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La universidad al pantano

            Nicaragua no es un país donde abunden los científicos. Uno de los pocos es el doctor Salvador Montenegro Guillén,  ecólogo y limnólogo, especialista en gestión integrada de cuencas, graduado en Nueva York, y hasta hace unos días director del Centro para la Investigación en Recursos Acuáticos (CIRA) de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, centro fundado en 1980 gracias a su iniciativa.

 Su pasión ha sido siempre la protección de la cuenca hídrica del Gran Lago de Nicaragua, de casi diez mil kilómetros de extensión, permanentemente amenazado en su sobrevivencia como fuente privilegiada de agua potable y de vida natural, y ahora más por el anunciado proyecto de someterlo a dragado para hacerlo parte de la ruta del Gran Canal chino, lo que significaría, según los razonamientos científicos del doctor Montenegro, una verdadera catástrofe ambiental que convertiría al lago en un pantano inservible.

            Desde que se anunció el proyecto del canal, su voz se alzó en defensa de la integridad del Gran Lago, de manera mesurada pero firme, explicando al país sus razonamientos.  Y empezó organizando reuniones en la universidad para debatir el tema; pero muy pronto lo pararon en seco. 

            En una carta fechada el 13 de julio de 2013, un mes después de la firma del tratado en el que se entrega al empresario chino Wang Jing la concesión por cien años para construir y operar el canal, el rector de la universidad ordenó a los decanos "no atender cualquier solicitud de locales, equipos o predios ubicados en los territorios de la universidad para realizar foros, simposios, charlas, conferencias, videos alusivos al tema (del Canal Interoceánico), pues su propósito fundamental es cuestionar o descalificar el proyecto, comprometiendo el nombre de la UNAN-Managua".

            Las facultades y escuelas de las universidades estatales son controladas hoy en día en Nicaragua por comisarios políticos del partido de gobierno, que responden a la voluntad de la pareja presidencial.  Pueden ser un profesor, un dirigente estudiantil, y hasta un empleado administrativo, según haya sido escogido; a veces, es el propio rector, o un decano. La autonomía universitaria sólo existe de nombre, y ha quedado en nada la libertad de cátedra, aún en temas científicos, como puede verse en este caso, ya no se diga en los temas políticos; y nadie que disienta del poder de la pareja, o lo adverse, puede alzar su voz dentro de los recintos universitarios, ni siquiera para hablar de literatura.

            Como no lograron callar al doctor Montenegro, quien siguió expresando sus opiniones en entrevistas y artículos de prensa, el siguiente paso fue destituirlo de su cargo académico de director del CIRA, y para eso se aprovechó la elección periódica, en la que él era candidato. Los votantes recibieron repetidas visitas y llamadas de enviados de los comisarios para presionarlos, hasta que lograron la mayoría de un voto y eligieron a un director fiel al partido. De ahora en adelante, el CIRA, sin duda, presentará el dragado del Gran Lago como una obra de efectos ecológicos más que benéficos, y el canal pasará a ser una panacea. La propaganda oficial habrá sustituido a la ciencia.

            Cuando la autonomía universitaria fue conquistada en el año de 1958, no se trató de un mero acto administrativo. El doctor Mariano Fiallos, el mayor de los pensadores humanistas de Nicaragua, fue el primer rector del período autónomo, y su credo libertario guio desde entonces a la universidad; el lema que concibió fue nada menos que "a la libertad por la universidad".

            Quienes fuimos entonces sus discípulos, aprendimos que la universidad era necesariamente un espacio del pensamiento crítico y del debate de las ideas; que en la universidad debía combatirse toda clase de ortodoxia y oscurantismo, para hacer de ella una verdadera escuela en contra del pensamiento único.

            Hoy, todas esas ideas fundacionales, sin las cuales no puede existir una universidad moderna, serán echadas al pantano inservible que será el Gran Lago de Nicaragua si el sueño maléfico del canal llega a hacerse verdadero. Al pantano, junto con el resto del país.

