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Moisés Naím, en un mundo convulso (y 2)

Esta es la segunda y última parte de la conversación que mantuvimos Moisés Naím y yo mismo el pasado 22 de abril en Barcelona, por encargo de la revista F del Foment Nacional y que se puede leer en el último ejemplar de la publicación.

--En su libro ?Repensar el mundo? ofrece lo que llama ?111 fotografías del nuevo mundo global?. En ?El fin del poder? armó la teoría y en este, en cambio, da las visiones, como fogonazos, de este cambio. Si tuviera que escoger la imagen de portada del fin del poder, ¿qué foto escogería?

--La imagen no sería una foto sino una película, una especie de caleidoscopio que se mueve a gran velocidad y hace difícil identificar algo o a alguien. No hay un objeto protagonista, un galán, no hay un héroe o mujeres bonitas, sino que hay mucho de todo.

--¿Y cómo definiría en pocas palabras el estado de este mundo??

--Es un mundo en convulsión, en el que todo lo que creíamos permanente se ha vuelto transitorio y lo que creíamos transitorio se ha vuelto permanente. No tenemos nuevas palabras para explicarlo. Responde a una frase famosa del comunista italiano Antonio Gramsci: ?Lo viejo está muriendo y lo nuevo está por nacer?.

--Es la definición de una crisis revolucionaria.?

--Sí, claro. Pero no es la revolución marxista, sino una revolución de otro orden que está trastocando el orden del poder. La estructura de poder está siendo transformada pero no en la dirección que creía Gramsci sino exactamente la contraria. --La aportación más reciente y polémica respecto al análisis del estado del mundo es quizás la entrevista que ha concedido Barack Obama a Jeffrey Goldberg para la revista ?The Atlantic? en el número de abril del 2016, titulada precisamente ?La Doctrina Obama?, que nos ha proporcionado algunas sorpresas respecto a la aproximación estadounidense a Europa y a Oriente Próximo.

--La entrevista marca realmente un hito. Obama revela puntos de vista cuyas manifestaciones habíamos visto, pero que ahora precisa muy bien. La ?Doctrina Obama? vale como una reivindicación del fin del poder. Obama viene a decir: nos atribuyen capacidades que no tenemos o no podemos ejercer. Hemos creído que podíamos imponer la democracia en Irak y nos equivocamos de una manera trágica que ha costado cientos de miles de vidas y miles de millones de dólares. ¿Ustedes creen que yo voy a ir a la guerra contra Rusia por Crimea? ¿O que voy a mandar una fuerza expedicionaria de los marines a Siria? El mensaje es que hay respetar los límites y las debilidades del poder de EEUU, dentro del hecho de que nadie discute que es el país más poderoso del mundo. Yo tuve una experiencia ?que quiero contarle. El jefe del Estado Mayor de EEUU, que es el oficial militar de mayor grado, me invitó a reunirme? a solas con todos sus comandantes?para discutir sobre mi libro. Son los jefes militares más poderosos de toda ?la historia de la humanidad. Nadie ?tiene ni ha tenido mayor poder militar en sus manos, y sin embargo querían hablar de los límites de su poder y del fin del poder. Es lógico, porque una potencia militar de la envergadura? de EEUU confronta restricciones importantísimas a la hora de afrontar las amenazas a la seguridad nacional, que ya no provienen de los enemigos clásicos ni siquiera de los Estados fallidos. Un buen ejemplo es el Estado Islámico. ¿Quién hubiera imaginado que una banda de vándalos en medio del desierto acabarían teniendo suficiente poder como para trastocar la dinámica del mundo, involucrar a Rusia, provocar el miedo en toda Europa y parte del mundo, desencadenar una oleada de atentados y provocar migraciones masivas? La conversación sobre las limitaciones que tiene el ejercicio? del poder entre estos militares tan poderosos es muy interesante porque ves que ellos mismos son los primeros que reconocen sus limitaciones.

--Estamos ante un hecho insólito, en todo caso, como es que un presidente diga que el poder militar no lo soluciona todo, que hay que restringir su uso y reflexionar muy bien antes de usarlo.

--Yo creo que viene determinado por la experiencia reciente, cuando EEUU violó esa visión de los límites. La idea prepotente de que se puede andar por? el mundo como el sheriff poniendo ley y orden en un mundo anárquico es la que produjo las tragedias que hemos conocido. Pero es interesante ver cómo en los debates de los candidatos republica- nos el tema de la seguridad nacional se sigue planteando de la misma manera, que es exactamente la opuesta de Obama. Si hemos escuchado a Trump o a Cruz vemos el tono bélico de los debates republicanos. Parece que están listos para ir a la guerra mañana.

--Obama nos dice que el nuevo orden puede venir garantizado por Estados Unidos, como superpotencia consciente, que se restringe a sí misma, pero siempre que añadamos el multilateralismo, y esto es lo que puede dar un cierto orden mundial. ¿Puede EEUU convencer a los otros para que acepten su aproximación al multilateralismo?

--Hablemos primero de las alianzas. Obama muestra una impaciencia creciente con respecto a lo que llama free riders, los gorrones que se montan al autobús sin pagar e intentan obtener sus servicios gratis. La paciencia y la tolerancia de EEUU son clave. El mundo se echa a dormir y cuenta con que otro va a resolverle el problema. Por ejemplo, el caso de Siria. ¿Dónde están los países árabes, dónde está Europa? ¿Por qué tiene que ser EEUU quien mande las tropas para que las masacren? Si Europa quiere formar parte de la conversación tiene que empezar a pagar su parte. Tiene que cumplir con su deber si quiere que se la tome en cuenta. Así va a tratar EEUU a sus aliados a partir de ahora, ya no solo como a niños mimados. En cuanto al multilateralismo, la idea de que voy a convocar a 192 países y que enfrentaré?los grandes problemas con el acuerdo de todos es imposible. El multilateralismo ha logrado grandes fotos y ha enriquecido a las compañías de catering que organizan las cumbres pero luego no da resultados. Suena bien y suena democrático pero no obtiene los efectos esperados. Cada vez más queda claro que los problemas no serán resueltos por un solo país, por grande y fuerte que sea; y que solo se hará actuando los países unidos y colectivamente, ante el cambio climático, el terrorismo, el lavado de dinero, las pandemias. Los 192 países nunca se pondrán de acuerdo. Yo propongo el minilateralismo, buscar el mínimo de países que generan el máximo impacto en la solución de los problemas. Hay que ver cuáles son los problemas y cuáles los países que pueden resolverlos, buscar el número de países que generan el máximo impacto, sean ocho, doce, o quince, pero no 192. Si ellos lo logran, los otros se unirán más tarde.

