Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Blogs de autor

Los papeles perdidos de Julian Assange

El patrono de Wikileaks ha perdido definitivamente los papeles. La última jugada de Julian Assange no se dirige ni a Putin ni a Hu Jintao, no denuncia a Bachar el Asad ni a Kim Jong-un, sino a un think tank privado, una sociedad de consultoría y prospectiva, que ha sido pirateada, atacada y robada con la excusa de que se trata de una especie de CIA privada, ?la CIA en la sombra? le llaman. Conozco el caso por dos razones: porque recibo los avisos como suscriptor de Stratfor, el site pirateado de donde han sido robados unos cinco millones de correos privados; y además porque hace poco más de un año prologué, a petición del editor español, el último libro publicado y traducido al español de George Friedman, el presidente de la compañía.

Nada puede justificar un asalto informático como el de Wikileaks contra Stratfor. No estamos ante una violación de las discutibles reglas de los secretos oficiales, por los que instituciones pagadas con los impuestos de los ciudadanos limitan el acceso de estos mismos ciudadanos a informaciones relevantes. No estamos tampoco ante casos de violaciones flagrantes de derechos humanos que justifiquen la violación del secreto legalmente protegido que las cubre.  No se entienden muy bien las acusaciones que desde Wikileaks se hacen a Stratfor para justificar el asalto. ¿Porque tiene suscripciones y subvenciones públicas? Las tienen muchos medios españoles en medida probablemente muy superior. ¿Porque realizan informes y estudios a petición de las empresas? Los hace The Economist. ¿Porque utiliza medios de espionaje? No se sabe que lo haya hecho Stratfor, de momento, aunque sí los utilizan los medios británicos, bien periodísticos, de Rupert Murdoch. ¿Porque se coordinan con servicios secretos? Más lo hacen los medios rusos afines a Putin, el patrón de patronos que ha contratado a Assange para su televisión internacional. Si Stratfor es una agencia de espionaje, entonces, ¿qué es Wikileaks? ¿Una rama periodística de Caritas? Nada puede justificar la violación del secreto de las comunicaciones privadas, una libertad fundamental protegida por las constituciones democráticas, por el solo hecho de que entre los clientes de Stratfor se encuentren servicios secretos, militares, departamentos de Defensa o multinacionales. Ni siquiera las acciones que pudieran ser objeto de censura de los suscriptores de una consultoría privada justifican que otros agentes privados, sin mandatos judiciales, se dediquen a requisar y luego publicar en bloque sus comunicaciones personales. Estamos ante una práctica que resume el fundamentalismo de la transparencia practicado por Assange y sus seguidores. En este caso, ni siquiera el contenido de los cables sirve para justificar su publicación. Son ante todo irrelevantes o redundantes cuando se trata de información pública, y perjudiciales e insidiosos cuando se trata de comunicaciones internas de la empresa hackeada. Pueden ser entretenidos e incluso divertidos, como es el caso del correo de la informadora que ha seguido una conferencia de Aznar en Georgetown, pero nada secreto o desconocido revelan. La idea de una sociedad totalmente transparente, en la que los hackers tengan derecho a interferir y publicar cualquier información que les merezca su atención es una monstruosidad en toda regla, muy próxima a las utopías totalitarias. Por la misma regla de tres que le permite a Assange perforar las comunicaciones de otros podría alguien hacerlo con las suyas, devolviéndole la pelota como ya le sucedió con todo el dossier sobre las presuntas violaciones en Suecia, que suscitaron la ruptura con The Guardian, porque este periódico no informó sobre el caso al gusto del fundador de Wikileaks. Bajo el concepto de inteligencia, en el que se mezclan la idea de información y la de espionaje, Assange intenta descalificar a Stratfor y justificar la perforación de sus comunicaciones. Su presidente George Friedman es, ante todo, un escritor y prolífico autor de informes y libros sobre prospectiva, mucho más alejado de la figura del espía que el propio Assange. Por cierto, conservador o muy conservador, pero en absoluto neocon, e incluso todo lo contrario de lo que es un neocon. Como está demostrando Wikileaks, las comunicaciones internas de Stratfor se producen como en cualquier empresa, sin normas especiales de seguridad, exactamente al revés de lo que sucede con Wikileaks, donde la regla es utilizar medios encriptados. El periodismo está mucho más cerca por sus sistemas de trabajo y de comunicación, e incluso por sus productos, de lo que hace Friedman en Stratfor que de Assange y Wikileaks. La idea de una empresa de espionaje privada, en cambio, se acomoda a la perfección con lo que hacen Assange y su gente. El mundo al revés, en definitiva. (Enlaces: con el site de Stratfor; con la filtración de Wikileaks; con la información sustraída a Stratfor sobre Aznar; con mi prólogo al libro de Friedman).

