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(A)normales y fugitivos

Ni rastro de ese bigote tan mariachi, ni de su pelo-pincho tupido, estilo peluquín. Casi como una pequeña venganza consistente en borrarle uno de los signos más vistosos de su masculinidad, la policía mostró la última foto de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, conocido internacionalmente como el Chapo Guzmán, afeitado hasta la coronilla. El Chapo ?que viene de chaparro, por los ciento sesenta y siete centímetros de poder y terror que alza del suelo? ya se había fugado en el 2001 de un penal norteamericano, dejando muy claro quién era el rey del narcotráfico charro. Pero su nueva escapada ha empequeñecido a la más rocambolesca de las huidas. ?El estado de Sinaloa es el feudo del Chapo, un hombre que en Estados Unidos cuenta más que un ministro. Coca, marihuana, anfetaminas: la mayoría de las sustancias que los norteamericanos fuman, esnifan y tragan pasan por las manos de sus hombres?; así lo cuenta Roberto Saviano en CeroCeroCero. Cómo la cocaína gobierna al mundo, en que encuentra demasiadas analogías entre la organización y funcionamiento de los cárteles de la droga y los de la mafia. Dicen que sus hijos salieron a emborracharse para celebrar su nueva fuga: recorrió en una moto sobre rieles los 1,5 km de túnel iluminado que conecta la ducha de su celda con una caseta vecina. ¿Quién rodará la fuga del Chapo? A pesar de fumarse a la Policía Federal mexicana en pipa, el narco nunca ha querido hacer ostentación de sus mujeres o de sus posesiones, aunque le hayan construido un túnel a pie de ducha. Perfil bajo, el de un hombre aparentemente normal que, mientras cuida de las ancianas de la familia, ordena tirotear a quien le tosa. Nunca hay que confiar en los hombres normales, porque la normalidad no existe. Al ser humano, como al mercado, lo acaba delatando su USP: unic selling position. Y aunque Fernando Trueba se declarara como tal, en el programa de Julia Otero, después de recibir el Premio Nacional de Cinematografía, al instante reaccionó y dijo que también le definía la palabra ?anormal?. Culto, educado, exquisito, leal, sencillo… y por tanto un hombre completamente anormal. ?Hay que ser humilde e ir a recoger el premio?, le respondió a Otero cuando esta le preguntó si había tenido la tentación de rechazarlo. ?¡Qué viejo soy, que me dan este galardón! Me voy a comprar una boina, me disfrazo de Pla y me voy al Ampurdán?, añadió el cineasta. Igual se encontraría como otro hombre opuesto con rabia y saña a la normalidad, Gérard Depardieu, que anda de gira gastronómica por Catalunya para el canal Arte. No en vano, les une Truffaut, al que Trueba venera y con el que Depardieu hizo El último metro y La mujer de al lado. La comedia elegante, de autor, de Trueba; las fanfarronerías ebrias, histriónicas, de ese desencantado Depardieu que ha terminado pareciéndose a Strauss-Khan, a quien interpretó; y la bizarra historia del Chapo Guzmán: la anormalidad también entiende de clases. Ruiseñor o cuervo / Harper Lee Harper Lee ha sido durante años un encantador enigma literario: amiga íntima de Truman Capote, autora de una única y preciosa novela, Matar a un ruiseñor, y tan esquiva a la fama y la prensa como el mismísimo Salinger. En febrero de este año, su abogada anunció que, a sus 88 años, publicaría su inesperada segunda ficción, Ve y pon un centinela. Todo tan extraño, improbable, secreto: Harper Lee vive en una residencia de ancianos, y muchos se preguntan si será realmente consciente de su comeback editorial: un libro escrito en los años cincuenta, que narra el regreso de Scout a Maycomb, veinte años después de Matar…, para visitar a su padre, Atticus. La pregunta es: ¿por qué ahora? Y la respuesta siempre trae la palabra dinero. Monumento / Beyoncé Sabíamos que sus caderas mueven el mundo, que un baile suyo vale millones de euros, pero el fenómeno Beyoncé ha llegado incluso al paisaje global. Su silueta en el videoclip del tema Ghost servirá como modelo para un nuevo rascacielos que se perfilará en el skyline de Melbourne: una torre de 226 metros de altura que, además de un exclusivo hotel, albergará un centro comercial y cerca de 600 lujosos apartamentos. No falta en ningún ranking, ya sea el de la Billboard o en el de las mujeres más poderosas del planeta ??no soy mandona, soy jefa?, rezaba su última campaña feminista?. Y ahora, a sus 33 años, Beyoncé inaugura una nueva modalidad de mercadotecnia: anatomías arquitectónicas. No quiero ni imaginar la que se inspire en Kim Kardashian… Sin mácula / Andrea Levy Su pasado parece tan transparente como su mirada: ni tuits sospechosos, ni postpornos con los pantalones bajados. El nuevo rostro del PP tiene la tez sonrosada, un buen expediente académico, y una responsabilidad de enjundia. Andrea Lévy es osada y simbólica, llama a Artur Mas ?Atila? ??por donde pasa no vuelve a crecer la hierba??, y en su blog alerta sobre la sociedad en que vivimos, ?de clics, links y posts?. Junto con Pablo Casado es una de las apuestas de Rajoy, que tira del lugar común del ave fénix. Un ave que, más que un charrán (ahora nos hemos enterado de que no era una gaviota), es, como en la obra de Cocteau, un águila de dos cabezas. Lo importante no es tanto saber de quiénes son las cabezas como a quién pertenece el cuerpo. (La Vanguardia)

