
Sergio Ramírez
Rifkin, como buen profeta, no se hace cargo solamente del desastre, sino de las propuestas para cambiar la situación de catástrofe, aunque a los oídos de muchos, por muy espantados que se hallen, suenen utópicas.
Predica que hay que volver a inventarlo todo, el sistema financiero, las maneras de enfrentar la calamidad ecológica, y la producción y el suministro de energía. Desmontar la tormenta perfecta. Si han estado a mano 3 billones de dólares para financiar la guerra de Irak, y otros 3 billones para regalar a los bancos en quiebra, alega, no puede dejar de haber otros 3 billones para buscar como salvar al planeta del desastre ecológico. Parece simple, por eso suena utópico.
Y su solución propuesta, conlleva, además, democratizarlo todo, más utópico aún. Democratizar la energía, por ejemplo, volviéndola barata, como se ha logrado con las comunicaciones, una energía de generación doméstica.
¿Y el sistema financiero, es democratizable?
Por el momento, no lo parece, cuando se ha puesto a los mismos gatos a cuidar la leche. Los recursos aportados desde el gobierno de Estados Unidos para buscar como sanear a los bancos, han sido confiados a los mismos que los quebraron. Eso si que no es utópico, sino real.