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Blogs de autor

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IV. Una carga de dinamita

Rayuela, nuestra biblia de tapas negras, que yo recuerde no contenía propuestas políticas en aquellos años sesenta donde lo que había era precisamente propuestas políticas, los movimientos de liberación, el fin de los régimen coloniales, la primavera del 68 en Francia y la masacre de Tlatelolco en México, la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos. Pero contenía una propuesta ética, una propuesta para vivir.
Enseñaba formas de inconformidad y rebeldía en contra del statu quo. Aquellos despreocupados ácratas, Oliveira a la cabeza, que hablaban de todo y venían de todas partes, entraban por su cuenta en el paisaje de inconformidad general donde Rayuela cabía junto a los ruidos que aún no se apagan del concierto de Woodstock, los gritos de histeria que recibían a los Beatles en los escenarios, las protestas por la guerra de Vietnam, las marchas encabezas por Martin Luther King. No eran tiempos de sosiego, y Rayuela era tampoco una novela tranquila que se pudiera leer en un par de días y luego meter en un estante y olvidarla.
Y entre dictaduras militares y mediocridad cultural, gobiernos corruptos y malos escritores, opresión económica y opresión cultural, no había diferencias perceptibles para quienes velábamos nuestras armas entonces. Y Rayuela ofrecía reglas útiles para quienes en aquellos años fervorosos empezábamos a la vez el camino de la acción política y el de la acción literaria. Entre ambos, no podíamos percibir muchas diferencias, desde luego que la palabra compromiso y la palabras causa hacían de la acción política y de la acción literaria una sola acción.
Cortázar colocó cargas de dinamita en toda aquella armazón fosilizada. Y no era solamente un asunto de melenas largas, alpargatas, y boinas de fieltro con una estrella solitaria. Todos queríamos ser cronopios, nos burlábamos de los esperanzas y repudiábamos a los famas. Y a los cronopios tocaba intentar las revoluciones, en nuestras propias vidas, y en la vida de todo lo que nos rodeaba.
Un libro de iniciación que igual que su autor seguirá botando años por el camino. Sólo hay que leerlo, o volver a leerlo empezando, eso sí, por el primer capítulo. Allí comienza su eternidad.
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22 de febrero de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La religión más global

Benedicto XVI anunció su renuncia el 11 de febrero y, dos días después, una de las mejores instituciones dedicadas a la sociología de la religión, el estadounidense Pew Forum on Religion and Public Life, dio a conocer un estudio sobre el catolicismo en el mundo del que se deduce una conclusión: la Iglesia católica se halla en un momento pletórico en cuanto a número de seguidores, es más universal que nunca antes en su historia y además es la más universal de todas religiones, la más católica.

En el último siglo, el catolicismo ha multiplicado por tres el número de los fieles, desde 290 millones en 1910 hasta 1.100 millones en 2010, y ha mantenido su proporción de la población mundial, a pesar de la explosión demográfica que ha afectado a zonas del planeta donde no tenía arraigo, principalmente el llamado Tercer Mundo, hoy países emergentes, lo que significa que la mitad de los cristianos siguen siendo católicos y que lo son también una sexta parte de los habitantes del planeta.

La única creencia que supera al catolicismo, pero no a los 2.200 millones con que cuenta el cristianismo en su conjunto, es el islam con sus 1.600 millones de seguidores, con independencia de sus numerosas sectas, divisiones y escuelas; aunque hay una diferencia sustancial: los cristianos católicos se encuentran repartidos por todo el planeta mientras que el islam está concentrado en Asia, Magreb y Oriente Próximo, estas dos últimas regiones las únicas donde la población cristiana está en declive.

La globalización afecta a todas las religiones, pero ninguna creencia está tan globalizada como el catolicismo, según las cifras del Pew. También lo está el cristianismo, dividido en numerosas confesiones y creencias, pero el peso del catolicismo y su organización jerárquica, con una cabeza con visibilidad mundial, le sitúan en una posición privilegiada para actuar como agente global en un mundo multipolar y emergente como el nuestro.

Hace un siglo el 65% de los católicos eran europeos, ahora es en América donde está la mayor parte de los católicos del mundo, el 47% en total, de los que un 39% se concentra en Latinoamérica. Brasil es la primera potencia católica mundial. Donde crece más rápidamente la población católica es en el África subsahariana, donde eran un millón hace un siglo y son 171 millones ahora.

Si el catolicismo realmente existente está globalizado, no lo están sus estructuras jerárquicas y ni siquiera sus mermadas huestes de presbíteros y religiosos de ambos sexos. El 47% de los curas están en Europa, solo el 30% en las dos Américas y un 21,9% en Asia y África, según el Anuario Estadístico de la Iglesia de 2010. Más desproporcionado y políticamente significativo es el reparto de los cardenales, puesto que serán ellos los que escogerán en el cónclave al próximo papa.

La primera región católica del mundo cuenta con 11 electores si se incluye Latinoamérica y 19 si se incluye Estados Unidos y Canadá; mientras que Europa tendrá 53, es decir, el 44% del colegio cardenalicio, a pesar de su peso decreciente en el catolicismo mundial. Lo mismo cabe decir de Italia, con sus 21 cardenales electores, cuando representa el 4,6% de la población católica mundial. Situado en el paisaje en transformación del mundo global, Benedicto XVI ha sido un Papa torpe, impolítico, con escaso carisma y reducidas capacidades diplomáticas, atareado y ensimismado en su personalidad de académico y teólogo y sin habilidad alguna para hacer notar su peso internacional ni siquiera cuando sus seguidores sufren persecución e incluso muerte en manos del terrorismo, como sucede en Nigeria o Pakistán.

