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Pekín, capital del antifascismo

El presente ilumina el pasado y nos ofrece inesperadas noticias retrospectivas. China fue el país que más vidas humanas sacrificó para vencer al fascismo en 1945, hace ahora 70 años, y no Estados Unidos o la Unión Soviética. Las cifras cantan: ningún otro país perdió más población en los combates, bombardeos y ejecuciones vinculados a aquella gran contienda que alcanzó todos los continentes. Fueron 35 millones los chinos fallecidos, frente a los 27 millones de ciudadanos soviéticos. Quien recordó estas cifras es el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, este pasado jueves desde el balcón de la puerta de la plaza de Tiananmen que conduce a la Ciudad Prohibida, y donde cuelga un enorme retrato de Mao Zedong, el fundador de la China comunista. Lo hizo antes de pasar revista a 12.000 soldados y de presenciar una soberbia parada militar tan prolija como la denominación de la jornada que se conmemoraba, los 70 años de la 'victoria en la guerra de resistencia contra la agresión japonesa y en la guerra mundial antifascista'. La Segunda Guerra Mundial, tal como la cuenta el presidente, empieza en Asia mucho antes que en Europa, en 1937 al menos, cuando se declaran las hostilidades entre la República de China de Chang Kai-shek y el Japón imperial de Hiro Hito, e incluso en 1931, cuando el Ejército japonés invade Manchuria. Lo que no dice es que no fue China, sino Estados Unidos, quien venció a Japón en 1945. Y que no fueron los comunistas, sino los nacionalistas del Kuomintang, quienes cargaron con el mayor peso de los combates en territorio chino. Eso son meros detalles para los historiadores, que no suelen atender a las virtudes retroactivas del relato nacionalista. Xi Jinping, como todos sus predecesores, hizo en su discurso las menciones de rigor a la fructífera línea de pensamiento marxista-leninista, al maoísmo, al pensamiento de Deng Xiaoping, e incluso sin citar sus autores a las teorías de las Tres Representaciones y del Desarrollo Científico, que se supone son las memorables aportaciones ideológicas de sus predecesores, Jiang Zemin y Hu Jintao. Ya es un gran éxito que China haya alcanzado el quinto relevo en el poder sin que las purgas por corrupción hayan alcanzado aún a los dirigentes jubilados, ambos instalados en la tribuna presidencial en compañía de su sucesor. Más importantes que las referencias doctrinales a las viejas y melladas consignas fueron las reiteradas referencias a la ?espléndida civilización de 5.000 años? creada por los chinos y proyectada ahora hacia el futuro. El comunista Mao Zedong venció en 1949 a los nacionalistas en la guerra civil y fundó la actual República Popular, pero ahora Xi Jinping exhibe sin rebozo el discurso del orgullo nacionalista chino a través de esta conmemoración. Nacionalismo por nacionalismo, el partido comunista se queda con la historia entera de China, incluida la trayectoria del nacionalista Kuomintang frente a Japón. El desfile aportó muchas novedades, a pesar de que el ritual venga pautado por una larga tradición militarista de inspiración soviética que se remonta a los 50. Hasta ahora los desfiles solían celebrarse en el aniversario de la proclamación de la República al término de la guerra civil. La conmemoración del Día de la Victoria sobre el Fascismo, en cambio, es una originalidad adaptada a las necesidades de Xi, quien se mira en el espejo del culto a la personalidad de Mao y busca una doble reafirmación, hacia dentro y hacia fuera. Son evidentes las dificultades interiores, como evidencian la desaceleración de su economía, las caídas bursátiles, catástrofes como la de Tianjin o las campañas anticorrupción en las que se libran batallas ideológicas entre dirigentes y tendencias dentro del partido comunista. China ha agotado su modelo económico basado en la capacidad inversora y pugna ahora por otro basado en el consumo. En el exterior, en cambio, Xi quiere aprovechar el vacío de liderazgo mundial para avanzar los peones de una futura hegemonía. La tribuna del desfile describe a las claras los efectos limitados y contradictorios de sus propósitos. Estuvo flanqueado por Vladímir Putin, que también ha construido su relato antifascista frente a Europa y Estados Unidos a partir de la victoria de Stalin sobre Hitler, específicamente con la crisis ucrania. Y le acompañaban el presidente venezolano, Nicolás Maduro; el general golpista egipcio Abdelfatah al Sisi; el sudanés Omar el Bachir ?inculpado en La Haya por genocidio?, y el último dictador de Europa, Alexander Lukashenko, entre otros muchos dirigentes de similar calibre que probablemente se proclaman antifascistas. Todos ellos aplaudieron el desfile en el que se conmemoraba, de nuevo en palabras del presidente Xi, ?una batalla decisiva entre la justicia y el mal, la luz y la oscuridad, el progreso y la reacción?. También hubo novedades en cuanto a armamento de última generación y sobre todo de fabricación china. Un desfile como este sirve para mostrar a amigos y adversarios el catálogo de armas que se pueden colocar en el mercado o en un escenario de tensión bélica. Entre el abundante arsenal exhibido destaca la fuerza aérea y los numerosos artefactos (misiles principalmente) vinculados a las estrategias denominadas como de antiacceso/denegación de área, con las que Pekín pretende dificultar cada vez más la presencia de EE UU en los cielos y mares asiáticos y dar cobertura a su constante presión expansionista con la construcción de instalaciones y aeropuertos militares en peñascos y arrecifes disputados con casi todos los países vecinos (especialmente Japón, Filipinas y Vietnam). Xi anunció también una reducción del Ejército en 300.000 soldados, una cifra poco significativa en unas Fuerzas Armadas que están haciendo un salto tecnológico y prescindirán cada vez más de la mano de obra extensiva. Hay muchas formas de desfilar, todas eficaces a la hora de mostrar las uñas. El mismo día, cinco buques chinos desfilaron sigilosamente por aguas de Alaska, coincidiendo con la visita del Obama al Estado más septentrional de la unión americana. El presidente chino también quiso tranquilizar a los espíritus asustadizos ante tal exhibición: ?No importa cuán fuertes podamos ser, pero China jamás buscará la hegemonía o la expansión?. 

