Vicente Verdú
Hay un truco para que ocurra algo que no depende enteramente de nosotros: no pensar en ello, no perturbar o estropear con la expectativa el curso de lo bueno que podría ocurrir. Lo bueno, como lo feliz, son materiales tan lustrosos como resbaladizos, tan frágilmente luminosos como el fulgor de una aparición.
Mientras sí es favorable al suceso dependiente de nuestro afán la obsesión de su conquista, la neurosis obsesiva sobre el acontecimiento favorable pero incontrolable crea una ventolera que lo deshace o espanta. No se trata aquí de transmitir ninguna fórmula mágica. Solamente se indica de qué modo la experiencia nos enseña que cuando sobreviene lo mejor de lo mejor es justamente cuando no se lo está aguardando. La espera cansa tanto al que la sufre como desanima al suceso más glorioso cuya esencia viene a ser, por antonomasia, el milagro o la sorpresa.