Skip to main content
Escrito por

Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La gran novedad que trae 2010

Los demógrafos han echado las cuentas. El año que hoy empieza nos traerá una modificación sustancial para la humanidad. Acabamos de salir de una larguísima etapa de la historia del planeta. Por primera vez habrá más habitantes en las ciudades que en el medio rural. Hace 60 años apenas un tercio de la humanidad vivía en ciudades, pero dentro de 40 años, en 2050, el 70 por ciento de los seres humanos serán urbanitas. En el siglo transcurrido desde 1950 la proporción campo/ciudad se habrá invertido y el momento crucial del cambio, en el que la población urbana superará a la rural, se producirá este año en el que acabamos de entrar.

Este dato no es anecdótico, sino que comporta muy serias consecuencias. En las próximas cuatro décadas la población mundial crecerá de los actuales 6.830 millones de habitantes hasta los 9.150 millones, una cantidad enorme que quedará estable a partir de aquella fecha. El mayor crecimiento se producirá en las ciudades de los países más pobres y con población más joven, donde serán colosales los déficits educativos, las dificultades de empleo o la falta infraestructuras e inversiones. Elemento central de esta evolución es que la religión de la mayor parte de esta población urbana y en gran parte desafortunada será el islam. La urbanización del planeta irá acompañada de una brutal extensión de las clases medias, consumidoras y competitivas, a los países emergentes, un proceso que ya ha empezado pero que tomará dimensiones mucho mayores. Estas nuevas clases medias ?pobres? y en ascenso no vivirán, sin embargo, en unas condiciones urbanas mejores que las viejas clases medias europeas y norteamericanas, al contrario. Habitarán medios urbanos deteriorados o precarios y dotados de infraestructuras insuficientes y de mala calidad. Aunque mejorarán sustancialmente en riqueza y educación respecto a sus padres y abuelos, no lo harán en seguridad en estas ciudades donde proliferarán la delincuencia y el terrorismo. Sus jóvenes serán ellos mismos carne de cañón para el reclutamiento rápido, y fácilmente se verán involucradas en conflictos étnicos, enfrentamientos religiosos y políticos y tentados por movimiento populistas. Junto a esta evolución en los países pobres y emergentes, la evolución demográfica y económica del mundo atlántico, Estados Unidos y sus aliados occidentales, será justamente la inversa. Su población representará sólo un 12 por ciento del conjunto mundial (en 2003 estaba alrededor del 17). Su participación en el PIB mundial, que alcanzó el 68 por ciento en 1950 y bajó hasta el 43 por ciento en 2003, será inferior al 30 por ciento en 2050. Si estos países quieren convertirse en una fortaleza frente a la inmigración, enfrentada culturalmente a quienes practican el islam, fácilmente podremos sacar negras conclusiones sobre lo que nos espera en los próximos años. De las ciudades caóticas e inmensas de los países emergentes pueden salir millares de lobos solitarios como el joven nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab, dispuestos a convertir en una violencia ciega su resentimiento y su desorientación ante la vida. (Enlace: estos datos y reflexiones vienen a cuento de la lectura de año nuevo que propongo a los lectores: La nueva bomba poblacional. Las cuatro grandes tendencias que cambiarán el mundo, artículo de Jack D. Goldstone en Foreign Affairs, con acceso de pago. Las tendencias en cuestión son: 1.- la pérdida de peso demográfico del mundo desarrollado con el correspondiente cambio de centro económico del planeta; 2.- el envejecimiento y declive de la fuerza de trabajo de los países desarrollados, con el correspondiente aumento de demanda de mano de obra inmigrante; 3.- la concentración del crecimiento en los países, pobres, jóvenes y musulmanes; y 4.- la urbanización masiva del planeta).



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
31 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El hilo del que pende Obama

Todo pende de un hilo. No hay que olvidar que el denostado y desprestigiado George W. Bush consiguió terminar sus penosos ocho años sin que se produjera un nuevo atentado en suelo norteamericano. El pasado día de Navidad pudo convertirse en una jornada fatal para Barack Obama, muy pocas horas después de apuntarse el primer éxito de su prometedora aunque dificultosa presidencia con la aprobación por el Senado de la reforma del sistema de salud.