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6 de septiembre de 2015
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Mujeres de risa gruesa

La memoria es reptil y aérea, gusano de seda y crisálida. Por mucho que la cortejes, su testarudez te impide lustrar algunos pasajes que arrincona como unos zapatos viejos. Los mismos que recuerdo con extraordinaria nitidez en la entrada de la casa de Isabella Rossellini en Long Island. Ocho pares de zuecos azules, de diversos tamaños, en su cabaña de madera rojiza de Bellport, un pueblo de pescadores donde la actriz me recibió hace quince años con motivo del lanzamiento de su perfume Manifesto. Fui tan afortunada que incluso me sirvió la comida en una vieja cocina llena de libros: ensalada de tomate y mozzarella y pollo empanado. La de los zuecos es la imagen más diáfana que conservo, acaso porque me sorprendió que aquella mujer que nos había entusiasmado por su personalidad, su belleza sin plastificar y su Blue velvet, tuviera un guirigay de suelas desgastadas en la entrada de su casa. También conservo algunas palabras. Las que tienen que ver con sus fantasmas, a los que les había dedicado su libro Some of me: ?A mis fantasmas?. ?¿A quiénes se refiere??, le pregunté. ?Son mis padres, que a menudo se me aparecen, discutiendo sobre mi vida?. Este verano fui a ver a la Rossellini en Madrid. Representaba Green porno, un monólogo lleno de gags sobre la sexualidad de los animales (no en vano es doctorada en Entomología). ?¡Cómo sigue pareciéndose a su madre!?, comentaba la gente, aunque a ella la genética italiana le otorgue una resolución menos misteriosa. ?En verdad tengo el carácter de mi padre, mi madre era muy tímida. Siempre me decía que le gustaba ser actriz porque se encontraba muy cómoda haciendo de otra persona. Yo me relaciono bien con los demás. Para mamá, en cambio, era muy difícil?, zanja ella. Ingrid siempre fue una mujer de media melena dispuesta a vivir como ella misma decidiera. Una actriz de inmenso talento cimentado en la certidumbre de crecerse cuando interpretaba. Introvertida, siempre siguió el consejo de Hitchcock cuando rodaron Recuerda: ?Ingrid, ¡finge!?. También fue una actriz rebelde, en perpetua busca de retos creativos. La carta que cambió su vida decía así: ?Señor Rossellini: he visto dos de sus filmes y me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca que hable inglés perfectamente, que no ha olvidado el alemán, a quien a penas se entiende en francés y que en italiano solo sabe decir ?ti amo?, estoy dispuesta a acudir para hacer una película con usted?. Fueron seis largometrajes, tres hijos y una pésima reputación. El matrimonio con Rossellini entraría en crisis tras una década. Luego vendrían Renoir y Bergman y los Oscar por Anastasia y Asesinato en el Orient Express. Hasta que el cáncer la derrotó, siguió cortándose el pelo. Amó, vivió, rió y, como su hija Isabella, desafiaba la estupidez, defendía la naturalidad y le bastaba un leve parpadeo para provocar un nudo en el estómago. Tanto monta? / Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler

