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Escrito por

Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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Fogwill

Siempre me pareció extraño el apellido del escritor argentino Fogwill. La palabra Fogwill producía en mi mente una mezcla improbable de tiniebla y de futuro con un toque de voluntarismo. Ver Fogwill en una tapa de libro me recordaba a la canción de los Beatles I will. Pero, a pesar de tener a Los Pichiciegos y Vivir afuera, sus mejores novelas, no entré, por una razón inexplicable en la obra de Fogwill hasta encontrar en una pequeña edición de la casa editorial Periférica, de Cáceres, Help a El, obra suya publicada hace un cuarto de siglo. Help otra vez recordaba a los Beatles y por fin compre un libro de Fogwill sabiendo su lectura ineludible.

¿Qué voy a decir? Help a El está muy bien, pero muy muy bien, pero lo que me gustó es la novelita que viene después (the novela como dicen los anglosajones): 66 paginitas con un título plenamente asumido: Sobre el arte de la novela. Jorge Luis Borges, con su talento inmarcesible en el momento de hundir a un compañero, decía que Fogwill es el autor argentino que más sabe de autos y cigarrillos. La novelita es sobre autos (coches, carros, como uno lo quiere) y cigarrillos. Dos viajes desde Buenos Aires a ciudades donde vive una vieja madre. La vieja madre de un tal Alberto Marzo que la visita con su Porsche y la vieja madre del narrador que viaja en un Datsun de una amiga.

Los dos textos tienen algo en común: cuentan la vida que es «un fuego lento planificado», una oxidación suave como lo explica Fogwill. Ambas visitas tendrían que ser la misma, pues la vieja madre no hace diferencia alguna entre el hijo que viene en un Porsche y el que la visita con un Datsun. Pero Fogwill, que sabe de autos, de cigarrillos en los labios del conductor y de novelas, demuestra de una manera fenomenal (es decir sin demostrarlo, renunciando a la vulgaridad de un razonamiento lógico) que la novela tiene una autonomía suya que no pertenece a la lógica. « ... la narrativa, escribe, se ejecuta mediante decisiones lógicas, decisiones sintácticas y decisiones gramaticales. A veces los tres tipos de decisiones son independientes... ». Para un lector francés, es decir un hombre aplastado por una sobrecarga de teorías abstractas sobre la literatura comprometida, le nouveau roman, el estructuralismo, etc., el uso de dos autos para demostrar que el arte de la novela no obedece a una teoría es tanto una hazaña como un alivio.

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27 de diciembre de 2007
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Gracq

No hay mucho que decir. Con mas torpeza que sabiduría, toda la prensa internacional fue capaz de encontrar un espacio para anunciar la muerte del escritor Julen Gracq dos días antes de la navidad. Tenía 97 años y era el monumento, el último monumento de la literatura francesa. Ya he dicho, en este blog, que Gracq (Louis Poirier) era un clásico a pesar de estar vivo. Su muerte no le quita su condición de maestro supremo de las letras francesas sino que deja un escenario vacío.

La editorial El Acantilado publicó en 2007 una traducción al español de «Carnets du grand chemin»: A lo largo del camino. (Gracq: "El camino al que se refieren las notas que forman este libro es por supuesto el que atraviesa y enlaza los paisajes de la tierra. Es también, algunas veces, el del sueño, y a menudo el de la memoria, la mía y también la memoria colectiva, a veces la más lejana: la historia, y por eso es también el de la lectura y el del arte"). No puedo, como francés y como admirador y lector fanático de Gracq, pronunciarme sobre la calidad de la traducción, pero, al hojear el libro, veo la mejor introducción a lo que es la forma dominada de manera magistral por el escritor: el fragmento. Gran conocedor de la geografía física, poeta de los paisajes, Gracq ha creado una forma que tiene la apariencia de una libreta de apuntes. Una literatura libre, discontinua, de una muy falsa espontaneidad donde se mezclan erudición, emoción y precisión fenomenal de las palabras. Es una técnica que vale para todo: descripciones de paisajes, recuerdos, reflexión sobre la historia y literatura, sobre todo literatura.

