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Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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La vida de un pulpo

No sabemos mucho, algunos no sabemos nada, de la vida del animal marino que tantas veces nos hemos comido. Es uno de los símbolos de este lado del mundo, es el principal sustento para muchos humanos cercanos al mar o de tierra adentro. El pulpo, como el bacalao, aguanta el tiempo y el clima. Una vez leí un apasionante libro sobre la vida del bacalao y su importancia en el crecimiento de ciudades claves del mundo occidental. El bacalao permitió que el hombre de secano comiera ese preciado alimento lejos de su entorno.

Un estudio de la Universidad de Vigo nos revelará en unas semanas uno de los secretos que rodean a este Octopus vulgaris, ¿cuál es la edad del pulpo? No sabemos, algunos, si ese exquisito compañero de mesas, de barras de tabernas, de días de fiesta es mayor, joven o medio pensionista. Y no sabemos si viven mejor aquí, en las costas gallegas, o en las orillas de Lesbos o en los mares australes. Nos preocupamos muy poco por eso que ingerimos. Apenas nos preocupa su vida, su recorrido, su sexualidad, sus viajes o su muerte. ¿Cuántos años habrá pasado comiendo sardinas -o lo que coma- para llegar a ser ese trozo cocido, cortado, aceitado y salpimentado que me dispongo a comer? Estoy deseando saber un poco más de la vida del pulpo. Tengo un difuso recuerdo de un libro, creo que de Roger Callois, que hablaba de la apasionante vida de los pulpos. Lo buscaré.

El otro día comiendo una anguila en las orillas del Avia recordé la apasionante vida, el maravilloso recorrido que hace este pequeño y carnívoro pez. Desde los ríos gallegos al mar de los Sargazos, cerca de las Bermudas, dónde desovan y mueren. Y desde dónde las larvas vuelven por el camino marítimo de sus progenitores para hacer el recorrido, ser angulas y, con suerte, sobrevivir como anguilas para vivir tranquilas en el río y volver al mar para el camino de vida y muerte. Vida viajera, llena de aventuras y también de hermosos lugares para el reposo.

¿Y la lamprea? ¿Cómo será la vida de la lamprea? Creo que me queda mucho por leer. Necesito unas décadas. Quiero sobrevivir a los pulpos que me tengo que seguir comiendo.

Por cierto, que canción tan bonita dedicaron al pulpo los queridos Beatles. Ahora mismo me voy con su música a tomar una de pulpo. Me quedan minutos de vacaciones.

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28 de agosto de 2008
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Rivas y los grouchos

Alguna vez me he ido de "grouchos" con Manuel Rivas, aun que no sabía que se llamaba así. Estoy con su último libro, Os Grouchos, donde se recogen sus colaboraciones en El País de Galicia de los últimos años y donde se incorporan otros textos nuevos o dispersos. Hace años que Rivas demostró que el gallego, además de ser lengua de pobres y poetas, era también una hermosa lengua para escribir en los periódicos, para contar cuentos, novelas o ensayos. El gallego de Rivas es la lengua de un escritor que propone viajes libres y rebeldes. La lengua de un gallego que no tiene miedo al mar, que se embarca aunque tenga que superar tempestades.

Groucho no es sólo el hermano mayor de los Marx, es en gallego ir de tragos, pero no beber por beber, ir para contar cosas a pie de barra. Universal barra donde todo puede ser dicho desde esa ironía que debe vivir entre las tierras, los mares, las calles y los bares de este lugar de un finisterre que no quiere ser conservador, aunque tantas cosas tengamos que conservar. /upload/fotos/blogs_entradas/manuel_rivas_med.jpgUn libro abierto y libre, como los mejores bares. Un libro, que como los hijos o los perros, termina por parecerse al amo. Un libro que se parece mucho a Manuel Rivas. Cuánta cosas muy serias con mucho humor, con esa lengua lírica llena de curvas, lengua para el placer. Lengua afrodisíaca. Pueblo sentimental, ¿y qué pasa? A ver quién tiene los cojones de llorar como lloran los gallegos. También se ríen. Y quieren pasarlo bien hasta la muerte y un paso más. Entierros de mucha acción. Entierros tan accidentados como el de Valle Inclán, esperpéntico hasta después de la muerte. Y eso que Valle creía que nunca le había pasado nada, al menos nada que se pudiera destacar. Valle que ya no vivirá estos tiempos en que algunos gallegos en la hora de la muerte sustituirán el credo por un mariachi que cante "Pero sigo siendo el rey".

