Skip to main content
Escrito por

Jesús Ferrero

Jesús Ferrero nació en 1952 y se licenció en Historia por la Escuela de Estudios Superiores de París. Ha escrito novelas como Bélver Yin (Premio Ciudad de Barcelona), Opium, El efecto Doppler (Premio Internacional de Novela), El último banquete (Premio Azorín), Las trece rosas, Ángeles del abismo, El beso de la sirena negra, La noche se llama Olalla, El hijo de Brian Jones (Premio Fernando Quiñones), Doctor Zibelius (Premio Ciudad de Logroño), Nieve y neón, Radical blonde (Premio Juan March de no novela corta), y Las abismales (Premio café Gijón). También es el autor de los poemarios Río Amarillo y Las noches rojas (Premio Internacional de Poesía Barcarola), y de los ensayos Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama) y La posesión de la vida, de reciente aparición. Es asimismo guionista de cine en español y en francés, y firmó con Pedro Almodóvar el guión de Matador. Colabora habitualmente en el periódico El País, en Claves de Razón Práctica y en National Geographic. Su obra ha sido traducida a quince idiomas, incluido el chino.

Blogs de autor

Diario del confinamiento (11) El síndrome de Antígona

Antígona es un mito que oculta en su textura una mordiente ironía. Morir por salvar una vida tiene su lógica, pero no parece tenerla morir por enterrar a alguien, y sin embargo la tiene, pues el entierro y el duelo son, además de ceremonias, procedimientos psicológicos necesarios. Entre los antiguos griegos el duelo solía durar tres días regidos por el silencio, que ayudaba a internalizar la figura del muerto. Tras el duelo se celebraba un banquete, que tendía a ser muy alegre.

El proceso por el que pasa Antígona ilustra perfectamente tanto las vicisitudes de un duelo como las perturbaciones por no llevarlo a cabo. A Antígona le obsesiona el hecho de que su hermano Polinices permanezca insepulto en el lugar donde fue abatido, a merced de las aves carroñeras. Lo imagina suplicando un poco de piedad desde las dimensiones de la muerte. Los griegos participaban de la creencia, muy común en la antigüedad, de que los muertos que no habían sido enterrados se convertían en almas errantes. Ha pasado el tiempo, pero en muchos aspectos seguimos fieles a esa creencia, y por eso es fácil entender el sufrimiento de los que no encuentran los cadáveres de sus muertos: la tragedia de la familia de Marta del Castillo. ¿Dónde está Marta? Hasta que no encuentren su cadáver será un alma errante y sin cobijo. Los responsables de provocar y mantener ese sufrimiento desmedido merecen lo peor y tienen el alma mucho más negra que la desesperación de los que anhelan su descanso en una tumba con nombre y con fechas.

En la Antología Palatina, que además de ser un poemario es una colección de epitafios, encontramos poemas muy significativos. Siempre me acuerdo de los versos que nombran a un joven marino llamado Tarsis, que se sumergió para soltar un ancla que se había quedado enganchada en una roca, y que tuvo un destino muy singular, pues fue enterrado tanto en la tierra como en el mar, al ser en su mitad devorado por un cetáceo, de forma que una parte de su cuerpo se quedó bajo el agua y otra parte descansó bajo la tierra. Los caminantes que leían el epitafio de Tarsis se veían enfrentados a una paradoja trágica. ¿El cuerpo entero de Tarsis había conquistado el descanso eterno o solo su mitad? Las creencias religiosas pueden ser muy irracionales, pero las suele guiar una lógica de la contradicción que hiela el corazón.