Su fama en los medios viene de un acto de rechazo: se negó a recibir el premio Goncourt en 1951 por su mejor novela, El mar de las sirtes. Secreto, huyendo de la televisión y la participación en actos de promoción, Gracq era tampoco inalcanzable. El autor de este blog, al mandarle una carta, consiguió sin dificultad alguna unas entrevistas para hablar de literatura hace casi treinta años. Gracq hablaba con gran reserva, pero se notaba su pasión. Cuando la conversación tocaba al siglo XIX, tenía el entusiasmo de un niño en una tienda de dulces. Chateaubriand, Stendhal eran obviamente par él los compañeros de una convivencia continua.

De todos los comentaristas que intentaron saludarle, hay que destacar lo que escribió el critico francés Pierre Assouline en su blog, y también un artículo muy inteligente de James Kirkup en el diario inglés The Independent.

(El sitio dedicado a Gracq por Jose Corti, la casa editorial de toda su vida, no me parece mal, pero muy parecido a Gracq: preciso y austero.) 

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26 de diciembre de 2007
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Atardecer

Excelente artículo en Los Angeles Times del crítico de libros Scott Timberg. Su balance del año 2007 pinta un universo amenazado por la fragmentación natural de los contenidos, de las audiencias y de los canales de distribución en el mundo digital. Su visión es un retrato de EE. UU., claro, pero me parece que encontramos en este texto una recopilación de los peligros (o oportunidades) de la galaxia Gutenberg:

1. Desaparición de las librerías

2. Rebajas crecientes

3. Crecimiento relativo de los grandes éxitos en el negocio global

4. Erosión del alfabetismo en el papel (y no en las pantallas)

5. Desaparición del espacio dedicado a los libros en la prensa

6. Competencia entre los canales de distribución (con reducción de los beneficios)

¿Cuáles son las armas de los editores y escritores frente a estos desafíos? La lista incluye meramente a tres: la calidad, la atracción de ciertos autores (Roberto Bolaño en el caso de EE.UU.) y la capacidad de empujar la promoción de los libros desde fuera del mundo de los libros. Para decirlo en pocas palabras: el mundo de los libros es un mundo cerrado donde la calidad y la innovación pueden influir, pero es un mundo sometido a las tremendas fuerzas de cambio tecnológico y económico.

Ahora me toca introducir otro artículo en inglés, mucho más polémico, del semanal The New Yorker sobre "los libros en el atardecer". No hay mucho que decir sino que es una lectura imprescindible aunque su punto de salida es demoledor: se trata nada menos que de explicar por qué la humanidad se dedica a algo muy poco natural como la lectura. La frase clave: «There's no reason to think that reading and writing are about to become extinct, but some sociologists speculate that reading books for pleasure will one day be the province of a special "reading class," much as it was before the arrival of mass literacy, in the second half of the nineteenth century. » (No hay razón alguna de pensar que la lectura y la escritura van a desaparecer, pero unos sociólogos se preguntan si la lectura de los libros por mero placer no se va a transformar en el territorio de una «clase de lectores», tal como lo era antes de la llegada del alfabetismo de masa en la segunda mitad del siglo XIX). El artículo se apoya en las teorías de Walter Ong sobre la oralidad. Da mucho para pensar.

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21 de diciembre de 2007
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Experimentos

Una nota en el blog Techcrunch no sale de mi cabeza: la mitad de las novelas más vendidas en Japón en 2007 son  escritas para una publicación en teléfonos móviles. Claro que los ideogramas superan a las palabras cuando se trata de caber en un pequeño formato. Pero no se puede olvidar la tremenda influencia de la aparición de los periódicos sobre la literatura: un nuevo soporte es una oportunidad para la literatura. Los tres mosqueteros de Alexandre Dumas es un producto directo de la necesidad de pegar la audiencia al diario. Internet tendrá también a sus invenciones.