Leer más
profile avatar
28 de febrero de 2012
Blogs de autor

La izquierda es culpable

No disponemos del bálsamo de Fierabrás que nos sacará de la crisis, pero al menos sabemos quién tiene la culpa. No hablemos de las responsabilidades, más o menos compartidas. Tampoco de causas y orígenes. Nada de sistemas ni historias. No, hurgar por ese lado es propio de culpables, escondidos detrás de las justificaciones grandilocuentes y del intelectualismo frívolo. Hay que hablar de culpa y de culpables, de pecado y de pecadores. A los que hay que exigir arrepentimiento y penitencia: de rodillas, ceniza en la cabeza y a rezar al rincón. La izquierda es culpable porque a ella se debe el desenfrenado tren de vida que ha pretendido dar sanidad y escuela pública para todos, salarios dignos para los trabajadores, pensiones para nuestros jubilados, subsidios de paro para los que pierdan empleo, cuidados gratuitos para la población dependiente y desvalida e incluso una renta mínima para los más necesitados. Por vivir por encima de nuestras posibilidades, en resumen.

También es culpable por su culto al leviatán del Estado, al que ha terminado convirtiendo en un ídolo propio, de forma que aunque también puedan ser de derechas quienes lo utilicen para corromperse y enriquecerse, lo pertinente es cargar culpa y pecado sobre las espaldas de la izquierda. El gasto excesivo y al tuntún, los aeropuertos vacíos, los museos sin visitantes, los trenes sin pasajeros, las autonomías derrochadoras, el paquete entero de la corrupción, todo esto es de izquierdas aunque mande y decida la derecha. Socialismo europeo, como muy acertadamente denuncian el Tea Party americano y los candidatos republicanos. No es la única culpa que pertenece a la izquierda. También es culpa suya que no hayamos encontrado salida a la crisis. Cuando estaba en el Gobierno, por no haberla visto venir. Luego, por no hacer nada. O por hacer algo, que siempre es poco y mal. Por la política de estímulos y por la falta de estímulos. Por controlar todo desde el Estado y a la vez por adscribirse sin que le corresponda al liberalismo desregulador. Por gestionar el capitalismo y por querer destruirlo. Si lo miramos bien es por el mero hecho de existir: cualquier otro gobernante genera confianza solo por quitarle el sillón al izquierdista. Cuando recortó algo, era culpable por recortar; ahora que recortan otros, es culpable por no haber recortado suficientemente, y luego lo sigue siendo por quejarse de los actuales y más drásticos recortes. La culpa es de la izquierda por definición. Si hace algo mal la derecha es por contaminación socialdemócrata y reflejos izquierdistas; o porque sufre una conspiración de la izquierda para hacerla caer en una trampa. Pero su mayor culpa es la que ella misma confiesa, aunque luego no sepa arrepentirse ni purgarla: la derecha manda porque la izquierda no existe. ¡Anda! Pero si no existe, ¿cómo puede ser suya la culpa?

Leer más
profile avatar
27 de febrero de 2012
Blogs de autor

Europeos soberanos

Un país, Grecia, bajo tutela directa. Varios más, España entre otros, bajo vigilancia. Intervenidos, dicen los más catastrofistas: los embajadores de Alemania, y en menor medida de Francia, ejercen una nueva función, próxima a la de unos virreyes de la moneda soberana; la política europea es política interior alemana y francesa. Unas instituciones europeas, sobre todo la Comisión, disminuida y marginada, no tan solo por la pérdida de peso de la construcción comunitaria en favor de la cooperación intergubernamental, sino también por el perfil mínimo de los altos cargos designados y su escasa vocación de protagonismo (el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, el de la Comisión, Jose Manuel Barroso, y la alta representante de la Política Exterior, Catherine Ashton): por algo les nombraron, para que no interfirieran en las decisiones de los socios soberanos tanto cuando toman decisiones individualmente como cuando las toman multilateralmente. E incluso unos Gobiernos nacionales adaptados a la nueva Europa, adición mecánica de naciones soberanas ?cuando no sustracción, resultado de intereses contrapuestos?, que reduce la política europea a política económica; y la traslada casi entera de los ministerios de Exteriores y de Economía, donde estaba radicada hasta que empezó la crisis, a los despachos de los primeros ministros y presidentes, donde reside la sustancia soberana que contribuye al cóctel europeo.

