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Escrito por

Basilio Baltasar

Basilio Baltasar (Palma de Mallorca, 1955) es escritor y editor. Autor de Todos los días del mundo (Bitzoc, 1994), Críticas ejemplares (BB ed; Bitzoc), Pastoral iraquí (Alfaguara), El intelectual rampante (KRK), El Apocalipsis según San Goliat (KRK) y Crítica de la razón maquinal (KRK). Ha sido director editorial de Bitzoc y de Seix Barral. Fue director del periódico El día del Mundo, de la Fundación Bartolomé March y de la Fundación Santillana. Dirigió el programa de exposiciones de arte y antropología Culturas del mundo (1989-1996). Colabora con La Vanguardia y con Jot Down. Preside el jurado del Prix Formentor y es director de la Fundación Formentor.

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Una ciudad de la Nada

 

El 21 de abril de 2010 hará cincuenta años que Brasilia surgió de la nada. He aquí un mote interesante para bautizar la voluntad política del Presidente Kubitschek. Nada es lo que había en este lugar abierto entre el Matto Grosso y Minas Gerais. La rala vegetación del sertao y quizá algún estrecho sendero de nómadas cazadores. Sin toponimia, sin ruinas: sin Historia. Ningún otro arquitecto ha recibido un encargo semejante: levanten una nueva ciudad. Quizá el de San Petesburgo fuera un arrebato semejante. Aunque la diferencia es notable: el Zar quiso imitar a Paris, Viena, Venecia. Y en Brasilia el modelo fue una quimera: la ciudad ideal, sin precedentes. Oscar Niemeyer y Lucio Costa la construyeron en menos de tres años. La idea pura, pitagórica, corbuseriana, todavía da forma a la ciudad hierática. Hay que recorrerla con una voluntariosa perplejidad. En la puerta del Palacio de los Arcos, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, conocido como Itamaraty, no hay guardias. Un bedel te deja entrar y tú deambulas absorto admirando la elegancia de un edificio que anticipó algunos propósitos del pensamiento urbano: lo transparente, lo diáfano, el minimalismo. Si se permitiera un cambio de uso al edificio oficial yo propondría dedicarlo a una neoclásica Academia de Filosofía. Viendo el discreto deslizamiento de las secretarias sobre el suelo de mármol pulido me pregunto si la arquitectura visionaria modifica o refuerza los hábitos de la clase política que la habita desde hace (casi) cincuenta años. Quién sabe. El gobierno de Brasil formula su influencia en la región y en el escenario global como el más decisivo vector de mediación. Los Estados tienen carácter y pasiones, a veces coléricas. Brasil ofrece su cordialidad a modo de arte diplomática. En este aspecto, la voluntad del Presidente Lula encuentra su vínculo con los discursos de Obama y Zapatero. Quizá la celebración de los 200 años de la independencia de los países americanos (prevista para el 2010) permita dar a este estilo de pensar la política internacional un espacio tan amplio y luminoso como el de la propia ciudad.



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18 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La más vieja herejía del mundo

 

Cuando los danzantes pasean sus cuerpos bronceados por la blanca arena de Copacabana, o se tienden a dormir inmunes a la radiación solar, comprendo que debo tener cuidado con esta metáfora. Me dispongo a contemplar el país con un juego de miradas prestadas pero antes de empezar ya anoto en qué consiste la sensación. En ningún otro lugar me parecerá tan impetuosa la fertilidad que cerca a la metrópoli. Ya sea en las raíces trepadoras que debes podar día y noche o en el termitero de favelas que se encaraman a tu alrededor, la ciega y hambrienta Naturaleza hace acto de presencia. ¿Recuerdas ahora a Dylan Thomas? La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor...

