Skip to main content
Blogs de autor

El polvo

Por 8 de enero de 2010 Sin comentarios

Vicente Verdú

De una forma natural, las casas producen, reciben o enferman para cubrirse más o menos tenuemente, más o menos tardíamente, de polvo. No se trata de cargar con el peso de un detritus propiamente dicho, asqueroso o infame o signo de menesterosidad.  Incluso las familias mejor establecidas, más acaudaladas y famosas sufren también está especie de superficial eccema propio del habitat en cuanto tal, en cuanto por sí mismo, al estar, el  habitar atrajera una segura y variable cantidad de polvo.

 De hecho, sin hacer nada en su contra cualquier piso o residencia acabarían cubiertas de polvo y al transcurrir el tiempo, acaso secular, aparecerían enterradas por el polvo. Consecuentemente, la idea del polvo no puede despacharse remitiendo su circunstancia al expediente de la suciedad.  Más que a la suciedad propiamente dicha el polvo forma parte de la temporalidad.

El polvo se extiende como una lámina de fina temporalidad que navega  a lo largo y ancho del espacio. Su destino es seguir flotando sin final preciso pero, a la vez, posee en su seno una extremada ansiedad  por aparearse con  los objetos.  De una parte el polvo encarnaría la gigantesca soledad a granel y de otra los objetos, una  soledad al detalla de cuya semejanza conceptual se deriva que el polvo presente tan una fuerte y asidua querencia por envolver las cosas, sean grandes o pequeñas, objetos todas ellas de una vida doméstica en donde el polvo vive y, acaso crece, en combinación amorosa y sexual.

 Los objetos parecen estables mientras el polvo es nómada. Si embargo, es tan vasta la manada polvorosa, tan audaz y copiosa a la vez que el reposo del polvo se halla siempre incluido en el desarrollo  de sus itinerarios, en alguna etapa de sus infinitos viajes de un confín a otro del mundo y en virtud de una misión que no conoce destino fijo. De este modo el polvo mezclado al devenir de la especie humana, se manifiesta, a través de unos u otros objetos, como una masa sustantiva. En ella se hallarán huellas del pasado y del presente, pero incluso incipientes formaciones de polvo que por su querencia comportan algún atisbo, probablemente esotérico, del porvenir.

 Al polvo lo odiamos como a los seres extraños o denigrantes. Las amas de casa en cuanto símbolos vivientes de la limpieza sienten al polvo como un obstinado enemigo, un accidente mortal que es preciso combatir sin tregua, día tras día, para lograr un escenario puro, libre de una presencia cuyo contenido es tan multívoco como imposible de anticipar.

 El brillo se evoca como la prueba más fehaciente de falsación, popperiana sentencia de que el polvo no está. La violenta elocuencia del brillo desbanca la presencia del polvo o también sus armas letales convierten las superficies en espejos y logran, en su reluctancia,  que el polvo, huidizo en sí, haya salido huyendo.

El brillo cuando viene a ser la consecuencia de una extremada limpieza conlleva el exterminio del polvo y es indicador en adelante de las primeras huellas de una primera y tímida aproximación.  En las copas, la plata, los espejos, la mesa, las repisas barnizadas, el polvo está presente o no en función de la eficiente vigilancia que el quehacer doméstico empeña en el combate

De hecho ¿cómo ignorar tras la experiencia en este mundo que el polvo emigra, nos envuelve, nos adora, vuela incluso de uno a otro continente y lleva consigo de un extremo a otro las micropartículas del desierto o los intáctiles gránulos del hielo. Día tras día, minuto a minuto, el polvo expresa su necesidad de aterrizar sobre el objeto, sea por la larga fatiga que arrastra en su continua suspensión como, porque ya exhausto de sus incesantes desplazamientos, se deja caer. Polvos unos que todavía jóvenes, pueden seguir su prolongada nube en el cosmos y polvos moribundos que al precipitarse  sobre los objetos llegan a apegarse con tal desesperación a su materia que los objetos mismos mueren bajo su copulación.

 Sin polvo, puede creerse, viviríamos mucho mejor pero exactamente la idea de que "polvo somos y en polvo nos convertiremos" ata nuestro final  al suyo. Somos polvo y vamos pulverizándonos. Somos cuerpos de polvo compactado que va disgregándose. Somos nosotros cuando sacudimos el polvo o lo retira un año quienes nos vamos demediando.

El punto final tiene lugar cuando nuestras cenizas convertidas en polvo puro, sin paliativos, son lanzadas al aire y en ese espacio sin apoyo nos reunimos con las cenizas y polvos de los otros, personas y objetos, que realizan fatalmente el eterno viaje de las grandes polvaredas, entre su extravío y su extenuación.

profile avatar

Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

Obras asociadas
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.