Estas son algunas de las pequeñas transformaciones, hijas de la gran transformación que produce la crisis. Es una Europa cruda y real, defensiva y negativa: todo lo que hace es cortar, cortar y cortar. Para evitar lo peor: salvar los muebles, el euro. Entregar una parte de su bienestar histórico, pasar la soberanía de los periféricos a los dos más grandes, estrechar los márgenes de la política y de la democracia hasta el grado cero si es necesario: la tecnocracia en el poder en Grecia e Italia. En un paisaje tan sombrío es imposible mantener aquel espíritu de familia que Jacques Delors exigía de los socios europeos, hace 20 años, cuando se firmó el Tratado de Maastricht, bajo su presidencia en la Comisión. Entonces todo era más fácil, incluso por el limitado número de socios. Ahora no tan solo ha aumentado el número sino también la diversidad de culturas políticas e intereses dispares y se ha perdido la solidaridad que conducía a terminar todas las reuniones con un esfuerzo para evitar que alguien pudiera aparecer como vencido o perjudicado por las decisiones de los otros. Hasta la crisis, solo había vencedores y ahora hay momentos en que parece que todos, menos uno, parecen vencidos. La Europa sinérgica es la que Maastricht supo mantener a costa de numerosos esfuerzos, no pocas ambigüedades y una gran voluntad de consenso. Ahora estamos en la era de la Europa de la suma cero, en la que lo que gana uno lo pierden los otros. Parte de lo que ocurre se debe a la simple traslación del peso y tamaño real de los agentes en juego al escenario económico y político. Es la geoeconomía que sustituye a la geopolítica; un regreso suave de las viejas soberanías, sin poder militar de por medio. Francia y Alemania conformaban antaño el doble motor de Europa porque en la resolución de su rivalidad de un siglo, con tres guerras incluidas, se hallaba el secreto de la paz europea. No es ahora el caso; si el viejo motor parece tirar es por otras razones, meramente defensivas: no perder el euro, no hundirse y seguir siendo algo en el mundo. Si tiran juntas es porque no puede tirar ninguna de ellas sola: sobre el papel, podría hacerlo Alemania, pero nadie lo aceptaría; tampoco se aceptaría de Francia, pero no podría hacerlo ni siquiera sobre el papel.La prueba de las deficiencias de este eje renovado es el proyecto de Unión Fiscal acordada en diciembre, a costa de la unidad de los europeos. La suma de dos excluye al tercero, Reino Unido, y somete al resto. La primera corrección llega ahora de la mano de Mario Monti con la carta de los doce en favor del crecimiento, firmada con Cameron, Rajoy y Tusk, pero sin Sarkozy ni Merkel. Sin descalificar las políticas de rigor ni abrir el grifo a los estímulos, reta a las UE y a sus instituciones (a ellas se dirige la misiva) para que reaviven el proyecto europeo reforzando el mercado único, liberalizando los servicios y abriendo los mercados digitales y de la energía. Es el lenguaje que permite reincorporar al Reino Unido, excluido en diciembre. Luego habrá que pedir mayor realismo en los controles del déficit e incluso la apertura del grifo a los estímulos, a través del Banco Europeo de Inversiones o del presupuesto de la UE. El objetivo de la carta está anunciado en el análisis, ajeno al tándem franco-alemán: es ante todo una crisis de crecimiento, no tan solo de endeudamiento y de déficit. El objetivo es restaurar la confianza para modernizar las economías y competir de nuevo en el mundo global. Sin espíritu de familia, Europa no recuperará el patrimonio familiar de prosperidad y crecimiento.

Leer más
profile avatar
23 de febrero de 2012
Blogs de autor

La canción de los niños perdidos

Quien más manda, mandando mucho, manda en realidad muy poco. La democracia es la difusión del poder. Todo lo contrario de la autocracia que lo concentra en unas manos solas. La difusión del poder está mal vista en nuestra época de crisis y de decisiones veloces. Las autocracias emergentes pueden resolver sus dificultades con una celeridad y una eficacia inauditas en comparación con las democracias occidentales. Las decisiones monetarias, los recortes sociales o las inversiones públicas más discutibles y discutidas son siempre más fáciles en Rusia y en China que en Europa o Estados Unidos.