Libro para ir de copas, ir de grouchos con Carlos Oroza, sin Rouco Varela. Otro libro libre de uno de los escritores que mejor nos han contado este lado del Oeste. Historias del Oeste que contiene también diálogos como aquellos de aquellas películas que también vinieron del oeste:

 

"Tabernero: A dónde vas?

Rod Cameron: Quién sabe!

Tabernero: Un bonito lugar, lo conozco!

Rod Cameron: Pues yo todavía no, paisano"

Es un diálogo de "La mujer de la frontera". Tan bueno como aquél otro de "El forastero":

"Walter Brennan: De dónde vienes, forastero?

Gary Cooper: De ningún lugar.

Walter Brennan: Y a dónde se dirige?

Gary Cooper: A ningún lugar. Todos los sitios son buenos para pasar de largo"

Nosotros nos hemos quedado en este lugar del oeste, entre libros y amigos, de grouchos y de otros lugares que sabemos que existen. Lo malo es que, ¡ay! En unos días pasaremos de largo.

Me quedo con este manifiesto en forma de poema de Rivas:

"Nos fornos do pan,

con lume de uz,

o levedar a neve"

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26 de agosto de 2008
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Contra la derrota

"La derrota ya tiene suficientes

enamorados. Este

día feliz del centro del verano

les plantearemos cara"

 

Esos versos del poeta Juan Antonio González Iglesias marcaron mi inicio de espectador de los juegos que acaban de terminar. Estoy con la melancolía del día después. No me gustan las ceremonias. Mucho menos las de clausura. Las mañanas del final del verano- ya no son las del "centro del verano" del poema- siguen teniendo sentido pero no es lo mismo. Ya no ordena nuestro tiempo, nuestras emociones la cita con estos hombres y mujeres que durante unos días, en unos segundos o en unas horas, nos permiten participar en una fiesta global, en una gloria antigua que viene de Grecia, de cuándo fuimos paganos. Se terminaron los días olímpicos. Se termina madrugar para ser el que mira el juego. Habrá que esperar unos años para volver a la cita con ese lugar dónde los hombres aplauden a los raros atletas.

Nostalgia de los cuerpos de las atletas. ¿Dónde pasará el invierno Yelena Isinbayeva? A la olímpica pertiguista no le gusta hablar. Prefiere hacerlo. Le gusta estar sola en la cumbre. Y a mí me gustaría seguir mirándola.

Estoy en el pueblo con más medallas por metro cuadrado del mundo, en Aldán. El pueblo de Carlos Pérez, oro en regatas. El pueblo de David Cal, cuatro medallas le contemplan al hijo del panadero, al chico que creció trazando líneas en las aguas de esta pequeña ría. La misma ría de las hermosas piragüistas Teresa, Sonia, Tamara. Llegaran con sus medallas. Con su hermosa victoria contra la derrota. Chicos y chicas jóvenes que entrenan escuchando rock urbano en sus mp3. Chicos del Morrazo que durante unos días han sido los héroes de nuestros sueños de verano.

/upload/fotos/blogs_entradas/david_cal_med.jpgUn hermoso poema dedicó González Iglesias a David Cal en sus "Olímpicas". Algunos versos decían esto:

 

"....En internet lo llaman un tímido de oro.

El piercing de su boca es un punto de acero.

Ama los monosílabos.

Es de un pueblo pequeño. Cada día cargaba

con esa embarcación esbelta y frágil

y remaba en el mar de la monotonía

inconsciente, constante, lo mismo que el asceta

que reitera ejercicios para salir del mundo,

así durante meses, durante años,

para llegar a esto..."

 

Mañana estará aquí, ya no es la sorpresa de Atenas, el atleta de oro. Es el humano que ganó la plata con esfuerzo, sudor y entrega. También los elegidos para la gloria saben que ganar marea.  