Hoy, veo tres intentos (en inglés) que se apoyan en tres tecnologías:

1.     Twitter

Twitter es un «widget», es decir, un pequeño código que permite producir un resultado en el mundo digital: en este caso, transmitir hacia ciertas direcciones el mensaje SMS mandado desde un teléfono móvil. Utilizando una pequeña aplicación llamada Swotter, se utilizó a Twitter para mandar una línea de Ulises de James Joyce a una audiencia de 198 personas. Hay 24.765 líneas en la edición del proyecto Gutenberg. Lo que hace decir, mandando una línea cada quince minutos (un mensaje twitter no admite más de 140 líneas), que la difusión de la obra se extendió en 257 días. Se trata de un experimento con una obra reconocida, pero sabiendo lo que es la convivencia alrededor de Twitter, supongo que la primera novela en entregas cortísimas no se va a demorar mucho.

2.     Comment Press

Comment Press es un "pluggin", una pequeña extensión que funciona sobre los blogs de WordPress. Permite, en lugar de añadir comentarios a un post, atribuir estos comentarios a un párrafo específico del post. Dos autores, Kate Pullinger y Chris Joseph, ya escribieron el inicio de la obra: la caída de un hombre desde un avión sobre un coche aparcado cerca de un supermercado (se parece a la novela de Salman Rushdie que tanto irrita a los islamistas). Uno puede intervenir con palabras, fotografías, vídeos, sonidos, etc. para enriquecer la obra. Por el momento, se nota un silencio total de la audiencia frente a la posibilidad de participar en una creación. La tecnología es muy sofisticada, quizás, creo que es un instrumento válido para la creación colectiva.

3.     Powerpoint

Se trata de Powerpoint, la tecnología utilizada por los asesores para entregar sus recomendaciones. La tecnología que aburre a todos en las reuniones de estrategia si no se trata de la deliciosa manera de utilizarla en el blog del señor Bnjammin. No conozco su nombre. Es un especialista en management y acaba de proponer una traducción del soneto 18 de Shakespeare en Powerpoint. Hay que leer inglés y saber un poco del mundo de las empresas para disfrutar de su creación, pero me hizo reír a carcajadas. Ya mostré en este blog lo que se puede hacer con flash en el momento de entregar un poema de Baudelaire. Tenemos otro idioma listo para la poesía.

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17 de diciembre de 2007
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La ética del crítico

/upload/fotos/blogs_entradas/romano.jpgCarlin Romano publica una crítica en el diario Philadelphia Inquirer. Es una figura universitaria, tanto en EE.UU. como en Rusia. La verdad: nunca lo leí pero me parece apasionante su post en el blog colectivo del National Book Critics Circle (NBCC) http. Es el resultado de su encuesta sobre la ética del crítico. 32 preguntas, y las respuestas de 32 críticos. Un excelente sistema de presentación permite ver respuestas en detalle. 

Entre lo que me parece más significativo:

¿Basta aparecer en la lista de las personas agradecidas por el autor para no escribir la reseña de un libro?: 68,5% dicen que sí.

¿Hay que leer un libro por completo antes de escribir su crítica?: 76,5% dicen que sí.

¿Debe el editor de una sección de cultura preocuparse por los libros publicados por sus críticos?: 52% dicen que no.

¿Un crítico puede leer las críticas sobre un libro antes de escribir la suya?: 40,1% dicen que no; 17,9% dicen que sí.

¿La sección de libros de una revista o de un periódico puede ignorar libros publicados por cuenta propia por sus autores?: 60,5% dicen que sí

¿Se puede pedir una crítica al amigo de un autor?: 84% dicen que no.

¿Debe el editor preguntarle al crítico si existe algún conflicto de interés antes de pedirle escribir sobre un libro?: 46,2% dicen que sí.

¿Puede el crítico renunciar a escribir sobre un libro para no expresar cosas negativas? 34,4% dicen que sí; 34,4% dicen que no.

¿Puede un crítico escribir sobre un libro publicado por la casa editorial que publica sus propios libros? 52% dicen que sí (pero 38% opina que sí, si se trata del mismo agente literario y no de la misma casa editorial).

Como Carlin Romano hizo la misma encuesta hace 20 años, es decir antes de Internet, hay por otra parte un estudio de la evolución de las opiniones. Es apasionante.

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11 de diciembre de 2007
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Gabo, el ladino

Según mi diccionario Aguilar de lexicografía, el adjetivo «ladino» tiene tres significaciones:

  • astuto o taimado
  • mestizo
  • judeoespañol 
  • Cuando se utiliza como sustantivo, según el mismo diccionario, nombra al «dialecto judeoespañol».

