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Escrito por

Jorge Eduardo Benavides

Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964), estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Garcilaso de la Vega, en Lima. Trabajó como periodista radiofónico en la capital y en 1987 fue finalista en la bienal de relatos COPE (Lima); un año más tarde ganó el Premio de Cuentos José María Arguedas de la Federación Peruana de Escritores. En 1991 se trasladó a Tenerife, donde puso en marcha talleres literarios para diversas instituciones. Ha sido finalista del concurso de cuentos NH Hoteles del año 2000. Desde 2002 vive en Madrid donde continúa impartiendo sus talleres literarios. Su más reciente novela es La paz de los vencidos, galardonada con el XII Premio Novela Corta "Julio Ramón Ribeyro". Cursos presenciales en MadridJorge Eduardo Benavides imparte cursos presenciales en Madrid y ofrece un servicio de lectura y asesoría literaria y editorial. Más información en www.jorgeeduardobenavides.com http://www.cfnovelistas.com/ 

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXXIII. El tiempo y la estructura narrativa (II)

Es frecuente que en nuestro taller, como en muchos otros, se hable de estructuras narrativas... aunque a menudo no sepamos bien a qué nos estamos refiriendo. Y encontrarán muchos libros sobre los que se hable de manera más o menos profusa, más o menos profunda y más o menos clara de ello. Pero a nosotros por ahora nos basta con saber que al hablar de estructura narrativa básicamente nos estamos refiriendo a la correlación articulada de lenguaje, composición argumental y esquema de este último, que a su vez comprende (1) las situaciones iniciales, (2) los conflictos o complicaciones, (3) la resolución y (4) el desenlace o situación final. La estructura de una narración es pues su andamiaje, aquellas líneas de tensión sobre la que se sustenta la historia. Necesitamos así un umbral o marco narrativo que es la presentación de los personajes y del escenario donde se desarrolla la acción. Este se propone como el espacio para el acontecimiento desencadenante, la chispa que genera los acontecimientos al romper el equilibrio formulado al principio de la narración y desencadena el conflicto y las acciones que se manifiestan para resolver este último (ya vimos en clases pasadas este núcleo) y finalmente el desenlace al que se llega una vez superado el conflicto. Por supuesto, este planteamiento teórico nos puede ayudar a entender mejor el mecanismo interno de una narración, pero de ninguna manera nos ayudará a formularlo. Para lograr esto último, lo mejor es proponerse alguna tarea práctica que nos ayude a entender mejor esta situación, además de analizar algún cuento y acertar con su arquitectura.

 

La propuesta de la semana:

Esta semana les proponemos que lean este breve texto de Julio Cortázar titulado Página asesina:

«En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.»

Pues bien, vamos a pedirles que escriban un cuento en que se desarrolle esta historia. Por lo tanto, tendrán que elegir los personajes, el narrador, el desenlace, la focalización, el lenguaje, la persona narrativa, etc. No se preocupen por la estructura: simplemente escríbanlo como mejor les salga. El ejercicio consistirá en el análisis que hagamos nosotros mismos una vez que elijamos los cuentos para colgarlos en la página.

 

¡Buen fin de semana!

 

 

 



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6 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXII. Cuentos comentados

En los cuentos que hemos recibido a lo largo de esta semana observamos que la gran mayoría de ellos ha planteado los diferentes conflictos desde ámbitos distintos: algunos los han situado  en el entorno laboral, otros en uno más privado y familiar, etc. Pero lo que no han podido eludir ninguno de ustedes es que el elemento narrativo «tiempo» esté presente, marcando de manera precisa el tenor de lo contado. Y esto es así porque al referirse la propuesta a un personaje fallecido, inevitablemente debían hacer referencia a un tiempo anterior al del inicio de la narración. Un error frecuente consiste en no tener en cuenta el tiempo como un elemento importante  en la narración y, a veces,  da la impresión de que los personaje no tienen  pasado y aparecen de forma espontánea cuando comienza el relato. Lo mismo ocurre con el tiempo estructural o narrativo, resueltos a menudo con una tendencia a contar en presente y de manera lineal hechos que precisan referencias a un pasado próximo o remoto. Pero, como ya saben, cada historia requiere una manera específica para ser contada y no debemos olvidar que el tiempo (cronológico, verbal y estructural) es uno de los elementos fundamentales de una narración.