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25 de agosto de 2008
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Queridos destierros

Pienso en el destierro canario de Unamuno y sólo lo puedo imaginar feliz. Creo que fue a Juan Mari Bandrés al que desterraron a Almería, también tiempos plácidos vivió allí el demócrata vasco. No parece mal destino Santa Elena para otro destierro famoso. Me gustaría haber sido desterrado, aunque todavía no tengo claro cuál sería mi retirado lugar preferido para mi destierro. ¿Todavía hay destierros?

/upload/fotos/blogs_entradas/jean_jacques_rousseau_med.jpgLeyendo la ensoñaciones del paseante solitario, cartas, paseos contados por el desterrado Jean Jacques Rousseau. Estuvo refugiado en la isla de Saint-Pierre, en el lago suizo de Bienne. Perfecto lugar, por lo que nos cuenta, en esos años del siglo XVIII para vivir como un selecto retirado de casi todo. Poca hacienda, pocos libros, pocas preocupaciones, poco trabajo, incluso ningún trabajo, pocas compañías y malas comunicaciones. Una casa grande, agradable, cómoda y solitaria. Un campo de viñedos, bosques, huertos, árboles y orillas que, casi por primera vez en francés, ya llama románticas. Hay pesca, pájaros, algo de caza y naturalmente plantas, flores y hierbas que apasionan al pensador. Abandona todo trabajo, deja de un lado las lecturas y se entrega al gusto por la vida de las flores, de las plantas. Lleno de fervor botánico emprende la tarea de describir las plantas de la isla. Nos da envidia este hombre libre de cargas, nos recuerda a ese otro retirado voluntario del poema de Gil de Biedma, "De vita beata": "....vivir como un noble retirado, entre las ruinas de mi inteligencia".

Ser feliz y desterrado. Y además poder decir eso que dijo Rousseau: "Nunca he creído que la libertad del hombre consista en hacer lo que quiere, sino en no hacer nunca lo que no quiere". Eso quiero.  

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22 de agosto de 2008
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La tristeza, y después

Nos llegó como llegan las malas noticias, como llegan las buenas, nos llegó ausente y desarmado frente a las desgracias. Como tantas veces estamos, también desprevenidos, ante las buenas noticias. Aumentaban los muertos, las malas noticias, lo que no tiene explicación, aunque la termine por tener. La desgracia y la suerte. La tristeza. Y después, otra vez la vida. La vida de los que no fuimos aquellos viajeros. Hemos pasado cientos de horas de nuestra vida en los aviones, volveremos a volar como volveremos a sufrir, como volveremos a sonreír./upload/fotos/blogs_entradas/paul_valry_cuadernos_med.jpg

Estoy leyendo a Paul Valéry, en sus "Cuadernos" me encuentro un pequeño poema abstracto, uno de esos que nos recuerdan que la tristeza es más interior que la alegría. Y que, sin embargo, tenemos que seguir buscando la risa. Algo parecido a la alegría por estar vivos.

 

"Amarga como sabes serlo- oh Vida

¡Amarga y dulce como sabes serlo!

Amarga y dulce y grave como sabes serlo, oh vida

Amarga y dulce y grave y leve y larga y breve como sabes serlo,

oh vida.

Así como tan sólo las lágrimas saben juzgar, compensar, pagar

tus momentos hermosos

Hay tan sólo una risa que consigue responder con acierto a tus males."

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21 de agosto de 2008
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Mentiras, mentirosos

/upload/fotos/blogs_entradas/los_mares_de_wang_med.jpgLeyendo el magnífico viaje por China de Gabi Martínez, Los mares de Wang, entiendo aquello de "esto es un cuento chino", frase ahora en decadencia pero que usábamos mucho cuando no nos creíamos algo. Siempre he pensado que hay que saber mentir. Y para saber mentir hay que tener cualidades y no viene nada mal tener práctica. No se hace uno mentiroso en un día. Ni en un curso rápido. Saber mentir es un arte antiguo, una dedicación que no se preocupa de aparentar nobleza. La mentira no será noble pero debe ser inteligente.

Cuenta Gabi Martínez que los chinos son el pueblo que mejor miente, el que más orgulloso está de su capacidad para engañar, para mentir no por mentir sino con voluntad de prosperar."Engañar para prosperar", un lema que me parece admirable.

