
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Lo definitivo es la convicción íntima. Esos periodistas con convicciones íntimas son imbatibles. No hay quien les desmienta.
A veces la convicción íntima es como una verdad revelada y personal, que nadie más comparte. Tiene que ver, naturalmente, con la inteligencia, la perspicacia, el alto sentido moral? ¿Más virtudes todavía? Esos robespierres no quedan nunca saciados.
Cuidado con elogiarles. Sólo admiten insinuaciones y vasallajes silenciosos. Sin contrapartidas, como mandan las leyes del buen déspota. Consideran que la adulación es un insulto a su inteligencia y la hacen pagar con la guillotina.