Volvamos a Antígona. En parte porque se trata de una obra en la que Sófocles desplegó toda su sensibilidad lírica y trágica, creando un tejido dramático muy consistente, con personajes bien trazados y líneas de fuerza llenas de electricidad y de sentimiento, ha llegado hasta nosotros intacta y resplandeciente, y suele estar muy en boga en épocas bélicas y en períodos castigados por alguna epidemia. No es de extrañar que en plena Guerra Civil, Salvador Espriu concibiese una sublime versión de Antígona. Cuando se aborda la problemática de Antígona es fácil recurrir a los lugares comunes sobre la ley humana y la ley natural, dos entelequias que pueden propiciar mucha retórica vana. Resulta más esclarecedor atender a la urdimbre psicológica de la obra y sumergirse en las pesadillas que devastan la conciencia de Antígona. No es que la princesa tebana decida seguir la ley del corazón incumpliendo las órdenes del tirano Creonte, que es además su tío. Lo que le ocurre a Antígona es inseparable de nuestras relaciones con la muerte. Todo difunto tiene un doble entierro: el que se lleva a cabo cuando lo colocamos bajo tierra, y el que se va desarrollando en nuestra cabeza, y es bueno que ambos entierros coincidan en el tiempo. Cuando el primero no se da, el segundo tampoco, y el muerto se convierte en un fantasma peligroso, que vendrá a visitarnos en la duermevela.

En los últimos tiempos, regidos por leyes despiadadamente económicas, se ha tendido a descuidar el duelo y a no darle importancia. Tal proceder se debe, entre otras cosas, al rechazo cada vez más patológico que nos provoca la muerte, normalmente ausente de todos los discursos de ahora, y uno se pregunta si negar la muerte no implica también negar la vida. Pasar por alto el duelo solo provoca trastornos psicológicos, de muy hondo calado, pues no acabamos de enterrar al muerto nunca, y caemos de verdad en el síndrome de Antígona, como han debido de caer los familiares de las víctimas de la epidemia.

Los que no pudieron acompañar a sus muertos en su última hora habrán experimentado el mismo dolor que Antígona, cuando desde el corazón del sueño el fantasma de su hermano acudía a ella y le decía que no quería convertirse en un alma errante y que solo ella podía propiciarle el descanso eterno con sus manos, sus lágrimas y su afecto. Es una forma de verlo, la otra, más definitiva, sería pensar que es ella la que no puede descansar, y ella la que ni está viva ni está muerta hasta que no entierre de verdad a su hermano. En tiempos como los que corren, entendemos su situación y su postura mejor que nunca.

 

-Publicado en El País, 29/5/20-

 

 

Leer más
profile avatar
2 de junio de 2020
Blogs de autor

Diario del confinamiento (10) Cambios que se avecinan

No soy de los que creen que este virus lo va a cambiar todo, pero tampoco me incluyo entre los que piensan que no va a cambiar nada.

Ya se observan movimientos que indican modificaciones de cierto calado. La burbuja inmobiliaria, por ejemplo, podría desplazarse de la ciudad al campo. Pasar la pandemia en una casa con jardín no es lo mismo que pasarla en una colmena.

También se anuncian cambios en el universo agrícola. De la excesiva dependencia de los productos extranjeros, podríamos deslizarnos hacia lo que los franceses llaman la “soberanía alimenticia”, y resucitar tierras fértiles (y ahora abandonadas) por la imposibilidad que tienen muchos agricultores españoles de competir con las grandes cadenas importadoras, que están aniquilando la variedad y alimentándonos con productos envenenados. Un fenómeno que podría beneficiar mucho a la España vacía (me niego a emplear el palabro “vaciada”, que se me antoja abyecto y más despectivo y escamoteador que “vacía”).

Hablo solo de la punta del iceberg. Muchos más cambios se avecinan, algunos de carácter dramático. La confianza en el rebaño (sí, rebaño, otra palabra que los inquisidores del lenguaje quieren prohibir), va a desaparecer.

Se anuncia en el horizonte social un cierto miedo a la masa. ¿También esta prohibido decir masa? Bueno, mejoremos la semántica: miedo a la multitud, a la muchedumbre, a las conglomeraciones de almas y de cuerpos. Miedo a la gran otredad.

El problema es que vivimos en sociedades de masas. ¿Otro modelo que podría cambiar? Dejemos pasar el tiempo mientras a la pandemia vírica se unen ya otras dos plagas: los trastornos mentales y la ansiedad. Además de los suicidios inducidos por ese fármaco en el que un demente francés creyó ver la panacea universal.