Como en el 11-S, fallaron tanto los servicios secretos como los sistemas de prevención. Y como en el 11-S, no han faltado voces que sugieren respuestas contraproducentes y desproporcionadas. La invasión de Yemen para limpiar el país de terroristas sería la peor manera de responder al atentado frustrado que, además de poner en peligro las vidas de 289 personas, ha dejado de nuevo en mal lugar a la seguridad y la inteligencia norteamericanas. El atentado no consiguió su objetivo de volar el avión porque falló la tecnología o el terrorista no tuvo la destreza necesaria para activar eficazmente el explosivo; pero consiguió eludir todos los controles y sistemas de prevención, dando así una lección sobre la vulnerabilidad occidental que muchos candidatos a terroristas querrán explotar. Incluso si Umar Farouk Abdulmutallab no hubiera tenido nada que ver con la organización de Bin Laden, éste ha obtenido un éxito al menos simbólico. A fin de cuentas, la función actual de Al Qaeda es proporcionar una marca, un zócalo ideológico y un sistema de comunicación que sirve para los grupos terroristas autónomos de las distintas regiones donde está implantado. Tiene limitado interés político, no policial evidentemente, llegar a precisar si además hay, como parece ser el caso, una clara conexión logística y práctica. El senador independiente y halcón acreditado Joe Lieberman ha difundido la inquietante frase de que "Irak es la guerra de ayer, Afganistán la de hoy y, si no se actúa preventivamente, Yemen será la de mañana". Su profecía no carece de fundamento a la vista de la enorme actividad terrorista en Yemen, como mínimo desde el atentado en 2000 al buque norteamericano USS Cole, que costó la vida a 17 marineros. Su frase permite incluso un colofón, al hilo de los secuestros de europeos en Mauritania y Malí: "...Y la guerra de pasado mañana será la del Magreb y el Sahel". El objetivo de Al Qaeda no puede ser más claro: abrir una tercera trampa en el Estado fallido de Yemen. Sabemos que la primera potencia mundial no puede soportar el mantenimiento de dos guerras simultáneas. Bush tuvo que levantar el pie del acelerador en Afganistán para mantener el tipo en Irak, con las consecuencias que se conocen respecto a la resurgencia talibán. Obama, con su plan de retirada de Irak para 2011, podrá incrementar el número de tropas en Afganistán. Pensar en la invasión de un tercer país es sencillamente una locura que Bin Laden promueve con entusiasmo. Los atentados del 11-S cambiaron la visión geoestratégica del mundo, con resultados catastróficos para todos. Pero es una evidencia que no sirvieron para que aprendiéramos las lecciones más prácticas que se desprendían de aquellas circunstancias. Es sorprendente que Estados Unidos, que tanto ha cambiado desde el 11-S, no haya resuelto siete años después y con dos administraciones distintas los dos elementos que permitieron el atentado frustrado del viernes en el avión de la compañía Northwest. Obama ha ordenado analizar lo que ha fallado en este caso, que son los sistemas de revisión corporal y las listas de pasajeros peligrosos. Aunque ambos errores no son nuevos, sino fruto de una estricta continuidad en las políticas antiterroristas, quien pagará la factura si llega a producirse un mega atentado, y con toda justicia, es sólo y únicamente la actual Administración. Aunque Obama circunscribe los fallos a errores humanos y sistémicos, sus enemigos políticos intentarán demostrar que son fruto de su visión política, sus valores morales y sus decisiones estratégicas. El peligro al que se enfrenta ahora el presidente, sobre todo después de la primera reacción desordenada y confusa de sus colaboradores, es que reaparezca algo del clima de histeria antiterrorista que le fue tan útil a Bush. Para él sería absolutamente perjudicial y podría comprometer buena parte de su política exterior, además de sus promesas respecto a los derechos humanos y el respeto del habeas corpus de los sospechosos detenidos. Que Bush sacara conclusiones equivocadas del 11-S no significa que del 11-S no se deriven lecciones profundamente preocupantes sobre nuestra época y nuestra seguridad. El terrorismo no ha parado de golpear desde entonces. La presidencia de Obama pende de un hilo, pero es el mismo hilo del que pende nuestra seguridad. Alguna lección específica sobre la colaboración española y europea con la política antiterrorista norteamericana debería deducirse de todo ello.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
31 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Las noches de Tony Judt

No se pierdan los dos últimos textos de Tony Judt. No sirven precisamente para alegrar el final de año, pero constituyen dos piezas de una excepcional densidad ideológica y humana. La primera es un análisis sobre el estado de la socialdemocracia europea; la segunda una detallada explicación sobre la enfermedad que aqueja al escritor, una esclerosis lateral amiotrófica. Lo más duro de pelar es que un texto lleva al otro: eso es lo que voy a contar hoy; tenía el primero preparado para su lectura, desde hace muy escasos días, cuando recibí el lunes el sumario del siguiente número de la revista donde suele publicar sus artículos, la New York Review of Books, y en él pude leer, encabezándolo, el titular escueto y claro, Night, y la frase de arranque, llana y sin remilgos: ?I suffer from a motor neuron disorder, in my case a variant of amyotrophic lateral sclerosis (ALS): Lou Gehrig's disease.? (Sufro un desorden neuromotriz, en mi caso una variante de la esclerosis lateral amiotrófica (ALS): la enfermedad de Lou Gehrig?. No tuve más remedio que emprender la lectura del primer artículo para darme cuenta de que, en efecto, conduce al segundo.