    /upload/fotos/blogs_entradas/lengua_ladina.jpgDe nada sirven estas definiciones al leer en la novela El otoño del patriarca «... habían llegados unos forasteros que parloteaban en lengua ladina pues no decían el mar sino la mar y llamaban papagayos a los guacamayas, almadias a los cayucos y azagayas a los arpones...». En esta frase de Gabriel García Márquez la «lengua ladina» es el «idioma castellano antiguo» nota Margret de Oliveira Castro que sacó algo como mil seiscientas palabras de la obra del novelista colombiano para componer un libro delicioso, uno de los mejores sobre la obra del premio Nobel de literatura: la lengua ladina de García Márquez (Editorial Panamericana en Bogotá). Se publicó en el primer semestre de 2007, lo compré de manera casual en un aeropuerto mexicano y fue como un sol del trópico en mi viaje de vuelta a Europa.

    Formalmente, es un diccionario, una compilación de definiciones ordenadas de A hasta Z. En realidad, se trata de un monumento dedicado al escritor colombiano. Cada piedra de este monumento tiene un nombre: cachaco, auyama, yeso, malanga, fiambre, fenacetina, plañidera, ruana, milico, chupacobre, etc., palabras cuyo censo deslumbró hasta los lectores colombianos del escritor.

    Más allá de su dilatado vocabulario y su obvio uso de los colombianismos, Gabo llevó a sus extremos las posibilidades del castellano para modificar el sentido de las palabras. Ya en el glosario incluido en la edición conmemorativa de Cien años de soledad de la Asociación de Academias de la Lengua Española se notaba la manera en la que el novelista aprovechó todos los recursos para hacer de la literatura «el mejor juguete que se había inventado para burlarse de la gente» como dice uno de sus personajes. El libro de Margret de Oliveira Castro establece, más allá de los trucos de la meta-ficción, la existencia de un vocabulario que abarca todas las variaciones del castellano a través de la historia y de la geografía.

    /upload/fotos/blogs_entradas/el_coronel_no_tiene_quien_le_escriba.jpgCada definición viene con una frase extraída de la obra del autor. Se nota así, una voluntad, una dinámica, un amor a las palabras que define una ambición clave en la obra del escritor. Al pasar del estatuto de novelista colombiano radicado en México a su posición de patriarca y referencia literaria del idioma español, Gabo se mantuvo en un combate para conquistar a las palabras. Con su imposible y maravillosa recopilación, Oliveira Castro, intérprete formada en la famosa escuela de la Universidad de Ginebra, escribió -en mi opinión- uno de los mejores libros sobre Gabo y su universo. Entender en El coronel no tiene quien le escriba por qué un oficial mantiene su gallo a pesar de no tener la plata de su jubilación es una manera de acercarse a una obra. Otra manera, tan válida, es entender palabras y expresiones como gallera, gallinazo, gastar pólvora en gallinazo, oler a gallinazo, gallinazo rey, mamar gallo y mamadores de gallo.

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    7 de diciembre de 2007
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    Chávez

    Desde París, la lectura de los votos del domingo pasado no puede ser más sencilla: en Rusia, ganó un dictador, Vladímir Putin; en Venezuela, perdió un demócrata, Hugo Chávez Frías. Al reconocer su derrota, el líder bolivariano hizo mucho para recuperar frente a la opinión francesa una figura más aceptable. Tampoco se le niega una parte del resultado obtenido en el caso Betancourt: unas pruebas de vida  con un vídeo y una carta. Al final, es una actitud muy francesa: el que sube, baja, pero cuando empieza a perder, recupera una figura simpática. Claro que la información sobre lo que pasa y lo que pasó en Venezuela es malísima. Nadie sospecha en Francia como en muchos otros países el inmenso fracaso económico del poder revolucionario venezolano (abastecimiento fatal, inflación, producción de petróleo plagado de problemas).

