Galería de espectros: Hamlet
Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros me he topado con el de Hamlet.
Delfín Agudelo: Parece un juego de espejos, porque en la obra de Shakespeare es Hamlet quien se topa con el espectro de su padre.
R.A.: Eso es cierto y sin embargo no se por qué siempre que pienso en Hamlet pienso en él como el espectro. Quizá porque mi relación con el personaje Hamlet siempre ha sido muy ambigua. Cuando era muy joven simpatizaba con él pero a medida en que han pasado los años me he alejado. Incluso en algunos momentos he llegado a sentir una franca antipatía por él. Me ha parecido que no sólo es la encarnación espectral de la duda permanente que hay en todos nosotros, sino que, en su caso, esa duda con frecuencia le hace derivar hacia un egoísmo completamente destructor y maligno. Hamlet no es alguien que verdaderamente rinde homenaje a la figura de su padre, ni cumpla realmente la deuda que tiene o que cree tener con su padre. Esa vacilación, esa impotencia quizá demasiadas veces teñida de cobardía, le hace emprender un camino completamente exterminador. Nunca me ha parecido que fueran justificadas las muertes que provoca. Fundamentalmente no me parece justificada la muerte por dolor que causa en Ofelia, ni la falta de lealtad que tiene con sus amigos, ni incluso su odio hacia la madre y al padrastro, a pesar de que es un odio plenamente razonado por el hecho de que es el odio hacia los asesinos. Es un odio que a veces parece hacia la vida o hacia la plenitud de sentidos inmorales que éstos demuestran, y que él es incapaz de asumir. Es un hombre que va retrasando continuamente la iniciación de la vida y su asunción. He visto en Hamlet -y por eso quizá he tenido esa progresiva antipatía-la personificación de la adolescencia perpetua que nuestra época ha entronizado como figura central del escenario. Es la incapacidad de tener la frescura y la amoralidad rica del niño, y la incapacidad de tener también la responsabilidad del adulto, incluso para emprender caminos peligrosos. Siempre queda como colgado en un espacio de suspensión. Por eso Hamlet, a medida que he ido pensando en él, lo he terminado viendo como un puro espectro más espectral que su padre, porque lo he visto incapaz para la vida. En ese caso el espectro de Hamlet no es el de aquél que ha tenido la vida y la ha perdido; es el de aquél que pese a todo no la ha tenido.