¿Será el Carnaval con su laboriosa faena el que seduce tu imaginación? La grotesca Misa del Asno desata el fervor dionisiaco. No es una broma lo que se quiere festejar. El turista, siempre accidental, sobre todo cuando cree tener un pensamiento profundo, quiere disfrazarse y bailar. Ya sabes, una corona de plumas, un pantalón de lentejuelas ajustado... Aunque en realidad, lo peor, como tantas veces, es que tampoco ahora saca provecho a su oportunidad: no entiende a qué ha sido invitado. Carnaval es la encrucijada elegida para quitarse el disfraz. No para hacer el ridículo con el petulante colorido que ofrecen las agencias de viaje. Contrariamente a lo que suele creerse, lo que hacen los brasileiros cuando llega el Carnaval, y de ahí la alegría con que esperan estas fechas heréticas, es quitarse el disfraz. Te das cuenta por la ligereza urgente de las conversaciones. Se acerca el día de la gran hoguera, cuando arderá en un solo destello el cansado flujo de los días pasados en balde. ¿Quién querría disfrazarse en tan magna ocasión?



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17 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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¿A quién pretende agradar Belloc?

 

Nada puede complacernos más que ver a los hombres celebrando a sus héroes particulares. Hay en este exceso un aspecto enternecedor. Hombres huérfanos de afecto rinden homenaje a sus protectores. Éstos deambulan por las regiones imaginarias del pasado pero la certeza de la creencia es formidable: subsisten y dan consuelo. Para algunos son un ejemplo a seguir. Para otros, el homenaje es dar aliento a una vida que sin su recuerdo se extinguiría. El caso es que las agrupaciones adoptan patronos como signos de su convicción. Ya se sabe: un denso y conciso símbolo, una abreviatura. En lugar de contarlo todo cada vez, se cita el nombre laureado del gran predecesor. Y así queda todo dicho. Para un jesuita será Ignacio de Loyola. Para un opusdeísta, Escrivá de Balaguer. Incluso los laicos, con menos fervor y más modesto entusiasmo, tienen su obosom: Manuel Azaña, -quizás.

Lo singular de la confusión española, no obstante, es ver como rezongan los políticos de izquierda. Parecen apesadumbrados. Como si se avergonzaran de sus antepasados. Un republicano o un socialista francés se reconoce en los nombres de la Historia que lo ha parido. No hay misterio en ello. Las ideas sobreviven a la muerte de sus mejores oradores y entre los vivos siguen tronando. Esto es así en Francia, en Alemania... Pero no en España.

A causa de perturbaciones patológicas que no han sido estudiadas, los socialistas españoles viven acosados por un dolido fantasma. Quién sabe lo que les susurra de noche en su dormitorio. Lo único cierto es cómo se despiertan al amanecer: dispuestos a pedir perdón. Luego acuden a obtener el beneplácito de sus adversarios. José Bono, Presidente del Parlamento, quiso homenajear a Sor Maravillas, una monja que había vivido con gran abnegación. Ahora Juan Alberto Belloc, alcalde socialista de Zaragoza, quiere rendir homenaje al fundador del Opus Dei, Monseñor Escrivá de Balaguer. Y declara el motivo que hace inevitable poner su nombre a una calle: "es santo".

Su argumento se refuerza con más profundos pensamientos, pocos dignos de la tradición a la que pretende pertenecer, pero frívolamente ruidosos: "no hay marxista culto que se oponga a esto".

El caso español.



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14 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Voilá

 

A François Whal, que también fue amigo de Severo Sarduy y huésped asiduo en Formentor, no le ha gustado ver publicado el Diario de Roland Barthes. Al parecer, el afamado crítico de la escuela estructuralista  francesa le había encargado vigilar el destino póstumo de su obra pero no llegó a nombrarlo albacea.

El enfado de Whal no impedirá la circulación del Diario de duelo que ha publicado Seuil pero su protesta pone en entredicho una vez más la frágil voluntad de los muertos. ¿Habrá quién la respete?

En este caso, parece que Diario de duelo no es una obra vetada por la insatisfacción estética de su autor, sino por la intimidad que revela. El amor a la madre enferma, a la madre muerta, a la madre ausente hace impertinente el saqueo del diario íntimo.