Buena semana a todos y esperamos sus comentarios.



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27 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXXII

El tiempo y la estructura narrativa (I)

 

El tiempo, como hemos estado viendo hasta ahora, es el primer elemento de una estructura narrativa, después del lenguaje. Así, los acontecimientos de una narración, temporalmente hablando, pueden presentarse de múltiples formas, atendiendo a la elección que hagamos de nuestro tiempo cronológico y de nuestro tiempo narrativo o estructural. De manera que una  historia puede escribirse de manera alternada, gracias a la técnica del contrapunto, que nos va contando dos historias intercaladas y por lo general diferenciadas entre sí gracias al uso de episodios o capítulos alternos. También puede presentarse fracturando su tiempo, intercalando fragmentos de la historia sin seguir un orden cronológico, como si fuera un collage temporal. Tan pronto vemos una escena del presente, como una del pasado remoto u otra del pasado inmediato, generando en el lector la necesidad de reorganizar cronológicamente los hechos.  De igual modo, podemos contar la historia desde una múltiple perspectiva temporal, en la que cada personaje es seguido desde un tiempo distinto a  fin de que sea el lector, nuevamente, el que organice la secuencia cronológica de los acontecimientos... Naturalmente estas organizaciones temporales se dan más bien en las novelas, cuya extensión permite este tipo de desenvolvimientos narrativos, pero sobre todo atienden a una estructura mucho más compleja habida cuenta de la participación de más personajes y tramas más arborescentes.  Y a veces, esta perspectiva modifica también la apreciación de los hechos ocurridos o la de los propios personajes, pues alterando el ángulo desde donde se observan las cosas, estas pueden no parecer las mismas... Por ello, creemos necesario recomendar la lectura de La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, Mientras agonizo, de William Faulkner y Quién de nosotros, de Mario Benedetti.

 

La propuesta de la semana:

 

Dos personajes coinciden en un funeral. Cada uno de ellos ha conocido al difunto en ámbitos diferentes de su vida, pero no se conocen entre sí.  X es amigo del club de tenis y Z es compañero del trabajo, por ejemplo. X y Z charlan acerca del amigo muerto y van entendiendo que su apreciación del mismo es distinta, pues -y esto es lo importante para el ejercicio- los mismos hechos son presentados de manera distinta por cada uno de ellos. Así por ejemplo, si el difunto le ha dicho a X que su matrimonio va estupendamente, por las mismas fechas Z se entera de que el difunto estaba a punto de divorciarse.  Vamos pues a «reconstruir» la vida del personaje a través de dos puntos de vista distintos.



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20 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXI

El tiempo en la literatura ha sido siempre materia de gran interés por parte de los escritores. Poe hablaba de un «período de intensidad» tras el cual el interés generado por la lectura decaía; Proust, como hombre de su época, seguramente estaba al tanto de las teorías de Bergson y el análisis de los fenómenos de conciencia y en general de la fenomenología de su tiempo, de allí que En busca del tiempo perdido tenga esos pasmosos colapsos temporales en los que el gran escritor francés tan pronto dedicaba unas páginas a contar hechos que ocurrían en varios años como se entretenía más de cincuenta dedicado a glosar un sólo hecho anecdótico. Y los mejores escritores del Boom hispanoamericano también lo trabajaron con interés, como puede leerse en Conversación en la Catedral, El obsceno pájaro de la noche, Rayuela y Cien años de soledad.

Hemos recibido esta semana textos de sumo interés que han aportado originales soluciones a la propuesta y, como siempre, hemos elegido un muestreo de ellas para que vean cómo se han resuelto, con sus errores y aciertos. Ha habido algunos textos que no se han colgado porque no han cumplido con los requisitos que les pedimos para que hagan los envíos en el "aviso importante" que tenemos en la esquina de la página. Tengo la firme sospecha de que no es visible y estoy pensando si cambiar "aviso importante" por "Usted ha ganado un Volvo".  En fin, disfruten de los cuentos, pues les aseguro que hay algunos muy buenos. Y otro asunto a tener en cuenta: Debido a la nueva dinámica del curso, los textos sólo de admitirán hasta las CINCO DE LA TARDE HORA ESPAÑOLA, pues de lo contrario no tenemos posibilidad de colgarlos a tiempo.

