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Luz de gas

Por 2 de abril de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Estaba escribiendo con la estufa a mi lado, a modo de musa calefactora, cuando llegó la factura. Caían copos de nieve en primavera, y mi cabeza se dio momentáneamente al disparate. La factura era de luz y gas, y no de luz de gas, como había creído leer, pensando en un famoso drama inglés de miedo que Cukor llevó al cine con Ingrid Bergman. Recapacité. Las compañías eléctricas y gasísticas, Endesa, Iberdrola, Repsol, Naturgy, por citar las mayores, desean evitarnos los malos tragos; la palabra eléctrica, en contra de lo aparente, no es un derivado de la vengativa Electra de los griegos. Y en la tragedia actual del corona-virus nos alivian, pues así podemos leer novelas cuando cae la noche, ver las noticias y usar el gas ciudad a discreción. Pero hice cálculos. Del monto de luz y gas consumidos que 46 millones de españoles van a pagar mientras dure el encierro en casa una parte muy substancial le corresponde en justicia a otros: empresarios y trabajadores del cine de las pantallas oscurecidas, de teatros de candilejas apagadas y focos que no alumbran al actor, expositores de novedades invisibles en las librerías cerradas, guitarras sin corriente ni altavoz, orquestas con atriles sin luz, los fogones extintos de la hostelería, y las cien mil bombillas que llevan semanas sin iluminar las aulas. Sitios que también hacen funcionar el país y proporcionan, además de salarios, un bien placentero. 

Mi compañía energética, que es una de las grandes y de la que no tengo queja, ha tenido un gesto sensible: demorar los pagos. Insuficiente. Atrevida pero no disparatada creo la modesta proposición de que un tercio del dinero abonado por todos los usuarios a partir de la próxima factura sea descontado durante el tiempo que se estime prudencial y destinado a un fondo de estímulo y ayuda a quienes no pudieron encender sus luces para enseñar, hacer reír o soñar, alimentar, estar juntos.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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