Jorge Eduardo Benavides
En contra de lo que se cree comúnmente, el suspense no sólo es un género literario derivado del Romanticismo, sino «un procedimiento narrativo basado en una diferencia informativa entre personaje y espectador, donde este último conoce datos fundamentales que desconoce el personaje», como señala Prosper Ribes en su estupendo libro «Elementos constitutivos del relato cinematográfico». Ello es perfectamente válido para una narración literaria. De hecho, el paso entre un acontecimiento y otro en el esquema narrativo de una ficción se formula generando en el lector esa urgencia por confirmar que lo que piensa que va a ocurrir ocurrirá, o bien desmintiendo tal convencimiento con un último giro argumental. Pongamos atención: mediante el suspense no se trata de sorprender al lector de manera manifiesta sino de sugerirle la posesión de un conocimiento del hecho narrativo que no está en manos del o de los personajes. El mejor ejemplo de esto es la Crónica de la muerte anunciada de García Márquez, que tomamos como muestra por ser también un libro conocido por todos o casi todos. No se trata aquí de saber si van a matar o no a Santiago Nassar, sino cuándo y cómo van a coincidir sus asesinos con él, pues desde el principio, desde el mismo título, sabemos que así va a ocurrir.
La propuesta de la semana:
Esta semana les vamos a proponer que nos envíen un relato en el que esté a punto de cometerse un crimen. El lector conoce al asesino y todas las circunstancias que rodearán este suceso, pero la víctima no. De manera que desde el principio sabremos lo que va a ocurrir y, sin embargo, intentaremos mantener el interés del lector hasta el final. Además el cuento debe comenzar por la siguiente frase:
«Deseaba tener una habitación limpia e individual, una cama muy blanca, un lavabo resplandeciente, una mesa con una lámpara de luz suave. Pero debía matar a alguien»
fragmento tomado del artículo Libertad de Manuel Vicent en el libro A favor del placer.
Les deseamos un buen asesinato y una feliz semana a todos.