No sabemos qué parte de la crisis corresponde a las dificultades de un poder excesivamente difuso, pero puede que sea toda entera. Basta observar la lentitud de las decisiones y la profundidad de las divisiones entre los 27 socios europeos a la hora de resolver la crisis griega, vieja ya de cinco años, para ilustrarlo. O que se lo pregunten a Obama, con sus dificultades para implantar la reforma sanitaria, aprobar los presupuestos o recortar el déficit mediante impuestos. En un caso, la parálisis es por la fragmentación del poder europeo, muy bien descrita por José Ignacio Torreblanca en su libro del mismo título, y, en el otro, por la mayoría republicana de un Congreso polarizado y hostil al presidente. Ambas son situaciones inestables, que en el caso de Estados Unidos deberá conducir a un desenlace en las elecciones de noviembre y en el europeo ya se ha traducido en una especie de 'putsch' permanente del socio más poderoso, que se apropia de la soberanía ajena y vigila ahora los movimientos de todos los otros socios, amparado en la ayuda y compañía de la solícita Francia. Esta nueva correlación de fuerzas no es fruto de fortaleza interior alguna, al contrario, como demuestran los más recientes acontecimientos que han liquidado al presidente de la República Federal, Christian Wulff, sino estrictamente de las debilidades ajenas: unas instituciones europeas erosionadas y sin protagonismo, con unos dirigentes que son los más grises de su historia y unos gobiernos atizados por los efectos sociales de las crisis y sin apenas márgenes para tomar decisiones. Alemania, a pesar de los ensueños de algunos, no es una potencia emergente. Basta con observar su débil y avejentada pirámide demográfica. Sus fortalezas competitivas y exportadoras son debilidades de los otros. Lo mismo sucede con la capacidad de mando. Tiene al frente a una canciller cada vez más desgastada, que ha ido perdiendo apoyos, derrochando bazas y recortando su mayoría. Este es el segundo presidente federal que se le cae del trono, sin que se atisbe ahora la posibilidad de dictar de nuevo el nombre de quien le sustituya, como hizo en dos anteriores ocasiones. Su coalición con los liberales hace aguas. Ha ido perdiendo casi todas las elecciones regionales una detrás de otra. Y está claro que teme perder también al presidente Sarkozy que le acompaña en su labor de mando, porque sería un peldaño más en su descenso y la dejaría sola frente a un François Hollande fresco y recién elegido, dispuesto a terminar con una relación tan asimétrica e instrumental como la que mantiene ahora. Los cánticos soberanos en un momento de máxima difusión del poder son música para ahuyentar fantasmas, cancioncillas que entona el niño perdido para darse ánimos mientras busca la salida del bosque. Es lo que hace Sarkozy al reivindicar una Francia fuerte cuando todos sabemos que los Estados-nación serán cada vez más débiles. O el presidente catalán Artur Mas, cuando dedica su tiempo a predicar sus ansias de independencia catalana ante la prensa internacional. Y caben en el mismo capítulo las exhibiciones de poder de Alicia Sánchez Camacho, que manda en Cataluña sin necesidad de votar a favor de los presupuestos, o las bravatas de José María Aznar sobre la acumulación de poder de sus correligionarios: "Mandáis tanto y sois tantos mandando que me llevaría demasiado tiempo saludar a todos", les dijo el sábado en Sevilla. Con que mandara un saludo a Merkel, que es quien manda a los mandados, bastaría. Ella es la que más manda, aunque a pesar de todo mande tan poco y tan mal.

Leer más
profile avatar
21 de febrero de 2012
Blogs de autor

El Año de la Revolución

Bajo este título, referido a 2011, y con el subtítulo ?Cómo los árabes están derrocando a sus tiranos? llega a las librerías esta semana que hoy empieza el libro que acabo de escribir y del que quiero decir aquí algunas cosas a los lectores del blog. Quienes leen mis columnas en el periódico y los restantes textos que aparecen en ?Del alfiler al elefante? ya estarán familiarizados con los análisis y puntos de vista que ahora podrán leer en el libro. Entre otras razones, porque una parte, bajo al rúbrica ?Diario de 2011?, recoge precisamente los textos escritos al hilo de los acontecimientos y en su inmensa mayoría ya publicados, en formato papel, en digital o en ambos, aunque he intentado contextualizarlos con el acompañamiento de una cronología que permite el ejercicio de situarse en cada uno de los momentos del proceso revolucionario en curso.