--Vamos a Europa, muéstrenos la foto de cómo la ve actualmente.

--Abrumada, confusa, en transición y con falta de entusiasmo. Yo soy un europeísta fanático. Soy radical en pocas cosas, pero en cuanto a la importancia de Europa unida, soy extremista. Europa debe estar unida para tener más fuerza a escala europea y mundial. El mundo es mejor si hay una Europa fuerte. Es muy importante que Europa participe intensamente en la conversación global, porque es sinónimo de libertad, democracia, derechos humanos, igualdad de género. Y yo quiero que estos valores tengan fuerza y presencia en el mundo, lo que no ocurre con la Europa actual. En vez de trabajar juntos estamos preocupados por el Brexit, por la fragmentación, por la crisis económica. Europa está amenazada por una economía anémica, una demografía inadecuada, una competitividad insuficiente, una avalancha de refugiados y migrantes que viene de todas partes, además de las amenazas expansionistas rusas y el terrorismo islamista. Ni uno solo de estos problemas puede resolverlos un país por sí solo, ni siquiera los grandes, ni siquiera Alemania sola. Es imprescindible que se recupere la facultad de actuar políticamente juntos. Y esto no va a suceder hasta que los políticos no entusiasmen de nuevo a los europeos.

--Si EEUU se retrae, si los europeos se dividen, los populismos ascienden y solo el populismo de izquierdas sirve para frenar al populismo de derechas, en poco tiempo Rusia tendrá posibilidades de controlar el espacio político euroasiático.

--Sí, estamos a tres elecciones del Armagedón. Si sale el Brexit en el referéndum, gana Trump la presidencia y también lo hace Marine Le Pen en Francia, entonces hay que mudarse a Venezuela. No creo que suceda. Pero tampoco hay que olvidar que Vladimir Putin no es inmune a las tendencias que yo describo. También él sufre las limitaciones de todos en el ejercicio del poder. El otro día anunció la creación de una especie de milicia nacionalista de 400.000 efectivos, presumiblemente destinada a salvaguardar fronteras, pero que todos sabemos que es una guardia pretoriana para controlar cualquier intento de insurgencia. Eso refleja la lectura que hace Putin de la fragilidad de su situación política y social. Rusia está en una situación difícil. No hay por qué suponer que la caída de su economía no está generando en las nuevas clases medias la misma incomodidad o insatisfacción que se da en otras partes del mundo. Y que esa insatisfacción puede llevar a querer cambiar las caras de quienes rigen los destinos del país.

--Hablemos, para finalizar, de España; de la actual crisis política, del cuestionamiento de la transición,?de su desaparición de la escena internacional. ¿Qué nos ha pasado a los españoles? ¿Qué ha pasado para que un país que parecía tan brillante hace pocos años de pronto se encuentre en esta situación?

--Ya utilicé el caso español en mi libro El fin del poder, donde hablaba de la fragmentación del poder, la vetocracia y el fenómeno de Podemos. España es ahora un país bloqueado, en el que se sabe lo que hay que hacer pero cuesta muchísimo hacerlo; ocupado en discusiones sobre problemas locales que hacen perder de vista las grandes limitaciones que tiene para el futuro y las exigencias de atención urgente a todas ellas. Tengo la impresión y la esperanza de que en España vamos a ver un renacer de liderazgos. Ahora hay un concurso de impopularidades entre los líderes. De ahí los altos índices de rechazo. Y sucede también con los nuevos. Esto no es sostenible a largo plazo. Hay un apetito de líderes nuevos y diferentes. Y cuando hay demanda termina apareciendo la oferta. España sufre un fuerte parroquialismo, que es temporal. Impide ver más allá de los horizontes inmediatos. Y se explica porque acaba de recibir un mazazo económico enorme. El sufrimiento ha sido grave y grande. La desilusión por la corrupción, extraordinaria. La lista de errores y horrores es fácil y está todo el día en primer plano en las tertulias y los programas de radio y televisión. Se están equivocando. Hay también una lista estimulante de logros y cuestiones positivas. Esta lista tiene que empezar a aparecer. Hay que regresar a una visión afirmativa sobre España. Hay un catastrofismo que se ha instalado en la sociedad. Que se vayan todos, todo es malo, no tiene remedio. Es mentira. Este país tiene capacidades únicas, tiene talentos especiales.

--Para terminar, me gustaría que?me diera una pincelada de cómo ve desde Washington el debate sobre la independencia catalana.?

--Creo que se ha puesto de moda en el mundo reformar o cambiar constituciones?y yo estoy en contra. En un mundo tan cambiante y volátil, donde todo es transitorio y confuso, las sociedades necesitan estabilidad. No quiere decir que no haya constituciones defectuosas. Lo es la de Estados Unidos. Pero en un mundo de tanta turbulencia, si encima rompes las reglas de convivencia... No estoy seguro de que de una reforma constitucional en un ambiente tan confuso y lleno de demagogia salga algo mejor. Esta observación es general, no tiene que ver con España. Mi segunda reacción es respecto a Europa. No hay ningún problema europeo o español que se resuelva con más fragmentación. Soy partidario de la integración y de la unificación. Creo en más y no en menos Europa. Esto es lo que el mundo requiere. Hay formas de relanzar y solucionar esta situación y luchar por la unión de todos. Esto no quiere decir que desconozca la manera como España ha maltratado y malquerido a Catalunya y a los catalanes, las asimetrías, las balanzas fiscales desequilibradas, pero hay formas, por supuesto, de mitigar este malquerer y este maltrato histórico de forma que no signifique menos Europa ni menos España.