Es bien sabido que las actrices y modelos no buscan escritores sino empresarios o futbolistas como pareja; prefieren gastar dinero que verse convertidas en personaje literario. Además, en España la literatura no parece tan sexy como en las Américas donde hubo parejas literarias de relumbrón empezando por Arthur Miller y Marilyn Monroe. Era de esperar que una relación como la de Mario Vargas Llosa e Isabel Presley creará corrillo y adicción. Algunos periodistas incluso se permiten darle clases al Nobel de cómo comportarse con los paparazzi. Cuentan en su círculo que antes del verano, en una suite de un hotel madrileño, les dijo a sus secretarias: ?Por favor, cancelen mi agenda de todo el año. Estoy enamorado?. No podía ser de otra manera. Y las supermodelos / Peter Lindbergh

Con su pañuelo de pirata anudado en la cabeza y su don para explicar historias a través de la moda, el fotógrafo Peter Lindbergh reúne de nuevo a las top models que inmortalizó en 1990 para Vogue USA en la que sería la portada más imitada de la historia. Cindy Crawford, Helena Christensen, Tatjana Patitz (sonada ausencia la de Naomi Campbell) muestran,camino de los cincuenta, que la belleza es una idea mental y un estado de gracia. 25 años después, han titulado la sesión The return ( El retorno), aunque nunca se han ido, consiguiendo convertir su nombre en marca personal, además de icono para una generación de mujeres que nacieron en un mundo antiguo y crecieron en un mundo nuevo. Lindbergh, a sus 70, sigue emulando a Capa en sus fotos de moda: siempre muy cerca de la lente, abrazándola. Volver a empezar / Carlos Herrera

Taurino, cantarín y sin pelos en el rostro encaró esta semana su debut en la Cope entrevistando a la mismísima España en seis horas de radio. Tiró de agenda hasta la raíz y llamó para darle los buenos días al mismísimo Juan Carlos I, a quien le hizo de costalero en sus peores procesiones. No podían faltar José María Aznar, Pedro Sánchez, Francisco Rivera, Mariano Rajoy, ni sus ácidos contertulios. Hubo declaración de principios: ?A favor de los lunes, contra todos los viernes, contra la mantequilla y los camastrones?. Herrera, que habla catalán en Triana, se abre la camisa a la manera de esos hombres del sur que miran a las personas como si desprendieran un calor insoportable. Al veterano de las ondas le espera un septiembre frente a un micrófono en el que le será fácil plañir y empatizar.

(La Vanguardia)

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5 de septiembre de 2015
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Hola

Como dice el dicho: "Partir es morir un poco". A lo que un ingenioso francés añadió: "Y morir es partir un poco demasiado". Hace un mes partimos como galgos. Ahora volvemos, que es morir en serio porque nos espera lo eterno. En este mes nada se ha remediado. El dinosaurio con barretina seguía allí y también la monja de las llagas, la concejala que orina, el pequeño Nicolás, en fin, Celtiberia.

Las vacaciones, como quizás recuerden los de izquierdas mayores de 50 años, son un invento inglés del siglo XIX, cuando eran necesarias. A nadie antes se le había ocurrido que hubiera que interrumpir el trabajo para viajar a lugares en donde no se nos ha perdido nada. Los japoneses, por ejemplo, siguen sin entender esto de las vacaciones y se quedan de un aire cuando comprueban que en España el mes de agosto es un agujero negro, 30 días en los que el país se muda en un gigantesco camping con chiringuito y bar de copas. Lo que no saben es que no sólo agosto sino también julio y septiembre son así de raros.