¡Buen fin de semana!



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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXXI. El tiempo en la ficción (II)

Naturalmente, como hemos visto en la clase pasada, la elección de nuestros tres tiempos a la hora de elaborar una ficción requieren paciencia y astucia, saber calibrar con cuidado desde que ángulo voy a contar mi historia, pues algunas requieren la solidez de un tiempo cronológico bien articulado y férreo mientras otras exigen saltos temporales y una flexibilidad en los tiempos verbales que le den mayor plasticidad. Y aunque la elección del tiempo verbal suele ser más clara y casi siempre escorada al pretérito (pues ello nos suele otorgar una amplitud de maniobra mayor que otros tiempos), no suele resultar muy clara la elección del tiempo cronológico, casi siempre en contrapartida con el tiempo narrativo o estructural. Es necesario saber que estos dos tiempos rara vez coinciden, pues una de las máximas de la buena narración es generar interés en lo que se cuenta y esto, en contra de lo que piensan algunos, no está en la historia en sí, sino en cómo la contamos. Nuestro lenguaje y nuestra estructura. Si empezamos por el punto más remoto de la historia y seguimos indesmayablemente hasta el final, lo más probable es que desinflemos la tensión, pues no hay anticipación ni suspense y ni siquiera suspensión de los acontecimientos. De manera que lo primero que vamos a tener en cuenta es que los hechos se proponen o bien simultáneamente o bien sucesivamente. Y ello presenta una serie de singularidades, como veremos en las próximas sesiones.

La propuesta de la semana:

Nuevamente vamos a intentar desbaratar el tiempo en nuestra narración, y en esta ocasión lo haremos contando la historia de un paciente amnésico que intenta ordenar sus recuerdos en la consulta del psiquiatra. Obviamente encontraremos zonas vacías y un importante desorden temporal, pero el objetivo es que finalmente podamos reconstruir la sucesión de acontecimientos que el personaje va narrando.
Esperamos que no se olviden de enviarnos la propuesta.
Buena semana a todos.

 



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6 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXX

Como podrán leer en los muy variados registros empleados por nuestros participantes a la hora de abordar la propuesta de la semana pasada, en realidad la supuesta «rigidez» del ejercicio no era tal, y sólo necesitaba mirarse con algo de agudeza. Así, las frases planteadas no remiten necesariamente a lo que parecen remitir: a la edad, por ejemplo. Lo que nos ha llamado la atención -como seguramente les ocurrirá ustedes al leer los ejercicios- es la cada vez mayor calidad de muchos de los cuentos enviados, lo que hace que nuestra labor de selección resulte también cada vez más ardua.  Pero por desgracia otra cosa llama además nuestra atención, y es que muchos persistan en no enviar los textos con un formato más pulcro, como ya hemos pedido en otras ocasiones: texto con márgenes justificados, sin espacios entre párrafos, con una tipo de letra que garantice una lectura no fatigosa (Times, Garamond, Palatino...) y sobre todo: sin una lectura más exhaustiva del texto enviado: cacofonías, repeticiones, pequeñas pifias que requieren de una buen repaso para que nuestro cuento quede impecable. Naturalmente no es sólo una cuestión meramente formal: es parte imprescindible de un buen cuento: su esmerada corrección.  En fin, les recomendamos que lean  los cuentos de los participantes. Se encontrarán con gratas sorpresas.

Y les dejamos también dos recomendaciones de muy buenos cuentistas: Guillermo Busutil, que acaba de publicar una selección de relatos, Moleskine, (Las cuatro estaciones ed.), y Juan Bonilla, autor de la novela Los Príncipes Nubios y de muchos excelentes cuentos. Vean sus páginas web y se encontrarán con dos escritores de lujo.



