Una de las imágenes del verano en las playas son los sexos al sol. Inevitables si paseas por una playa nudista. Incluso si la playa no es nudista también es difícil domesticar nuestra imaginación, nuestra memoria y nuestro gusto por el sexo femenino. Han cambiado los coños. Quiero decir que han cambiado por fuera. Se imponen los pubis no sé si llamarlos angelicales. La moda de rasurar el vello del pubis ha llegado a todos los lugares.
También en la costa gallega parecen ganar la batalla las depiladas, a veces las rasuradas como si quisieran parecer adolescentes impúberes. Yo prefiero los pubis con pelo. Con su pelo natural o con pequeños recortes que no impidan su misterio, ni su belleza escondida. No soy radical, pero si tengo que hacer lista de coños queridos, deseados, admirados, casi siempre ganan los pubis con su vello. Sí tengo que reconocer que hay muchas clases de vellos que me gustan entre esos labios, sobre ese maravilloso paisaje humano. No tengo nada cerrado mi "modelo" de vello púbico, ni del de las cejas de las mujeres, dos formas de la belleza que no se alejan demasiado.
Estos días no solo he mirado los pubis playeros- y no me quiero tener que disculpar de nada pero no soy un mirón de playa, sí soy un indisimulado voyeur de toda la vida- sino gracias, ¿o por culpa?, de Chiqui me he entretenido en algunos de los cuadros que representan a Leda y el cisne. Sin duda una de las representaciones artísticas más eróticas de los mitos griegos, una iconografía apasionante que nos pasea por todos los estilos de la mujer en trance de amores no convencionales. Así volví a tropezar con el cuadro de Boucher sobre Leda, uno de ellos. Y ese coño abierto, con un vello no excesivo, rubio, casi transparente, con ese cisne tan cerca, es una imagen conturbadora de la belleza. Una imagen que, al menos para mí, desbanca a esa otro coño tan conocido que pintó Courbet y que llamó el origen del mundo. Ninguno de los dos me es ajeno pero me siento más dispuesto a la admiración del de Boucher. ¿Será que me estoy dejando llevar por la moda de los sin pelo? No creo.
Para saber literariamente de los coños no hay que leer los textos de Juan Manuel de Prada- aquellos primeros textos con los que se dio a conocer-, aquellos juveniles textos parecían más de un joven desconocedor, o como mucho de un lector "pajillero"- con perdón- de Gómez de la Serna, que de un conocedor de primera mano, de vista en directo y de estudio en profundidad, para saber de coños lo mejor es olvidarse de la literatura. A cada uno según sus gustos.