Las vacaciones se habrían prohibido hace ya mucho tiempo por ser algo infecundo, desatinado y fatigoso, de no ser que de pronto se convirtieron en la única entrada de dinero contante y sonante que caía en caja. El resto del año la gente se mata a trabajar pero sólo produce unos céntimos. El dinero verdadero entra a paletadas en cuanto dejamos de trabajar. Este es un país difícil de analizar.

El caso es que ya hemos vuelto. Nos hemos encontrado en casa con nosotros mismos agitando una banderita. Nos hemos dicho que ha sido fabuloso, homérico. Y ahora ya podemos entretenernos de nuevo con nuestra muy agradable compañía, si ustedes me lo permiten...

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3 de septiembre de 2015
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Europa es Alemania

Un viejo debate ha quedado superado. A pesar de la crisis griega, a nadie le interesa ya saber si tenemos una Alemania europea o una Europa alemana. Europa es Alemania. O dicho de otra forma: la escasa y defectuosa Europa que tenemos se debe al liderazgo alemán y específicamente al de Ángela Merkel. Sin Alemania, ya no habría Europa alguna, ni escasa ni defectuosa. Así ha sucedido con la crisis ucrania, con la griega y ahora con la llegada de millares de refugiados, en su mayoría sirios que huyen de la guerra y de las matanzas de civiles. Aunque los europeos apenas nos enteremos, las tres crisis tienen un carácter existencial, porque ponen a prueba la capacidad de los países socios para seguir juntos en el proyecto de unión cada vez más estrecha e incluso para preservar los principios y valores que inspiran a la UE. La canciller alemana lo enunció en una frase ya célebre sobre la moneda única: ?Si cae el euro, cae Europa?. Y ahora ha vuelto a enunciarlo respecto a la política de asilo: ?Si Europa falla en esta cuestión de los refugiados, quedará destruida la estrecha vinculación con los derechos civiles universales y no tendremos la Europa que deseamos?. El papa Francisco, escandalizado ante los naufragios de las pateras con refugiados e inmigrantes en el Mediterráneo, denunció la globalización de la indiferencia solo empezar su pontificado. También en la actual crisis, lo peor de todo es la europeización de la indiferencia, esa Europa que se encoge de hombros, se desentiende y deja caer el peso de los problemas a los países directamente afectados. Alemania, por contra, no tan solo está propugnando las políticas que convienen para la mayor oleada de refugiados políticos desde la Segunda Guerra Mundial, sino que está predicando con el ejemplo y es el país que más refugiados acoge y más se ha movilizado. ¿Hay también motivos de interés en la favorable acogida de los refugiados en Alemania? Los hay, sí. La demografía alemana augura un futuro muy incierto si no llegan y se integran millones de inmigrantes en los próximos años. Pero lo mismo sucede, en grados distintos, en toda Europa. El continente europeo, si quiere mantener sus valores y sus niveles de bienestar, debe convertirse en tierra de inmigración. Ofrecer el asilo e integrar a los millones de personas que huyen de Siria puede ser por tanto una oportunidad para los europeos, para nuestros intereses, pero también para la preservación de nuestros principios y valores. Europa no es tan solo Alemania, está claro. Pero Alemania es la que hace la tarea europea fundamental, a la que los otros países solo aportan por el momento la ayuda o el complemento. Hacer Europa es ahora mismo acoger asilados en nuestros pueblos, ciudades y países. Si solo es Alemania quien lo hace, con la ayuda de Suecia o de Francia, nadie tendrá derecho a evocar más tarde el peso excesivo de Alemania en las políticas y en las decisiones. Los refugiados de la estación de Budapest no gritan 'Europa, Europa', sino 'Alemania, Alemania'.

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3 de septiembre de 2015
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Grandes Esperanzas

              Todo parece una trama de mafiosos de barrio que por torpeza se cuidan poco las espaldas, como que tienen un teléfono al que pueden llamar los interesados en negociar el contrabando de mercancías en las aduanas. Pero no se trata de una banda formada por codiciosos burócratas de segunda, que se meten al bolsillo unos cuantos miles. Son millones de millones los esquilmados en impuestos de importación, al punto de descalabrar las finanzas públicas.