    Para entender lo que pasa en Venezuela, lo mejor es saber lo que se dice dentro del campo chavista, como en el portal Aporrea se dedica a apoyar la "comunicación popular para la construcción del socialismo del siglo XXI". Aquí está una mera muestra de lo que se puede leer dentro de las contribuciones de chavistas:

    « Muchos de nuestros personeros han perdido su humildad y por allí los vemos montados en sus Hoomers o en sus lujosos 4x4, algunos de los funcionarios con cargos de relevancia (no todos para no caer en generalizaciones) andan por allí en lujosos restaurantes, tomando whisky 18, mirando al resto de los ciudadanos por encima del hombro y llegando a convertirse en una nueva clase social (aunque nos duela reconocerlo).  (... ) Otro de los argumentos y las cosas que ocurrieron fue el desabastecimiento, muchas madres por desinformación o poca formación política decían que votarían No, por no encontrar leche para sus hijos.»

    « ...es indispensable renovar los cuadros del aparato de Estado, plagado de corrupción, mafias, ineficiencias y mediocridad... »

    «Que vinieran médicos cubanos a llevar atención y salud donde nunca el Estado tuvo presencia y donde muchos médicos venezolanos no estaban dispuestos a llegar, fue un gran acierto; pero invadir todas las misiones, ministerios y hasta la propia Fuerza Armada, de "asesores" cubanos profesándoles una admiración reverencial porque ellos "sí saben hacer y sostener revoluciones", rayó en la ridiculez y la vulgaridad. Por una parte se criticaba duramente la injerencia imperial de los EE.UU, por la otra les entregamos hoteles, despachos, celulares, vehículos, "estipendios", millardos y una buena dosis de dignidad a hermanos cubanos que venían a manifestar su solidaridad y terminaron dictándonos lecciones de "hombres nuevos".»

    «El resultado de la consulta pasa también por el desamparo y orfandad con que muchos gobernadores y alcaldes que pertenecen al oficialismo han tratado al pueblo. Pareciera que muchos de ellos les preocupa más la figuración y el vedetismo político que acercarse a las comunidades.»

    En el portal de periodismo ciudadano Periodismo digital  se reproduce una entrevista con Vladímir Villegas, vice-ministro de relaciones exteriores, publicada por el diario El Nacional, que ayuda a medir las divisiones dentro del chavismo : «Nosotros, como revolucionarios, dice el miembro del gobierno, tenemos muchas cosas que discutir. Chávez tiene que entender que la reflexión es de todos. Él tiene que escuchar las reflexiones de nosotros. El Presidente necesita estar acompañado de gente que le diga las cosas.»

    Al contar la noche de los resultados, el mismo diario El Nacional, citado por Periodismo digital, pone bien claro la naturaleza del poder en Caracas: es un poder militar. Es con el alto mando militar, o más bien sometido al alto mando militar, que Chávez toma ahora sus decisiones. Una frase como «Un general se levanta y, luego de expresar su respeto al comandante en jefe, le advierte que la Fuerza Armada no saldría a reprimir a la población» parece una citación de las novelas de presidentes, caudillos y dictadores que ocupan tanto espacio en lo mejor de la literatura de América Latina. Existe el chavismo político, pero existe también la vieja historia de un militar que no puede ignorar la tradición de los cuartelazos. El teniente-coronel (verdadero rango del presidente en el final de su carrera militar) ya camina en su laberinto.

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    5 de diciembre de 2007
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    El show Fonseca

    A sus 82 años, el escritor brasileño Rubem Fonseca se parece a su prosa: es un hombre directo, concreto, eficiente, obsesionado por el presente, que se mueve con una vitalidad deslumbrante y la obvia conciencia de que nadie, pero nadie, se puede resistir a la sonrisa de un anciano que renunció a jubilarse de la juventud. Seguí dos de sus apariciones en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y no decepcionó a un público que le tiene obvio cariño, pues no ofrece la imagen de un escritor frente a sus lectores sino la de un actor metido en un show formidable.

    Reclutado para participar en un encuentro de cuatro cuentistas Fonseca se comió a sus competidores: Luisa Valenzuela, Sergio Pitol y Ednodio Quintero, al leer con una sensual lentitud un cuento suyo cuyo final resumía su visión de la vida intelectual con relación a otra parte de la vida: "no se habla de filosofía en la cama". En otra aparición, supuestamente dedicada a definir "el placer de la lectura" tenía un micrófono portátil y se desplazaba a través del público repartiendo bromas, abrazos y chismes alegres. En todos los casos, una aparición suya se termina en una ronda infernal de aplausos y de firmas de ejemplares de sus libros.

