Rafael Argullol
Una mujer con los ojos en blanco
en medio de un mercado africano.
El aire es cortado por el silencio,
y durante un instante la vida enmudece.
Los vendedores no gritan,
los compradores no regatean,
los perros no ladran.
La mujer lanza un alarido.
Todos saben que es una profecía
y que, en adelante, respiraran con ella,
alojada en sus vísceras, en su pecho.
Cesa la escena. Vuelve el griterío.
Las operaciones se reanudan.
El mundo, devorador de profecías, continúa.