Siempre he sido un mentiroso vocacional. No se si un gran mentiroso pero al menos lo he intentado. Me he pasado una no corta vida contando mentiras. He practicado bastante y sigo en ello. Y, de alguna manera, vivo de ello. Vivo de mis mentiras. De la mentira de las mentiras. Hermana pequeña y menos pretenciosa de la verdad de las mentiras de Vargas Llosa y los grandes mentirosos. Los pequeños no pretendemos la verdad.

Mentiroso de vocación. No hay que descubrirse pero tampoco hay que ocultarse. No hace falta reivindicarnos, somos mentirosos porque hemos querido ser así. Yo me recuerdo mentiroso desde pequeño. Y recuerdo el placer que proporcionaba hacer pasar una mentira como si fuera una verdad. ¡El insoportable prestigio de la verdad!

Los mentirosos tenemos poca fe, en eso no mentimos. El sagaz, certero y descreído de Paul Valéry escribió: "La fe es un vigor que se toma por una verdad". Pues eso, la verdad para los que tengan fe. Yo con los chinos. Con esos que consideran que para ser un héroe no hay que correr riesgos. Con esos que llevan siglos practicando el engaño sistemático y el arte de la mentira.

Escribe Gabi Martínez: "China ha dado gente muy capaz de driblar reglas, en cierto modo porque adoran los inventos y el juego, los desafíos en fin." También destaca otra gran cualidad de este pueblo tan simulador, una característica que también admiro y a la que tanto debe nuestra literatura: la picardía, la picaresca. También son maestros en ese disimulo, ese engaño de sentidos y sentimientos que usan los pícaros.

Tengo que escaparme a China. Vivir experiencias entre chinos esos olímpicos campeones de la mentira. Hay que ser mentiroso para todavía considerarse un país comunista. Unos genios. Una suerte de triunfo de la poesía sobre la realidad.

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20 de agosto de 2008
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Bares

He leído un informe sobre la cantidad de bares que hay en España. Se detalla por comunidades, por provincias y por ciudades. La información debería ser más precisa y darnos la estadística de bares por barrio. Estoy en un lugar de España con una de las más altas medias de bares por habitante, en Galicia. Solo superada por Aragón, Asturias y Baleares. Pero si hablamos de Vigo y su comarca la media sube mucho. Así estoy en uno de los lugares con más densidad de bares por habitante de España. Me gusta conocer ese dato. Me gustan los bares. Han sido, son parte de mi paisaje vital y emocional. Son mi guarida y mi confesionario, mi habitación abierta y mi habitación propia. Los bares son el mejor lugar para estar solos y para estar en compañía.

Estoy en un monte, miro una tranquila ría, veo pasar barcos que llevan hombres que salen al mar para el trabajo. También veo otros que llevan grupos de desenfadados veraneantes que nunca tendrán que trabajar en ningún mar, no proceloso ni tranquilo. Cada uno con sus barcos, cada uno con sus bares aunque, de vez en cuando, se mezclan en los mismos bares, las mismas barras, las miasmas bebidas y las mismas estéticas.

Algún día tendríamos que hacer la lista de nuestros bares más queridos.

En Galicia- aunque también tengo algún bar tan exquisito, tan plácido y acogedor como el más mítico de los "Harry's bar" del mundo- me gustan los bares populares, las  tabernas dónde conviven los Ribeiros con el pulpo, la televisión siempre encendida con la máquina tragaperras, las fotos de escenas del mar con alguna reproducción de una marina hiperrealista, las botellas en sus estantes con la imagen de algún santo.

Bares con viejas botellas que guardan aguardientes fuertes como los hombres de la mar, bares de feísmo capaces con sus tapas, con sus vinos de hacerte olvidar la estética con la que veníamos armados desde nuestra cultura. Feos bares que ya hemos hecho tan nuestros.

Cada vez hay menos bares, menos tabernas como aquellas que recorrían por ésta zona dos de los mejores conocedores de sus paisajes y paisanajes, míticas tabernas de el Morrazo que recorrían muchas tardes, con sus noches, Álvaro Cunqueiro y José María Castroviejo. Añoradas y estéticas tabernas que, ¡ay!, ya apenas pertenecen al recuerdo, a la literatura, a esa realidad que tenemos que vivir imaginando. Una pena que me quitaré refugiándome en algún bar de ese feísmo que cada día me gusta más. Bares, ¡qué lugares!