Ya veremos hacia dónde deriva la disputa pero por el momento parece un exceso de pudor el que ostentan los frustrados vigilantes. ¿Acaso es ofensivo ver a Barthes sollozar por la pérdida? En sus notas hay un conmocionado huérfano detallando sentimientos, desgarros y sueños. ¿Qué intimidad se está violentando?

Al viejo Barthes, si pudiera leerse como si no fuera el autor, el texto le permitiría formular sofisticadas evaluaciones acerca del sentido oculto en el afecto filial. La pluralidad de significados latentes en un texto a punto de reventar bajo el impaciente efecto de la curiosidad: "La camarera ha dicho voilá. Algo que ella y yo nos dijimos durante toda la vida. Me ha hecho saltar las lágrimas y de regreso a casa, lloro durante mucho tiempo".



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13 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La obligación de vivir a toda costa

 

La lánguida mirada que nos dirige Eluana desde su retrato nos llega casi al mismo tiempo que su luminosa sonrisa. La melena larga y oscura parece ondular con el suave movimiento de cabeza que hizo un instante antes de ser inmortalizada. No sabemos nada de la joven muchacha, pero uno diría que ciertos rasgos de su carácter nos resultan familiares (tal vez un sentido del humor admirable o una singular capacidad de amar el flujo de la vida). Al dolorido padre que hemos visto en los tribunales italianos lo imaginamos mientras daba a Eluana el afecto que ayuda a crecer a los adolescentes. La saludable confianza en sí misma que delata el rostro de la joven es una huella familiar, sin duda.

Obligado por las circunstancias a resolver una tragedia que ningún padre quisiera para sí, el padre de Eluana reclamó para su hija el derecho a evitar una agonía de la que nada podemos saber. Nada, excepto lo que nuestra sensibilidad revele sobre esa existencia inmóvil, yacente, amordazada en el oscuro calabozo de la mente.

Por si la familia no tuviera bastante con haber asumido la dolorosa decisión de interrumpir el auxilio de la técnica clínica, aparece el empresario Silvio Berlusconi y el Vaticano en pleno a movilizar a sus huestes. Un nuevo pretexto para su política a contra pelo.

El derecho a morir ha sido en la Historia de Europa una reclamación herética que se funda en una presunción: el Creador del Mundo no es el Dios bueno: es el Otro. El mundo es la cárcel del espíritu y el Demiurgo mentiroso nos tortura encerrándonos en la prisión de la carne. Tenemos, dijeron los bogomilos en la Bosnia medieval y los cátaros occitanos en el siglo X, derecho a escapar cuando nos parezca insoportable prolongar el tormento.

Lo que está en juego es una visión del mundo realmente perturbadora: ¿nacemos con la obligación de seguir vivos a toda costa? ¿Hay vigilantes encargados de hacernos cumplir semejante mandato?

Los periódicos y las televisiones se han sentido atraídos por la hermosura de Eluana, pero para participar en ésta polémica con cierto conocimiento de causa deberían ofrecernos la imagen que durante diecisiete años ha contemplado su familia: la belleza ya marchita de la muchacha, la carne macilenta hundiéndose en el colchón, la cabellera raída, los dedos doblándose como ganzúas, los párpados cerrados de esa tumba en vida que es el coma.



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10 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Walter Benjamin en Ibiza

 

El encuentro con Ibiza le produjo a Walter Benjamin un doble sobresalto: pisar una tierra arcaica excitaba ensoñaciones que inspirarían alguno de sus textos decididamente visionarios; el carácter "realmente hosco" de los habitantes del lugar desvelaba matices incómodos a la anunciada redención del género humano.

El lector puede seguir el hilo de las meditaciones ibicencas de Walter Benjamin leyendo el volumen editado por Pre Textos. Vicente Valero agrupa la correspondencia que Benjamin mantuvo desde una isla extrañamente situada entre las brumas del pasado (púnico y corsario, para más señas) y la apocalíptica catástrofe del Mal que se avecinaba.

