Jesús Ferrero
Al entrar en el avión vi a otra azafata más, que era idéntica a la que nos había recibido, y pensé que podían ser gemelas, pero mi sorpresa llegó a niveles próximos al paroxismo cuando comprobé que todos los viajeros del avión eran iguales a mí. Presa del pánico, le pregunté a Mog:
-¿Todos los viajeros son como yo?
Mog me miró con paciencia y contestó:
-Sí y no. Verás, todos los viajeros son idénticos al fotógrafo griego Timothy LaBranche, que según tendrías que saber es el autor del selfie más populoso del mundo. Pero contigo ocurre un hecho curioso del que te debo informar: a ti te fabricamos con un cuerpo idéntico al de Timothy LaBranche. Todos los que ahora se hallan en el avión de Mongolian Airlines que solemos alquilar para estas ocasiones son tu clon, son tu cuerpo y tu alma, son tu ser, y todos se llaman Jesús Smith, a pesar de ser también idénticos a Timothy LaBranche.
Fue entonces cuando sucumbí al síncope. Mi corazón empezó a acelerarse como nunca antes en mi vida. Creí que la máquina cardíaca estallaba como una granada dentro de mi pecho y me desvanecí. Cuando volví en mí lo demás viajeros habían desaparecido. Yo me hallaba sentado en una de las plazas delanteras y frente a mi veía a Mog y a Mec.
Mog encendía un cigarrillo de olor nauseabundo, sonreía plácidamente, me miraba con mucha amabilidad y decía:
-Incorpórate y eleva un poco el ánimo, camarada Smith. Ya estamos en la ciudad de los espías y los espejos, de los vivos y los muertos, de los demonios y los ángeles. Sí, querido, sí, ya estamos en Berlín.