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26 de noviembre de 2014
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Hojas de hierba

Recuerda aquella vez que encontró de lo más natural pagar en negro al fontanero, y así ahorrarse el IVA? ¿O cuando pidió que aquellos trescientos eurillos se los abonaran a través de su cuñada porque entonces usted cobraba el paro y no iba a darse de baja por trescientos eurillos?, a lo que le respondieron: “Sin problema”. ¿Y los equilibrismos que urdía con su gestor cuando la declaración de renta aún no la visaban los algoritmos de Hacienda? Nunca hubiera dicho que aquello fuera una falta de ética, como si la supervivencia humana, a cualquier escala, no se compusiera de un alto grado de condescendencia y otro de adulación. También prometía que nunca maldeciría a la madre o al padre de sus hijos, hasta que se divorciaron y la frustración, envenenada con rencor, le golpeó las tripas. Como es otoño, llueve, y la alfombra de hojas es ya rojiza; recuerda también que fue cobarde y calló cuando difamaron a su mejor amigo. “¿Para qué crear más tensión?”, pensó, inútil nobleza, aunque luego se detestara. Y a pesar de todo se siente un tipo -o una tipa- decente que colabora con oenegés y va a los museos. Cumple con sus responsabilidades, madruga, trabaja a riesgo de perderse muchas cosas de la vida, educa a sus hijos y los graba en la función de Navidad. Ahora es testigo de unos tiempos que ponen a prueba el carácter, en los que se deprecia la picaresca una vez emprendida la cruzada contra la malversación, el blanqueo, la corrupción. Sócrates en Portugal, al que tanto admiramos, entre rejas. Aquí, cárceles llenas de nombres sonoros: Núñez, Pantoja, Matas… estirpes y oligarquías empapeladas, y los políticos íntegros pagando el alto coste de los políticos corruptos. Érase una vez, hace menos de ocho años, en que nuestra sociedad se regía por unos códigos laxos y no sólo se pagaba al fontanero en negro. Conductas propias de una cultura que adulaba la riqueza y los privilegios aunque cabría preguntarse si ahora estamos valorando la honradez por convicción o bien, en cuanto se pudiera, se volvería corriendo al viejo patrón. Por ello, cuando una onda de ejemplaridad y civismo se extiende hasta por el autobús, acaso crea que debe expiar su otro yo en lugar de sentirse un pequeño y esporádico impostor. Cortar malezas, regenerarse, volver a leer Hojas de hierba de Walt Whitman (en su nueva edición bilingüe de Galaxia Gutenberg), esa epopeya enardecida que agita tanto la turbulencia como la esperanza y que se entiende con otra intensidad ahora que cuando éramos jóvenes. “Mejorar es una de las palabras de la tierra. La tierra ni se retrasa ni se apresura. No es sólo hermosa a medias: sus defectos y excrecencias revelan tanto como sus perfecciones”. (La Vanguardia) Imagen: Julia Fullerton-Batten

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26 de noviembre de 2014
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Javier Marías: el peso de la verdad

El narrador de Así empieza lo malo, la nueva novela de Javier Marías (Alfaguara, 2014), es uno de esos observadores -mirones, voyeurs- indiscretos que tanto le gustan al escritor español. Puede tratarse de alguien que trabaja para el servicio secreto inglés y se dedica a estudiar los rostros de las personas (Jacques o Jacobo o Jaime Deza, en Tu rostro mañana) o una mujer muy observadora de los demás (la narradora de Los enamoramientos); lo cierto es que el núcleo disparador del relato suele ser el de alguien que ha visto algo que no debía haber visto y por lo tanto ha aprendido algo que no debía haber aprendido. La prosa se desplegará inquieta a partir de ese saber, con su sintaxis de bifurcaciones particulares, su ritmo encantatorio, sus ritornellos hipnóticos, tratando de indagar en algún negro misterio de de los personajes. En este escritor, de manera paradigmática, la forma es el fondo: los asedios digresivos a una verdad por parte del narrador son la novela.