Tanto la cronología como las otras tres partes que componen el libro son inéditas, e intentan ofrecer en su conjunto una visión global y completa sobre los orígenes, la evolución y el balance provisional de este año revolucionario. Si el ?Diario de 2011? sigue el hilo temporal para analizar la marcha de los acontecimientos, la segunda parte, titulada ?Atlas del cambio político?, levanta el mapa país por país de los efectos producidos por la oleada de revueltas en el conjunto del mundo árabe. Una tercera parte, titulada ?Las claves de las revueltas?, intenta profundizar en las preguntas más elementales que se nos pueden ocurrir para explicar la magnitud de estos acontecimientos: ¿Por qué ahora, entre el invierno y la primavera de 2011? ¿Por qué no sucedió antes, en 2008 por ejemplo, cuando ya crecía el descontento por los precios de los alimentos? ¿Por qué primero en Túnez y luego en Egipto? ¿Por qué no empezó por Argelia o por Marruecos? ¿Por qué han tardado tanto en caer algunos de estos regímenes si al final se han revelado tan débiles y vulnerables? ¿Y por qué un contagio tan rápido en muchos casos entre países tan distantes y heterogéneos? La última y cuarta parte, titulada ?El espíritu revolucionario? esboza un balance más conceptual sobre la trascendencia de estos acontecimientos alrededor de la propia idea de revolución y de su carácter histórico y excepcional. Veinte años después del fin de la historia, decretado a partir de la proclamación del triunfo del sistema capitalista y de los regímenes democráticos, están acaeciendo en tropel acontecimientos en todo el mundo que señalan un nuevo comienzo, el hundimiento de viejas estructuras y la incierta y dudosa construcción de otras nuevas. ¿Es una revolución? No la llamemos así, si no queremos. Otros prefieren llamarla Primavera, Despertar o Levantamiento Árabe e incluso Intifada, denominaciones todas ellas inspiradas en otros momentos o episodios de la historia; pero lo que no podemos negar es la ruptura en las consciencias que se ha producido entre los ciudadanos árabes, muy similar a la que se da en todas las revoluciones, con independencia de la culminación y evolución posterior que tengan los cambios revolucionarios. Esta ruptura en las conciencias es la que explica, entre otras cosas, los once meses de revuelta cada vez más intensa de los sirios contra el régimen a pesar de la durísima represión y de su terrible balance de tortura y muerte. (Un adelanto del libro, extraído del capítulo tercero sobre ?Las claves de las revueltas?, apareció ayer en el periódico en papel y puede leerse en este enlace con EL PAIS DOMINGO).

Leer más
profile avatar
20 de febrero de 2012
Blogs de autor

Los regresistas

Tras destruir la mitología entera del progreso, toca ahora construir una nueva: la del regreso. Es probable que corresponda a uno de esos movimientos pendulares que nos hemos imaginado para comprender los cambios que suceden de forma sincronizada en las mentes humanas y que nos llevan a votar a partidos similares que hacen políticas muy parecidas y utilizan argumentos idénticos en zonas extensas del planeta. Pero vamos a vivirlo como si fueran verdades eternas, aunque dentro de muy pocos años un nuevo cambio de los vientos nos haga recuperar otra vez lo que ahora estamos abandonando.

Regresamos al capitalismo manchesteriano para competir con China, donde sus dirigentes hicieron un movimiento pendular bastante más brusco que el nuestro cuando pasaron directamente del comunismo a los tiempos en que Marx y Engels observaban la acumulación primitiva de capital mediante el trabajo infantil y las jornadas interminables. Lo mismo sucede con la protección social, la cobertura de salud o la política medioambiental. Regresamos a etapas anteriores para poder competir en condiciones con los trabajadores y las industrias de los países emergentes donde todavía no han alcanzado lo que nosotros ya dábamos por conquistado. Olvidamos con frecuencia que el regreso de unos es el progreso de otros. La ideología del regreso es vivida por unos con regocijo. Sabemos quiénes son, con mundo globalizado o sin él. Siempre prefirieron las glorias de las viejas sociedades jerárquicas y autoritarias, la democracia censitaria, up and down, ley y orden. Otros lo viven como el hundimiento de un mundo que nunca volverá. Los regresistas más genuinos, que no son pocos, intentan colarnos de matute su mercancía más vieja y averiada, que afecta a los derechos individuales, la igualdad entre sexos o la separación entre iglesia y Estado. Algunos se atreven a calificar de progresistas sus más reaccionarias propuestas ?al revés te lo digo para que me entiendas?, como situar en pie de igualdad o por encima los derechos del embrión humano sobre los de la mujer. Todos los regresistas, los felices y los amargados, están tan equivocados como los progresistas de antaño, sobre todo en su respectivamente frívola o fatalista contribución al mito. Así como hubo un antiprogresismo que actuó eficazmente en la demolición de ídolos y fetiches, se necesita un antirregresismo que impida adorar el retorno de las viejas naciones, los populismos extremistas, el racismo y la xenofobia, las guerras frías o calientes, y la correspondiente demolición de las construcciones mayores del progreso europeo. No habría mayor regreso que la pérdida de los valores ilustrados europeos y su sustitución por viejos valores regresistas de las nuevas potencias que progresan y emergen.