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18 de julio de 2015
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19. Más precursores borgianos

Es bastante posible que cualquier párrafo de cualquier autor moderno encuentre uno o varios precursores en el tiempo. Como posible precursor del relato borgiano "Los dos cuchillos", se apunta siempre al cuento largo El duelo ("The Duel", 1907), de Joseph Conrad, en el que dos oficiales napoleónicos se desafían a duelo infinidad de veces durante décadas. Esta es la versión oficial, pero siempre puede encontrarse otra; en este caso, un más escondido precursor sería la leyenda árabe recogida por Usama ben Munqid en El libro de las experiencias (s. XII), con el título de "La honradez recompensada". Se detalla aquí el rastro que un collar va dejando en varias personas, a las cuales enlaza misteriosamente en el tiempo: un joven encuentra un collar abandonado en una peregrinación a La Meca, que devuelve a un hombre adulto que pregunta, varias calles más allá, por él. El hombre se desvive en agradecimientos e implora a la divinidad hallar una forma de devolver el favor prestado, tras lo cual se separan. Lustros después, el joven entra en Tánger al servicio de aquél a quien devolvió la joya, sin saberlo ninguno de los dos. Su destreza y buen hacer hacen que con el tiempo el amo le devuelva el collar: con su hermosa hija dentro.

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18 de julio de 2015
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El honor de los filósofos

"Jean Cavaillès : del debate sobre el infinito al combate por la dignidad" 

En un homenaje al filósofo Jean  Cavaillès, publicado el pasado año en Le Monde Diplomatique con motivo del aniversario de su fusilamiento, el  físico  Etienne  Klein cita algunas de las respuestas del pensador francés ante sus jueces alemanes. Preguntado por las motivos subjetivos que le habían movido a la acción responde que, hijo de soldado, "había sabido  encontrar en la continuidad de la lucha un antídodo para la humillación de la derrota";  responde asimismo que, dado su amor a la Alemania de Kant y de Beethoven, con su postura militante "demostraba que realizaba en su vida el pensamiento de sus maestros alemanes".

En su tarea de filósofo una de las cosas que más interesaba a Cavaillès  era la cuestión del infinito, concretamente el infinito matemático cuya elucidación, a decir de  David Hilbert,  lejos de concernir tan sólo a los intereses de una disciplina especializada afecta a la dignidad misma del espíritu humano. Nacido en 1903 en el departamento francés de Deux Sevres, Jean Cavaillès realiza  estudios de Filosofía  y de Matemáticas en una de las más prestigiosas instituciones de enseñanza, la   École Normale Supérieure. En 1930 obtiene una beca  de la fundación Rckefeller para proseguir estudios  en Alemania. En colaboración con  la  gran matemática  Emmy Noether, alemana y judía, publica la correspondencia entre Dedekind y Cantor, monumento literario relativo al infinito. Una de las cartas se refiere a la demostración  de  que hay el mismo número de puntos en un cuadrado de lado L que en un segmento de longitud L;  comprobando que no hay error en la prueba, Cantor escribe a su colega "Lo veo, pero no lo creo...", es decir: lo concibo pero no lo intuyo,  cosa que hubiera podido decir igualmente de muchas  otras  proposiciones relativas al tema, pues en el  dominio del infinito   no siempre valen las leyes de nuestra intuición finita. Cuando la mente concibe con cartesianas claridad y distinción que  una parte  A  (el conjunto de los números enteros) estrictamente contenida en B (el conjunto de los números racionales) no contiene sin embargo menos elementos que la segunda, cabe la seguridad de que hemos pasado a otro horizonte: el espíritu se halla embarcado en el infinito, lo cual no es en absoluto óbice para  que contemple con lucidez y, de  ser necesario, con  entereza las vicisitudes en el entorno de su existencia empírica.

La primera estancia  de Cavaillès en Alemania es sólo de un año,  pero vuelve a Alemania con frecuencia y comprueba como el nacional-socialismo  circunda el cuerpo social, cuya piel se hace progresivamente porosa al ungüento que acaba así infiltrándose  por entero. Alemania está dejando de ser para Cavaillès la patria de esos héroes intelectuales que evocará  ante sus jueces.

Movilizado al estallar la guerra, da muestras  de gran firmeza en el combate. Cae prisionero en Bélgica pero  consigue  fugarse y vuelve a Francia instalándose en la capital de Auvernia,  Clermont Ferrand, localidad en la que la universidad pública francesa del Estrasburgo ocupado había encontrado refugio. Allí  entra en contacto con la Resistencia y contribuye en 1941 a fundar el periódico clandestino Liberation.