El primer texto se titula ?Qué está vivo y qué está muerto en la socialdemocracia?, y es la adaptación de una conferencia pronunciada en la Universidad de Nueva York el pasado 19 de octubre. Doy la palabra, traducida, al periodista Peter Weiss, que asistió al acto y lo reseña en su blog Mondoweiss bajo el título ?Paralizado pero impertérrito, Judt lega a la izquierda la batalla contra la desigualdad?: ?Tony Judt rodó sobre la tarima de la Universidad de Nueva York la pasada noche en su silla de ruedas, con un tubo de respiración atado a su cabeza y una manta sobre su cuerpo, y comenzó su discurso con una voz sorprendentemente fuerte señalando que iba a "matar al elefante en la sala": hace un año le fue diagnosticada una variante de esclerosis lateral amiotrófica, o enfermedad de Lou Gehrig, una enfermedad muscular degenerativa, que le había dejado paralizado del cuello para abajo. Algunos amigos le habían pedido que el tema de la Conferencia Remarque (por el nombre del escritor alemán Erich Maria Remarque) fuera la naturaleza de su enfermedad, a fin de entrar en el debate sobre la salud, pero llegó a la conclusión de que no tenía sentido alguno mostrarse (show) y contarlo. Lo que se iba a ver (show) era obvio: esto es lo que la enfermedad le hizo a ese cuerpo, dejarle tetrapléjico ?luciendo un tupperware en el rostro?, una máquina que respira por él, con rítmico silbido. Quienes tenían la esperanza de que daría una charla estimulante sobre lo que un cuerpo puede hacer en estas circunstancias quedaron defraudados: "Soy inglés, no nos dedicamos a levantarnos el ánimo?. Pero a pesar de sí mismo, Judt cumplió ambos encargos. El discurso que pronunció durante los siguientes cien minutos, en el que se preguntaba si iba a aguantar, fue un llamamiento a la izquierda a tomar las armas?. Las armas de Judt, y las de la izquierda democrática a la que pertenece y se dirige, obvio es decirlo, son las ideas y las palabras. Lo que nos dice Judt con estos dos textos se refiere precisamente al valor de estas armas, incluso cuando el cuerpo se convierte en un caparazón inmóvil. Judt hace una apelación a la izquierda para que ponga pie en pared después del ciclo conservador marcado por la desregulación, la desprotección y la privatización. Llama a las cosas por su nombre, como nos ha demostrado con su enfermedad: su izquierda es conservadora; no debe cambiar nada sino resistir y recuperar conceptos arrumbados en los últimos 30 años por una derecha revolucionaria que nos ha conducido al desastre. En este tiempo el lenguaje de los valores ha sido sustituido por las meras consideraciones sobre las pérdidas y ganancias económicas. Y como consecuencia, las privatizaciones, el subarriendo de las tareas del Estado y el desprecio por los más desfavorecidos. Lo que queda de la socialdemocracia europea, lo poco que queda, es además patrimonio de todos y no sirve ya para ganar elecciones, tal como ha podido comprobar la socialdemocracia alemana. El discurso del progresismo optimista ha quedado cancelado, por lo que ahora corresponde una ?socialdemocracia del miedo?. No es la primera vez que sucede. Judt se remite a la Europa de entreguerras, momento en que, de forma análoga a hoy, la izquierda se dejó arrebatar una herencia liberal que le pertenece. Y lo que hay que conservar es bien claro: la función del sector público, la acción social del Estado y las instituciones del Estado de bienestar. Son ideas polémicas para el debate. Bien articuladas y razonadas. Pero sobre todo, surgidas de una mente en acción aunque sea en un cuerpo cada vez más inactivo. Lo admirable de Tony Judt es su capacidad para seguir pensando, para seguir viviendo. En su texto pide ayuda, alguien con quien hablar: yacente dentro de un cuerpo inmóvil, sus noches son interminables y terribles. Y sus únicas armas de combate son, precisamente los ejercicios de pensar y recordar, que le permiten afinar su memoria y su agilidad mental. Es difícil conjugar mejor en dos textos tan distintos y a la vez entrelazados un mismo llamamiento a la razón y al debate. (Enlaces: con Night, con el texto de la conferencia, con el blog Mondoweiss, y con el Remarque Institut, que Tony Judt dirige).  



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
30 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

China con Irán

La comparación entre China e Irán vuelve a estar en el orden del día. La hice en junio, cuando empezó la revolución verde contra el régimen del ayatola Jamenei y la retomo ahora cuando se observa cómo se mantiene y se extiende el movimiento de protesta por todo el país. El detonante sigue admitiéndola: las protestas de Tian Anmen empezaron como homenaje a Hu Yaobang, el dirigente reformista apartado del poder, fallecido el día 15 de abril de 1989; al igual que en Irán ha sido la muerte del gran ayatola Montazeri, el hombre que en su día pudo suceder a Jomeini, la que ha actuado de catalizador. Pero la relación entre las revoluciones democráticas china e iraní va mucho más allá: hay que entrar en twitter para darse cuenta de la ola de solidaridad que está suscitando el movimiento iraní entre los chinos.

En esta nueva revolución iraní están los viejos componentes que suelen acompañar todas las transiciones, pacíficas o no. La lucha por el poder dentro del régimen que se tambalea, la división entre los duros y los reformistas del régimen, el relevo generacional, la ascensión de nuevos valores e ideas que van minando las dominantes... Esto sucedió en Tian Anmen y está sucediendo en Teherán, con el añadido, ciertamente muy relevante, del uso de las tecnologías de la comunicación, sobre todo a través del teléfono móvil, como instrumento organizativo y también de solidaridad. No es lo mismo convocar saltos en las calles o citar a la gente a una manifestación al viejo estilo de los panfletos o del boca oreja, que hacerlo por mensajes e mail, facebook o twitter. Los acontecimientos se siguen en todo el mundo con una intensidad y una cercanía imposibles hace 20 años. Quizás esto explica la resistencia de un movimiento que lleva ya seis meses sin rendirse e incluso incrementando su fuerza, como indica el desbordamiento del escenario de la capital. No hay duda de que la torpeza del régimen y la obsesión enfermiza en la represión, propia de dirigentes que se sienten acorralados, también han hecho su contribución a la vitalidad de la protesta. Pero los hechos del domingo, durante la festividad chiíta de la Ashura, han demostrado que el gobierno ni siquiera es capaz de mantener sus fuerzas bajo control. Son numerosas las imágenes que están llegando de policías acorralados por los jóvenes o luciendo los símbolos verdes de la protesta en un gesto de simpatía o de rendición ante los manifestantes. A la vez, este desbordamiento se combina con decenas de detenciones o con los numerosos muertos entre los manifestantes, diez veces más de los reconocidos por las autoridades según los mensajes que se pueden leer a través de twitter. El sobrino de Mussaví, fallecido por disparos efectuados desde su espalda, podría ser víctima de una represalia destinada a amedrentar al principal rival electoral de Ahmadinejad. La familia se ha encontrado con que el cadáver ha desaparecido del hospital. Varios colaboradores del dirigente reformista han sido también detenidos. El cerco del régimen sobre los dirigentes de la protesta se estrecha, a medida que la protesta de los jóvenes se extiende. No hay duda de que los iraníes se acercan a momentos decisivos. (Enlaces: con mi post sobre China e Irán de junio pasado; con el signo de la solidaridad China con Irán en twitter: #cn4iran)