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3 de julio de 2016
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Un deseo libre

Quince años y medio. El cuerpo es delgado, casi enclenque, los senos aún de niña, maquillada de rosa pálido y de rojo. Y además esa vestimenta que podría provocar la risa pero de la que nadie se ríe”. Así se describía Marguerite Duras (Saigón, 1914) en El amante, un libro que a muchos nos cambió y nos hizo sentir lectores diferentes, como si su prosa a menudo fragmentada, sus frases desordenadas sin comas ni puntos, sus elipsis y sus látigos paradójicos nos sacudieran. Dice: “Mi madre mi amor mi increíble pinta con las medias de algodón zurcidas…”. También dice: “Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre. Nunca lo he preguntado”. Duras tuvo arrugas desde muy joven: surcos en la frente, la piel resquebrajada, “un rostro destruido” como inventario de la pasión de aquella joven francesa, huérfana de padre –profesor de matemáticas– desde los cuatro años, cuya madre permitió que se prostituyera, aún virgen, con un chino rico a orillas del Mekong. Ella fue la chiquilla que quería ser escritora, a quien las niñas del instituto que aprendían crol dejaron de hablarle porque andaba por barriadas de mala fama, en la limusina negra del chino, siempre con demasiado maquillaje.
El amante se publicó en España a mitad de los ochenta: la tradujo al castellano Ana María Moix y Marta Pessarrodona al catalán, ambas editadas por Tusquets. Recuerdo, casi con literalidad, de qué manera la prosa de Duras penetró en mis veinte años modificando las primeras nociones del amor, igual que en el imaginario de los tres millones de lectores que celebramos la novela (premio Goncourt 1984) como un libro iniciático que ofrecía otra visión del deseo sostenido en una tensión erótica que nunca se acaba de satisfacer. La de quien escribe: “Los besos en el cuerpo hacen llorar. Diríase que consuelan”. Sus frases emergen, se sacuden la espuma de los verbos, se dejan “invadir por la sensación”, aseguraba Nathalie Sarraute –quizá lo único que tiene en común con alguno de sus compañeros del nouveau roman– . Su obra pone el énfasis en su historia personal, que hace y rehace una y otra vez; su combate contra la sintaxis es su manera de responder a las formas impuestas, y de plasmar su voz, dubitativa, no siempre creíble. Aseguraba que uno escribe siempre sobre el cuerpo muerto del mundo, y también sobre el cuerpo muerto del amor, no para reemplazarlos, sino para consignar el desierto que dejan.
Este año se cumplen veinte de su muerte, víctima de un cáncer de esófago. Pero la memoria se obstina en recordar, e igual que en sus novelas tantea y repite una y otra vez. Ella buscaba la palabra exacta; trata de escribir de la misma forma que se trata de amar, aún sabiendo que nunca se logrará del todo. Duras siempre regresa, una y otra vez, fiel al ritornello tan característico de su prosa: “Tú no has visto nada en Hiroshima”. Es lo que ocurre cuando se intenta formular un relato desde el pasado. Duras fue una gran conversadora, tan colérica como despojada de lugares comunes, valiente. Vivió enclaustrada durante sus últimos años; dormía con un hombre 38 años más joven que ella, homosexual, Yann Andréa Steiner, a quien le cambió el nombre. “Yan llegó a la vida de Marguerite cuando ella estaba sin aliento. Le devolvió las ganas de escribir y de filmar su amor, su imposibilidad de amar. Yann la protegerá, la soportará. Yann se callará, encajando los golpes y los insultos”, según atestigua su biógrafa Laure Adler. Marguerite Duras vivió entre prosas, películas, litros de Burdeos y frases que hacen llorar como aquellos besos en Indochina. Nunca dejó de hacer mermeladas.
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2 de julio de 2016
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Moisés Naím, en un mundo convulso (1)

¿Quién manda hoy aquí? ¿Hay algo parecido a un nuevo orden mundial en el que alguien ejerza el papel que antaño tuvieron las superpotencias? ¿Qué está sucediendo con el poder en nuestras sociedades y en el conjunto del globo?

Moisés Naím ha dado respuestas a estas preguntas en sus dos últimos libros. En el primero, 'El fin del poder' (2013), desarrolla la teoría de un mundo en el que el poder es más fácil de adquirir, más difícil de mantener y muy fácil de perder. Y el segundo, Repensar el mundo, publicado este año, ofrece ?11 sorpresas del siglo XXI?, auténticas fotografías o fogonazos sobre novedades de este mundo globalizado en el que el poder se ha hecho más volátil y fragmentado. Naím ?nacido en Venezuela en 1952? no es el único pensador contemporáneo que se ha adentrado?en el análisis de la estructura del poder mundial. Son conocidas las teorías de Ian Bremmer, que parte del formato G de las cumbres con las que se organizan el G-7, G-8 y G-20 para describirnos un mundo G-cero. También las de Charles Kupchan, que definen ?un mundo de nadie? o las de Zbigniew Brzezinski, sobre un ?mundo poshegemónico?. Ninguna ha tenido tanto éxito como la de Naím, cuyo libro 'El fin del poder' fue elegido por Marck Zuckerberg, el fundador de Facebook, como título más destacado del año para inaugurar el club del libro de su red social.

Esta es la primera parte de la transcripción de la conversación que mantuvimos Moisés y yo en Barcelona, el pasado 22 de abril, y que ha publicado la revista F, del Foment de Treball.

--En pocas cosas se comprueban de forma mejor los cambios del poder en el mundo como en las clases medias. Unas, las europeas, sienten que lo pierden, y a las otras, las de los países emergentes, les sucede lo contrario. ¿Son vasos comunicantes?

--Los cambios en las clases medias afectan a la prosperidad, no al poder. En China no puedes decir a la gente que antes era muy pobre y que ahora forma parte de la clase media, que ahora tiene más poder, porque no es así. Tiene más prosperidad. Y desde el punto de vista de la prosperidad, no hay vasos comunicantes en lo que unos ganan los otros lo pierden, sino una situación de win-win en la que todos salen favorecidos.

--Quien pierde prosperidad, aunque sea relativa, tiene la sensación de que también está perdiendo influencia y poder y sobre todo que tiene expectativas de perder todavía más.