Leer más
profile avatar
16 de mayo de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento (9) Abismales

                                                                                        

(A Juan Gorostidi que vio antes que yo la conexión de Las Abismales con la actualidad).

 

Empieza la ceremonia del aire sofocante... Tiemblan los cuerpos y las conciencias y la noche invade las dimensiones del día... El miedo se desliza de casa en casa, de lecho en lecho, y es difícil pactar con el sueño...

 

Al caos social se unió el problema del abastecimiento. La gente se negaban a venir a Madrid.

 

El Gobierno decretó que nadie podía salir de Madrid, pues todo el mundo temía que los madrileños estuviesen contaminados y se instauró la cuarentena para los habitantes de la capital.

 

El ejército bloqueó todas las salidas y se inutilizó el aeropuerto de Barajas.

 

Estos cuatro fragmentos están entresacados de la novela Las Abismales, aparecida el año pasado. En esta novela “donde los acontecimientos ya no hacen huelga”, como diría Baudrillard, asistimos al despliegue de una pandemia en Madrid.

 

Los jabalíes y las aves de rapiña pueblan la Casa de Campo, y un caballo recorre de parte a parte Madrid. La naturaleza impregna más la ciudad y se alteran mucho las relaciones familiares.

 

La plaga genera numerosos conflictos que se agudizan en verano, y el protagonista vive confinado en una cabaña de Somosaguas. En el corazón del relato hay una clave de naturaleza involuntariamente premonitoria: la pagina 179 está escrita en caracteres chinos:

 

道可道非常道。名可名非常名。

 

恆無,欲也,以觀其妙;

 

恆有,欲也,以觀其徼。

 

此兩者同出而異名同謂之玄。

 

玄之又玄,衆妙之門。

 

Se trata del primer poema del Tao, que habla de un fluido que no se puede apresar ni definir, cuya esencia se nos escapa, y que surge de la oscuridad, un poco como el Covid-19. Nunca antes, en ninguna de mis novelas, había sacado una página escrita en chino. El narrador invoca el poema mientras aguarda a la puerta de un hospital de Madrid. Cito textualmente:

 

En el hospital se percibía un movimiento constante. Las camillas se deslizaban una tras otra por los senderos que iba abriendo la gente que llenaba los pasillos... Los enfermos se hacinaban en las penumbras, de las que surgía un rumor doliente y desalentador...

 

...Basándose en el Tao, David podía pensar que todos los hechos de Madrid surgían de un fondo único, y que ese fondo único se llamaba oscuridad. ¿Había que oscurecer todavía más la oscuridad para llegar a una cierta clarividencia que hiciese explicable lo que estaba ocurriendo? Mientras contemplaba el discurrir de hombres, mujeres y niños entrando y saliendo del hospital, sentía que bajo ese fluir aparente se deslizaba otra fuerza que ni se podía nombrar ni se podía apresar en su continuo transcurrir. ¿Qué nombre darle a ese flujo permanente? ¿Cómo captar su esencia? David tenía claro que seguíamos en el universo de la mitología, y que algo se resistía siempre a la comprensión, de modo que toda explicación de ciertos fenómenos acababa siendo mitológica, cuando no enteramente simbólica, y así nunca se llegaba a la verdad.

 

Lamentaba estar sumergido en un mundo de emociones tan intensas que le impedían razonar. El grado cero del pensamiento se estaba finalmente convirtiendo en una realidad y el mundo había adquirido la apariencia de un mito infernal. (Páginas 180-181).

 

Aquí acaba la cita y añado: en contra de Aristóteles, Oscar Wilde pensaba que la Naturaleza imita al Arte. Parece una boutade, pero como ocurre muy a menudo con Wilde, el escritor se limita a formular una verdad tan paradójica como fulminante.

 

Fue también Oscar Wilde el que dijo con una sonrisa en los labios: “No copio a la Naturaleza, es más bien la Naturaleza la que me copia a mí, pero nunca voy a acusarla de plagio.”