Leer más
profile avatar
19 de febrero de 2012
Blogs de autor

Geopolítica árabe

Pocas regiones del planeta han soñado tan intensamente en la posibilidad de trascender los límites nacionales para fundirse en una unidad mayor y más auténtica. A diferencia del sueño de la unidad europea, respuesta a un continente dividido por la guerra, el proyecto panárabe surgió como reacción nacionalista a la dominación colonial y a sus fronteras arbitrarias. Llegó a concretarse en la efímera República Árabe Unida, que unió a Egipto con Siria desde 1958 hasta 1961 bajo la batuta de Nasser, y se reprodujo en otros intentos también fracasados, protagonizados casi todos por un coronel Gadafi ansioso por emularle.

A las ensoñaciones más sublimes les corresponden las realidades más toscas: pocas zonas del planeta se hallan menos integradas económicamente y más cuarteadas en lo político. No hace falta situar el foco sobre la disputa territorial entre israelíes y palestinos, entre el Mediterráneo y el Jordán, para tropezar con divisiones, controles, muros y bloqueos. En el Magreb, Marruecos y Argelia viven de espaldas y con la frontera cerrada, agarrotados por el conflicto del Sáhara Occidental. Y sin embargo, la capacidad de contagio de las revueltas ha venido a recordar, por si alguien lo había olvidado, las afinidades y sentimientos compartidos por los ciudadanos de la entera geografía árabe. Hay una especie de nuevo panarabismo, implícito y ajeno a los proyectos derrotados, alentado por las cadenas de televisión por satélite, con Al Yazira a la cabeza, que no se traduce de momento en la reconstrucción de los viejos ensueños de unidad. Y ha venido también a estimular la acción política internacional, después de recuperarla en la vida interior de los países en transición. A pesar de las utopías unitarias, o precisamente a causa de sus efectos perversos, esos países apenas se relacionaban entre sí y preferían vivir divididos en una relación individualizada de mutua protección mafiosa con las potencias occidentales de la que los autócratas extrajeron pingües beneficios personales. Ahora no tienen más remedio que hablar entre ellos, cerrar pactos y acuerdos, concertar acciones diplomáticas o militares y aprender a actuar juntos, algo que nunca supieron hacer, como demuestran sus guerras contra Israel, todas perdidas. La crisis política desencadenada por las revueltas estimula la acción multilateral y reaviva instituciones y proyectos de cooperación e integración. No siempre en la buena dirección, como demuestra la intervención militar en Bahréin de los países del Consejo de Cooperación del Golfo, dirigidos por Arabia Saudí, para acallar las protestas que empezaron allí hace un año. Las monarquías petroleras, encabezadas por la saudí, actuaron en marzo del pasado año como los soviéticos en la época de la guerra fría a través del Pacto de Varsovia, marcando las líneas rojas de la soberanía limitada de los países bajo su paraguas de seguridad, que es también parte del paraguas de Estados Unidos. Una tal actuación venía exigida por las bases militares estadounidenses en la región (en el mismo Bahréin, entre otros), por la amenaza nuclear iraní y, sobre todo, por la denegación de los derechos civiles a la población, principalmente la de religión chií. Las dos mayores oportunidades para la acción coordinada las han proporcionado las crisis libia y siria. Con la primera, la Liga Árabe patrocinó la creación de una zona de prohibición de vuelos para proteger a los rebeldes de los ataques de Gadafi, aunque luego quedó bajo la dirección europea. Con la segunda, la propia organización árabe es la que conduce la resolución de la crisis y promueve una fuerza de Naciones Unidas que frene la matanza de El Asad contra su población. Los principales impulsores de esta última iniciativa son paradójicamente las monarquías contrarrevolucionarias petroleras, que en esta ocasión apoyan la revolución siria como parte de su guerra fría contra Irán. La tracción integradora en el oriente árabe, el Mashrek, se dirige al cambio de régimen en Siria y a contener a Irán, y de ahí que tenga en la seguridad su concepto central. En la punta occidental, el Magreb, en cambio, un multilateralismo constructivo está empezando a mover piezas a iniciativa del país vanguardista que es Túnez. Su presidente, Moncef Marzuki, acaba de apalabrar en una gira por Marruecos, Mauritania y Argelia la celebración de una cumbre de la Unión del Magreb Árabe que resucite esta organización nacida en 1988 y sin vida útil hasta ahora. Su objetivo inmediato es construir un espacio magrebí con cinco libertades: de circulación de personas, residencia, trabajo, inversión y participación electoral en los municipios. La pulsión de unidad, lejos del añejo panarabismo, se expresa así en el Mashrek trenzando acuerdos de seguridad, al estilo de la OTAN en la guerra fría, y en el Magreb, buscando una cooperación económica y civil como en la UE.