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
29 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Consecuencias del mal periodismo

Es más que notable que una de las tres debilidades actuales de la política exterior norteamericana, según diagnóstico de un analista tan destacado y bien informado como el ex consejero nacional de Seguridad de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, tenga que ver directamente con ?el declive acelerado en la circulación de los diarios y la trivialización del reporterismo televisivo, antaño informativo?. Este fenómeno conduce a que ?noticias fiables y a tiempo sobre los problemas más serios se hallan cada vez menos a disposición del público? y, en cambio, ?soluciones formuladas en términos demagógicos se convierten cada vez en más atractivas, especialmente en los momentos difíciles?. La consecuencia de todo ello, que le permite a Brzezinski su original conclusión, es que ?entre todos los grandes países democráticos, Estados Unidos tiene uno de los públicos menos informado cuando se trata de los asuntos internacionales?.

Esta observación parece venir al pelo también para la opinión pública española, justo en el momento en que España va a hacerse cargo de la presidencia semestral de la Unión Europea, en un momento tan decisivo como es la aplicación y puesta en marcha de las instituciones del Tratado de Lisboa. Pero lo curioso es que también vale una de las otras dos causas esgrimidas por el experto en política mundial como es la profundización en la polarización política, que impide la realización de políticas de consenso (bipartidistas en Estados Unidos) y anima, a su vez, ?a la infusión de demagogia en los conflictos políticos?. Tan es así que, en el caso español, la firma de un acuerdo sobre la presidencia española no impide que gobierno y oposición sigan tirándose los trastos a la cabeza por cualquier motivo, incluidos todos los que tienen que ver con la política exterior. La tercera causa o ?debilidad sistémica? de la política exterior norteamericana, citada por Brzezinski como la primera de todas, es quizás la más genuina y de difícil traslación, pero no menos interesante para el observador. Se trata de la creciente influencia de los lobbies o grupos de presión en lo que concierne a la política exterior, lo que conduce a que el Congreso ?no tan sólo se oponga activamente a las decisiones políticas sino que incluso imponga algunas al presidente?. El veterano experto no se refiere a la presidencia norteamericana en general, sino a la de Obama en particular y con tintes abiertamente pesimistas. ?En la campaña por la presidencia, Obama ha probado que es un maestro a la vez en la conciliación social y en la movilización política?, asegura. Pero añade que ?no ha hecho todavía la transición desde el orador inspirado hasta el estadista efectivo?. Estas observaciones aparecen en un artículo que publica en su próximo número de enero/febrero la revista Foreign Affairs y que constituye un serio varapalo para la presidencia de Obama, en el que se le reprocha que no haya sabido aprovechar el primer año en la Casa Blanca para hincar el diente a los principales problemas mundiales, debido sobre todo a su concentración en la economía y en la reforma del sistema de salud. (Enlace con el artículo, de pago).



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
28 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

1989

Fue una Navidad muy especial. La alegría de la libertad se extendió por media Europa y por contagio y simpatía a todo el mundo. También la angustia de un futuro todavía incierto, sobre todo en países como Rumanía, el único donde el dictador pereció violentamente. Aquellas imágenes de una ejecución sumaria, tras una farsa de juicio, fueron la única pieza sangrienta y repugnante de un dominó que fue cayendo suave y pacíficamente hasta liberar el entero continente. Buena parte de lo que somos hoy empezó en aquellos días de noviembre y diciembre de 1989, de los que ahora conmemoramos el veinte aniversario. Esta celebración ha sido uno de los acontecimientos del año actual y sobre ella he escrito en El País Semanal el texto que doy a continuación.