--Recientemente tuve una experiencia reveladora en Washington, donde yo vivo. Vino un grupo de jóvenes políticos europeos, todos muy bien formados y con buena educación universitaria. Parte de la visita era para charlar conmigo. Era un grupo muy pesimista. Por casualidad, con pocos días de diferencia estuve en Pekín y desde allí me fui a una fábrica donde la mayoría de los trabajadores eran mujeres jóvenes cuyas familias estaban a miles de kilómetros de distancia y vivían en barracas en condiciones inaceptables. Trabajan duramente y ahorran dinero. Ese fue?el grupo de personas más optimista?con el que me he reunido recientemente. Están seguras de que el futuro les pertenece y que el de sus hijos será mejor que el suyo y el de sus padres. Los líderes políticos, en cambio, estaban convencidos de que sus hijos iban a tener condiciones más precarias. Hay que matizar que estas muchachas viven en un régimen dictatorial y los europeos salen de la cuna de la democracia y la libertad. Son dos contrastes muy importantes, pero ni siquiera las condiciones precarias de estas muchachas les llevan a ser pesimistas.

--Hasta ahora hemos creído que era? el pasado el que condicionaba el presente pero ahora aparentemente parece que sea el futuro el que influye en el presente. ¿Es posible que las expectativas negativas deterioren e incluso neutralicen los efectos favo- rables de las políticas correctas que hagamos ahora?

--Este es uno de los temas esenciales ?del libro de Samuel Huntington Orden político en las sociedades en cambio de 1968, en el que nos describe cómo las expectativas de los ciudadanos crecen más rápidamente que las respuestas que da el Estado en prosperidad y servicios públicos. Hay una brecha entre lo que la gente espera del Estado y lo que el Estado es capaz de ofrecer. Y son las expectativas respecto al futuro las que dominan las políticas actuales.

--Vamos de nuevo a la pregunta sobre el poder que hace usted en sus dos libros. ¿No será en realidad una pregunta occidental de un mundo que se encuentra en declive y con expectativas negativas que se traduce por tanto en una sensación de pérdida irremisible de poder y de influencia?

--No. Los determinantes del poder no son solo las expectativas. El poder ya no es lo que era por tres razones: porque es más difícil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder, y eso ocurre porque las barreras que protegían a los poderosos son ahora más fáciles de saltar. Yo agrupé en tres categorías o revoluciones los factores que están debilitando las protecciones que protegían a los poderosos. Una es la revolución del más. Vivimos en un mundo de proliferación donde hay abundancia de todo, gente, ideas, armas, empresas y grupos políticos y terroristas. Además, todo se mueve más que antes. La segunda es la de la revolución de la movilidad: se mueve la gente, las ideas, los productos y los servicios, mientras que el poder necesita una audiencia fija, un perímetro delimitado, mercados cautivos, de modo que cuando todo es más fluido?se encuentra con mayores dificultades para ejercerlo. La tercera categoría?es la revolución de la mentalidad, con profundos cambios en expectativas, aspiraciones, posibilidades, exigencias, tolerancias e intolerancias. Tenemos estadísticas impresionantes desde hace mucho tiempo sobre estos cambios de mentalidad que erosionan las barreras del poder y las hace más vulnerables. Cuando comparamos las series de encuestas con diez años de diferencia, nos damos cuenta de que ya estamos en un planeta diferente. ¿Y cuál es el país donde más se perciben estas tres revoluciones? China. Esta es la respuesta a la pregunta sobre si se trata de un fenómeno occidental.

--Algunos piensan que estamos ante una especie de refeudalización o regreso a un mundo organizado desde la fragmentación.

--Discrepo de la visión neomedievalista. Creo que es una metáfora insuficiente. Quienes la utilizan tienen como ancla empírica lo que pasó en el medievo en Europa, un fenómeno extraordinariamente local, muy acotado y que afectaba únicamente al territorio donde se producía. Ahora no tan solo es global, sino que además es instantáneo y simultáneo, afecta a todos y a todo el mundo, en todas partes por igual, y tiene una dinámica, una velocidad y unos determinantes que hace muy difícil que aparezcan centros de poder fragmentado permanentes.

--Necesitamos, efectivamente, repensar el mundo. ¿Por qué repensar y no pensar??

--Porque hay buenas ideas que hay que utilizar y cuidar, sí. Al igual que hay otras que desechar, ideas zombis que son las que gustan a quienes practican la necrofilia ideológica, tal y como explico en mi último libro.

--Hay muchas formas de abordar el cambio. ¿Es entonces una cuestión de ideas que hay que repensar y seleccionar? ¿O es una cuestión?de instituciones, es decir, de confianza en los partidos, gobiernos, parlamentarios? En ?El fin del poder? a rma que ?necesitamos recuperar la confianza en el Gobierno y en nuestros dirigentes políticos?. ¿O es un problema de democracia? A fin de cuentas, la democracia es difusión del?poder y la difusión lleva a su vez?a dificultades en el ejercicio de la propia democracia.?

--Yo observo el fenómeno de otra manera, concretamente intento comprender el poder en el mundo actual a partir de las variables que ya he mencionado y que están repertoriadas en las tres revoluciones del más, de la movilidad y de la mentalidad, y eso al final es lo determinante.

--Es decir, que al final el poder es más barato, más abundante, más deteriorable, tiene peor calidad, es más volátil.

--Es un cambio en el que el poder se ha desplazado y en su desplazamiento se ha modificado. En muchos ámbitos el poder está pasando de A a B. Lo que recibe B es más degradado que lo que tenía A. Sirve para entender Podemos o Netflix. El PSOE era un partido político muy importante y ahora está Podemos que le quita votos, pero el poder que obtiene nunca será equivalente al que tuvo el PSOE en su mejor momento. Lo mismo sucede con HBO respecto a Netflix, en este caso el poder pasa de una productora de series televisivas a una empresa que en su origen distribuía DVD por las casas.

--¿Ha cambiado entonces la naturaleza del poder??

--No. La definición del poder es la misma. Sigue siendo la capacidad de conseguir que otros hagan algo o dejen de hacerlo según la voluntad de quien lo ejerce. El poder sigue siendo lo que siempre ha sido. Lo que cambia es cómo lo obtienes, cómo lo defiendes y cuáles son las restricciones que tienes para ejercerlo.

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2 de julio de 2016
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¿Jonia o el Valle del Nilo?