La decisión que marcará su papado, sin embargo, es precisamente la de irse en las condiciones en que lo ha hecho, en el momento en que la Iglesia tiene ante sí unos retos que no se pueden afrontar con una personalidad tan débil en su cabeza y cuando necesitaba un nuevo gesto modernizador, que la situara a la altura de las instituciones que quieren jugar en el tablero global multipolar. La renuncia es este gesto, que viene a completar la modernización del proceso electoral emprendida ya por Pablo VI al fijar en 120 el número máximo de cardenales electores y establecer en 80 años el límite de edad. Benedicto XVI, con sus 85 años, adopta la jubilación como una decisión normal cuando el titular no se siente con fuerzas para seguir comandando la institución. No hay duda de que establece un poderoso antecedente.

El siguiente paso está ahora en manos de los 117 cardenales, que se hallarán en una situación con muchas analogías políticas: quienes más tienen que perder con el cambio son los únicos que pueden emprender el camino del cambio. Será así si saben encontrar al hombre que comprenda los retos del mundo global y utilizar las formidables palancas con que cuenta el catolicismo, religión emergente en cuanto a los creyentes, aunque en abierto declive si se tiene en cuenta a quienes la dirigen.



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21 de febrero de 2013
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De la física a la metafísica…el pensamiento repara en los principios

He señalado varias veces en la vertiente metafísica de esta reflexión que Aristóteles sitúa a las entidades físicas entre aquellas que son susceptibles de hallarse en movimiento o de hallarse en reposo, cosa que no ocurre por ejemplo con la superficie de una mesa o un atributo numérico de la misma. Baste con apercibirse de que podemos desplazar una mesa o inmovilizar determinada partícula, pero no podemos desplazar la superficie de la silla, ni desde luego detener la raíz cuadrada de dicha partícula. La superficie y la línea son entidades geométricas, o sea matemáticas, como entidad matemática es raíz cuadrada de, y este hecho de que tales entidades no sean susceptibles de hallarse por sí mismas en movimiento o en reposo las distingue de las cosas físicas.
De tal manera que Aristóteles nos pone sobre la pista de aquello que más adelante se denominará cantidad de movimiento (la cual recubre el reposo como caso límite en el que la velocidad es nula), y que fue considerado (al menos hasta la conmoción cuántica e incluso aquí con matices) como un predicado omniaplicable de las entidades físicas, es decir, un atributo que todas ellas presentan necesariamente (1).
Habrá otros predicados que jugarán un papel análogo al que juegan movimiento y reposo y servirán también de criterio a la hora de discriminar lo que es físico de lo que no lo es. Sabemos ya, por ejemplo, que al igual que no son físicas las cosas matemático-geométricas, tampoco son físicas las ideas asociadas a las palabras, que (por mucho que a ciertos políticos algunas de ellas se le antojen más peligrosas que misiles) sólo pueden ser usadas como armas arrojadizas en un sentido puramente metafórico.
Señalaba antes que en la interiorización de tales "evidencias" se forja el sujeto ("ideas que somos") y que el cotidiano quehacer, y hasta el cotidiano discurrir, son como una expresión de que efectivamente legislan. Mas por el hecho mismo de intentar explicitarlas, de intentar ponerlas sobre la mesa, la disposición filosófica supone de alguna manera toma de distancia ya que, siendo la obediencia vocacionalmente ciega, no obedece totalmente aquel que reflexiona su obediencia. Y si Aristóteles tenía razones para marcar la diferencia entre el matemático y el físico, vislumbramos aquí el fundamento de una barrera entre el físico y el meta-físico, es decir aquel que, escrupulosamente respetuoso de la Física, y eventualmente estudioso de esta disciplina, no se contenta con las descripciones realizadas por la Física.
Pues la mera descripción de la physis no exige en absoluto abordar la cuestión de las evidencias y principios fundamentales. Basta con someterse a ellos y repudiar toda conjetura que los contradiga. Al respecto el ejemplo clásico de Newton al que me refería hace unos días.

 

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(1) De hecho, para Aristóteles cabalmente natural es aquello que tiene como propio y esencial el principio de ese su movimiento o reposo, es decir, el animal o la planta. Frente a lo natural los compuestos (synola) como la piedra o la carne a los que sólo conviene el movimiento y el reposo en razón de los elementos de los que están constituidos, fuego, tierra, aire, agua, que ellos si se desplazan espontáneamente a su lugar natural.
En principio, para Aristóteles, lo explícitamente expuesto a lo natural es aquello que es resultado de la techné, entendida como técnica o como arte. Así la mesa comparte con la madera el hecho de que se mueve tan sólo por hallarse constituida por los cuatro elementos, pero a diferencia de la mesa no se daría sin el hombre, technités por naturaleza, como hemos visto. ¿Qué pasa sin embargo con aquello que poseyendo vida ha sido modelado por la técnica, así un animal domesticado. Como ser animado es sin duda natural, pero sin el hombre no se daría y en tal medida es artificial Es obvio que la polaridad physis - techne no funciona bien en este caso.

 

 

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21 de febrero de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Día Internacional del gato.- Me imagino que si los gatos…

Julio Cortázar juega con su gato Ezra Pound con su gato Herman Hesse persigue a su gato George Perec con el gato sobre el hombro Samuel Becket y gatitos William Burroughs y gato Día Internacional del gato.- Me imagino que si los gatos tuviesen posibilidad de opinar, odiarían la existencia del Día Internacional del gato (para los perros, en cambio, nunca será suficiente). Pero aquí queremos celebrarlo brindándoles esta página: Writers and Kitties, donde verán qué tienen en común Borges con John Fante o Bukowski, Hemingway con Stephen King, o Mishima y Herman Hesse. ¡Gatos!



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20 de febrero de 2013
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El Boomeran(g)
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