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19 de agosto de 2008
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Aplaudir al sol

Contaba ayer Luis García Montero la conveniencia de aplaudir una puesta de sol. Unos aplauden los atardeceres del mar de Cádiz, otros aplaudimos la manera de ponerse el sol en este finisterre de otro sur, el sur gallego. Qué hermoso es un atardecer, siempre repetido, siempre igual, siempre diferente. Cuando esperamos el último rayo del sol, esperamos en silencio, admirando, con la pequeña emoción de volver a ver un espectáculo que nos gusta, que conocemos, que cambia cada día pero que lo hace sin grandes sorpresas. El placer, el gozo de volver a ese lugar de los sentimientos dónde están algunas cosas que nos gusta repetir. Volver a mirar una puesta de sol. Volver a besar. Todos los besos son diferentes. Como diferentes son los atardeceres.

Nunca hemos visto el rayo verde. Incluso no estamos seguros de que exista pero no hay atardecer que no tengamos la esperanza de que alguna vez tengamos ese premio. ¿Será una superstición? Es posible pero desde que leímos a Julio Verne siempre esperamos esa última luz que algunas veces, dicen, se produce con el último rayo del sol.

/upload/fotos/blogs_entradas/eric_romher_med.jpgVolvimos a ver la película de Eric Romher, uno de sus cuentos morales, "El rayo verde". Habían pasado más de veinte años desde que una tarde en los cines Alphaville salimos tristes y alegres de esa historia de una mujer vegetariana, espiritual, soñadora, solitaria y maniática. Una extraña mujer que no estamos seguros de haber querido conocer. Una mujer que confía en cuentos, en leyendas, en señales que hacen que la vida pueda cambiar. Ver el rayo verde y cambiarte suerte. Ver el rayo verde y encontrar el amor. Una hermosa manera de engañarse, de ilusionarse cada día con otro atardecer. Me vuelve a gustar ese cuento moral del Romher, siempre me gustan esos franceses moralistas tan inmoralistas, desde los pensadores del siglo XVIII a los cineastas que vinieron con la nouvelle vague. Tengo que volver a Romher.

Sigo sin ver el rayo verde  pero me gusta aplaudir cada día los atardeceres de este sur del norte hacia el noroeste. Este lugar que es como esa Andalucía imaginada, idealizada de Luis García Montero, de Luis Cernuda de otros andaluces que saben que también en Galicia está esa metáfora del sur, esa Andalucía que todos nos merecemos. Unos más que otros. Brindis al sol en esta mañana de luz de Agosto. Aplauso al sol cuando se esconda por nuestro mar de todos los veranos.

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18 de agosto de 2008
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Fotos, memoria y azar

Una gran exposición fotográfica en A Coruña de los hermanos Mayo. Extraordinarios fotógrafos que crecieron en el exilio mexicano. Como tantos habían perdido la guerra, eran republicanos, "rojos". Delatados desde su nombre, eligieron estos gallegos llamados Bouza, en compañía de los madrileños Castillo, llamarse Mayo como homenaje a los trabajadores, a la fiesta del 1 de Mayo.

Fueron fotógrafos desde los días de las revueltas mineras en Asturias, en la Guerra Civil, pero también fotógrafos de los famosos, los deportistas, las celebraciones, los retratos de estudio o la vida en la calle. La vida de un siglo vista por los hermanos Mayo.

Hace diez años conocí a Julio Mayo, el único superviviente ahora nonagenario, en México. Era un vigoroso octogenario lleno de pasión,  memoria, trabajo y azar. De todo eso se había forjado su vida de fotógrafo. Él había estado en la llegada de Trotsky a México. Había fotografiado a Frida, Diego Rivera, Orozco, Manolete o Cantinflas. Había fotografiado a los olvidados de los barrios, a Buñuel, a León Felipe y a la hermosa joven que aprendió a leer poemas en su compañía, Sara Montiel.

Los Mayo se habían pasado la vida mirando y atrapando la vida y sus protagonistas. De los anónimos luchadores del Quinto regimiento cruzando el Ebro a Robert Mitchum en un rodaje mexicano. Pero, además de otras muchas cosas, lo que yo quería hablar con Julio era de ese azar que le llevó a fotografiar a Marilyn Monroe en un hotel de la capital mexicana. Era en el año 62, pocos meses antes de morir, Marilyn, estaba simpática, había visitado un rodaje de Buñuel mientras rodaba El ángel exterminador. Hay una deliciosa foto. Todos contentos y Buñuel sonriente y feliz al lado de la rubia.