Veinte años después Las dos décadas transcurridas desde la caída del Muro de Berlín han cambiado Europa y el mundo Aquella noche del 9 de noviembre de 1999 cayó en Berlín una mera pieza de dominó. Luego fueron cayendo en cadena muchas piezas más, sin interrupción, hasta cambiar la faz del continente europeo. Y en cierta manera del planeta entero. Fue la primera en caer, pero no la causa última del hundimiento del mundo soviético. La corriente de fondo que condujo a la desaparición en una noche de aquel Muro, que se había erigido también en poco más de una noche en 1961, 28 años antes, fue la previa quiebra del sistema soviético, erosionado por la ineficacia colosal de la economía de Estado, la esclerosis de su casta dirigente, el agotamiento de su ideología y su incapacidad para mantener la carrera armamentística en la recta final de la guerra fría. Construido para impedir precisamente la fuga hacia el Oeste, fue la presión de quienes querían salir del país la que directamente lo derribó. El gesto de los alemanes tenía algo de premonitorio, tanto en la esfera europea como en la mundial. Al mundo bipolar y congelado de la guerra fría, que había garantizado la estabilidad del planeta, iba a sucederle un nuevo mundo globalizado, caracterizado por la desaparición de fronteras comerciales, económicas y financieras, el incremento de las comunicaciones y de las migraciones e incluso la aparición de una nueva división internacional del trabajo. El Muro había sido la clave de bóveda sobre la que se sostenía la aparentemente sólida arquitectura de la guerra fría. La capital del Reich hitleriano, dividida en 1945 entre las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, fue durante los 44 años de división de Europa y del mundo en dos bloques el punto de mayor tensión y lugar de confrontación entre los dos sistemas. No es extraño que fuera precisamente ahí, en este punto crucial de intersección de las fuerzas enfrentadas, donde se resolviera y terminara una etapa singular y difícil de la historia del mundo. Aquel continente dividido y en buena parte ocupado militarmente es ahora un continente unificado donde se gozan los mayores niveles de libertad y de bienestar del mundo. La frontera que lo partía y le separaba del imperio soviético se ha desplazado hacia el este y limita ahora con los restos del imperio ruso, donde no ha menguado la idea de un poder expansivo y con derecho de vigilancia sobre el continente. Esto se produce ahora gracias a las necesidades energéticas europeas y al fabuloso caudal de gas y petróleo de los yacimientos rusos. El peligro de una guerra nuclear desencadenada por las dos superpotencias, que se cernía sobre Europa y el mundo en 1989, ha desaparecido. Otros peligros han venido a sustituirlo, pero ninguno con la fuerza y la verosimilitud de aquella promesa de destrucción total. Nada que ver, en todo caso, con lo que había en Europa hace dos décadas, como era una amenaza directa de destrucción mutua asegurada esgrimida por unos arsenales instalados y preparados y por centenares de divisiones blindadas listas para actuar a uno lado y otro lado del telón de acero. Y una nueva Europa mestiza y multicultural, por primera vez toda entera continente de recepción de inmigrantes, ha emergido precisamente en el momento en que Estados Unidos se mira en el espejo europeo para reformar su sistema de salud y repensar el papel del Estado. No es, sin embargo, una situación tranquilizante, porque estos cambios no se produce sin resistencias. La aparición de populismos xenófobos, la resurgencia de un integrismo cristiano y los brotes de nacionalismos y de chauvinismos que a veces protagonizan gobiernos perfectamente civilizados son los últimos y más preocupantes frutos de esta mutación del continente europeo. El eje del mundo también se ha desplazado, del Atlántico al Pacífico. Europa, que había sido el mayor campo de batalla mundial durante el siglo XX y la región donde se almacenaban los mayores arsenales destructivos, se ha convertido en un continente menos relevante y en todo caso el más tranquila del mundo, después del último brote de violencia étnica en los Balcanes. Desde aquella noche admirable de noviembre de aquel año también admirable de 1989, los europeos occidentales pudieron empezar a darse cuenta de que había terminado una etapa de su historia. Lo que correspondía a partir de entonces era hacerse cargo de sus propios asuntos, sobre todo en seguridad y defensa, después de esos 50 años en los que la garantía de paz y estabilidad no pertenecía a sus gobiernos y sus ejércitos sino a los Estados Unidos. La unificación del continente, la adopción de alguna forma de identidad política común y la creación de la moneda única se convirtieron en cuestiones urgentes. El actual aniversario ha sido un excelente momento para revisar esos 20 años y comprobar el retraso de Europa respecto a aquellos propósitos, parcialmente colmados con el Tratado de Lisboa, revisión a la baja de la fracasada Constitución Europea, cuya entrada en vigor se ha conseguido justo para el último mes de 2009. Sucede todo esto en el mismo momento en que se configura una nueva geometría política mundial en la que destacan dos actores de primer nivel, condenados a emparejarse, como son Estados Unidos y China, y el protagonismo de nuevos actores, como Brasil e India. La Unión Europea que sale de las celebraciones de este 20 aniversario aparece así como un agente internacional menor, con menos vocación de protagonismo que ansias de protegerse. Todavía, y quizás para siempre, gigante económico y enano político. (P.S. Liu Xiaobo ha sido condenado a 11 años por el régimen de Pekín. Su delito, la promoción de los derechos humanos a través de Carta 08, la iniciativa de un grupo de intelectuales en favor de la democracia y el Estado de derecho en China, en la misma línea que Carta 77, el grupo de checos encabezado por Vaclav Havel que estuvo en el origen de la Revolución de Terciopelo, hace 20 años. Enlace con el texto en inglés de la Carta 08).