Juan Vere o Juan de Vere --"nada tiene de original mi figura"- recuerda el tiempo en que, a principios de los ochenta, en su temprana juventud, fue ayudante de Eduardo Muriel, un conocido director de cine, y supo de su relación extraña con su esposa Beatriz, y de la turbia presencia en sus vidas del doctor Van Vechten. Estamos en el período de la Transición, España se encuentra apurada en dejar atrás el largo período del franquismo, los delatores y traidores de antes van maquillando sus biografías y convirtiendo su pasado deleznable en uno de heroica resistencia al régimen. Muriel le pide un favor al narrador, y así este se entera de que hay algo en el pasado de su empleador y su esposa que afecta a las relaciones del presente; son tiempos en los que no hay divorcio, por lo cual Muriel y Beatriz siguen viviendo juntos a pesar de que todo indica que no deberían estarlo. Así empieza lo malo, entonces, se maneja en varios niveles: por un lado, se trata de enterarse de qué cosa grave ha hecho o dicho Beatriz que ha llevado a Muriel a rechazarla; por otro, la historia individual sirve para una reflexión más amplia sobre la necesidad o no que tienen las sociedades de enfrentarse al pasado, un tema de importancia en países que deben lidiar con el trauma de guerras y dictaduras.

El narrador de Así empieza lo malo es menos ambiguo que otros narradores de Marías: yendo a contrapelo del lugar común de que es buena la verdad aunque duela -el lugar común en el que ha insistido la novelística española y latinoamericana de las últimas décadas--, Juan (de) Vere aprende más bien otra cosa: "Guárdatelo, cállatelo. Me ha costado decidir que ya no quiero saber, sin embargo la decisión es firme desde anteanoche. Tampoco lo cuentes por ahí. Aquí se cometieron muchas vilezas durante muchos años, pero se ha convivido con quienes la cometieron, y algunos hicieron favores también. Se ha de convivir con ellos hasta que nos muramos tantos, y entonces todo empezará a nivelarse y nadie se dedicará a rastrearlas..." Ese es el corazón moral de la novela, aquel que muestra al mejor Marías, el que defiende de manera convicente su intuición de que la literatura tiene una forma de conocimiento propia y particular de aprehender la realidad. Enfrentémonos al pasado, sugiere el narrador -de eso va la novela--, pero no sacralicemos la búsqueda de la verdad a toda costa, porque luego quizás no sepamos qué hacer con ella o lo que aprendamos también termine por hundirnos a todos nosotros.   

Se ha insistido en lo cerebrales que suelen ser las novelas de Marías, en la predominancia de la aventura intelectual en que se embarcan sus narradores, y Así empieza lo malo no se aparta de eso; de hecho, las reflexiones aplastan la historia a grandes tramos --se convierten ellas mismas en la historia--, y personajes clave como el doctor Van Vetchen no terminan de despegar. En todo caso, pierde su tiempo quien quiera encontrar en Marías a un escritor realista al uso. Todas las escenas, tanto las memorables -el narrador observando a los esposos en la alta noche, el narrador observando a Beatriz en una escena comprometedora- como las que no, están contadas con algo de artificio teatral. Hay un director de escena que está moviendo los hilos y que de manera conveniente coloca a Juan (de) Vere en situaciones en que este ve cosas necesarias para el desarrollo argumental.

Así empieza lo malo tiene personajes secundarios caracterizados con maestría, como el cómico profesor Rico, y un lenguaje amplio en registros, desde los acostumbrados cultismos de Marías hasta un nuevo talento para las palabras vulgares, a las que se saca provecho y brillo. Tiene también descripciones certeras de sus protagonistas: "Tenía una nariz muy recta, sin asomo de curvatura pese a su tamaño, y en el cabello tupido, peinado a raya con agua como seguramente se lo había peinado desde niño su madre -y él no había visto razón para contravenir aquel remoto dictamen--, le brillaban algunas canas dispersas por el dominante castaño oscuro". No se suele mencionar este aspecto de la prosa de Marías, su capacidad para captar los colores, olores y sabores de ese su mundo tan singular, en el que casi siempre se narra cómo es que "empieza lo malo y lo peor queda atrás" (pero eso nunca es consuelo). A estas alturas, ya se sabe cómo es que empieza lo malo, pero uno quiere que Marías lo vuelva a contar.  

      

(Letras Libres, noviembre 2014)

 

 

   

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26 de noviembre de 2014
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Asuntos metafísicos 74: La escisión en el origen

El expediente de Zeus.