Y la otra foto, esa que el azar hizo que se viera que no todo en Marilyn era rubio. Esa en que se ven sus morenos pelos púbicos. Esa conturbadora foto que muestra que Marilyn no usaba ropa interior. Esa que tuvo al pequeño de los Mayo en frente y sin saber que se encontraría al revelar. Allí estaba la sorpresa, producto del azar, no de la rapiña ni de la picardía. Esa foto de Marilyn. Esa foto.

Mayo, después de hablarnos de aquella foto, volvió a confesarnos la imagen que se repetía todos los días de su vida. Él de joven en el frente de Guadarrama, en el regimiento de montaña, vestidos de blanco, escuchando los avances enemigos en los amaneceres fríos de los días de invierno en que Madrid se defendió de los asaltos fascistas. Esa su foto no realizada, su memoria visual y emocional más repetida de una vida que ha visto muchas cosas. Fotos que nunca hicimos. Momentos que no olvidamos.  

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13 de agosto de 2008
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Libros que cambian la vida

El ser humano es un animal que ríe, llora, lee y hace listas, como el domingo recordaba Benjamín Prado en El País Semanal. Nos gusta hacer listas. Es divertido y nos permite poner un poco de orden en nuestra tendencia al caos. A cien escritores españoles les pidieron sus cinco libros de referencia. Los cinco libros que cambiaron su vida. Yo creo que todos los que leímos la encuesta hicimos nuestra propia lista, nuestra particular incursión en nuestro pasado de lectores que se iniciaban en este juego interminable. Yo hago mi lista. Así como vosotros, si así os parece, deberíais hacer la vuestra. No será la mía muy reflexiva, ni muy meditada, será la misma que pensé ayer mismo cuando leía la de los otros. La mía podría ser ésta, aunque también podría ser otra con otros cinco, incluso una tercera, cuarta, quinta....cada día se podrían cambiar algunos de la lista y sin embargo me gustaría que estuvieran éstos:

Al principio fue, Tintín.  Así estaría el primero de mi lista como lector. Después vinieron otros de aventuras pintadas, pero sin las historias de Tintín mi vida lectora hubiera sido distinta. Mi otra vida, también.

/upload/fotos/blogs_entradas/la_isla_del_tesoro_med.jpgUn poco después soy un adolescente que quiere vivir aventuras, conocer viajes y piraterías. Soy el que está leyendo La isla del tesoro. Las historias de Stevenson, después vinieron las demás, siempre serán parte de lo mejor de mis recuerdos lectores.

Y llegaron los rusos, algunos españoles- uno como Baroja que todavía viaja conmigo- y apareció Kafka. Primero fue La metamorfosis. Así nos dimos cuenta de que todos podríamos ser Kafka y que el horror, el terror, la angustia o el peligro podrían ser cosas cercanas, cotidianas.

La poesía, que ya había llegado con clásicos españoles del siglo XX, Juan Ramón, Machado, Lorca, Cernuda, se nos hacer más cercana, más nuestra y cotidiana con aquellos que tanto bebieron. Con esos que tanto seguimos leyendo. Primero fue Jaime Gil de Biedma, que nos acercó a Ángel González. Ahí siguen cambiando nuestras vidas.

Un poco tarde, a pesar de nuestra historia alcalaína, nos llegó Don Quijote, nunca nos dejará. Pero con él viajaban Faulkner, Borges, Pessoa, Proust, Rilke, Salinger, Rilke, Cortázar, Nabokov, aunque cómo solo puedo elegir uno. El quinto libro, con la pequeña trampa de que Jaime Gil de Biedma y Ángel González sean sólo uno, sería ese viaje de James Joyce que también nos acercó a la Odisea de Homero. El Ulises de James Joyce fue, después de dos intentos, el más importante de las lecturas que cambiaron nuestra vida de lectores veinteañeros.

Ahora, después de haber pasado la mitad de la vida, seguimos buscando lecturas que nos conmuevan, nos transformen, nos cambien. Y de vez en cuando nos pasa. Pero esa es otra lista.

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12 de agosto de 2008
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El Boomeran(g)
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