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
25 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El Obama definitivo

La lista de los Nobel de Medicina y Fisiología, galardón creado en 1901, es un buen baremo para calibrar la calidad de la medicina norteamericana. En la última década sólo un año no ha sido para sus investigadores. En los últimos 40 años, se ha ido de vacío sólo en siete ocasiones. Estados Unidos está en cabeza de la investigación desde la Segunda Guerra Mundial. Tiene la mejor medicina, los mejores investigadores y hospitales, y a la vez uno de los peores sistemas de salud del mundo desarrollado. Es una medicina cara e ineficiente, y además escandalosamente injusta. Todo cuesta el doble que en el resto del mundo desarrollado. Pero la esperanza de vida es más baja. El número de personas que quedan fuera de cobertura crece de forma constante y se calcula que puede estar ya en 47 millones.

La reforma del sistema de salud norteamericano es la piedra miliar de la presidencia de Obama. Si la culmina, habrá alcanzado el principal objetivo que se proponía. No es únicamente una cuestión de equidad con quienes están ahora sin cobertura médica, sino de viabilidad de un sistema que clama por su reforma desde hace 70 años. De ahí que desde el primer día haya sido el tema al que más tiempo, energías y reuniones le ha dedicado. Durante más de medio año la Casa Blanca ha conducido el proyecto como si fuera una campaña electoral. Se trataba de convencer naturalmente a los senadores y congresistas para que dieran su voto, pero también de cambiar la opinión pública y frenar los ímpetus de la derecha republicana y de los grupos de presión hostiles. No ha sido una batalla, sino una verdadera guerra de desgaste, en la que no han faltado las mentiras y las canalladas propias de las guerras. La derecha le ha acusado de organizar tribunales para dictar la eutanasia contra ancianos y minusválidos, de querer socializar la medicina y de recortar la actual asistencia a los ancianos (Medicare). Obama ha dejado muchas plumas en el combate. Su popularidad ha caído. Sus propósitos de presidencia transversal por encima de los partidos (bipartisan) han quedado en nada. Ha tenido que partirse la cara para hacer el más mínimo paso y lo ha conseguido con un retraso preocupante respecto a sus propósitos: la reforma debía estar lista y aprobada justo después del verano, y no lo estará probablemente hasta principios del año próximo: lo mismo que con el cierre de Guantánamo. Al acercarse al primer aniversario de su instalación en la Casa Blanca, Obama está llegando a su punto crítico, el momento en que finalmente será posible atisbar el perfil con el que va a pasar a la historia. Durante este año ha pronunciado de momento los mejores y más bellos discursos. Pero ya hemos visto qué ha sucedido cuando se ha pasado de las palabras a los hechos. La realidad es de pedernal: dura y exasperante. Hasta aquí llega su yes we can. Ahora resulta que el maravilloso primer presidente negro de los Estados Unidos no convence a nadie, ni a una derecha que le detesta ni a una izquierda que esperaba mucho más de él. Ha decepcionado en Afganistán, a unos porque ha fijado una fecha para empezar la retirada y a otros porque es responsable de una escalada. Ha decepcionado en Copenhague, a unos porque no creen en el cambio climático y a otros porque le consideran responsable de dinamitar el proceso multilateral, y lo ha sustituido por una declaración de los que más contaminan en la que no se cifran objetivos ni compromisos. Va a decepcionar también con la reducción del arsenal nuclear, que no gusta a quienes piensan que EE UU debe mantener su supremacía pero tampoco a quienes piden reducciones más drásticas. Y decepcionará también con su reforma del sistema sanitario, que para la derecha significa una intromisión intolerable del Estado donde no le llaman y para la izquierda un paso más que insuficiente, sin opción a una sanidad pública, que seguirá dejando a muchos norteamericanos e inmigrantes fuera de toda cobertura (27 millones, según cifras de Financial Times). Esto es Obama y esto será Obama en el futuro: palabras sublimes y hechos mediocres. A menos que tropiece con una circunstancia excepcional, de las que marcan una presidencia. Puede ser adversa: un enfangamiento en Afganistán que desemboque en un Vietnam insoportable. O favorable: que una constelación de voluntades, hasta ahora inexistente, conduzca a la creación del Estado palestino y a la paz. Sólo un imprevisto, o la economía, claro, pueden cambiar esta imagen que está a punto de convertirse en definitiva. Si es un hecho negativo, teñirá de gris incluso sus ya mediocres logros y Obama será como Carter, Johnson o como máximo Clinton. Si es positivo -esa paz imposible en Oriente Próximo; o una nueva era de prosperidad-, entonces los teñirá de oro y será Lincoln y Roosevelt, como había soñado.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
24 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El paso de la historia

El personaje del año. La noticia del año. La lista de los más ricos. ¿Alguna idea más original?: los pensadores más influyentes. Y luego la década, con sus personajes, temas y noticias. Y además los resúmenes. Los ritos periodísticos son tan intensos y rutinarios como los ritos festivos y religiosos. Culto al paso del tiempo y al cambio, debidamente pautados y convertidos en celebración de la circularidad.