    Fonseca, firmando libros

    El show funciona pero este autor que tanto me gusta por su energía en el momento de contar, da la impresión de escuchar a un hombre lleno de tristeza a pesar de sus carcajadas. Una tristeza tropical superada con pocos remedios: el humor, el sexo, el placer de comer (aunque él se parece a un gato flaco) y la literatura. Fonseca habla portuñol, claro, pero su idioma es parte de su encanto. Cuando dice "aquí, hablando español, me siento en mi casa" no se puede negar su energía para entregarlo todo frente a las preguntas de los lectores. A veces responde de manera directa como a las preguntas sobre sus cuentistas favorecidos (Maupassant, Kafka, Borges, Tchekov) o su legendaria velocidad como lector ("Aprendí a leer solo, a los cuatro años. Tengo la capacidad de captar palabras enteras sin tener que dedicarme a leer letras lo que me da una velocidad formidable: un promedio de cien páginas por hora"). Pero en general mantiene su show con fórmulas contundentes en todos los temas. Unas muestras:

    ¿Usted teme a la muerte?: "Necesito a la muerte. Mato a mis personajes. Siempre fue así. Soy un autor que mata."

    ¿Qué es lo que se requiere para ser escritor? "No ser analfabeta" (aunque en su repuesta terminó por añadir tres requisitos: determinación, paciencia y valor)

    ¿Por qué su personaje Mandrake es tan elegante? "Hay que ser elegante para ser un personaje de Rubem Fonseca".

    ¿Tiene algo de misoginia para dar tratamientos tan duros a las mujeres en sus libros? "No soy misógino. Prueba de esto es que las mujeres me parecen muy hermosas."

    ¿Qué puede decir de su biblioteca? "Tengo más o menos cinco mil libros. Llenan hasta mi bañera, están por debajo de mi cama, en mi cama. Cuando alguien me pide el préstamo de un libro, siempre digo que sí, te lo prestaré, mañana."

    Lo mejor fue la respuesta a un lector que notaba una baja calidad en ciertos cuentos: "Cada lector inventa una obra a través de su lectura personal. Entonces si has notado una disminución de la calidad, querido lector, es algo posible, pero debes saberlo: es culpa tuya".

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    4 de diciembre de 2007
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    En la FIL

    Se termina hoy, lunes, la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara (México). El evento procura todavía una sensación extraordinaria por la acumulación de libros. No hay otro lugar como éste para tocar papel y vivir la vida tal como la imaginaba Flaubert: «una orgía de lectura». Tampoco se puede negar la dimensión internacional del acontecimiento. El invitado de honor fue Colombia, pero hay espacio para todos. Creo que aparte de Belize (que quizás se esconde), no hubo un ausente. Miles y miles de jóvenes pasaron por el recinto y escucharon las conferencias más tontas o sabias.

    Llegando a la FIL, me preocuparon especialmente los jóvenes al descubrir desde la autopista un anuncio gigante de las librerías Gandhi. Hacen mucho por la lectura en México, pero me parece insoportable un anuncio que muestra, escrito en caligrafía, dos palabras repetidas: debo leer, debo leer, debo leer... Nadie tiene que leer. Nadie debe obligarse a leer. Exhibir una publicidad como esta frente a los jóvenes es crear una culpabilidad como camino hacia el placer. No hay una casa de citas o un prostíbulo en toda América Latina que ponga un cartel diciendo debo follar, debo follar, debo follar... Al contrario, promueven el amor, el romanticismo, la discreción compartida, de ninguna manera el intercambio sexual. Hay que acercarse a la lectura como a cualquier otro placer: no es un deber.

    De ser joven en la FIL, aparte del anuncio de Gandhi, mi mayor molestia habría sido la presencia ineludible de figuras que tapan por completo el paisaje. Sabemos que en este continente sobran los héroes. Pero sería bueno, ya, decidir que no se hable más de cuatro de ellos por una sola razón: sobredosis. Al salir de Guadalajara propongo la revisión de la publicidad de Gandhi y un pacto de silencio en torno a estas cuatro personas.

