Sergio Ramírez
Darío Jaramillo enhebra con sensibilidad todas estas crónicas de factura estremecedora, y que se leen con deleite, y su composición es un mosaico en el que se representa la realidad contemporánea del continente, que a veces deja de parecer realidad, como una novela contada a muchas voces, las del argentino Martín Caparrós, el mexicano Juan Villoro, el colombiano Alberto Salcedo Ramos: travestis, narcos, emigrantes, maras, futbolistas, boxeadores, víctimas de terremotos, la biblioteca de Pinochet, sí, Pinochet fue dueño de una numerosa biblioteca, las ruinas del reino de Pablo Escobar que hasta un zoológico tuvo, con elefantes e hipopótamos que andan ahora perdidos en las selvas. La realidad para leer como es, una gran mentira vivida día a día por personajes que desafían a la imaginación más desbocada.
Y en el escaparate tenemos también Sam no es mi tío: veinticuatro crónicas migrantes y un sueño americano (Alfaguara, 2012), reunidas por el argentino Diego Fonseca y la brasileña Aileen El-Kadi, ambos muy jóvenes, igual que lo son los cronistas incluidos en el libro, la inmensa mayoría nacidos a partir de la década de los setenta del siglo pasado. Estamos hablando de la crónica del siglo veintiuno, y del paisaje de realidades que toca enfrentar.