Nadie escapa a las vueltas de tuerca de estos falsos finales. Sabemos que nada acaba ni nada empieza, pero nos obligamos a celebrar nuevos comienzos y a despedir etapas pasadas justamente en la medida en que nada nuevo podremos empezar ni nada viejo vamos a despedir. Sólo las estadísticas justifican la adopción de la pauta: cerramos las cifras del año como podemos cerrar las de cada mes, semana y día. ¿Pero celebrarlas? Reto a la imaginación: un medio de comunicación prestigioso y potente que optase un año por no celebrar absolutamente nada. ¿Perdería el favor y la atención de los lectores? No lo creo. Lo más probable, incluso, es que se lo agradecieran. Segundo reto, éste a la atención prestada al año: ¿cuántos acontecimientos calificados de históricos hemos vivido? Corolario: los páginas y espacios de información general debieran abstenerse, para dejar los auténticos y legítimos resúmenes del año, listas de influyentes y famosos, y noticias destacadas de los últimos doce meses exclusivamente al ancho territorio en expansión del deporte, que es el único lugar donde habita la historia y donde va dejando las huellas de su paso glorioso. Que nadie se queje. Antaño tuvo de partera a la violencia, ahora habita sólo en los estadios y las pantallas de televisión. Y regresemos por un momento a la circularidad: ¡felices fiestas a todos los lectores!



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
23 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Modestas victorias

Esa reunión en la que se coló Obama, el pasado viernes en el Bella Center de Copenhague, dará mucho que hablar. Tanto, que pasará a la historia como uno de esos momentos decisivos en que todo se juega por una iniciativa inesperada. Si el presidente norteamericano hubiera seguido esperando al primer ministro chino Wen Jiabao, que no había acudido a la cita que tenían concertada, o la hubiera anulado, en vez de irrumpir en la sala donde estaba reunido con los representantes de Brasil, India y Sudáfrica, se habría encontrado probablemente con que le servían un acuerdo cocinado enteramente por China y los otros tres emergentes, que le hubiera dejado en muy mal lugar o hubiera incluso dinamitado el proceso de revisión del protocolo de Kioto.

Se entiende que a muy pocos les guste el Acuerdo de Copenhague, pero nadie podrá discutirle al presidente norteamericano uno de sus éxitos más difíciles y personales, que a su regreso en Washington ha podido juntar a la inminente aprobación de su reforma del sistema de salud, después de recoger el compromiso del último de los 60 votos que necesita en el senado. Antes de terminar el año, Obama ya tiene en el bolsillo sus dos primeras victorias. Hasta este pasado fin de semana era un jugador de simultáneas de ajedrez con todas las partidas abiertas, según imagen brillante de Henry Kissinger. Ahora ya ha conseguido vencer en dos de ellas. Sabemos muy bien qué dirán sus críticos: que son victorias pírricas. Sobre todo desde la izquierda. Desde la derecha más bien se dirán cosas de sentido contrario. Sobre todo los negacionistas del cambio climático y quienes prefieren que el Estado no interfiera en la organización de los sistemas sanitarios. Unos y otros deben saber que las únicas victorias posibles en el nuevo mundo multipolar, de poderes limitados y obligadamente negociadores, son así: victorias modestas, frágiles, temporales incluso; que luego requieren obstinación para mantenerlas. No hay otras. La alternativa a estas victorias probablemente es la nada, el statu quo. Respecto al cambio climático, el éxito de Obama se cifra únicamente en que evitó el fracaso. Las consecuencias de una conferencia sin resultado alguno habrían sido incalculables. Quienes aseguran que la negociación a cinco y a puerta cerrada ha ninguneado el sistema multilateral de Naciones Unidas tienen razón; pero imaginemos si no sale nada de Copenhague el sábado. La fórmula de salvación, ese acuerdo que es sólo una declaración, aprobado por el sistema de tomar nota porque no hay consenso real, embarca sin embargo a los dos principales contaminantes en el proceso, China y Estados Unidos, sabiendo que el tercer contaminante, la Unión Europea, está embarcada incondicionalmente. Las modestas victorias de Obama contrastan con las discretas derrotas de dos estrellas del firmamento internacional. El brioso Nicolas Sarkozy hizo todo lo que pudo para apuntarse algún tanto, incluyendo la apertura de una negociación por su cuenta con Brasil, y tuvo que contentarse con subirse al carro de Obama sin rechistar. Angela Merkel recibía la apelación de canciller del Clima, pero en la negociación de Copenhague quedó también en la cuneta. Veremos cómo asimilarán el fracaso los europeos y si consiguen recuperarse del batacazo. Si la victoria de Obama es modesta la de China es tan estridente como discreta la cobertura de sus medios de comunicación (para algo funcionan allí las consignas y hay disciplina de partido). A la superpotencia emergente se debe el peligroso final de la cumbre, que estuvo a punto de naufragar. China estaba muy cómoda hasta ahora, agazapada detrás de los países del Tercer Mundo y como si fuera uno de ellos, lanzando pullas contra los países industrializados. Bush les sentaba de maravilla a los chinos, porque no tenían que salir a jugar esta partida. En ausencia de Bush, han tenido que dejar que los países más pobres exigieran reducciones imposibles a los más ricos: China no quiere reducción cuantificada alguna y menos fuera de su directo control político. Pero tampoco quiere aparecer como unilateralista ni insolidaria con los países en desarrollo. El único que podía sacar a los chinos a la pista de baile era Obama, aunque fuera a rastras, como así sucedió. Probablemente hubieran preferido un fracaso total de la Cumbre, pero no querían cargar con la responsabilidad y la imagen internacional, que les convertiría en una superpotencia ya no tan tranquila ni pacífica y con una cierta prepotencia imperial. De ahí sus cesiones, con las que ganan tiempo y margen para empezar una negociación en la que todavía no están implicados.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
22 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Así se gobierna el planeta

Así se gobierna el planeta La nueva forma de gobernar el mundo está ya en marcha y apenas ha suscitado titular alguno en los periódicos. Todo lo que se ha acordado en Copenhague en la conferencia sobre el cambio climático ha sido obra del acuerdo bilateral entre Washington y Pekín, el nuevo directorio del planeta, formado por las dos mayores potencias contaminantes. No es extraño que la resolución haya sido recibido de uñas por casi todos, aunque finalmente el pleno de la conferencia adoptara resignadamente el acuerdo sin votarlo bajo la burocrática forma de tomar nota. Más que en cualquier otra reunión internacional se ha visto esta vez quien corta de verdad el bacalao en el mundo.