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30 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXX. El tiempo en la ficción (I)

Como sabemos, el tiempo es todo menos lineal y aunque esta aseveración pueda requerir una explicación que trasciende los límites de nuestras clases, es suficiente para nosotros saber que el tiempo es relativo y que su medición depende de muchos factores. Baste también saber que ello mismo ocurre en el territorio de la ficción, donde el tiempo es caprichosamente manejado por el narrador, quien decide la distancia desde donde se posicionará para contar los acontecimientos. Acaso le convenga contar en pretérito indefinido, o quizá en presente... pero también debe elegir si contará la acción desde la situación más remota o desde la inmediatez de los acontecimientos para ir descendiendo poco a poco en las situaciones previas a lo que narra a fin de entender mejor la historia. O quizá le interese fracturar el tiempo y mostrarnos ángulos temporales distintos, como ocurre a menudo en las novelas: tan pronto nos remiten a la infancia del personaje como nos llevan en el siguiente episodio a una situación actual. Esta también es una disquisición larga y puntillosa, pero con vistas a simplificar podemos decir que hay tres tiempos en una narración, y de la elección y mezcla que hagamos de ellos depende lo acertado del fluir de la historia. Estos son: el tiempo cronológico, es decir la sucesión ordenada y correlativa de los acontecimientos, desde el principio hasta el fin; el tiempo verbal que elegimos para contar: presente, pretérito, futuro, mezcla de ellos, etc; y el tiempo estructural o narrativo, que es la posición desde donde elegimos contar la historia, el arranque de la misma y que no necesariamente coincide con el tiempo cronológico. De manera que mi historia puede empezar en junio de 1914 (tiempo cronológico) pero yo principio a contarla en marzo de 1994 (tiempo narrativo o estructural) y decido que comenzará con la frase: «Yo había dejado mi bicicleta en el jardín.» (que es el tiempo verbal, este caso el pretérito pluscuamperfecto). De hecho, dicha elección la solemos hacer de forma natural e inconsciente, de manera que estos planteamientos nos deben servir simplemente para calibrar la complejidad de una historia, por simple que pueda parecernos en un primer momento. También puede que nos sirva a la hora de corregir un texto, eligiendo con más cuidado nuestro ángulo temporal. De hecho, nuestro ejercicio de esta semana tiene que ver mucho con esta elección.

 

La propuesta de la semana:

Vamos a contar una historia intentado desbaratar el tiempo cronológico y utilizando estas tres frases como inicios de tres párrafos distintos en nuestro texto, no necesariamente en el orden en que se las damos, ni necesariamente consecutivas. Simplemente deben aparecer en el texto y tienen que ser el inicio de distintos párrafos. Esta son: «Crecí en un internado.» «A los sesenta las cosas ya no son...» y «Cuando recién cumplí los...».



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23 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Nueva Etapa del Curso

Apreciados amigos:

Como habréis visto en la página de inicio, “El Boomeran” pasará desde el 1 de enero de 2009 a incorporarse en la sección de cultural del diario “El País”. A partir de enero también el Curso de Escritura Creativa tendrá un nuevo formato. Como sabéis llevamos más de un año publicando clases y planteando distintas propuestas para su elaboración. También hemos corregido todos los textos que nos habéis enviado, publicando algunos de ellos y enviando el resto a vuestros correos personales.

Pues bien, a partir de enero entraremos en una nueva fase del curso que consistirá en una selección de tres o cuatro textos que comentaremos como veníamos haciendo hasta ahora. El resto serán también colgado separadamente para vuestra valoración si lo consideráis oportuno, de manera que ya no enviaremos los comentarios a los correos personales. Dicho cambio se debe a que, por una parte y para nuestra satisfacción, este curso ha ido creciendo semana a semana con nuevos participantes hasta alcanzar un número que nos obliga a una reestructuración del planteamiento inicial; y por otro, porque creemos que después de un año son necesarios nuevos alicientes tanto para los participantes como para el equipo de este taller.

Antes de iniciar esta nueva etapa nos tomaremos unas breves vacaciones desde hoy hasta el viernes día 9 de enero para ir preparando el nuevo material. También queremos insistir en un punto que consideramos importante: Os pedimos que durante estos días publiquéis en el blog aquellos temas que no han sido tratados y os gustaría que abordáramos o aquellos que sí lo han sido pero os gustaría volver a tocar o ampliar. Tomaremos buena cuenta de todas las sugerencias para clases siguientes. De más está decir que este espacio queda abierto para seguir haciendo comentarios, sugerencias de lectura y todo lo que deseen, siempre relacionado con la literatura en general y nuestro curso en particular.

