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Escrito por

Jorge Eduardo Benavides

Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964), estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Garcilaso de la Vega, en Lima. Trabajó como periodista radiofónico en la capital y en 1987 fue finalista en la bienal de relatos COPE (Lima); un año más tarde ganó el Premio de Cuentos José María Arguedas de la Federación Peruana de Escritores. En 1991 se trasladó a Tenerife, donde puso en marcha talleres literarios para diversas instituciones. Ha sido finalista del concurso de cuentos NH Hoteles del año 2000. Desde 2002 vive en Madrid donde continúa impartiendo sus talleres literarios. Su más reciente novela es La paz de los vencidos, galardonada con el XII Premio Novela Corta "Julio Ramón Ribeyro". Cursos presenciales en MadridJorge Eduardo Benavides imparte cursos presenciales en Madrid y ofrece un servicio de lectura y asesoría literaria y editorial. Más información en www.jorgeeduardobenavides.com http://www.cfnovelistas.com/ 

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Clase XXXVIII. La metáfora de situación

Como todos sabemos, la metáfora es una figura literaria que establece una relación entre dos elementos y que gracias a la cual uno de ellos pasa a ser el sentido figurado del otro. Hay una comparación tácita que permite que este mecanismo funcione y que el lector acepte la frase «sus dientes eran perlas». Se trata de una metáfora básica que expresa no sólo el color, sino también una textura, un brillo, un cierto lujo que refuerza la idea de dientes sanos, agradables. (Aunque la metáfora sea ya manida...) Estas metáforas, llamadas de primer nivel, ponen en contacto dos elementos de forma más o menos explícita, como podemos deducir por el ejemplo citado. Pero también existen otras metáforas, llamadas de segundo nivel o de situación que permiten una conexión menos directa entre dos realidades, haciendo que ambas se insuflen vida, se contaminen -por así decirlo- mutuamente. Ya no se trata simplemente de dos elementos, uno de los cuales representa al otro, de manera figurada. Ahora hablamos de todo un sistema de elementos vinculados tácitamente entre sí y que, a ojos del lector, apenas dejan ver sus lazos. Se podría decir que no son del todo perceptibles en una primera lectura pero impregnan el ánimo del lector de manera contundente. Así, si lo que deseamos es contar la historia de un hombre que tiene problemas con su jefe y con sus compañeros de oficina, a través de una metáfora de situación podemos describirlo luchando contra la fotocopiadora, con la estrechez del cubículo que le han designado, atendiendo llamadas telefónicas que no le corresponden... elementos todos estos que permiten al lector establecer una conexión sutil con lo esencial: sus problemas laborales con los demás.

La propuesta de la semana:

Vamos a contar la historia de una pareja que afronta un momento de crisis y que parece resquebrajarse de un momento a otro. La vamos a situar en una fiesta, o bien en un paseo por la playa, o viniendo de una sesión de cine o donde ustedes quieran. La cuestión es que sin decirlo, a través de metáforas de situación, podamos presentar ante el lector el cuadro de aquella crisis por la que pasan los personajes.

Buena semana a todos.



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15 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXVII

 

El racontto es, a diferencia del flash back, una forma de analepsis muy pausada, que requiere por parte del narrador una lenta dosificación de los elementos que componen el relato y que tiene por objetivo moverse en dos planos temporales distintos, dos planos que se corresponden y que se explican mutuamente. En los cuentos suele servir para ganar tiempo, para mantener la tensión narrativa y generar en el lector la duda respecto a lo que va a ocurrir, puesto que tiene al personaje en una situación temporal presente y poco a poco nos va desvelando cómo ha llegado hasta allí. Pero hay que saber manejar esos descensos para que no sean bruscos ni se noten forzados, para que el lector vaya poco a poco entendiendo lo que ocurre. Hemos visto que muchos de ustedes se han manejado con soltura y lo han entendido a cabalidad. Ahora, sólo la práctica hará que esta herramienta les resulte útil para trabajar los próximos cuentos.

Ahora bien, aunque entendemos que nadie tiene mucho tiempo, nos gustaría recibir textos más prolijos, tal como hemos venido pidiendo desde hace ya tiempo: con los márgenes justificados, sin faltas ni pifias, con guiones largos... en una palabra: limpios, pues si en algún momento intentan publicar o enviar un cuento a un concurso, muchos de los que nos envían, aunque puedan estar bien contados, no pasarían la primera criba por ese desorden y falta de pulcritud que hace que leerlos resulte una tarea fatigosa.  La próxima clase sólo colgaremos los cuentos que respeten esos mínimos principios que exige el oficio.