 

Leer más
profile avatar
6 de mayo de 2020
Blogs de autor

2020. Dario del confinamiento (8) La verdadera oscuridad

La verdadera oscuridad es ocultar el mal, y el verdadero oscurantismo.

Cuando ocultamos el mal, a nosotros mismos o a los demás, no nos proyectamos en la positividad, nos proyectamos en las tinieblas, los historiadores lo saben mejor que nadie, y los psicólogos.

 

Estamos obligados a aceptar el dolor de nuestra propia historia, la del presente y la del pasado. La única prueba de madurez existencial es aceptar ese dolor. Ocultarlo crea fracturas psíquicas graves, y además todo acaba sabiéndose, más pronto que tarde.

Nada nos ampara en la noche de la existencia y hemos regresado la era de la niebla. Nos estamos enfrentando al coronavirus como nuestros antepasados se enfrentaban a la peste y al cólera, con la misma precariedad, con la misma vacilación. No ha habido adelantos en ese aspecto. Tres mis años de civilización reducidos a cenizas, como acaba de decir un gran historiador francés: Stéphane Audoin-Rouzeau, especialista en la Primera Guerra Mundial.

Mirad el calendario: estamos en el año 1300 antes de Jesucristo, al final de la Edad del Bronce. Si caminas por ciertos lugares verás sacrificios humanos entre densas humaredas.

Viajeros aturdidos se acercan a mi puerta y les pregunto de dónde vienen. “De la guerra de Troya”, me contestan.

Leer más
profile avatar
25 de abril de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento (7) Las víctimas y la función de la literatura

Decíamos en el texto anterior que todos los esfuerzos por darle relieve a las víctimas han resultado vanos en todos los sistemas. Cabe pensar que a las víctimas solo se las vindica cuando pueden utilizarse de forma política. Dicho con palabras más crudas: cuando son rentables.

Pasó entre nosotros con las víctimas de ETA. Tanto a derecha como a izquierda, solo empezaron a ocuparse de las víctimas cuando vieron su rentabilidad política.

Con las víctimas de la pandemia pasa y pasará lo mismo. La derecha empieza a utilizarlas de forma sumamente oportunista, pero no es menos culpable que la izquierda ni ha hecho mejor las cosas. Basta con dirigir la mirada hacia la comunidad de Madrid y otras autonomías. Y de haber estado en el gobierno central, no lo hubiese hecho mejor. La imagino pensado en las ganancias y las pérdidas, retrasando las decisiones. Cuesta imaginarla de otra manera.

El poder siempre ha gestionado mal las epidemias, y en lo referente a las víctimas, solo se ocupa de ellas cuando las ve rentables. Es una triste evidencia consignada por la historia. Cabe decir lo mismo de las víctimas de las guerras, el terrror, las catástrofes humanas y las naturales.

¿Llegará el día en el que las víctimas sean vindicadas por simple humanidad y por mera dignidad, más allá de los oportunismos y las oportunidades de la política? Me temo que no. Pero hay siempre un problema: sean instrumentalizadas o no, nadie les va a quitar su dolor, y a menudo no les quedará otro remedio que dejarse manipular si quieren hacerse visibles.

A las víctimas solo les sabe dar humanidad y dignidad la literatura, ya desde la tragedia griega. Sin literatura, las víctimas ni siquiera serían una leve sombra en las negras dimensiones de la historia.

Muy a menudo, la literatura ha servido para darle voz a los que no la tienen, llevando a cabo lo que solemos llamar justicia poética. La única forma de justicia que nos queda en el imperio de la omisión y la miseria.

Leer más
profile avatar
16 de abril de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento(6). Las víctimas

 

Lo medimos todo en términos de triunfo y de fracaso. Las víctimas de las guerras, las catástrofes, las epidemias, conformaban el ejército de los fracasados, por eso no se les mentaba ni figuraban en el libro de la historia.

