa hecha de dulces, para luego intentar matarlos, cocinarlos y comérselos.

Hay formas de escapar del horror: con mucha astucia --dejando arvejas o guijarros en el camino-, suerte y algo de magia, y sin olvidar jamás cómo regresar a casa. En el mundo encantado de los hermanos Grimm puede haber reyes y princesas, pero en cada página reina el Mal. Los niños logran superar las pruebas, no sin antes haber aprendido que viven en un mundo violento y sádico. Caperucita se dice al final: "Mientras viva no volveré a hacerlo. Si mi madre me dice que no me aparte del camino, eso es exactamente lo que haré". 

Estos cuentos no fueron originalmente escritos pensando en una audiencia infantil, pero, ante su éxito con los niños, los mismos hermanos Grimm comenzaron a purgar los relatos de sus aristas menos amables, en las ediciones posteriores a 1812. La intención nunca fue purgar toda la violencia, porque eso hubiera desvirtuado la esencia misma de estos cuentos. Esa violencia, además, era necesaria para los lectores y oyentes de estos cuentos: los niños tenían ante ellos una forma vicaria de enfrentarse a sus miedos primales.

"Caperucita Roja fue mi primer amor", dijo alguna vez Charles Dickens. Típico primer amor, el de Dickens fue tan inolvidable como los cuentos de los hermanos Grimm. 

   

(La Tercera, 13 de enero 2013)



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
16 de enero de 2013
Blogs de autor

I. Las neuronas y el viejo yo

Nicholas Carr es el autor de un libro publicado en 2010, esencial para entender nuestra cultura del siglo veintiuno, ligada necesariamente a la cibernética. Se trata de Superficialidades: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? "En los últimos años", comenta, "he tenido la molesta sensación de que alguien travesea en mi cerebro, cambia el mapa de mi circuito neuronal, reprograma mi memoria".
Quien busca información en la red infinita pasa por encima de los asuntos esenciales, no penetra ni analiza, sólo quiere enterarse de lo que necesita en el momento, navegando en la superficie. Cambios progresivos en el comportamiento de las neuronas y alteraciones en la corteza cerebral que alterarán para siempre nuestras vidas porque vamos camino de pensar de otra manera desventajosa para nosotros mismos, o pensar menos, y un día dejar de pensar del todo.
Ya en un artículo de dos años atrás aparecido en la revista The Atlantic que se titula ¿Nos está volviendo Google estúpidos?, advertía que al convertirse uno en habitante de ese extraño nuevo mundo "en línea", vamos limitando nuestra capacidad de lidiar con textos profundos e ideas complejas. Podemos ver nuestro rostro en la superficie de esas aguas, pero nos vamos volviendo incapaces de advertir el universo que subyace debajo, que es nada menos el de la cultura y la ciencia en toda su complejidad. Lo superficial viene a significar lo banal, porque terminamos conformándonos con poco.

Leer más
profile avatar
16 de enero de 2013
Blogs de autor

El desorden alfabético

Decimos con naturalidad: bancos malos, hombres de negro, abismo fiscal o doloroso progreso, y la elección de los adjetivos informa sobre el desorden melancólico de estos tiempos. El lenguaje es un espejo que refleja cómo vivimos, nombrando las pieles muertas que envuelven el llamado tejido conjuntivo de la sociedad. ?Una catástrofe se cierne sobre el orden alfabético, el único fiable hasta ahora? exclama Juan Diego, convertido en viejo profesor que va a dar una conferencia en La lengua madre, un delicioso y a la mortífero texto de Juan José Millás que se representa estos días en el Bellas Artes. Bajo una luz cenital, una pequeña mesa, unos folios, que a pesar de no verlos los imaginas machados, un traje demasiado grande y una magistral escenificación de la soledad animal. Palabras que conviven en la misma página del diccionario: lengua y lenguado, capitalismo y capón, o culpa y culo; las mismas que nadie, ni Marx, ni Franco ni la reina loca de Alicia, se han atrevido a desregular. ?Las palabras son embajadoras de la realidad? dice Millás, y añade más: ?el único tesoro que es patrimonio de todos porque lo hemos construido entre todos. Y eso significa que todos somos coautores, por ejemplo, de El Quijote, pero también de los discursos de Nochebuena del Rey”. Pero el viejo profesor siente que el lenguaje ha sido secuestrado por una jerga urgente, la del cash flow. Que términos que parecían marginales, como desahucio, pobreza o austeridad, se hayan convertido hoy en familiares para la clase media. Y que no se expidan recetas contra la desesperanza porque a las palabras les ocurre lo mismo que a la vida, que se vacían. La RAE ha admitido por fin términos como friki, okupar, sociata, emplatar y gayumbos, aunque en la calle se agiten apresuradamente otras sílabas embebidas del nervio propio de quienes aspiran a un ?minijob? para ?reinventarse?, un término que ocupa la mayoría de las cabezas de tantos que se obligan a ser ?proactivos? para continuar sintiéndose ?productivos?. Por ello, compra neologismos e inventa portmanteaux -como spanglish, o Brangelina- que demuestran la naturaleza clasificadora del lenguaje en busca nuevos contenedores para nuevos significados. Es una suerte que el orden alfabético, como exponen Millás y Diego, aún nos acompañe. Incluso que del pasado regresen duelos al sol como los de aquella España arruinada con harapo y espada, la que alumbró el Siglo de Oro, en la que dos poetas antagonistas batallaban por la idoneidad de los vocablos que vestían sus versos. Vayamos pensando pues cómo bautizaremos la nueva belle epoque, la misma que en algún renglón perdido, huérfana aún de significado, nos aguarda.

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
16 de enero de 2013
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.