Se llama acuerdo, pero es una mera declaración de intenciones. Será la base para intentarlo de nuevo en México dentro de un año. No hay cifras de reducción de emisiones, aunque sí las hay de objetivo: limitar el incremento de la temperatura a dos grados centígrados como máximo. Los expertos aseguran que por este camino no será posible, ni siquiera cumpliendo con estas intenciones. Los países en desarrollo querían que el objetivo fuera un grado y medio. Han aparecido en cambio cuantificaciones de la ayuda que las naciones ricas deben suministrar a las más pobres para compensarlas por las limitaciones de emisiones: 100.000 millones de dólares al año a partir de 2020. Obama necesitaba un acuerdo muy inconcreto, que le permita obtener del Congreso un mandato para negociar recortes cuantificados. Wen Jiabao quería regresar a Pekín sin ceder ni una pulgada de su soberanía nacional en cuanto a la inspección internacional sobre el cumplimiento de los compromisos de reducción. Ambos han conseguido lo que querían porque han sido ellos, a partir de la iniciativa norteamericana, los que han fabricado el Acuerdo de Copenhague. A quienes no les gusta hay que recordarles que Clinton firmó Tokio, el Congreso lo rechazó y Bush ya ni siquiera se planteó la posibilidad de firmar acuerdo alguno, limitado incluso por su profundo escepticismo respecto a la influencia de las emisiones en el clima del planeta. China, a rebufo de la actitud negacionista del Washington conservador, se lo miraba tranquilamente desde la barrera, y ahora en cambio se ha integrado en el proceso. Quienes creen que Copenhague ha sido un fracaso lamentable y sobre todo se apuntan al catastrofismo deberían recordar de dónde venimos. Hay siempre una conferencia de retraso, es verdad. Pero Obama ha puesto de nuevo a Estados Unidos en la negociación y ha arrastrado a China. Quizás contra Bush vivíamos mejor y Naciones Unidas podía aprobar bellas resoluciones a las que se adherían incluso regímenes nada ejemplares. Pero el mundo real es el que consiguió en Copenhague que se reconozca por primera vez el problema, se decida emprender un camino de reducciones de emisiones y se propongan objetivos de inversiones en los países en desarrollo. Ciertamente, el mundo que se ha dibujado estos días está lleno de nubarrones y turbulencias. Juntar a 15.000 personas durante quince días para que al final sea la reunión entre Obama y Wen donde se decida todo debe ser bastante fastidiado para quienes sueñan en un gobierno mundial dirigido parlamentariamente por los representantes de los estados soberanos. También debe ser muy difícil de tragar para muchos otros: por ejemplo, nuestros amados líderes europeos, empezando por Merkel, Sarkozy y Gordon Brown, para los que Obama tuvo atenciones y gestos, que no pudieron ocultar el mayor peso de la reunión de los emergentes, donde China y Estados Unidos terminaron de trenzar el acuerdo. En ella no había, por no haber, ni un sólo europeo, ni viejo ni nuevo, ni de la Comisión ni del Consejo. Estaban el indio Singh, el brasileño Lula, el sudafricano Zuma y naturalmente los dos grandes. La reunión de los cinco (los jefes de estado y gobierno más algunos asesores, 15 personas en total) a puerta cerrada donde se fraguó el acuerdo pasará a la historia. Obama y Wen se habían citado para una reunión bilateral, pero el primer ministro chino estaba prolongando su reunión con los tres emergentes, de forma que Obama irrumpió en la sala y se incorporó a la mesa. En este encuentro del que sabemos muy poca cosa, el negociador chino Xie Henhua, que acompañaba a Wen, tuvo una intervención airada advirtiendo a Obama con el dedo, que no fue traducida por indicación del primer ministro. El propio Wen asumió el protagonismo del encuentro, en paralelo a Obama. No se puede obviar el dinamismo y protagonismo del presidente norteamericano en la recta final de la reunión para conseguir un texto final con la firma de los principales contaminantes. No todos los presidentes que ha tenido Estados Unidos son capaces de una actuación de este tipo. Clinton sí, pero Bush hijo no. Obama se jugaba mucho en este envite, y no podía de ninguna manera regresar con las manos vacías a Washington. Lo mismo pensaron los representantes de los 183 países que dieron por bueno el acuerdo: la única alternativa era el fracaso absoluto, hasta poner en peligro el propio proceso multilateral de reducción de emisiones. Y sólo cinco países preferían cualquier cosa, incluido el fracaso absoluto, antes que regalar algo a Estados Unidos: Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán. La lista habla por sí sola



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
21 de diciembre de 2009
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.