Sergio Ramírez
El presidente Ortega escoge, entonces, espacios internacionales de televisión bastante extraños para hacer declaraciones trascendentales. Ahora, entre muchas otras cosas, le ha dicho a la entrevistadora de RT, que el presidente Barack Obama no descartaría promover un golpe de estado en su contra. Cuando ella le pregunta si espera lograr relaciones de mutuo respeto con Estados Unidos, ésta es su repuesta textual:
"Lo que ha cambiado es el método, por el momento; digo por el momento, porque no tienen condiciones para aplicar un golpe en Nicaragua; si tuvieran las condiciones en Nicaragua para un golpe, ya lo hubieran intentado, pero no las tienen, porque no cuentan con un Ejército, con una Policía, no tienen ningún instrumento militar para provocar un golpe, si no, ya lo hubiesen hecho, de eso estoy seguro".
Extraño. Los hechos de los años recientes, sobre todo desde la llegada del presidente Obama a la Casa Blanca, demuestran que en lo que respecta a Nicaragua, la política de Estados Unidos se mueve entre el letargo y el olvido, y todo lo que ocurre de anómalo dentro de las fronteras del país no parece despertar el menor interés en la burocracia del Departamento de Estado, ya no se diga entre los funcionarios de la Casa Blanca.
En los últimos tiempos, y si se quiere escoger una fecha precisa, desde el fraude electoral perpetrado en las elecciones municipales del 2008, que coincidieron con la elección del propio Obama, Ortega se ha dedicado a una sistemática demolición del estado de derecho en Nicaragua, convirtiendo a las instituciones en su coto privado y preparando todo, cualesquiera que sean los métodos, para quedarse en el poder, con lo que nadie duda que no sólo será candidato otra vez en las elecciones del 2011 que ya están a las puertas, sino que las ganará a cualquier costo porque tiene bajo su control absoluto el sistema electoral y a sus jueces supremos, los mismos del fraude del 2008.