Leer más
profile avatar
16 de febrero de 2012
Blogs de autor

Podridos de dinero

El principio que atribuye a cada ciudadano un voto se ha ido con el agua de la bañera, y lo que queda, a la vista de todos, es el viejo y malhumorado Tío Gilito, sentado encima de su bolsa inmensa de dinero. Esa es de momento la estampa de las primarias republicanas de las que saldrá el candidato que desafíe a Barack Obama en la elección presidencial. Una carrera o puja entre millonarios, en vez de un ejercicio de deliberación y de democracia. Desde Europa nos entusiasman las primarias, los debates televisivos, los caucus e incluso la propaganda adversa, pero la sustancia de estas elecciones la proporcionan las montañas inmensas de dinero que están inyectando a su capricho los multimillonarios partidarios de cada candidato, doce en concreto, gracias a una sentencia del Tribunal Supremo de 2010 que autoriza en nombre de la libertad de expresión las donaciones sin límite para realizar campañas negativas.

Los jueces han reconocido así los derechos del dinero por encima de los derechos de los ciudadanos, algo que han aprovechado esos grandes electores que votan con su chequera y compiten entre sí en los apoyos a los distintos candidatos republicanos. La cerrada lucha entre tres candidatos, Mitt Romney, Rick Santorum y Newt Gingrich, que amenaza con durar más de lo conveniente antes de decantarse en favor de uno de ellos, se debe precisamente a la cantidad de recursos invertidos por estos acaudalados padrinos que les protegen. Para empeorar las cosas, las inversiones en anuncios televisivos autorizadas por los tribunales no ensalzan las virtudes de cada candidato, sino los defectos de los rivales. La sentencia que avaló estas prácticas conduce, para colmo, a un permanente ejercicio de hipocresía: las organizaciones que recogen estas inversiones no pueden tener una relación abierta con la campaña del candidato, algo que no les impide a cada uno de ellos asistir personalmente a las reuniones para animar la recaudación de fondos, aunque con el cuidado de abandonar la sala cuando se discute sobre los contenidos de los anuncios. Barack Obama ha criticado duramente estas prácticas, pero no ha tenido más remedio que aceptarlas y destacar a varios colaboradores suyos para que trabajen en una de estas organizaciones. Sabe que los republicanos están preparando una megacampaña para bombardearle con publicidad negativa en cuanto se sepa quién es el candidato republicano. De momento, se maneja la cifra de 100 millones de dólares ya apalabrados entre los Tíos Gilitos conservadores, pero algunos especialistas creen que la cifra podrá llegar hasta los 500. Entre ellos están los multimillonarios de Wall Street contrarios a las regulaciones exigidas por la crisis: consideran que todavía no han ganado la guerra entre el mundo de las finanzas y el de la política y que la reelección de Obama es la última batalla que les queda por librar.

Leer más
profile avatar
13 de febrero de 2012
Blogs de autor

El pastel que Rajoy nos ha servido

La base del pastel es que no hay oposición. O que no la hay todavía y que costará que la haya. Esa es muy buena base, porque lo permite todo. Nadie va rechistar por las incongruencias, impericias e incumplimientos del programa y de las promesas: ya se sabe que las promesas solo comprometen a quien se las cree. El mérito es ajeno, pero hay que reconocer que luego las sucesivas capas se hallan astutamente dispuestas, en el mejor y más pastelero estilo tacticista. Hay una capa bien visible y cremosa de demagogia derechista y reaccionaria, extendida a modo de contentar a la clientela más molesta y ruidosa. Hay otra capa de terso y obligado mazacote europeísta, impuesto ya por Merkozy a Zapatero y aceptado con alegría impostada por Rajoy: en cuanto pueda buscará cómo hacerla más dúctil y flexible. Y hay finalmente otra capa, ligera y fácil de consumir, de nata y merengue socialdemócratas, dispuestos para satisfacer al electorado andaluz, al que hay que hacérselo fácil: no se cambia de mayoría sociológica en un plisplas.