En uno de los más conocidos diálogos de Platón, El Banquete encontramos en boca de uno de los protagonistas, Aristófanes, el mito de una nostalgia de unidad originaria que  parece consubstancial a la condición humana:

"Pero habeis lo primero de conocer la forma y manera de ser humana y lo que con ella ha sucedido[ ...]Pues en primer lugar, eran tres las especies de los hombres y no dos, como ahora macho y hembra. Había una tercera, común en algo con esas dos, y cuyo nombre ha quedado hasta el día de hoy, en tanto que ella está extinguida: pues "andrógino" o "machihembra" o "marimacho"era en aquel entonces una de las tres, ompuesta así en figura como en  nombre de las otras dos, de la de macho y de la de hembra, mientras que ahora no hay tal, sino como nombre que se ponga como insulto.

Eran pues tremendos en poder y fuerza; soberbios eran los sentimientos que albergaban y osaron ir contra los dioses[...] Apenas si al cabo Zeus, tras haberlo meditado, habla como sigue: 'Me parece que he dado, dijo, con un expediente para que siga por un lado habiendo hombres y cesen, por el otro, en su desenfreno, una vez que su fuerza mengue. Y es ello que ahora, dice, voy a dividirlos en dos a cada uno de ellos, con lo cual, a la vez que vendrán a ser más débiles, serán más provechosos para nosotros, al resultar su número acrecentado; y marcharán erguidos sobre dos piernas. Pero si todavía les diera por portarse insolentemente y no se quisieran quedar tranquilos, de nuevo los he de dividir en dos, de modo que anden sobre una sola pata coja'. Habiendo dicho lo cual iba dividiendo a los hombres por la mitad, como quienes rajan las serbas y las preparan para hacer orejones de ellas[...]cada uno de nosotros es como una de las piezas de un hombre entero, dividido que está como los partes de un lenguado, de uno dos".

El texto platónico enfatiza el hecho de que en esta escisión originaria tendría su matriz la pulsión amorosa tendiente a reencontrar la unidad primitiva suturando así "la llaga del ser humano". Pero la fuerza del mito va mucho más lejos. Es de buena lógica pensar  que en realidad  el ser  previo a la escisión no era aun el ser humano, que  este surge como resultado de la misma, y en consecuencia, contemplar  a la luz de tal quiebra originaria, tal ruptura en el seno de lo entero, la totalidad de los proyectos humanos. Todos ellos esconderían  una inclinación a superar la parcialidad correlativa del ser y alcanzar así una plenitud que necesariamente (puesto que la individualidad humana resulta de la escisión) sería necesariamente más que humana.

Prioridad ontológica de la escisión

Pero el proyecto de reencontrar lo entero puede adoptar estrategias diferentes, algunas de las cuales se revelan inoperantes respecto al fin propuesto. La única manera de que la escisión no triunfe es asumirla, o sea: contemplar la individualidad como su fruto, rechazando de sí el espejismo consistente en ver cada cosa como una entidad por sí misma, la cual sólo en segundo lugar- y accidentalmente- mantendría  relación con las demás.

"El hombre es un nudo de relaciones" indicaba Saint Exupery, pero se traiciona lo esencial de este aserto si se considera que hay un ser del hombre  previo a este su  ser en relación. Se lo traiciona asimismo si se considera que la relación baña en un fondo de neutralidad que podría traducirse en tensión pero también en complementaridad.

La escisión en lo uno, traducida en polaridad, es la condición de la identidad, pero lo así polarizado no se vincula en la neutralidad sino en la oposición y en última instancia en la contradicción.

La concepción según la cual, en primer lugar las cosas son lo que son y sólo en segundo lugar entran en relación diferencial las unas respecto a las otras recibe la puntilla en pensadores como Hegel, pero este no es el único. Leibniz había preparado el terreno enunciando principios sobre los que me detendré un momento en la próxima columna.