Meses más tarde es nombrado profesor de filosofía  en  París, prosiguiendo allí su militancia clandestina.  Detenido en 1942, consigue de nuevo evadirse, aunque  forzado  ya  a la absoluta clandestinidad. Tras un encuentro con el general de Gaulle en Londres, retorna a la Francia ocupada, encargado de importantes misiones. En agosto de 1943  es detenido por la Gestapo, torturado, encarcelado en Fresnes  y finalmente fusilado el 17de enero de 1944 en la ciudad de Arras.

Hay unanimidad entre los que le conocieron. El deber pasaba  para Cavaillès por  actualizar plenamente  nuestra  condición de seres de razón, sin eludir los extremos en los que ésta a veces corre el peligro de abismarse: de ahí lo ineludible de la cuestión del infinito, auténtico fantasma para el espíritu, obsesión  indisociablemente filosófica y matemática. Mas el deber pasaba también por no doblegarse ante las  circunstancias que hacen imposible precisamente la realización de la condición humana. Esta convicción  le condujo a alternar el  debate conceptual  con el  combate militante, en el cual dio pruebas de una extraordinaria audacia, moviéndose en el filo de la navaja, aplicando su capacidad de lógica a  resolver las necesidades logísticas que permitían el sabotaje de trenes,  y contribuyendo a perturbar la existencia de  los ocupantes nazis y sus colaboradores.

Al  no darse las circunstancias de dignidad social en las cuales cada uno de nosotros pudiera luchar por afrontar los problemas invariantes de la existencia, la actividad de pensar sólo le parecía posible si se asociaba inextricablemente con la actividad militante. Pensar en razón  de la exigencia de subvertir y viceversa: tal era la regla de vida que parecía acompañar a Cavaillès. De ahí los arrestos para escribir en la cárcel  un abstracto  tratado sobre  lógica y  teoría de ciencia. Klein recuerda al respecto las bellas palabras de Cangilhem: "Generalmente, para un filósofo, escribir una moral, es prepararse a morir en su lecho. Pero Cavaillès, en el momento en el que hacía todo lo que es necesario para morir en combate, componía una lógica. Nos dejó así una moral, sin necesidad de haberla redactado".

Cavaillès fuer un gran lector de ese otro pensador del infinito que es Spinoza,  Hubiera sin duda leído con emoción los versos que en 1964, veinte años después del fusilamiento en Arras,   Jorge Luis Borges dedicó al sefardí de Holanda:

"Las traslúcidas manos del judío

Labran en la penumbra los cristales

Y la tarde que muere es miedo y frío.

Las manos y el espacio de jacinto

que palidece en el confín del Gheto

casi no existen para el hombre quieto

que está soñando un claro laberinto

No lo turba la fama, ese reflejo

De sueños en el sueño de otro espejo

Ni el temeroso amor de las doncellas

Libre de la metáfora y del mito

Labra un arduo cristal: el infinito

mapa de Aquel que es todas sus estrellas".

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16 de julio de 2015
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La cabeza de Muranu (1) Sé dónde está la cabeza de Murnau

En mi última época de París estuve explorando los círculos ocultistas. Conocí a individuos que se hacían llamar Nabucodonosor o a individuas que decían llamarse Betsabé. Magos y magas que circulaban por salones penumbrosos recitando jaculatorias mántricas. Una noche, un hombre me dijo que le gustaría mucho tener en su casa la calavera de Édith Piaf, reina de Francia.

-¿A usted no? -me preguntó.

-Bueno -respondí-, a mi me encantaría tener sobre mi mesa la calavera de Murnau.

Se lo dije en broma (o al menos eso creí), pero él se lo tomó con absoluta seriedad y hasta me susurró al oído que conocía un operario del cementerio de Stahnsdorf que quizá podía hacer algo por mí.

Ahora la prensa proclama que han robado la calavera de mi admirado Murnau. Lo sé, nadie lo sabe mejor que yo. La calavera de Murnau es tan deseada como la del marqués de Sade, y los que hayan visto la película de Merhige La sombra del vampiro no dudarán de lo que estoy diciendo, por la sencilla razón de que Murnau era un cráneo privilegiado en el peor y en el mejor de los sentidos.

Ya se han hecho muchas cábalas acerca de tan pintoresca desaparición. Os diré la verdad: se trata, una vez más, de un acto de fetichismo, sin olvidar que el fetichismo suele estar a menudo ligado al mundo de los amuletos y los talismanes.

Siendo adolescente, conocí en Pamplona a un poeta que tenía sobre su mesa la calavera de su madre. Decía que le daba fuerza, que le inspiraba, y que gracias a ella estaba escribiendo versos memorables.

Entiendo a algunos profanadores de tumbas. He sido uno de ellos. Sí, acabo de confesarlo. He pasado tres días en Alemania, acosado por terribles obsesiones, y me he acercado al cementerio de Stahnsdorf.

 

¡Finalmente tengo sobre mi mesa de trabajo la calavera de mi adorado Murnau! La beso continuamente mientras siento que mi mente se va llenado de deliciosas monstruosidades.

 (Continuará)

 

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16 de julio de 2015
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