Sergio Ramírez
Si antes la pregunta era cuánto tiempo más aguantaran con vida los viejos libros de papel, hoy parecer ser, ¿para qué servirán en el futuro las tabletas en las que también se puede bajar libros? Carr ensaya una respuesta: para leer aquellos libros que se compran en los aeropuertos y supermercados, los pulp fictions y las novelas de amores baratos que en inglés se llaman "romances", y que una vez consumidos se tiran a la basura, fabricados de manera frágil, pues se descuadernan cuando se va llegando a las últimas páginas. El lector podrá borrarlos, en lugar de botarlos.
Los libros que uno quiere conservar, que despiertan empatía con el lector, los que abren mundos nuevos, enseñan sobre los misterios de la vida y nos cuenta la historia pública a través de las historias de los seres humanos, esos seguiremos guardándolos después de leerlos, irán a los estantes, depositados con amor y cuidado, y no al tacho de la basura.
Seguirán siendo nuestra propiedad, podremos acariciarlos, oleros, tocarlos, mientras tanto los libros electrónicos no son propiedad de nadie, o siguen siendo propiedad de quien te cobra para poder bajarlos, y tampoco puedes prestarlos, ni hallarlos en una librería de segunda mano, que son las más gratas, misteriosas y sorpresivas.