He venido enfatizando la tesis de que la ciencia, concretamente la ciencia entendida como física, sólo puede surgir en base a unos presupuestos que no constituyen universales antropológicos, es decir: tales presupuestos pueden perfectamente estar ausentes de una civilización dada, por esplendorosa y brillante que esta sea. Señalaré un contrapunto: universal antropológico, rasgo inherente a toda sociedad humana (sea arcaica o próxima a nosotros),  sí lo es desde luego la música; no cabe una comunidad humana sin música, mientras que sí cabe una comunidad humana sin ciencia (lo cual obviamente no quiere decir sin conocimiento y simbolización).

Por otro lado,  aunque con ciertas cautelas, a la hora de delimitar el marco histórico  he aceptado la tesis de que el pensamiento jónico es el primero que responde a las premisas que posibilitan la física, y en consecuencia también la metafísica (concebida como esa disciplina que viene tras la física y surge como resultado de aporías internas a la misma). Pues bien, hay quizás  razones para extremar tales  cautelas, siendo prudencia mínima al respecto matizar la tesis  de la manera siguiente:

En  la civilización jónica se daría desde luego una suerte de revolución en relación al pasado de los  propios griegos (el universo de Anaximandro no es el mundo de Homero, para simplificar), pero no forzosamente  una revolución en relación a civilizaciones de hecho geográficamente  cercanas. En un libro que lleva por título L' Encre des savants. Réflexions sur la philosophie en Afrique (1), el filósofo senegalés y profesor en la universidad de Columbia, Souleymane Bachir Diane, se alza contra la idea misma del llamado milagro griego, recordando al respecto que el propio Platón en el Timeo señala la deuda del pensamiento griego con la civilización egipcia. El autor reivindica la universalidad de la filosofía en base al hecho de que las interrogaciones elementales relativas al entorno y a nuestro destino se hallan presentes en toda sociedad humana, insistiendo en la equivalencia salva veritate de toda lengua en relación a toda otra lengua. Al respecto es muy de agradecer su crítica de la idea aun imperante (aunque a veces no explicitada en por temor  su crudeza la incorrección política) de que lenguas como el alemán y el griego tendrían una suerte de potencialidad innata que las haría mayormente aptas a la expresión de determinaciones conceptuales(2). Pero más allá de esta cuestión lingüística que  por mi parte doy por zanjada, persiste un debate a la vez antropológico político y filosófico.

El egiptólogo y filósofo J. Molongwa  Bayi Bayi, que realiza una tesis doctoral sobre cuestiones colindantes me pone  en la pista de los trabajos de Cheikh Anta Diopp (1923-1896): antropólogo, historiador, egiptólogo, epistemólogo, físico nuclear, químico y... filósofo. Lo que sigue es fruto del intercambio de reflexiones con Molongwa  Bayi Bayi al respecto.

Diopp se  propone recuperar la filosofía desde las "cenizas de la ciencia" ( idea interesante si se entiende desde las crisis de la ciencia). Sin embargo la matriz  de la ciencia no es ubicada por el autor (también senegalés como Bachir Diane) en los mismos parajes que aquí he venido considerando. 

 En el plano antropológico, Diopp, siguiendo los trabajos de Louis Leakey fija el origen de la humanidad en  la región de los grandes lagos, valle del Omo (África oriental), emergiendo homo sapiens hace aproximadamente 150000años. Y desde tal cuna habría que situar el proceso que condujo después a la civilización faraónica. Diopp se  opone a las tesis de Levy- Bruhl que tiende a presentar el hombre africano como a-histórico (siguiendo a su juicio  -lista problemática-  las trazas de Hume, Voltaire, Kant, Hegel y... el propio Marx).

Lo que aquí nos concierne mayormente no es la radicalidad en la denuncia de una ocultación (con ribetes colonialistas) del verdadero peso de la cultura que se forja en África para cristalizar en el valle del Nilo, sino  la reivindicación explícita por Diopp de que a estos ancestros  deberíamos no sólo el arte, el monoteísmo, la escritura, la medicina, la arquitectura,  la agricultura y la matemática,  sino también la física (mecánica, astronomía...) y la filosofía (3). Aunque tratándose de esta última disciplina Diopp establece una radical diferencia entre la filosofía idealista, que conservaría aspectos místicos y la filosofía materialista que sería con mayor legitimidad atribuible en exclusividad a los griegos (4). Mas en cualquier caso, en la cultura del valle del Nilo (que tendría en ella misma la base de su devenir histórico)  habría que buscar el cordón umbilical de esa actitud del espíritu que caracteriza a la ciencia.

En concreto,  para Diopp es en la cultura del valle del Nilo que habrían surgido por un lado la rigurosa separación del mito y del concepto, separación de lo imaginario y la necesidad; por otro lado la conciencia de esta singularidad de constituir un pensamiento regido por la implacable exigencia de la necesidad, constituyendo ambos la condición  mínima tanto de un pensamiento científico  como de un pensamiento filosófico.

 Una de las tesis que Diopp combate es la que intenta encontrar para la cultura del valle Del Nilo filiaciones orientales (5) .  Consecuencia de esta diatriba sería un viraje por el cual la antigüedad egipcio-nubia viene a ser estudiada como una civilización propiamente africana(6), lo cual  tiene implicaciones, así expresadas por Jesús Molongwa "el antiguo Egipto jugará en relación al África Negra el mismo rol que la civilización greco-latina para la cultura occidental".

Molongwa hace referencia al proyecto político de que África asuma la confrontación que supone intentar alcanzar sus potencialidades, desplegar todo aquello que circunstancias históricas han impedido(7). No obstante en el marco de estas reflexiones, la cuestión que interesa es la de determinar hasta qué grado Jonia es por así decirlo original Y al respecto, Diopp es radical (8):  Africa sería la verdadera fuente de lo que hoy, bajo forma de ciencia y de filosofía,  tendría vigencia como universal y que -como hemos visto- la historiografía filosófica y científica, tan venerable como escolástica, tiende a atribuir a la herencia griega (9).

 La tesis es no sólo consistente sino verosímil y en todo caso los discípulos de Diopp la sostienen  con rigor y aun  con pasión...Sin embargo: ¿significa ello que es ilegítimo volcarse sobre el mundo griego, y concretamente jónico, en  una reflexión  que apunta a determinar cuáles son los presupuestos que posibilitan la emergencia de una disciplina a la que (como proyecto general de dar cuenta de la naturaleza y desde Tales de Mileto a Einstein ) designamos como física, y cuáles son las razones  por las que la física se convierte por sí misma en metafísica? Retomaré esta pregunta.