 

 



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8 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXXVII. El racontto

 

Como vimos en la clase anterior, la analepsis es un recurso literario cuyo funcionamiento propone un fragmento de la narración que, planteado de manera retrospectiva, rompe la secuencia cronológica de un relato. Y vimos de manera especial una forma de analepsis que el flash back. Ese chispazo repentino del pasado que viene a iluminar una secuencia del presente. Como hemos podido observar en los textos enviados, muchos no tuvieron en cuenta que el fragmento de flash back no es una rememoración: es un corte vertical en el relato, es un trozo limpiamente extraído del pasado y puesto en medio de una situación presente, por lo que se narra también en presente, como si estuviera sucediendo en el mismo momento, una interferencia que deja perplejo al lector y que sirve para hacer comprender mejor el funcionamiento de un cuento.

Pero no sólo el flash back sirve a este propósito. El racontto es otra forma de analepsis donde el narrador propone una intensa y amplia mirada retrospectiva para desarrollar el texto. El narrador suele posicionarse en tiempo presente en los primeros párrafos y desde ahí lentamente va descendiendo por la madeja de situaciones que han llevado a los personajes hasta allí, a menudo con tal intensidad que el lector pierde momentáneamente la conciencia de que en realidad todo es un recuerdo y es menester llevarlo nuevamente al presente con una frase que rompa la fluidez de la inmersión en el pasado. Observen este párrafo del cuento Tu ojos que me olvidaron tarde (del libro de cuentos Hasta luego, míster Salinger) del venezolano Juan Carlos Méndez Guédez:

«Tú no entenderás lo que te digo. Sólo tus ojos retienen esa mínima ternura que fuimos. La repiten. La repitieron hace un rato. Y luego todo se disipó con sutileza. Cualquiera que nos hubiese contemplado hace unos instantes (el propio Iñaki que ahora baila contigo) habría tenido muchos problemas para saber que el año pasado éramos una figura inseparable en los pasillos de la universidad; tardes de cerveza helada; comida tailandesa; horas completas escuchando música electrónica, discutiendo las noticias del periódico; madrugadas en las calles más oscuras y feas de la ciudad para mordernos, explorarnos, para conocer que nuestras pieles también tenían el sabor del humo y la madera y las frutas y los árboles y las ventanas y las aceitunas y el papel y la cebada  y.

            ¿Ves? Hace meses que no pienso en estas cosas.»

 

En el racontto, todo resulta sutil y a menudo lento: casi siempre el narrador propone las líneas iniciales de los párrafos para situar al o a los personajes en un momento presente y desde allí ir rememorando poco a poco la cadena de acontecimientos que los han llevado hasta ese momento. Lean por favor El Camino, de Miguel Delibes, o también Pedro Páramo, para que vean como ambas historias se proponen como raconttos. También, si no los tienen a mano, pueden volver a leer el cuento de Fernando Iwasaki que colgamos en la clase XIII del nueve de mayo, El vuelo de la libélula, donde podrán observar cómo muchos de los primeros párrafos están en tiempo presente y son sólo una excusa para que el personaje rememore su pasado y vuelve -atención al dato- al momento inicial.

 

La propuesta de la semana:

Un niño viaja en un autobús y va en silencio, solitario, probablemente con miedo: se ha escapado de casa. Ese es el plano temporal presente (primeras líneas de cada párrafo) Aquí asistimos  al viaje, vemos lo que el niño observa, las calles, los pasajeros, es decir, la inmediatez, y el segundo plano temporal  es lo que él nos va contando poco a poco para que el lector pueda entender por qué se escapó. La idea del racontto aquí nos permite explicar el porqué de la situación actual del personaje (un niño que ha escapado, en este caso) a través de pasajes narrativos que nos deslizan al pasado, pero que siempre vuelven al presente. Propónganse que todos los párrafos empiecen en el autobús.

