Xavier Velasco
Según los entendidos, la Feria Internacional del Libro en Guadalajara es la segunda del mundo, después de la de Frankfurt. Lo malo de esto es que los entendidos rara vez saben dónde están parados, pues lo cierto es que no parece haber mejor ni más grande parque de diversiones que éste. El solo hecho de llegar, estar, irse y no verse orillado a pagar una fortuna por esto es ya una razón para ejercitar el auspicioso músculo de la fe.
Según los entendidos, México es un país de gente que no lee. Pero los entendidos son con frecuencia brutos, y hasta a veces palurdos camuflados por ese sambenito de "entendidos" que les permite no entender nada de nada y aún así opinar en torno a todo. No sé realmente cuántos lectores hay en este país, pero la conferencia de Carlos Fuentes de la que recién salgo me permite creer, una vez más, que todo este país no es sino una invención de la literatura.
"El lector conoce el futuro, el escritor no", ha dicho Fuentes durante una de las conferencias más lúcidas y entrañables que le he visto. "Dudemos para saber, sepamos para dudar", añadió, al tiempo que viajaba del día hacia la noche de la creación literaria. Y uno al fin se maldice por no poder guardar cada palabra, grabarla, transcribirla, atesorarla. Entonces me recuerdo en los años escolares, huyendo de la jaula para asistir a una de esas conferencias que me dejaban creer que todo el despropósito de ser un narrador podía, con alguna suerte, alcanzar un sentido y un destino.
Nunca vi a Carlos Fuentes como un escritor, sino como uno de esos superhéroes que arreglaban el mundo de un plumazo. Pues creo, desde entonces y hasta siempre, que al mundo se le arregla con palabras. "Un libro nos rescata del silencio para instalarnos en el diálogo", ha dicho Fuentes casi al final de su intervención, antes de que a gran parte de los presentes nos dolieran las manos de tanto aplaudir.
Estoy aún al principio del festín. Son las tres de la madrugada en Guadalajara y todavía me pregunto cómo es que no me cobran una fortuna por estar aquí. De niño, siempre quise llegar en Disneylandia. Hoy que lo he conseguido, sé al fin que Mickey Mouse no es como lo pintaban. Disneylandia es un libro, cien libros, todos los libros, y hoy por hoy está aquí, en Guadalajara. Que se acabe el tequila si digo mentiras.