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25 de noviembre de 2014
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Un gin-tonic con Pedro

Madrid tiene estas cosas, en un pispás puedes organizar una tertulia con un líder sin padecer los estragos de la cansina burocracia; basta con levantar el teléfono y llamar a the right people, como se dice ahora. No hace falta un salón de actos, mejor el cuerpo a cuerpo en un bar, como siempre han gustado las tertulias verdaderas. Hace tres días, Pedro Sánchez llegó al Válgame Dios, un restaurante-lounge regentado por Beatriz Álvarez, protectora de artistas -habrá que ir pensando en montar asociaciones que los amparen igual que a los animales ante la tan arraigada pretensión de que la cultura es gratis-, dispuesto a conversar sin otro objetivo que el de dejarse conocer fuera de la pantalla, y de paso sumar migas. Entre el público, mezclilla de seda y lana: Garrigues Walker -esa derecha que votó a Felipe-, el músico Carlos Jean -”fui del PP veinte años, hasta que lo dejé”-, los hijos de Paco de Lucía, la investigadora del Elcano Carola García-Calvo, José Luis García Berlanga, o los periodistas Màxim Huertas y Fernando Rodríguez-Lafuente repartidos entre sillas y sofás vintage. Los contertulios le preguntaban sobre los jueces, futuribles pactos, el efecto Podemos; la aristócrata María Figueroa -hermana de Natalia-, que reconoció haber votado siempre al partido, reclamó una urgente regeneración, y añadió: “Por cierto, ¿qué pensáis hacer con Pedro J.?”. No había micro. Con sed, pero sobre todo con audacia, Sánchez pidió un gin-tonic. A medida que bajaba la lima, mostraba su fair play. Tanto que ni chistó cuando le llamamos “fontanero discreto de Pepe Blanco” -”se pueden interpretar así las cosas”, dijo-. Ni cuando se le recriminaron las herencias de Felipe y Zapatero y el peso del aparato. Más zorro que bambi, qué a gusto se despachó con Podemos, ahora que él también coge el autobús en Bruselas y va en low cost: “Lo fácil es montar un partido político, lo difícil es el cambiar uno que ha sido el primero. Con Podemos tengo que descubrir qué quieren ser de mayores”. Más allá de los 1.800 euros de la beca de Errejón (“mi sueldo en la universidad era de 1.200″), Sánchez se presenta como un joven que no está quemado y que se ha rodeado de un equipo de desconocidos para la renovación, una vez descorchado el tapón generacional por Felipe VI. Una apuesta en consonancia con la tendencia de profes líderes como Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Pdr Snchz, que ha eliminado las vocales para ser más ¿austero, original, 3.O?, también ha tenido que lidiar con el mito del guapo idiota. En el Válgame prometió colgar trimestralmente en internet una relación de viajes, gastos, sueldos y patrimonios. Tampoco se olvidó de Catalunya: “El problema existe”, “hay que cambiar la Constitución”, y, cómo no, unas briznas de ironía: “Pujol nos ha demostrado que Catalunya no es Suiza”. No fue un gin-tonic, fueron dos.

(La Vanguardia)

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24 de noviembre de 2014
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El círculo de los Mahé

Cuando concedió su tantas veces citada entrevista a la Paris Review, Georges Simenon podía vivir en una soberbia mansión de Connecticut porque para entonces ya era un hombre mundialmente famoso y, por ende, fabulosamente rico. Según calculaban el entrevistador y él, tardaba  semana y media en escribir unas novelas a las que dedicaba dos días completos (¡dos días!) para tomar unas notas sobre las carpetas que después irían recibiendo el fruto de su labor diaria (unas ochenta páginas mecanografiadas). Una vez puesta la palabra Fin, esas novelas eran sometidas a una corrección que consistía fundamentalmente en borrar todo rastro de “literatura”. Es inútil buscar en sus libros una metáfora, un pensamiento filosófico o un juicio moral y ni siquiera la descripción de un atardecer particularmente hermoso.  Si el atardecer lo merece se dice “era hermoso”, y punto. Como decía Julian Barnes en un artículo que le dedicó cuando a mediados del siglo pasado Penguin reeditó todas las novelas de Maigret, Simenon escribe en blanco y negro y en los momentos más brillantes puede recordar una fotografía de Cartier Bresson o un fotograma de Jean Gabin con el sombrero, la pipa y el gabán, todo en tonos rigurosamente grises.  