 


 (1) Présence Africaine, París, 2013. Ideas  análogas son recogidas adimismo en su más reciente Bergson postcolonial. CNRS, Paris 2016

(2) No es necesario al respecto referirse una vez más a las posiciones en ocasiones irritantes  de ciertos autores de inspiración heideggeriana. Pero sí es conveniente  señalar  que ciertos indiscutiblemente grandes como Hegel  han tendido a quitar peso al pensamiento árabe y judío en la historia de la filosofía. Los argumentos (a veces meras coartadas) no faltan. Así, del simple hecho que la  forma de cópula (S es P) sea la manera usual de expresar en lengua griega la pertenencia de un atributo  a un sujeto ha dado pie a algunos a excluir que la problemática ontológica (sintetizada paradigmáticamente en la célebre sentencia de Parménides), sea expresable cabalmente en lenguas (así el árabe) que  tienen otra estructura predicativa. Mas allá de este problema concreto, el hecho de que una lengua no-indoeuropea como el Vascuence disponga hoy de excelentes traducciones de algunos de los grandes clásicos (Aristóteles en primer lugar), es un buen indicio de la arbitrariedad  que supone el jerarquizar las lenguas en potencial filosófico.

(3) « Le Nègre ignore que ses ancêtres, qui se sont adaptés aux conditions matérielles de la vallée du Nil , sont les plus anciens guides de l'humanité dans la voie de la civilisation; que ce sont eux qui ont créé les Arts, la religion (en particulier le monothéisme), la littérature, les premiers systèmes philosophiques, l'écriture, les sciences exactes (physique, mathématiques, mécanique, astronomie, calendrier...), la médecine, l'architecture, l'agriculture, etc. à une époque ou le reste de la Terre (Asie, Europe: Grèce, Rome...) était plongé dans la barbarie ...» C A DIOP, Alerte sous les tropiques. Articles 1946-1960. Culture et développement en Afrique noire, Paris, Présence Africaine, 2006, pp. 48. Citado por Jesús  Molongwa en un trabajo aun no publicado que forma parte del temario de su tesis.

 (4) « Si nous considérons l'école idéaliste grecque (Platon, Aristote, les Stoïciens), aucune différence essentielle n'apparaît avec l'Égypte, puisqu'aussi bien il s'agit d'une pensée égyptienne à peine modifié: partout dans la cosmogonie platonicienne et dans la métaphysique aristotélicienne, le mythe cohabite pacifiquement avec le concept. Platon pourrait même être appelé, à juste titre, Platon-le-Mythologue. Mais les choses changent radicalement avec l'école matérialiste grecque; les principes, les lois d'évolution de la nature deviennent des propriétés intrinsèques de la matière, qu'il n'est plus nécessaire de doubler, même symboliquement, d'aucune divinité, ils se suffisent à eux-mêmes. De même toute cause première de nature devine est rejetée; le monde n'a été créé par aucune divinité, la matière a toujours existé »

(5) Uno de los soportes de su tesis sería el descubrimiento de que la genética y la morfología de su propia lengua senegalesa, el Wolof, estarían emparentadas con las del valle del Nilo. Ello pondría en grave aprieto la tesis de cierta egiptología oficial que veía en la faraónica una cultura importada de oriente. Parenté génétique de l'égyptien pharaonique et des langues négro-africaines: processus de sémitisation, Dakar-Ifan, les Nouvelles Éditions Africaines, 1977. Recuérdese que la existencia o no de una comunidad de problemática y enfoque afecta también al lazo entre Grecia y Oriente.  Por ejemplo El filósofo francés Frédéric Nef (LA forcé du vide Seuil, Paris 2011) la reivindica,  poniendo en paralelo la lógica de los escépticos  y la lógica indú, concretamente en pensadores como Nägärguna. Nef  se alza además contra la idea de que la "sabiduría" oriental se hallaría determinada por la búsqueda de la salvación mientras que el pensamiento occidental estaría mayormente marcado por exigencias cognoscitivas  e insiste en el papel que ha jugado en ciertos de los grandes pensadores (de Platón a Pascal ) la búsqueda de equilibrio en el alma individual.

 (6) « Si nous considérons l'école idéaliste grecque (Platon, Aristote, les Stoïciens), aucune différence essentielle n'apparaît avec l'Égypte, puisqu'aussi bien il s'agit d'une pensée égyptienne à peine modifié: partout dans la cosmogonie platonicienne et dans la métaphysique aristotélicienne, le mythe cohabite pacifiquement avec le concept. Platon pourrait même être appelé, à juste titre, Platon-le-Mythologue. Mais les choses changent radicalement avec l'école matérialiste grecque; les principes, les lois d'évolution de la nature deviennent des propriétés intrinsèques de la matière, qu'il n'est plus nécessaire de doubler, même symboliquement, d'aucune divinité, ils se suffisent à eux-mêmes. De même toute cause première de nature devine est rejetée; le monde n'a été créé par aucune divinité, la matière a toujours existé » Diopp. o.c. P.412. Con independencia del grado de veracidad de la tesis de fondo no deja de resultar curioso que se emparente a Aristótles con Platón en el marco de una filosofía idealista. 

 (7) "La consciencia histórica es el fundamento donde debe apoyarse la cultura africana repensada y renovada, tomando a la cultura faraónica como referencia a la luz de la racionalidad científica contemporánea. En este sentido, reconstruir las teorías científicas y filosóficas de la tradición negroafricana milenarias para fundar un corpus de ciencias humanas africanas contemporáneas es capital. África tiene la necesidad de re-construir su propia escuela" escribe.

(8)« L'Égypte est la mère lointaine de la science et de la culture occidentale (...) Autant la technologie et la science modernes viennent d'Europe, autant, dans l'antiquité, le savoir universel coulait de la vallée du Nil vers le reste du monde, et en particulier vers la Grèce, qui servira de maillon intermédiaire »Ibid., p. 12.

(9) Ibid., pp. 199-200.