Esta última capa del pastel, la que cubre la superficie, es la que más desconcierta a los votantes socialistas. Puede que haya subida de impuestos indirectos más adelante, sobre todo si las cosas siguen empeorando, pero de momento quien ha subido los impuestos directos a las rentas de las clases medias habiendo prometido exactamente lo contrario han sido los populares, que se han comportado solo llegar al gobierno como si pertenecieran a un típico partido izquierdista. Cabe también que se haya producido una exacta inversión ideológica: si bajar los impuestos era de izquierdas, tal como se atrevió a formular un inicial Zapatero aupado entonces por la burbuja, cabe deducir que subirlos será de derechas sobre todo cuando la burbuja está ya más que pinchada. No basta con más impuestos, hay que recortar los sueldos de los banqueros y apelar a la solidaridad. Lo que no se atrevieron a hacer los socialistas lo ha hecho también este gobierno sin pestañear. Solo falta ahora que la reforma laboral atienda antes a los intereses electorales de los populares andaluces que a las exigencias de Merkel. ¿Serán también las elecciones andaluzas parte de la política interior alemana?

Leer más
profile avatar
8 de febrero de 2012
Blogs de autor

Merkel en campaña

Puede ser desesperación, como dice Der Spiegel, pero puede ser algo de más difícil comprensión, y es que Merkel se haya creído su eslogan de que la política europea es política interior alemana. Lo dijo en Davos y lo repitió al día siguiente en la entrevista que dio a este periódico. La idea de que la Unión Europea es el terreno de juego de las instituciones alemanas sería muy bella si funcionara como una ley generalizable a todos los socios y no como el principio de uno para uno mismo, Alemania. Ahora mismo significa que el Bundestag, el Bundesverfassungsgericht y el Bundesregierung (parlamento, tribunal y gobierno) se sitúan en la práctica por encima de los parlamentos, tribunales y gobiernos de cada uno de los países socios, al menos los del euro, y por encima también del parlamento, el tribunal y la comisión europeos. Unos, los socios, pierden soberanía; otro no alcanza a tenerla, la Unión; y Alemania la expande. Se entiende perfectamente, aun sin estar de acuerdo, que un movimiento de este tipo sea el que facilite el portazo a Cameron y a cualquiera, Chequia por ejemplo.

Pudiera ser que hubiera un elemento táctico o provisional en esta Europa alemana que se está configurando al calor de la geoeconomía que ha venido felizmente a sustituir con su soft power a la geopolítica militarizada. Según esta teoría, Merkel estaría empujando para obtener la austeridad de los despilfarradores y la renuncia a la soberanía de los más reticentes a la Unión Europea, pero su objetivo final sería la entrega del poder soberano a la unión fiscal resultante, objetivo muy cercano a la unión política que Kohl quiso pero no pudo conseguir en Maastricht. Están bien las lecturas piadosas, pero para qué ocultar que esta dura táctica puede servir a quienes quieren echar a los países del sur y a quienes nada quieren saber de una Europa federal unida, que al final son los mismos. También hay que tener en cuenta que las mejores intenciones europeístas pueden naufragar si Grecia no aguanta y sigue luego el efecto dominó: es decir, si se cae el euro. Respecto a la eficacia de la campaña, hay que decir que un programa compuesto de austeridad y de entrega de soberanía a Alemania, en vez de crecimiento y entrega de soberanía a una Unión equilibrada, gobernada y sin directorios, es la vía más segura para el fracaso. Sarkozy lo tiene mal, pero si Merkel insiste puede tenerlo peor. Habrá que ver luego si una campaña francesa con malos resultados se convierte en un lastre para la campaña alemana de 2013. En cuestión de campañas electorales, la mezcla de géneros y la confusión de niveles suelen producir efectos perversos. Cada uno tiene que ganar la suya y estar preparado para pactar luego con quien gane en las otras. Convertir la política europea en política interior alemana destruye además una regla que ha funcionado de maravilla en las relaciones bilaterales intraeuropeas, como es que los colores distintos liguen mejor que las cartas del mismo palo. Y nos hace temer que los social cristianos alemanes quieran ganar a partir de ahora todas las elecciones que se celebren en Europa. Una pretensión tan absurda debería levantar los ánimos decaídos de toda la socialdemocracia europea.

Leer más
profile avatar
6 de febrero de 2012
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.