                Otra acertada observación de Barnes es lo antiguo, por no decir desaparecido, que resulta a los ojos de hoy el universo de Simenon, extraído directamente de la Francia profunda, provinciana,  algo desencantada, polvorienta y recién salida de unos coches de caballos todavía en uso en algunas remotas zonas rurales a las que, helás, también llegaba la maldición del crimen. Pero lo curioso es que, y sigo parafraseando a Barnes, aun siendo un universo ya desaparecido los  motivos, anhelos, pasiones y tabúes que impulsan y condicionan a los personajes resultan perfectamente reconocibles hoy porque, en cierto modo, son impersonales, atemporales y, vaya por Dios, personales en el sentido de que eso mismo que atenaza, obsesiona y en definitiva destruye al protagonista de El círculo de los Mahé podría aquejarle a cualquiera. Porque esa es otra de las tesis favoritas de Simenon y que está presente tanto en las novelas de Maigret como en las que él llamaba “duras”: el crimen no es un acto excepcional y reservado a seres de excepción porque en el fondo de toda persona yace un criminal. Que éste salga o no a la superficie es una cuestión casi de azar, o una jugarreta taimadamente planeada por el destino.  Quién no se harta un buen día, dice Simenon con toda naturalidad, de su mujer, sus hijos, sus amigos, su casa, su carrera y, por fin, su vida. Cómo no sentir que alguien (por ejemplo esos omnipresentes Mahé que llevan generaciones  dejado su huella en toda la región) ha diseñado tu vida como si ya hubiera pasado antes por ahí y supiera de antemano ofrecerte todo aquello que aceptarás sin rechistar porque es lo que en el fondo deseas. Hasta que un día, oscuramente, mitad de forma consciente y mitad porque es un anhelo que surge de lo más oscuro, dices basta y empiezas a desmontar todo lo que otros (sin ir más lejos, tu propia madre) montaron para ti.

                El desencadenante, el equivalente al anzuelo que el doctor Mahé lanza una y otra vez desde la barca con la obsesiva esperanza de pescar una corvina negra, es una adolescente misérrima que está sacando adelante a sus hermanos pequeños con el trabajo de sus manos y por la que el desencantado doctor desarrolla una morbosa obsesión (ni siquiera él se atreve a llamarla amor). Y este es otro de los sentimientos a los que Julian Barnes se refería al mencionar su carácter de universal, primero porque le pueden aquejar a cualquiera, pero sobre todo porque son una cuestión intemporal: tanto en la Francia provinciana y años treinta que describe Maigret como en cualquier país civilizado hoy, acosar públicamente  a una menor sin ni siquiera ofrecer la coartada del amor está mal visto y quien pese a todo acabe destrozando la vida de esa criatura lo terminará pagando, ya sea porque la sociedad le pasa la correspondiente factura o porque el propio malhechor se quite de en medio antes que asumir su desvarío.

                Gran parte de las noticias que daba el propio Simenon sobre su sistema de trabajo  (dos días para pensar la novela, una semana y media para escribirla a razón de ochenta páginas al día y una corrección que no entrañaba reescribir, reinventar o reorientar lo escrito porque el objetivo era quitar cualquier asomo de “literatura”) son rastreables en El círculo de los Mahé. Y es asimismo cierto que son perfectamente visibles las limitaciones y vacilaciones y todo el resto de detalles accesorios cuya revisión podría aliviar el texto y redondear la historia. Pero no es menos cierto que a cualquier otro que no sea Simenon le resultaría imposible ofrecer un relato con la intensidad y la dimensión trágica que él es capaz de transmitir en sólo ciento y pico de páginas.  Con el agravante de que encima puede decirse lo mismo de las quinientas novelas que al parecer escribió.