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1 de julio de 2016
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El infierno de Wolfgang Hilbig

            ¿Reunificación de una comunidad o ruptura y desunión? Ahora mismo, en Europa, se discuten acaloradamente las virtudes y defectos de esas opciones. La gran mayoría se decantará por alguna, pero hay espíritus intranquilos para los cuales no sirve ni la una ni la otra. Wolfgang Hilbig (1941-2007), un escritor de la Alemania Oriental, era uno de ellos: disidente del régimen pro-soviético de su país y perseguido por la temible Stasi, una vez caído el muro de Berlín tampoco pudo encontrar su lugar en la Alemania unificada y se convirtió en uno de sus críticos más estridentes; para Hilbig, no había pacto social justo con el individuo, y la vida en la tierra era un infierno sin atenuantes. Hilbig, canonizado en Alemania, es poco conocido más allá de su país, pero eso está cambiando. Su libro de cuentos The Sleep of the Righteous (Two Lines Press), recién publicado en los Estados Unidos -con una maravillosa traducción de Isabel Fargo Cole--, es un buen lugar para comenzar (hace unos años Losada publicó su novela Yo; es lo único que está traducido al español).

            The Sleep of the Righteous es una velada autobiografía en siete cuentos, cuatro de ellos ambientados en la Alemania pre-unificación y el resto en la unificada. La historia que se cuenta es la de un niño en una desolada ciudad minera cerca de Leipzig, que crece junto a las mujeres de su familia (no hay muchos hombres alrededor: su padre, como el de sus compañeros, ha muerto en la batalla de Stalingrado), y que, poco a poco, va encontrando su identidad como escritor. Las intrincadas frases de Hilbig captan perfectamente la atmósfera de esa ciudad minera en la que la asociación con lo infernal es tanto simbólica como literal: los niños juegan en la calle, en medio de "un depósito infinito de polvo que avanzaba hasta los huecos de las escaleras de las casas y parecía brillar en medio del sol del mediodía", y hay minas en las que en la base del lignito del fondo las cenizas todavía arden y se reflejan las ascuas del "profundo fuego del infierno".

            Como un buen escritor en la tradición romántica, Hilbig encuentra equivalencias descriptivas para dar cuenta de los traumas de la historia: esos paisajes devastados de la infancia muestran la descomposición moral de un país que se asoma fragmentado al día después de la segunda guerra mundial. Si la Stasi montó su gran red de espías, era porque los ciudadanos de la Alemania Oriental eran sus cómplices voluntarios, como sugiere "The Afternoon": "lo hacían gratis, solo para mostrar cuánto les importaba la ley y el orden en ese pueblo". Pero en "The Memories", el narrador, ya instalado en la Alemania unificada, tampoco encuentra consuelo, pues si bien el mundo que dejó atrás es "el cólera", el nuevo país es "la plaga". Cuando regresa a la ciudad de la infancia, encuentra las fábricas cerradas y a los hijos de sus conciudadanos mirando al mismo futuro deprimente de siempre.

            Hilbig es un escritor realista cuyas tramas adquieren siempre connotaciones alegóricas e insinúan una verdad inquietante que trasciende los hechos, como en "The Memories", que menciona a una deidad del subsuelo como posible responsable de alterar la fisonomía de los trabajadores mineros -el "dios negro... había alterado la sangre en sus venas, por ellas fluía algo más oscuro y más lento"-: ¿es la historia la culpable de su disolución, o es esa deidad maléfica? ¿O son una las dos?

En "The Dark Man", el mejor cuento del libro, el narrador se encuentra con el informante de la Stasi encargado de su caso, el hombre que ha leído todas sus cartas a lo largo de las años y ha impedido que lleguen a manos de su amante: ese hombre es su enemigo, pero al mirarse en el espejo descubre que él se parece mucho al informante. El cuento sugiere que quizás él mismo sea el informante. No hay respuestas fáciles en el mundo opresivo de Hilbig, y nadie se libra de la culpa.

 

(La Tercera, 26 de junio 2016)

 

 

 

 

 

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30 de junio de 2016
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Prodigio y provecho de la sima

 

 

No sé. Quizá la noticia de que la tribu Bambara atribuya al cerdo el papel de sima, de cavidad que todo lo traga, sea la razón de que se hable tanto de ella. Hasta en la cola del pan oí a un señor contar que había caído a una sima y que tardaron no sé cuánto en rescatarle. Lo cierto es que yo sí caí a una sima ese día aciago en que me convencieron de que el metro era el medio más rápido para acudir a una remota parte de la ciudad donde se hallaban los nuevos estudios de la cadena televisiva municipal BTV. Al salir al exterior quedamos sumidos, un guardia de seguridad y yo, en la oscuridad más absoluta y, zarandeados por un irrefrenable vendaval, rodamos hasta el fondo de un socavón fruto reciente de potentes explosiones. La verdad es que estuve listo en la caída al empujar a mi acompañante de modo que hiciera de colchón pero, esta maniobra, imposibilitó que fueran dos las voces que imploraran ayuda dado que el de Prosegur falleció aplastado por mi peso y envenenado por las emanaciones de gas que se filtraban a traves del lodazal donde quedó empotrado su rostro. Acudió primero una pandilla de chaperos que dio media vuelta al asomarse y comprobar que allí no había negocio. Fueron luego una pareja de jóvenes intelectuales –que también iban a los estudios, precisamente a entrevistarme- los que acudieron y, llenos de reflejos y buen hacer, lanzaron el cabo de una sirga para que me agarrara y pudiera salir del pozo sin mayores contratiempos, quedando la otra persona como consistente pasto para ratas y perros. He de decir que mis dos salvadores, Javier Pérez Andújar y Joan Riambau Möller, resultaron ser dos caballeros, quiero decir que dado mi comatoso estado no me apretaron las tuercas en el interrogatorio televisivo y, acabado el acto, me acompañaron a casa en un taxi que pidió la empresa. Andújar es, además de estupendo novelista, mi actual asesor en cuestión de raza y parsimonia. Riambau editó, de modo exitoso, el Bestiario de Ferrer Lerín.    