 

Se dice que a partir del Holocausto empezó a cambiar la política con las víctimas, pero no es cierto. Tras la Segunda Guerra Mundial, volvimos a conocer hechos que generaron muchas muertes, y las víctima volvieron a ser ignoradas, a pesar de que son el fundamento de la historia.

 

Mirémonos a nosotros mismos. A menudo salen en los medio de comunicación personas que han superado la enfermedad, en cambio de los que sucumben solo vamos sabiendo el número. Ignoramos cómo se llaman, desconocemos su agonía y su fiebre. No han vencido y no deben ser recordados. ¿En qué oscura fosa común se disolverán sus nombres para siempre?

 

¿Nos hallamos ante un problema sin solución? Es cierto que en los últimos tiempos aspiramos a tener más conciencia de las víctimas, pero me pregunto si llegamos a conseguirlo, pues una y otra vez las ignoramos, y una y otra vez las arrojamos al pozo del olvido. La gramática del triunfo y el fracaso nos domina desde la antigüedad (desde Grecia) con su dialéctica impía, probablemente vinculada a la lucha por la vida, y seguimos ubicando a las víctimas en las tristes dimensiones del fracaso. Quizá no tenemos remedio. Hasta ahora, todos los esfuerzos por superar esa dialéctica han resultado vanos en todos los sistemas.

 


Leer más
profile avatar
9 de abril de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento (5) Llamando a la Tierra

El confinamiento erosiona mi sentido de la realidad. A veces la casa se agranda y otras veces se achica. El espacio se torna tan elástico como el tiempo y empiezo a sentirme a años luz de mi más inmediato pasado mientras escucho Llamando a la Tierra, la versión que hace MClan de Serenade from the stars de Steve Miller Band. En contra de lo habitual, los versos de MClan son mucho mejores que los de la canción original:

He visto una luz, hace tiempo

Venus se apagó.

He visto morir

una estrella en el cielo de Orión.

El confinamiento crea una frontera temporal, parecida a la que puede crear una guerra. Estamos jugando con fuego, tal vez estamos perpetrando una locura, donde el remedio podría ser mucho peor que la enfermedad, pienso, mientras prosigue la canción:

No hay señal, no hay señal

de vida humana y yo

perdido en el tiempo,

vivo en otra dimensión.

Todo se hizo mal desde el principio. No haber jugado bien las cartas en su momento nos ha llevado a esta pesadilla sin sentido y sin fundamento. O con un sentido y un fundamento de naturaleza abominable. Estamos entrando en la dimensión china. ¡Es inaudito!”, me digo a mi mismo. La canción continúa:

Soy el capitán

de la nave, tengo el control.

Llamando a la Tierra,

esperando

contestación.

Soy un cowboy

del espacio azul

eléctrico.

A dos millones de años luz

de mi casa estoy.

Esto podría acabar muy mal, algunos lo presienten, aunque no lo digan. Esto podría estallar como una bomba de relojería, y los minutos pasan, y las horas, y los días. Circulan muchas palabras, pero bajo ellas discurre el denso silencio de lo que no se puede decir, de lo que ni siquiera se puede nombrar”, le digo a la pared mientras sigue la canción:

Quisiera volver,

no termina nunca esta misión.

Me acuerdo de ti como un cuento

de ciencia-ficción.

No estoy mal, juego al póquer

con mi ordenador.

Se pasan los días,

no hay noticias desde la estación.

Como el viajero interestelar, no estoy mal, o al menos eso quiero pensar, si bien se trata de un pensamiento demasiado fugaz. Juego al ajedrez con una sombra y ya ni siquiera llamo a la estación que me permitiría volver a la realidad. ¿A qué realidad? ¿A que mundo? ¿Aún existe el mundo? ¿Dónde está? Estoy demasiado lejos de mi propio ser. Mi casa ya no es mi casa, está llena de fantasmas, de consignas, de órdenes, de mordazas. De pronto me doy cuenta de que el país se ha militarizado. Al fin conozco la alienación: la emergencia de algo ajeno al yo, difícil de controlar, el deslizamiento de la individualidad hacia una dimensión extraña ”, me digo a mi mismo sumido en el estupor.