En una de las piezas epistolares dirigida a su íntimo amigo Gershom Sholem, fechada en 1933, WB, mecido por la lánguida brisa de los pinares mediterráneos, escribe: "echo de menos las densas sombras con las que las alas de la crisis económica enterrará en pocos años toda esta soberbia de tenderos y veraneantes".

Corresponde a los dos personajes el tono profético de la alocución, tenebrosamente vinculada a la furia anti burguesa que también alentaban los nazis. Pero esta confianza en el poder justiciero de los reveses del destino -esperanza milenarista enquistada en los anales revolucionarios- ya no nos resulta hoy tan fogosamente estimulante. El desastre europeo que se gestaba acabó para Benjamin el día de su suicidio en Port Bou. Y es éste destino el que hoy mismo pesa sobre la conciencia de la cultura europea: la crisis económica no es el síntoma de un sistema obsoleto; es la consecuencia de nuestra falta de pericia.



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6 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Todo o nada

 

Las grúas que se levantaban sobre el páramo español como signo de la rapacidad urbanística permanecen inmóviles en el horizonte mientras el rocío oxida sus pernos y poleas.

Sería prematura una confesión cuya franqueza corroyera nuestros simulacros pero los parados deambulando por la ciudad con las manos en los bolsillos y la ira contenida en su mirada ofendida anuncian el fiasco de nuestras ilusiones.

No sabremos aprovechar la crisis económica para sustituir el viejo modelo de desarrollo depredador y después de esperar con espasmos de impaciencia un nuevo ciclo de expansión, volveremos a las andadas.

La fiesta del consumo hará sonar de nuevo sus cornetas de alocada fogosidad y todos celebraremos haber ganado un poco más de tiempo: la ecuación prosperidad-despilfarro-miseria es la única fórmula de economía social que el mundo ha sabido construir. Eso o nada.

 



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3 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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A salvo de todo reproche

 

Siguiendo el guión que le corresponde como jefe de la oposición parlamentaria, Mariano Rajoy hace su trabajo: reprocha al gobierno el alcance de la crisis económica, le conmina a resolver el paro sangrante, la recesión, la política crediticia, la deflación. Rajoy exige medidas contundentes. Reclama al ejecutivo iniciativas que corrijan la tendencia al deterioro social y espera que el malestar redunde en favor de las expectativas electorales de su partido (las europeas y las inminentes autonómicas en Galicia y el País Vasco).

En suma, Rajoy se comporta a la vieja usanza: como si la sociedad de la información no inundara con sus certezas la percepción ciudadana. Se supone que sus asesores le animan a entrar en Facebook y a prodigarse a través de la web de su partido, pero Rajoy lo ignora todo sobre los ciudadanos a los que quiere convencer.

Habla como si su palabra pudiera modificar la tupida madeja de sensaciones que nos impone el espectáculo de la crítica catástrofe financiera internacional. Como si las noticias, las declaraciones, los artículos y los blogs no hubieran demostrado ya lo que todo el mundo sabe: el más patético infortunio de impotencia en el que han incurrido los poderosos rectores, expertos y especialistas, que hoy deben limitarse a agachar la cabeza (Sarkozy, Brown, Merkel) y reconocer que no saben qué hacer para salir del follón en el que nos han metido.

Rajoy desconoce lo hondo que va calando este estado de ánimo global: oleadas de opinión sincronizadas en la gran red de intercambio transnacional verifican a diario el zarandeo que padece un mundo sin rumbo ni timonel. Por primera vez los gobernantes -los arcontes que presumían de saber y poder- deben salir a la palestra como víctimas desazonadas que ni siquiera ocultan el temor que sienten ante la cercanía de lo peor todavía.

Las apariciones televisivas de Zapatero confirman que el origen de la crisis económica pasa por encima de su cabeza presuntuosa y elevándose más allá de sus posibilidades bienaventuradas se remonta hasta esos espacios de impunidad que avergüenzan incluso al presidente de los Estados Unidos.

Curiosamente, esta inutilidad no redunda en su perjuicio. Y esta salvedad es algo que Mariano no puede aprovechar.



