Basilio Baltasar
Si cada uno de nosotros dejara en el aire un rastro de aroma fosforescente podríamos seguir el itinerario de sus pasos por la ciudad. Salir de casa, entrar en la cafetería, entrar en la oficina, entrar en el restaurante, salir de la oficina, irse de copas -o al cine. Quién sabe. El caso es que son muchas las vidas que dejan en el mundo una huella fácil de seguir.
Intento imaginar las reflexiones de uno de éstos ciudadanos cuando El País le descubre la trama de espionaje organizada en las instituciones públicas madrileñas. No creo que sufra el estupor del que hacemos gala los moralistas. Quizá le parezca raro el interés que suscita entre ciertos políticos la vida privada de sus colegas. ¡Es todo tan predecible! -pensará. ¿A qué viene eso de contratar guardias jubilados? ¡Si basta mirar el reloj para saber qué esta haciendo cada uno!
A pesar de las ficciones televisivas, al ciudadano cansado de ir y volver del trabajo le cuesta imaginar a sus dilectos próceres metidos en asuntos que exijan operativos furtivos de vigilancia policial. ¿Tendrán algo que esconder? -se preguntará rascándose la cabeza.
El asunto es un culebrón que ha dejado enmudecidos a sus protagonistas: a los espías, a sus jefes, a los espiados, y a su imprevisible cohorte de dañados colaterales. ¡Vete a saber lo que han encontrado! Buscarían adulterios y han encontrado cohechos. Sospecharían sobornos y han descubierto estafas. ¡Vete a saber!
Los documentos y los hechos que nos cuenta El País son abrumadores, aunque sólo sean la pista que conducirá, sin duda, a otros entramados. ¡Vaya tinglado el de los gestores públicos! ¡Qué osadía! ¿Y todo eso se paga con el dinero que recauda la Agencia Tributaria?
Un enterado dice en la cafetería: ¡pero si eso lo hace todo el mundo!
Manuel Fraga se ha apresurado a declarar que no está de acuerdo con esta presunción de sátiros y delincuentes: "En mis tiempos estas cosas no pasaban".
No ha tenido tiempo de aclarar a qué tiempos pasados hace referencia el destacado dirigente del Partido Popular. ¿Cuándo en 1962 era Ministro de Información y Turismo? ¿Cuándo en 1976 era Ministro de la Gobernación?
¡Qué tiempos aquellos! Cuando se podía espiar a todo el mundo sin esconderse ni avergonzarse.