Leer más
profile avatar
31 de marzo de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento (4) Metamorfosis

Un perro empieza a ladrar

en mitad de la calle desierta.

 

Es la única voz que cuartea los muros de la noche.

 

Las farolas vomitan su luz enferma

sobre las aceras sin gente.

 

Al perro le asusta tanta inmovilidad,

tanto silencio.

 

La noche le parece demasiado oscura

a pesar de que la luna es un disco rojo.

 

De pronto,

los ladridos se trasforman en aullidos:

el perro acaba de convertirse en lobo.

Leer más
profile avatar
29 de marzo de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento (3) Prepárense

Leo en la prensa francesa que se multiplican los ciberataques a los hospitales y centros de salud y que algunos escritores se dedican a reírse de los más desdichados, a la vez que exhiben el más lamentable narcisismo. Supongo que estos momentos sacan lo mejor y lo peor de nosotros mismos.

Leo en la prensa italiana que el alcalde de Messina, Cateno de Luca, recorre la ciudad en automóvil mientras clama sirviéndose de un megáfono: “¡Te ordeno no salir de casa!”

Leo en la prensa canadiense que las farmacias inflan el precio de los medicamentos y que algunos establecimientos niegan el paso a personas de más de setenta años.

Leo en la prensa portuguesa que desde Italia llega un mensaje: “Prepárense.”

Leo la prensa americana. En un alarde metafísico, un periódico afirma que el coronavirus nos está demostrando que el ser humano ni es el centro del mundo, ni es el centro del cosmos.

Cada loco con su tema, cada tema con su loco.

Leer más
profile avatar
22 de marzo de 2020
Blogs de autor

2020. Diario del confinamiento (2) Opiniones divergentes

 

(20/3/20)

Gracias a mi amigo Juan, descubro que llegan desde Italia voces sorprendentes. El prestigioso filósofo Giorgio Agamben, seguidor de Foucault y de Derrida, considera en un manifesto que el coronavirus es una epidemia inventada, que busca someter a la población y mantenerla en un régimen carcelario como los que denunciaba Foucault.

A esta hipótesis conspiracionista, Cristian Fuschetto responde:

La alarma por la propagación de un virus considerado peligroso por científicos, médicos, investigadores y sistemas de salud en todo el mundo es un escenario frente al cual la idea misma de una epidemia inventada, como ha hecho Giorgio Agamben, solo puede abrirse paso en un imaginario ansioso por encontrar la confirmación de hipótesis extremas de biopoder y, en última instancia, no científicas.

Por su parte Luca Paltrinieri decreta, tras leer el texto de Agamben, que la pandemia que estamos padeciendo representa, probablemente, el fin de la libertad, el fin de la economía, y el fin de Agamben por haber proclamado tantas insensateces en su manifesto, con lo cual Luca Paltrinieri mata tres pájaros de un tiro, si bien no sale ileso de la prueba, pues su artículo es, por un lado demasiado apocalíptico, y por otro demasiado idealista al postular el fin de cierta idea de la libertad (la derivada del liberalismo), el fin del crecimiento económico y el fin de la propiedad individual. Esto me suena, dicho sea sin ironía. El hecho de que nos ocurran cosas nuevas, no implica que aparezca la novedad en nuestro pensamiento, y en determinados momentos, es fácil confundir los deseos personales con los procesos colectivos, sobre todo si tienes temperamento mesiánico. En estos casos, siempre me pregunto si lo que está haciendo el pensador es un análisis de la realidad o simplemente está desvelando sus anhelos.

Todas las crisis estimulan nuestro lado profético.

Y mientras los intelectuales discuten, un médico de la comitiva china dice que en Lombardía no se están haciendo bien las cosas, que hay gente en los restaurantes y que ve el trasporte público muy activo y con demasiados viajeros. Casi al mismo tiempo, un dron descubre una fiesta alegre y bulliciosa en una terraza de Cerdeña.

Leer más
profile avatar
20 de marzo de 2020
Close Menu