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1 de febrero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Incidente en la cumbre de Davos

 

Al presidente turco Erdogan le parece necesario dar la réplica al presidente israelí Peres y solicita al moderador del debate, David Ingantius, director del Washington Post, un turno adicional al previsto para sus intervenciones. El protocolo ceñido por el tiempo y la susceptibilidad de los contertulios "presta" a Erdogan dos minutos. Dos minutos insuficientes para responder a los veinticinco que gasta Peres en justificar la invasión militar de Gaza y la colateral masacre de civiles. Erdogan se levanta desairado y abandona la reunión "dejando atónitos al público de vips mundiales" -según cuentan los cronistas.

He aquí representada la comedia contemporánea cuyo protagonista no es el actor que clama en el escenario sino el público amnésico. ¿Quién recordará en el patio de butacas la entrada de las tropas turcas en el Kurdistán?

En diciembre de 2007 la web del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas turcas anunciaba el resultado de su operativo militar: "un importante número de bajas entre los miembros del Partido Comunista del Kurdistán".

Tropas de élite del ejército turco atravesaron la frontera iraquí y mediante un intenso fuego de artillería atacaron "un campamento de instrucción kurdo" y durante dos semanas mataron a casi todos los que allí se encontraban: "perecieron unos 200" .

Naturalmente, al nacionalismo turco le parecerá ofensiva cualquier comparación con el nacionalismo israelí: sus víctimas particulares sólo son "terroristas".



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30 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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En mis tiempos estas cosas no pasaban

 

 

Si cada uno de nosotros dejara en el aire un rastro de aroma fosforescente podríamos seguir el itinerario de sus pasos por la ciudad. Salir de casa, entrar en la cafetería, entrar en la oficina, entrar en el restaurante, salir de la oficina, irse de copas -o al cine. Quién sabe. El caso es que son muchas las vidas que dejan en el mundo una huella fácil de seguir.

Intento imaginar las reflexiones de uno de éstos ciudadanos cuando El País le descubre la trama de espionaje organizada en las instituciones públicas madrileñas. No creo que sufra el estupor del que hacemos gala los moralistas. Quizá le parezca raro el interés que suscita entre ciertos políticos la vida privada de sus colegas. ¡Es todo tan predecible! -pensará. ¿A qué viene eso de contratar guardias jubilados? ¡Si basta mirar el reloj para saber qué esta haciendo cada uno!

A pesar de las ficciones televisivas, al ciudadano cansado de ir y volver del trabajo le cuesta imaginar a sus dilectos próceres metidos en asuntos que exijan operativos furtivos de vigilancia policial. ¿Tendrán algo que esconder? -se preguntará rascándose la cabeza.

El asunto es un culebrón que ha dejado enmudecidos a sus protagonistas: a los espías, a sus jefes, a los espiados, y a su imprevisible cohorte de dañados colaterales. ¡Vete a saber lo que han encontrado! Buscarían adulterios y han encontrado cohechos. Sospecharían sobornos y han descubierto estafas. ¡Vete a saber!

Los documentos y los hechos que nos cuenta El País son abrumadores, aunque sólo sean la pista que conducirá, sin duda, a otros entramados. ¡Vaya tinglado el de los gestores públicos! ¡Qué osadía! ¿Y todo eso se paga con el dinero que recauda la Agencia Tributaria?

Un enterado dice en la cafetería: ¡pero si eso lo hace todo el mundo!

Manuel Fraga se ha apresurado a declarar que no está de acuerdo con esta presunción de sátiros y delincuentes: "En mis tiempos estas cosas no pasaban".

No ha tenido tiempo de aclarar a qué tiempos pasados hace referencia el destacado dirigente del Partido Popular. ¿Cuándo en 1962 era Ministro de Información y Turismo? ¿Cuándo en 1976 era Ministro de la Gobernación?

¡Qué tiempos aquellos! Cuando se podía espiar a todo el mundo sin esconderse ni avergonzarse.



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29 de enero de 2009
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El Boomeran(g)
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