 

Otra cosa: en julio, concretamente del día 6 al 10 y de 20:00 a 22:00 horas, voy a dictar un taller de relato breve (aquí en Madrid), que tendrá un coste de 200 €. Es un curso intensivo que suelo hacer en verano, antes de empezar el curso habitual de septiembre. Lo comento para que lo sepan o avisen a quien pueda estar interesado. Son sólo diez plazas de las que dispongo. Si quieren más información, la podrán encontrar en mi página web o en el correo habitual, tallerdejorge@yahoo.es

 

 



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1 de mayo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXVI

Pese a tratarse de un recurso muy frecuente en la literatura -y por supuesto en el cine- el flash back requiere un poco de atención, mucha práctica y muchísima más audacia para atrevernos a romper la linealidad del discurso y la coherencia de la sintaxis que es habitual en un cuento. El flash back no se anuncia, casi no se advierte, deja un poco descolocado al lector porque esa es precisamente su esencia: un fogonazo del pasado en la superficie del presente. Hemos visto que en un gran número de cuentos que «no se han atrevido» a dar ese pequeño paso que se necesitaba para cumplir con la consigna. El flash back requiere mucha rapidez, un ritmo (¿recuerdan la clase acerca del ritmo?) mucho más rápido que permita filtrar los destellos del pasado sin que el lector se sienta excesivamente sorprendido, pues ya está inmerso en un texto que se propone veloz, algo caótico. Pero si la elaboración del texto es pulcra, excesivamente conservadora, resultará muy difícil elaborar el flash back. Vamos a verlo mejor con los ejemplos elegidos esta semana.

 

 



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24 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXXVI La analepsis o flash back

Como hemos podido observar en clases anteriores, especialmente cuando hablábamos del tiempo narrativo y del tiempo estructural, la posición del narrador está íntimamente vinculada al tiempo desde donde cuenta. El narrador elige un momento para empezar a contar la historia y a menudo este tiempo (estructural) no coincide con el tiempo cronológico, es decir con la línea trazada desde el punto temporal más remoto de la historia hasta el más reciente. Pero también ocurre que a veces ese tiempo se disloca y se hace astillas ante nuestros ojos porque el narrador ha decidido saltar de un momento a otro. A veces ese salto se hace pausadamente, a veces ocurre sin previo aviso. En algunos casos ocurre en capítulos alternos y en otros bastan unas frases para romper ese tiempo. A esto último lo llamamos flash back.

Se trata de una técnica narrativa de uso bastante frecuente y que nos permite condensar la historia pasando brevemente por hechos pretéritos que alumbran el momento presente de la narración. Mucho más explícito como técnica cinematográfica el flash back es, sin embargo, un recurso narrativo que encontramos en muchas novelas y también en algunos cuentos. La analepsis o flash back es una brusca y repentina alteración del tiempo que rompe la secuencia cronológica y nos traslada al pasado de la narración. Es una ruptura fugaz, a menudo desconcertante para el lector, pues a diferencia del racontto -que veremos más adelante- no parece tener lógica e incluso a veces rompe la cadencia sintáctica, como si fuera una burbuja de tiempo pasado que estallara en las tranquilas aguas del presente narrativo: como en esas películas en las que aquel personaje amnésico empieza a recordar fragmentos de su pasado y la secuencia nos los presenta como víctima de visiones fugaces, repentinas.

El caso contrario es el de la prolepsis (flash forward), que es un salto repentino hacia delante, aunque la mecánica sea la misma que la de la analepsis. Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa es un ejemplo contundente de este recurso, menos frecuente, pero muy útil en la narración. En ambos casos se utiliza para ofrecerle al lector un dato necesario a la hora de entender el argumento.

También ocurre que tanto la analepsis como la prolepsis suelen darse de manera más bien lenta, como veremos en la próxima clase.

Les dejamos un cuento del escritor peruano Richar Primo, quien ha tenido la gentileza de enviarlo, para que vean cómo funciona el flash. De igual manera, les recomendamos la lectura de Tiburón, cuento de Edmundo Paz Soldán en el volumen Amores imperfectos (Alfaguara).

 

La propuesta de la semana

 

Y ahora vamos a ponernos manos a la obra con el flash back. Esta semana les proponemos que escriban una  breve historia en la que dos personas que mantuvieron un romance hace muchos años coinciden  en una fiesta a la que han ido acompañados de sus actuales parejas, a quienes evitan contar la relación pasada. Los recuerdos de ambos brotan repentina y quizá caóticamente, proporcionándonos a los lectores los datos suficientes para entender cómo fue aquella relación. Y lean con atención el cuento que colgamos para que vean cómo funciona el flash back.