    1. Frida Kalho. Me gusta su pintura, pero ella, ya no la soporto, con o sin su bigote, dentro o fuera de su casa azul. Está en todas partes, libros de arte, revistas, ensayos, biografías. Su centenario fue interminable. La podemos quitar por un rato y a su elefante de marido también. Es una gran artista. Ambos son grandes artistas, pero basta. Demos espacio a otra pintora.

    2. Ernesto Che Guevara. Es otro aniversario interminable: murió hace 40 años. Y se le vuelve a matar cada día en libros, revistas, ensayos, biografías, películas, etc. Quizás sería bueno para la Revolución cubana cocinar otro héroe o por lo menos prescindir de la fotografía del Che por Korda, con su boina, su mirada negra, su cara rígida como el telón del teatro antes de la tragedia. Aquella fotografía está en tantas tapas que todos los libros sobre el Che se parecen a un producto doméstico disponible en múltiples envases. No puedo más.

    3. Carlos Slim. No tengo nada en contra de los ricos. Y nada en contra de este señor. Pero ahora que América Latina incluye al hombre más rico del mundo hay una verdadera pasión para entender cómo vive un hombre que goza de monopolios otorgados por un estado. No es una buena propaganda para el capitalismo que supone competencia y riesgo. Tampoco es buena publicidad para México. Esperemos una verdadera acción del presidente Calderón en contra de los monopolios antes de volver a Carlos Slim.

    4. Al Gore. Es algo terrible: no hay en América Latina un símbolo del combate contra el recalentamiento de la tierra. Se podría buscar una foca de la tierra del fuego o un mono amazónico, pero por el momento, no hay un animal conocido por todos y amenazado por el cambio del tiempo. Sólo este gringo, ex-vice-presidente, gordito, aburrido y feliz de borrar su derrota en una elección presidencial con un premio Nobel. Estoy harto de su libro, su cara, su DVD, su película, su presencia que nos tapa el planeta.

    Me gusta mi nota: arreglar el destino de Gandhi, Khalo, Che, Slim y Gore de un tirón no está mal. Debemos cuidar a los jóvenes.

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    3 de diciembre de 2007
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    Libros en Nueva York

    Atravesando Nueva York, uno siente el impacto de la desaparición de Lectorum y Macondo, dos librerías que mantenían una oferta de libros en español. Quedan Amigos en la calle 15 y Roig en la 29 pero, por favor, nada que ver, sobre todo con Lectorum, tremenda víctima del crecimiento de los precios del alquiler. Manhattan es un lugar donde se oye personas hablando en español en cada esquina pero que poco a poco no va a vender un solo libro en castellano.

    Ayer, en el Barnes and Noble de Union Square (que es el más grande de Manhattan por la superficie) se podía notar también un receso tremendo de la presencia de los latinos. Hablando de traducciones, sólo había tres en más de diez mesas que abarcan todos los géneros (ficción, no-ficción, conocimiento, auto-ayuda, bolsillos, etc.). La última novela de Mario Vargas Llosa, los «detectives salvajes» de Roberto Bolaño y, de manera inexplicable, un Quijote cabalgando en una área de clásicos en edición de bolsillo. En total, una miseria.

    Otra impresión, tremenda impresión, la calidad de las tapas de los libros sacados por las casas editoriales de EE. UU. En el país del marketing se VENDEN los libros con potencia. No basta con ofrecer un título, un autor y una imagen, hay un concepto, una atmósfera y una creación gráfica. Acabo de descubrir un concurso en el sitio de la Book Design Review de Chicago donde hay que votar entre las mejores portadas del año 2007, es decir lo que uno ve en este momento al pasear por las librerías. El nivel es tremendo. La tapa de Small crimes in an age of abundance (pequeños crímenes en una edad de abundancia) que encabeza los votos, por el momento, lo dice todo: es el despliegue de un crimen gráfico, la destrucción del papel en la abundancia de los libros.

    Los lectores son regalos, se cogen, con el ojo.

     

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    28 de noviembre de 2007
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    El Boomeran(g)
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