 

 

 

 

El círculo de los Mahé

Georges Simenon

Traducción de Núria Petit

Acantilado

                 

 

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24 de noviembre de 2014
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Entre el viejo y el nuevo mundo

En el viejo mundo, glosas, églogas y elegías en nombre de la duquesa de rompe y rasga, la rebelde, libre, la más moderna, aún con esa mota melancolía que tiñe el rictus de las herederas. “La señora era muy sencilla”, dicen los vecinos, una frase que encierra un mundo. El jueves, los sevillanos salieron a la calle como solo saben hacerlo ellos, a golpe de emoción desbordada. No en vano fue la más flamenca -y se descalzaba con la misma desvergüenza que las gitanas-, siendo 14 veces Grande de España. “Pura conmoción, nunca se había visto nada igual”, me cuenta el Loco de la Colina mientras rescata las entrevistas que le hizo. Quintero hubiera tenido que entrevistarlo a él, a Alfonso Díez, seguro que la duquesa lo hubiese deseado. “Cuidad de él cuando yo no esté”, les pedía a los amigos más cercanos. Este fin de semana, Díez, 64 años, de familia bien palentina, funcionario en excedencia, se ha convertido en el nuevo viudo de España. El que creían un remake de Porfirio Rubirosa, Rubi para los amigos, que sedujo a Doris Duke (dueña de Camel) y a Barbara Hutton, pero con target más maduro. El machismo arraigado y la querencia de los españoles por el chiste zafio contribuyó a que se acusara a Díez de casi todo lo imaginable, de cazaherencias a gay con complejo de Edipo. La tradición, a la inversa, de los ancianos Ecclestone que se casan con veinteañeras. O de los mitómanos que se ponen los trajes de ella. Marguerite Duras lo escribió así: “Me ha ocurrido esta historia a los 65 años con Y. A., homosexual. Es sin duda lo más inesperado de esta última parte de mi vida, lo más terrorífico, lo más importante”. Se llevaban 40. Acaso lo que resulta más sorprendente en las crónicas del fallecimiento de la duquesa que abrió el tarro de los amores tardíos, indolente a burla y escarnio, es el detalle con que se pormenoriza el reparto de la herencia de la Casa de Alba. Sin duda algo inaudito haber hecho testamento en vida para que familia y casta bendijeran al sospechoso y apuesto Alfonso. “Espero que te haya podido demostrar lo que te quise, lo que te quiero y lo que te querré” escribió él sobre la corona de rosas rojas. En el nuevo mundo, otra mujer abandera una avanzadilla bien distinta, equilibrando tradición, códigos culturales y lujo. ¿Puede ser moderna una mujer musulmana? Con cincuenta y cinco años, la madre del emir (y de seis hijos más) ha retado a la negra abaya que lucen obligatoriamente sus correligionarias con trajes de alta costura, y sustituye el velo con sus audaces turbantes que cada vez dejan asomar más pelo. El periódico local Península publica casi diariamente sus fotos en portada visitando escuelas de niños desfavorecidos con looks informales o luciendo sus Cartier de esmeraldas en actos internacionales. Cuando aparece en las bodas de la realeza, como la última en Marruecos, nos transporta a las atmósferas cargadas de shisha y rasoul, y trae un eco de Sherezades modernas que exhiben sus hiyabs fashion a fin de salir de la negritud que las envuelve en la vida pública. En su vida privada, no tengan duda, mujeres de rompe y rasga. Prototipo sexy ¿Qué tendrán en sus genes las antípodas, tierra de canguros y koalas, desiertos, lana, vino, ópalos y la gran barrera de coral, para engendrar señores con la envergadura de Chris Hemsworth o Hugh Jackman? La revista People -¡qué seríamos sin listas!- acaba de elegir al marido de Elsa Pataky “el hombre vivo más sexy 2014″, honor mediático que inauguró hace 19 años su compatriota Mel Gibson. Rubio, 31 años, 1,90, siempre se deja fotografiar en las playas australianas con Elsa y los niños, o surfeando. “Ya no tengo que lavar los platos, ni cambiar más pañales: estoy por encima de eso”. La broma se le atraganta, aunque debe de ser muy embarazoso ir a comprar Fairy sabiéndose el “vivo más sexy” del mundo… Repóquer A primeros de los noventa Josep Font -entonces firmaba con Luz Díaz- esculpía patrones sobre las tendencias minimalistas alentadas por los japoneses en la pasarela. Su delicadeza y timidez era casi enfermiza. Le he seguido de cerca, he acudido a desfiles aquí y en París; extraordinarias siluetas entre Dior y Alma Tadema. Y lo he visto triunfar en Nueva York: Cate Blanchett, las Santo Domingo y otras it girls visten ahora DelPozo (firmada por él). Ha recibido el premio Nacional de Diseño de Moda (30.000 euros) tras un repóquer de grandes, como Pertegaz o Blahnik. Se le reconoce por su prêt-à-couture manierista, sólida. “Lo que más ilusión me hace es donar el premio a la lucha contra el cáncer y el alzheimer”. Puro Font, alma elegante. Un señor editor Me descubrió a los grandes contemporáneos, me presentó a Emmanuel Carrère, y de vez en cuando me envía un correo dictado a su secretaria, empeñado en ser off line. Son razones suficientes para considerar a Herralde mi editor estrella, con el permiso del excelso gremio. Hace poco he recibido Deconstructing Anagrama, un catálogo con la selección de los títulos vivos de Anagrama, que este año cumple 45. Pocos escritores se le han resistido -no consiguió a Borges-, algunos se han ido diciendo que paga mal, otros temen tanto su criterio implacable como bendicen que sepa reírse tan bien. Y están los que celebran que haya rescatado tantos clásicos “negligidos” como dice él, con su brillo en unas retinas que no miran, taladran, forever young. (La Vanguardia)