Un saludo cordial a todos y Felices Fiestas!!



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16 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XVII. El ritmo narrativo y las conjugaciones verbales

La palabra ritmo nos remite al sentido de movimiento; por lo general, también asociamos ritmo con velocidad. Cuando nos referimos a la literatura, al ritmo narrativo, el concepto de ritmo no posee la significación usual. 
Al hablar de ritmo narrativo nos referimos al ritmo al que avanza la narración; a la mayor o menor morosidad, o mayor o menor agilidad del texto. Por supuesto, que se narren una gran cantidad de hechos no significa que el texto vaya a tener un ritmo narrativo ágil; un buen ejemplo es el de Kafka, quien en unas pocas páginas puede narrar muchas cosas, pero de un modo moroso, lento, pesado.

¿A que llamamos, entonces, ritmo narrativo? Es la velocidad en que avanza la narración. Este avance es en cierto modo subjetivo, y los cambios en ésta velocidad, son los que determinan el ritmo del cuento. 
Existe dos métodos técnicos para plantear el ritmo de la narración: uno, a través de la utilización de los diferentes tiempos y conjugaciones verbales; el otro, se logra a través del diálogo entre los personajes.

De acuerdo a la forma verbal que use el narrador el texto adquirirá distintos matices; sea desde lo accional, la profundidad en el pasado de la historia, una mayor o menor profundidad psicológica, etc. Los cambios de una conjugación verbal a otra, es lo que determinará el ritmo de la narración.

A continuación un resumen del uso de los diferentes tiempos verbales, y que características adquiere un texto según cual se use.

Modo indicativo: El modo indicativo determina una acción concreta que se produjo en el pasado de la narración (pretérito), en el momento mismo en que se narra (presente), o en un futuro.

  • Pretérito perfecto simple (amé, amaste, amó...): Es la conjugación verbal característica de la narrativa clásica. Nos habla de una acción concreta realizada en el pasado del narrador. Se refiere a una acción única, no repetitiva. El uso del pretérito perfecto le da a la narración una gran agilidad. La contra, en su uso único, es la gran liviandad del texto final, y la imposibilidad de lograr textos capaces de profundizar en distintos niveles del pasado.
  • Pretérito imperfecto (amaba, amabas, amaba...): Tiene dos funciones básicas. Por un lado nos lleva a un pasado más lejano que el que nos plantea el pretérito perfecto; por otro nos habla de acciones repetitivas, rutinarias. Es el tiempo psicológico de la acción. El pretérito imperfecto no permite obtener textos de una enorme densidad y peso psicológico, y al mismo tiempo indagar en el pasado más lejano de los personajes. El uso desmedido de éste tiempo verbal logra inmovilizar al texto. El ideal de una narración es saber equilibrar el uso de éstas dos formas de pretéritos.
  • Presente (amo, amas, ama...): La historia se narra al mismo tiempo que ocurre, en tiempo real; el narrador no tiene tiempo de procesar los hechos, nada más los cuenta al momento que suceden. Las narraciones en presente tienen un vértigo que otras no logran, el lector es avasallado por los hechos narrados; el resultado es un texto inestable, en el que nada es seguro, pero al mismo tiempo ágil, ni el narrador ni el lector, tienen tiempo de pensar que sucede, simplemente sucede. No es una conjugación de la que convenga exagerar en su uso, la agilidad del texto se paga con la pobreza psicológica de los personajes. Ideal para cuentos breves o microrrelatos, en los que es importante el efecto; también funciona perfecto en textos de corte experimental.
  • Pretéritos perfecto compuesto (he amado...); pluscuamperfecto (había amado...); anterior (hube amado...): estas tres formas de pretéritos son la mayor profundización en el tiempo pasado de la acción. Son los tiempos perfectos para los flashbacks, y la indagación psicológica. Su uso solo es aconsejable en pequeñas dosis, hay que tener en cuenta que cualquiera de estas formas inmoviliza por completo al texto, lo congela.
  • Futuro (amaré, amarás, amará...); futuro perfecto (habré amado...); condicional perfecto (habría amado...): Son poco comunes. Al igual que los pretéritos compuestos inmovilizan la masa narrativa, además de crear una cierta inestabilidad en el texto. No sólo es poco común su uso, también es desaconsejable en el narrador; los personajes, en un diálogo pueden usarlos sin problemas.

