Vicente Verdú
La revista digital Smith, alimentada casi exclusivamente por minibiografías de personas anónimas, pretende promover a la gloria lo desconocido y manifestarse como una maniobra de subversión.
Ser actualmente un desconocido parece parte de lo insufrible. Parte de lo peor que se puede ser puesto que el ser pero el no estar forman un monstruo, o una criatura imposible. Pero ¿cómo hacer depender el ser personal, la minibiografía de un Gran Ojo público, electrónico, digital?
Hasta ahora mismo bastaba una determinada mirada. ¿Será necesario, en adelante, una cámara? Resultaba hasta ahora suficiente un amor vecino y entrañable, ¿será necesario, en adelante, una admiración distante, imposible de engastar, fuera de los límites de la familia, el barrio, la amistad o la compañía?
La mirada cercana nos acercaba al corazón, tanto al órgano del otro como a la organización y el organismo propio. La mirada distante nos extrae el corazón sangrante y lo lanza, tratado cosméticamente, al circuito de la mercancía luciente.
La mirada cercana tiene, sin embargo, algún nombre pero la mirada distante es progresivamente la del público indefinible. De este modo, el círculo se cierra en forma de paradoja. Se desea salir del anonimato mediante la exposición pública y general del smithmag.net y se alcanza el resultado de ser acaso contemplado por una pupila tan amplia como anónima que plasma la nebulosa de la ceguera sobre nuestro anhelo de publicidad radiante.