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22 de noviembre de 2014
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A los asesinos de todo el mundo

Francia sabe de qué va la cosa. No es un Estado y no es islámico. Es una banda de asesinos, armada hasta los dientes y dotada de las más sofisticadas capacidades de comunicación; dispuestos a exhibir la máxima crueldad y a utilizarla para aterrorizar a sus enemigos y seguir reclutando a su ejército terrorista. Darle el nombre de Estado Islámico de Irak y de Siria es legitimarla y acreditar la veracidad de lo que dice el enunciado, el mítico califato de los primeros tiempos de expansión del islam. La última superproducción difundida por la banda acredita la aspiración proselitista de estos asesinos cortadores de cabezas. Una hilera de jóvenes barbudos, casi todos de origen europeo, avanzan en fila india y en uniforme de combate, cada uno llevando por el cuello a un prisionero del ejército sirio. La estética y los movimientos parecen inspirados en los juegos de la violencia ninja, que tanto éxito ha cosechado entre los jóvenes ususarios de consolas digitales. También hay planos cortos que nos acercan los rostros de unos y otros y el gesto repetido con que cada uno de los verdugos recoge de una caja el puñal con el que degollarán a sus víctimas. Son en total una veintena, que se colocan en fila y en pie, con los reos arrodillados, antes de que uno de ellos, enmascarado y distinguido por su vestido negro, probablemente el yihadista británico que decapitó a los anteriores rehenes occidentales, se dirija amenazante a la cámara. Son occidentales que matan a occidentales, franceses muchos de ellos, al servicio de una causa que agota todo su sentido en el propio sinsentido de los asesinatos en serie. Por eso no merecen, según el gobierno francés, la denominación propagandista de Estado Islámico, sino la de Daesh, acrónimo árabe de la misma expresión (al Dawla al Islamiya al Iraq ua al Shams), que en la lengua del Corán tiene connotaciones negativas por su proximidad a palabras que significan opresión y división. Esta última superproducción, junto al asesinato del rehén estadounidense Peter Kassig, llega después de varias noticias negativas para el grupo terrorista. Su máximo dirigente, el autoproclamado califa Al Bagdadi, estuvo a punto de perecer y puede incluso que esté herido como consecuencia de un ataque aéreo. La ciudad siria de Kobane, fronteriza con Turquía, ha resistido al cerco del ISIS y evitado así la victoria propagandística de su conquista por los yihadistas. A falta de éxitos militares, el vídeo es la respuesta a estas dificultades y por tanto una demostración de debilidad, como ya han señalado algunos expertos. No hay terrorismo sin propaganda. Pero las decapitaciones de Daesh son a la vez banderín de enganche; terrorismo y oferta de trabajo a los asesinos de todo el mundo, que tienen la oportunidad de desplegar sus instintos sanguinarios bajo la bandera de este califato primitivo y criminal.

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22 de noviembre de 2014
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