La banda la encabeza nada menos que el presidente de la república, al que en su argot los mafiosos llaman "el número 1", o "el mero mero", o "el dueño de la finca"; y la vicepresidenta es "la número 2". Ambos perciben una mitad de las ganancias. La otra mitad va a dar a los bolsillos de los funcionarios involucrados. El público conoce ahora a la banda como "la línea", por la línea de teléfono designada para las transacciones.

            Todo ocurre en Guatemala, y el escándalo estalló en abril de este año, cuando se presentaron las primeras evidencias contra la vicepresidenta Roxana Baldetti. Obligada a renunciar, y ahora en prisión, está siendo procesada por los delitos de asociación para delinquir, defraudación y cohecho pasivo; y se han reunido pruebas suficientes para enjuiciar por los mismos cargos al presidente Otto Pérez Molina, quien se acerca al final de su mandato, y se resiste a dejar el cargo, abandonado por la mayoría de sus ministros después que la Corte Suprema ha autorizado unánimemente su enjuiciamiento por el Congreso Nacional.

            Desde que se conocieron las acusaciones contra la vicepresidenta, un movimiento ciudadano  comenzó a tomar cuerpo con vigor inusitado, y al revelarse lo que todos sospechaban, que el presidente de la república era el jefe de la banda, el país demanda su renuncia: la iglesia católica, las iglesias evangélicas, las organizaciones de empresarios, los sindicatos, las universidades,  los gremios profesionales, los maestros, estudiantes, empleados públicos, los medios de comunicación.

Una oleada cívica incontenible ha desbordado las calles de la capital y de las principales poblaciones, miles y miles de ciudadanos indignados ante esta trama obscena de corrupción, como no se veía desde que manifestaciones similares salieron a exigir la renuncia del dictador Jorge Ubico, que terminó yéndose al exilio en julio de 1944.

Y se probó esa vez que hay en Centroamérica un sistema de vasos comunicantes: las protestas sacudieron también El Salvador, donde el dictador Maximiliano Hernández Martínez resultó derrocado, y las dictaduras de Somoza en Nicaragua y Carías en Honduras fueron remecidas. Hoy, en Honduras la gente sale también de manera masiva a las calles a protestar contra la corrupción.

Cuando uno mira el desolado panorama de los países centroamericanos, los acontecimientos de Guatemala dan motivos de grandes esperanzas: democracias que a duras penas se sostienen bajo el peso del caudillismo rampante; pandillas convertidas en ejércitos de delincuentes; el narcotráfico con sus garras sucias que pervierte todo lo que toca; la violencia contra los periodistas que pagan con sus vidas el derecho de informar a los ciudadanos; el sicariato, la impunidad, la justicia como remedo.

            Y de pronto, una rebelión cívica, sin un solo hecho de violencia,  en un país donde la represión política ha desembocado a lo largo de su historia en asesinatos, convocada a través de las redes sociales por jóvenes que prefieren el anonimato al protagonismo. Una sociedad sometida por largos años al terror, ha terminado perdiendo el miedo. Una rebelión en las calles por la decencia.

            ¿Y cómo ha sido posible que un gobierno corrupto, con un presidente que viene de las filas militares represivas, no haya sido capaz de someter a jueces y fiscales, como es tan común en estas tierras?

Guatemala es el único país donde existe una Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG), creada por acuerdo entre el estado y las Naciones Unidas. La comisión  es independiente y lleva adelante investigaciones contra funcionarios públicos, como lo hizo en el 2008 al poner tras las rejas al expresidente Alfonso Portillo por actos de corrupción.

Son los investigadores de la Comisión los que intervinieron los teléfonos de los implicados, y presentaron a los jueces las trascripciones de las conversaciones mafiosas. En una de ellas, el propio Pérez Molina da órdenes a un funcionario de aduanas, miembro de la banda.

El último capítulo de esta historia no ha concluido. La gente seguirá en las calles. Un rótulo en la puerta de un restaurante cerrado en respaldo de las marchas, lo dice mejor: "Preferimos perder dinero a perder el país".

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2 de septiembre de 2015
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