Esperamos que se diviertan y buena semana a todos.

 

 



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17 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXV

Entendemos que esta semana la propuesta haya resultado algo difícil, sobre todo porque requiere mucha concentración de nuestra parte contar cambiando de posición y observando atentamente cuando se dan las condiciones de cada focalizador. Y eso resulta siempre forzado, poco natural. Pero por otra parte, debemos asumir la propuesta exactamente como lo que es: un ejercicio para entender mejor uno de los mecanismos menos comprendidos de la narración.

Por ello mismo, creemos que con los cuentos que hemos colgado se entenderá mejor lo que queríamos explicar. Observarán que nuestros comentarios -integrados en esta ocasión en cada uno de los textos- son meras observaciones de dónde se formulan con claridad los cambios de perspectiva o focalización. No hemos comentado  otros aspectos de los ejercicios para ceñirnos de manera exclusiva a los focalizadores: cómo funcionan, cuánto varían unos de otros, qué acertados resultan o, en algún caso, dónde se repiten. Léanlos con atención, así como los demás textos colgados por vuestros compañeros y saquen sus conclusiones. Verán, de todas maneras, que se trata de un mecanismo elusivo y que rara vez encontramos químicamente puros, pues casi siempre se mezclan con rapidez en requiebres que hacen muy difícil la tarea de extirparlos del texto para su mejor observación.  Por esa misma dificultad es que pensamos en lo necesario que resulta detenernos en analizarlos con interés.



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10 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXXV. Una vuelta de tuerca sobre la focalización

Hasta el momento hemos trabajado con los narradores definiendo sus posiciones: como primera o tercera persona, como narrador testigo, protagonista o deuteroagonista... pero ahora vamos a insistir un poco sobre la focalización. Puesto que se trata de la manera en que se posiciona el narrador con respecto al personaje y al hecho narrado resulta indispensable manejar algunos conceptos para entender cómo funciona y qué posibilidades ofrece dicha posición en el relato. Digamos pues para empezar, que la focalización es el ángulo donde se emplaza el narrador para contar la historia. Viene a ser algo así como la «cámara subjetiva» que se coloca tan cerca de un personaje que parece que fuera él quien nos cuenta la historia. En atención a sus posibilidades, y según Gérard Genette, hay tres tipos de focalización: La primera es la focalización de grado cero, y ocurre cuando el narrador tiene amplia libertad para circular en el relato eligiendo su ángulo de visión: tan pronto salta de un personaje como se desplaza hacia otro y cuenta desde una y otra perspectiva. Resulta así completamente insubordinado respecto a sus personajes. Corresponde, como se puede colegir por lo dicho, al narrador omnisciente.

La focalización interna restringe su conocimiento a la mente del personaje o, en palabras de Genette, a la mente figural. Este narrador se ciñe a la observación de una menta figural exclusiva (focalización interna fija) o a la de algunos personajes (focalización interna variable). Un buen ejemplo de ello puede ser la novela «Mientras agonizo», de William Faulkner, de la cual también hablamos cuando nos referimos a los narradores. En ambos casos, la focalización condiciona el relato y lo que se cuenta en él, pues solo vemos el hecho narrativo desde una o unas posiciones limitadas. Finalmente tenemos una focalización externa, posición narrativa opuesta a la anterior por el hecho de que todo lo que se cuenta esta fuera de la mente figural, es decir, el focalizador observa y relata lo que ocurre en el espacio narrativo pero no puede acceder a la mente figural. Es una posición restringida respecto al personaje. Estas tres maneras de encarar el ángulo narrativo muchas veces dan saltos, se entrecruzan y mudan con velocidad, pero básicamente podemos concluir en que los relatos siempre eligen un ángulo desde donde se narra, y este no necesariamente coincide con la visión de los personajes.

 

La Propuesta de la semana:

Ahora vamos a aplicar un poco de práctica a todo esto. Y lo vamos a hacer contando una historia narrada desde distintos ángulos. Una boda. Vamos a contar en pocas líneas la perspectiva de la novia, la perspectiva de la suegra, y la perspectiva del ex novio (que ha sido invitado por pura mala leche) Una de estas perspectivas corresponderá al focalizador grado cero, otra al focalizador interno y otra más al focalizador externo.