Modo subjuntivo: las formas verbales de este modo nos indican acciones probables, de las cuales no se tiene una certeza absoluta. No es aconsejable el uso de las conjugaciones de éste modo verbal, excepto como breves pinceladas, para lograr cambios y variaciones en el ritmo de la narración. El texto permanece más inmóvil que con los pretéritos compuestos, volviendo a la narración por completo morosa.

Las conjugaciones del modo subjuntivo son:

  • Presente: ame, ames, ame...
  • Pretérito imperfecto: amara/amase, amaras/amases...
  • Futuro: amare, amares...
  • Pretérito perfecto: haya amado, hayas amado...
  • Pretérito pluscuamperfecto: hubiera o hubiese amado...
  • Futuro perfecto: hubiere amado, hubieres amado...


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16 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesion XXIX. Cuentos comentados

Bueno, ante todo, bienvenidos a esta nueva etapa del curso, donde lo imprescindible es la participación, más que nunca, pues como pueden ver, a partir de ahora los cuentos ya no se corregirán, simplemente se colgarán en un archivo conjunto al alcance de todos. Si quieren comentar cualquier cuento de los que allí aparezcan, bienvenidos sean los comentarios. Eso sí: sólo se colgarán los que cumplan las consignas, no solo en cuanto a tema sino en cuanto a fondo: el formato, el plazo y la extensión. Y MUY IMPORTANTE: No colgaremos aquellos cuentos que no traigan el nombre y la indicación de la clase tal como lo hemos pedido reiteradamente, pues nos es muy engorroso tener que recordarlo una y otra vez, ya que hay unas pautas de participación. Creemos que es lo mínimo.

Hemos visto que a algunos les ha parecido «forzada» la propuesta debido a la arbitrariedad de los elementos. Debemos  coincidir en un aspecto: la propuesta, por su propia naturaleza, siempre parecerá forzada. Es un punto de partida. A alguien le parecerá extravagante hablar, por ejemplo, de un viaje en globo (un suponer), a otro lejanísima y ajena a su cultura una ciudad como Alejandría (ciudad universal donde las haya) a otro más las matemáticas y a un cuarto le parecerá estrambótica la aparición de un profesor jubilado... pero un escritor no escribe «lo que le sale o le fluye» (¡menos aún si es un escritor en ciernes!) sino lo que se impone o, en este caso, lo que le proponen. Para la imaginación del escritor ningún elemento es extraño, nada le es ajeno, todo es estímulo para su labor creativa. En su etapa de profesor, Kurt Vonnegut se «imponía» escribir todas las mañanas, apenas llegaba a su despacho, una descripción de su oficina. Y cada día tenía que ser distinta. Lo hacía para calentar motores, para no ser ganado por la inactividad. Julio Ramón Ribeyro -Si Vonnegut queda muy lejos de nuestras coordenadas- describía en sus burocráticas horas de funcionario internacional, infinidad de «animales sinuosos». No me pregunten qué cosas son esos animales pero lo hacía. E infinidad de escritores practican, buscan estímulos, se retan escribiendo sobre lo que sea, cercano o no, apreciado o no. Finos, inteligentes, brillantes escritores que para ponerse a escribir nunca esperaban a que llegara la inspiración, pues esta siempre les encontraba trabajando.

Hemos recibido cuentos estupendos y hemos elegido apenas cuatro, de manera que no se pierdan la lectura del resto,  muchos de los cuales son, ya decimos, estupendos. Y finalmente: Después de pensarlo mucho (pero mucho, mucho, eh?...) hemos decidido hacer el próximo sábado 28 de febrero un pequeño taller presencial para los amigos de este curso que han participado a lo largo del año. Será en Madrid y, debido a estos tiempos de crisis que corren, no tendrá ningún costo. Quienes quieran participar deben avisar con tiempo a nuestro correo porque el sitio es limitado...



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16 de enero de 2009
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