
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
Las últimas aventuras del Corto son imperfectas en el sentido en que también lo son las últimas esculturas de Miguel Ángel: porque marcan el tránsito hacia un nuevo estilo que nunca llegó a coagular, interrumpido por la muerte de ambos artistas. La suya es la clase de imperfecciones que no hay que descartar, en tanto funcionan como puente: no hay que ver lo que son en sí mismas, sino la dirección en la que señalan, aquello a lo que apuntan -buscar lo que quedó fuera de cuadro.
Pratt lleva allí al extremo algo que venía insinuando desde La balada del mar salado: que lo que ocurre en el interior del protagonista es tanto, o incluso más importante que lo que ocurre en el mundo exterior. La aventura esencial es la del corazón y la mente: si ellas se transforman, si ellas progresan, si se elevan a un estadio superior al del inicio, la aventura ha triunfado, aunque nada parezca haberse modificado en la realidad que las circunda. Alguien dirá: se trata de un saber que siempre fue parte del género de la aventura, en tanto el aventurero triunfa precisamente porque ha conservado su alma durante la empresa. He ahí el quid de la cuestión. Con el correr de los siglos, los aventureros -y sus creadores y sus lectores- comprendieron que conservar el alma pura no es garantía de triunfo. Uno puede ser justo y honesto y perder. Más aun: ser justo y honesto es casi una garantía de derrota, dado que el mundo en que vivimos premia la injusticia y la deshonestidad -que siempre van de la mano, como en Guantánamo, como en Gaza. Ni siquiera el hecho de enriquecerse de manera ilícita conserva su encanto, dado que eso mismo es lo que hacen los hombres más poderosos y más despreciables de este planeta. Y sumarse a las luchas políticas a la vieja usanza -aquellas batallas por la liberación de pueblos, aquellas batallas contra empresas que manejan los hilos desde las sombras- significa arriesgarse a la etiqueta de incorrección política: al menos en el Hemisferio Norte, las agrupaciones reales que luchan esas luchas suelen figurar en el listado de organizaciones terroristas.
(Lo cual, dicho sea de paso, no debería importarnos a nosotros latinos y africanos: ¿para cuándo un aventurero apoyando el combate contra la explotación minera en Bolivia?)
(Continuará.)