
Sergio Ramírez
Candidatos al secuestro vienen a ser desde el dueño de una finca lechera o de una plantación de plátanos, al de un restaurante o una distribuidora de productos básicos, lo mismo que el de una planta industrial, todo el que pueda pagar. Aunque los de esta última categoría, los empresarios de gran poder económico, se hallan mejor protegidos, porque gastan fortunas en aparatos de seguridad.
La familia del ganadero Cenobio Argaiz Zurita vendió casas, fincas, autos, para poder pagar el rescate, pero de todos modos su cadáver fue hallado lejos de Tabasco, en un paraje desolado de Palenque, en el estado de Chiapas. En la ciudad de Oaxaca, los secuestros suman cerca de cincuenta, aunque hay muchos que los familiares no denuncian por miedo.
La gota que ha derramado el vaso, y que ha hecho a la gente salir a las calles por millares en decenas de ciudades, es el asesinato en la ciudad de México de Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, secuestrado y ejecutado por miembros de la propia Policía Judicial del Distrito Federal. El padre, que había pagado el rescate exigido, se decidió a señalar a los hechores, y el país se puso detrás de él, clamando en contra de la indefensión.