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3 de abril de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXIV. Cuentos comentados

Esta semana hemos visto una muy grande evolución por parte de muchos de nuestros amigos escritores. Y por ello nos ha resultado muy difícil elegir los tres ejemplos para ser comentados. Pero nos alegra ver que el esfuerzo y la constancia empiezan a dar sus frutos, y que los cuentos que nos llegan son cada vez más solventes. Les pedimos por tanto que lean con atención no sólo los tres comentados sino todos los demás, para que observen esos cambios, esa evolución que hemos encontrado nosotros: historias bien hilvanadas, cada vez menos errores de bulto: cacofonías, repeticiones, frases hechas... alguna que otra inteligente vuelta de tuerca sobre lo aprendido en semanas anteriores y un gran esfuerzo por aplicar diversas herramientas técnicas para lograr un resultado eficaz. Y también les pedimos mayor participación con los comentarios a quienes últimamente no vemos aparecer por la página pero que nos envían los cuentos. Que no quede en manos de unos pocos la fatigosa tarea de comentar los textos de los compañeros. Disfruten de los cuentos y buen fin de semana!



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27 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Clase XXXIV. El suspense

 

En contra de lo que se cree comúnmente, el suspense no sólo es un género literario derivado del Romanticismo, sino «un procedimiento narrativo basado en una diferencia informativa entre personaje y espectador, donde este último conoce datos fundamentales que desconoce el personaje», como señala Prosper Ribes en su estupendo libro «Elementos constitutivos del relato cinematográfico». Ello es perfectamente válido para una narración literaria. De hecho, el paso entre un acontecimiento y otro en el esquema narrativo de una ficción se formula generando en el lector esa urgencia por confirmar que lo que piensa que va a ocurrir ocurrirá, o bien desmintiendo tal convencimiento con un último giro argumental. Pongamos atención: mediante el suspense no se trata de sorprender al lector de manera manifiesta sino de sugerirle la posesión de un conocimiento del hecho narrativo que no está en manos del o de los personajes. El mejor ejemplo de esto es la Crónica de la muerte anunciada de García Márquez, que tomamos como muestra por ser también un libro conocido por todos o casi todos. No se trata aquí de saber si van a matar o no a Santiago Nassar, sino cuándo y cómo van a coincidir sus asesinos con él, pues desde el principio, desde el mismo título, sabemos que así va a ocurrir.

La propuesta de la semana:

Esta semana les vamos a proponer que nos envíen un relato en el que esté a punto de cometerse un crimen. El lector conoce al asesino y todas las circunstancias que rodearán este suceso, pero la víctima no. De manera que desde el principio sabremos lo que va a ocurrir y, sin embargo, intentaremos mantener el interés del lector hasta el final. Además el cuento debe comenzar por la siguiente frase:

«Deseaba tener una habitación limpia e individual, una cama muy blanca, un lavabo resplandeciente, una mesa con una lámpara de luz suave. Pero debía matar a alguien»

fragmento tomado del artículo Libertad de Manuel Vicent en el libro A favor del placer.

Les deseamos un buen asesinato y una feliz semana a todos.

 



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20 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Sesión XXXIII. Cuentos comentados

Elegimos el cuento de Cortázar y el argumento de esta semana para que podamos observar hasta qué punto es necesario que una historia obedezca, más que a ningún otro aspecto, a su lógica interna, al llamado principio de verosimilitud. Esto significa que, se trate de una historia de ciencia ficción o de una historia del más crudo realismo, la valoración de la misma sólo responde a la articulación interna que proporciona el narrador y no necesariamente al grado de correlación con su modelo real. Este es uno de los aspectos más fascinantes de la ficción y su poder de sugestión. En el fondo nos dice que un cuento o una novela sólo funcionan en la medida en que el propio autor se crea lo que está contando. Y, naturalmente, de ello se desprende que para creerme una historia ésta debe estar perfectamente articulada, hasta el punto de que se levante frente a mí como una arquitectura impecable: no hay pues nada dejado al azar ni posibilidad de descuido. En la gran mayoría de los cuentos recibidos hemos podido percibir ese esfuerzo por encontrar una mínima coherencia respecto a la peculiar historia propuesta.



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13 de marzo de 2009
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El Boomeran(g)
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