 

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29 de junio de 2016
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De más a menos

En los días previos a las elecciones, una manada de indecisos salía a la calle o miraba a la pantalla en busca de alguna luz que pudiera ayudar a elegir lo mejor de lo peor. “¿Con quién seremos más pobres?”, escuché preguntar a más de uno, porque en lugar de hablar de política lo hacían de dinero intentando materializar e imponer del sentido común: IRPF, más impuestos, ayudas para autónomos, cuentas de cómo se llegará a fin de mes según lo que prometían unos u otros. “Miren lo que ha pasado en Inglaterra. Ha sido todo por el dinero, por los pensionistas cabreados. Por culpa de Merkel y del tonto de Cameron”, le decía el frutero del mercado de Potosí a su clientela.
Tener dinero y perderlo, vivir de más a menos, es un trance tan humano y corriente como violento. Se impone un nuevo orden, otra manera de comer, de viajar, de comprar. La carencia trae consigo un sentimiento de sacrificio. Hay que renunciar a los gustos caros, además de sentir la helada incertidumbre al acabar el día cuando la fatiga vence al vértigo. Mi abuela, de joven, tuvo varias criadas e incluso nodriza cuando crió gemelos. Ya anciana, y mucho más pobre, barría una y otra vez la casa casi obsesivamente, aunque no fue desafortunada del todo: desde el fondo de la casa, mi abuelo tocaba el piano para ella, de forma que lo inmaterial acabó imponiéndose a lo contable.
El fin de un tiempo de abundancia nos persigue en sueños desde los antiguos invocando mesura, paciencia y recompensa. Le ocurrió a Borges, quien hasta los 38 años fue mantenido entre algodones, destinado –y financiado– por su familia a leer bibliotecas enteras y afilar el lápiz. Pero acabó esa suerte, y él, un cuarentón que nunca había tenido trabajo fijo, tuvo que emplearse en una biblioteca donde ganaba un mísero sueldo. “Fueron nueve años de sólida infelicidad”, explica en el prólogo de una vieja edición de El Aleph. Durante nueve años tuvo que coger el tranvía, recorrer la ciudad y llevar a cabo una rutina que despreciaba, pero la crítica Elizabeth Hyde Stevens –con motivo del 30.º aniversario de la muerte del autor– asegura que aquello fue un acicate para romper del todo la realidad en su obra y crecer como autor y persona. “Fue la tiranía del dinero la que le dio a Borges una necesidad irrefrenable de escapar a la ficción”, escribe Hyde.
Transformar las fatigas en aprendizajes es una de las máximas vitales que ayudan a vadear las corrientes salvajes. Borges amaba el tango porque pasaba de baile valeroso y feliz a triste coreografía. Vivir con los pasos aprendidos parece un desahogo cuando se transita de menos a más. Hasta que las agujas del reloj cambian de sentido.
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29 de junio de 2016
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Enfermedad de época

Mis amigos y amigas, psicólogos y psicoanalistas me dicen que este caos global y nacional, está afectando notablemente a sus pacientes. No se es absoluto protagonista, para bien o para mal, de la vida personal y familiar sino que el entorno crea un paisaje donde se halla cada cual albergado o desechado. Un mundo económico, político y social cuyo desajuste se proyecta sobre el ánimo y la intimidad de las personas. Sería necio pensar en lo contrario, pero ahora la confusión que incide en la vida personal y doméstica se aspira como un aire tóxico. Una suerte de veneno para la felicidad y la confianza. Ojalá se trate de una transición hacia el amanecer de otra época. En eso creo.

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29 de junio de 2016
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Desunión Jack

Londres, Bruselas y el mundo, por ese orden. No son las amenazas apocalípticas del Proyecto Miedo. Todo va muy rápido de forma que ya se vislumbran los principales efectos. Está en peligro la integridad del Reino Unido. Son inmensas las dudas sobre el futuro de la UE. Y quedará afectada, hasta un grado todavía dificil de calibrar, la relación transatlántica, uno de aquellos tendones de la paz imaginados por Winston Churchill, que todavía hoy aseguran mal que bien el actual equilibrio geopolítico y una cierta hegemonía occidental en la escena internacional.

Respecto a la UE están todos los ingredientes para el contagio: el incremento de las desigualdades como resultado de la Gran Recesión, unas extremas derechas en los umbrales del poder, la crisis de los refugiados, una población asustada ante el incierto futuro del Estado de bienestar y, al final, un prurito nacionalista e identitario enervado por el naufragio de todas las ideologías, una detrás de otra.

La emulación, con la convocatoria de consultas para obtener estatutos especiales de pertenencia a la UE, sería el final. Sobre todo si entrara a subasta la liquidación de la libre circulación de personas, una de las cuatro libertades del mercado único, que es la bandera izada por los partidos xenófobos y populistas. Este es un principio indisociable de la idea europeísta, mucho más que la "unidad cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa" consagrada en los tratados. Ya fue manoseado en el acuerdo entre Cameron y Bruselas, pero ahora los victoriosos dirigentes del Brexit quieren liquidarlo definitivamente en la negociación de divorcio, que imaginan como una nueva relación especial y bilateral entre Londres y una UE de 27 concebida como una mera zona de libre comercio, e integrada por las tres libertades de circulación de mecancías, servicios y capitales a su entera disposición, dejando las fronteras y la inmigración al entero cargo de cada una de las capitales.

Respecto al Reino Unido, el efecto dominó acaba de escenificarse en Bruselas. Un primer ministro británico que asiste por última vez como socio de pleno derecho --en las próximas, el sucesor de Cameron ya irá como negociador del divorcio-- y una primera ministra escocesa que pide amparo a las más altas autoridades de la Comisión y el Parlamento porque no quiere irse de la UE. No tan solo afectará a tres de los cuatro reinos ahora desunidos, sino que también pueden añadirse el Gran Londres e incluso algunas otras ciudades. Es la mejor noticia europea de estos días: unos quieren irse pero otros exigen quedarse.

También sufrirá la relación especial con Estados Unidos y con ella el lazo transatlántico, pues el socio hasta ahora privilegiado tendrá menos fuerza y nula influencia en una UE que se hará más proteccionista. Habrá que ver cómo queda la OTAN, afectada ya de disfunciones en su relación con Turquía y con los socios del este europeo. La pérdida afecta también a los intangibles, como los valores democráticos, una mercancía de venta algo más difícil cuando las urnas desencadenan crisis de tales dimensión. Seguro que para China esta es una lección europea más de los caminos que de ninguna manera hay que tomar.

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28 de junio de 2016
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El Boomeran(g)
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