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Con amo y sin ley

Por 2 de noviembre de 2021 Sin comentarios

Félix de Azúa

Recuerdo yo que la garantía de un sistema democrático se basaba en la división de los poderes y su equilibrio. La quiebra de ese principio destruye el fundamento de la democracia

Me tiene muy escamado el ocaso de los jueces, el cada vez más extendido desacato a las sentencias, el menosprecio del Poder Judicial, para resumir, la muerte de Montesquieu. Recuerdo yo que la garantía de un sistema democrático se basaba en la división de los poderes y su equilibrio. La quiebra de ese principio destruye el fundamento de la democracia. Si el Poder Judicial no puede controlar los desmanes del Ejecutivo, estamos en una dictadura. Si el Legislativo no puede corregir los errores judiciales, lo mismo. Y si el Legislativo es tan sólo un empleado a sueldo del Ejecutivo, peor.

Cuando medio Gobierno echa fuego por los colmillos, suele ser porque alguna sentencia le perjudica. Y desde luego el populismo mismo no es otra cosa que una anulación del sistema judicial al que los ministros querrían aplastar para imponer su voluntad. No es sólo el Ejecutivo catalán el que actúa como si los jueces fueran de trapo, es también la práctica de un Gobierno tan próximo al totalitarismo como el de Polonia. Cuando el Judicial polaco dice que las leyes europeas están por debajo de sus leyes nacionales está negando la existencia misma de la Unión Europea. Lo consecuente sería su salida. Pero en lugar de la expulsión, el Gobierno europeo opta por unas tímidas multas que finalmente, si se pagan, las pagará la población y no el bolsillo de los facciosos. Lo mismo cabe decir de los nacionalistas catalanes que se niegan a pagar las multas de sus delincuentes políticos. Si se pagan, las pagará la población catalana.

Dado el poder cada vez más descarado del Ejecutivo, el sometimiento de un Legislativo con parlamentos esclavos de los partidos, y el hundimiento del Poder Judicial, ¿alguien duda de que estamos encaminados a dictaduras y absolutismos hipócritas? Venezuela parece señalar el futuro.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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