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Carlos Marx y los trileros

Por 3 de diciembre de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

La verdad es que ha merecido la pena. He tenido que esperar no pocos años, pero por fin un gobierno de izquierdas en España y otro mucho más de izquierdas en Cataluña se pasan el día hablando de negocios. Ningún otro asunto les emociona, no hay cosa alguna que les despierte, sólo la pasta. Una izquierda dice que va a soltar tres millones, la otra izquierda se lo mira de reojo y ríe con sarcasmo mientras marea los cubiletes. ¿Tres millones? ¡Ya serán doce! La izquierda primera abre las palmas, "Hombre por Dios, que sean ocho". Uno se hurga el uñero con la navaja. El otro vigila a los maderos. Así todos los días, insuflando ilusión y entusiasmo.

Esta mañana, por ejemplo, a cambio de salvar el sillón de una ministra que a duras penas sabe hablar, mil billones para los gallegos, un banco para los vascos. En fin, ya digo, me siento solidario. Esa palabra tristemente desacreditada, ahora se llena de sentido gracias a los socialistas y sus socios. El Estado le debe dos mil euros a cada madrileño, dice la prensa de Madrid, mil euros a cada catalán dice la de Barcelona. Ni madrileños ni barceloneses forman parte del Estado, son metafísicos, pero pasan grande necesidad de millones.

Yo, la verdad, me alegro. Sólo cuando los socialistas y sus socios superan en ardor capitalista a los conservadores tenemos la seguridad de que los ricos van a estar contentos. Y eso siempre es bueno. En este país, cuando los ricos se amostazan es mejor hacer las maletas. Que la izquierda sólo hable de dinero, por favor, que se pase el día entero regando millones ora en este saco, ora en aquel pocillo, calculando cuánto vale un voto del Senado o uno de Las Cortes, pero que no se distraiga con soserías como el apocalipsis educativo, las mafias criminales, la gloriosa inepcia de la justicia, la barbarie juvenil, el embrutecimiento publicitario, la malignidad de la televisión, los rapiñadores de Telefónica o los estibadores de ganado de RENFE. Que se dediquen al negocio y nos dejen morir de hambre, si es posible. Al fin y al cabo los salarios no han subido desde 1997. Mata, Nerón, incendia Roma, pero, por favor, no cantes…

Artículo publicado en: El Periódico, 1 de diciembre de 2007.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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