Víctor Gómez Pin
No basta obviamente con erigir la no subordinación de la dignidad a la vida en regla. Se trata de que tal exigencia determine el comportamiento efectivo, se trata de que configure un sujeto ético. Y de la posibilidad de tal ética Enrique Granados es quizás una prueba. No se trata por supuesto de poner la vida en juego ante el pretexto más fútil, lo cual más que muestra de comportamiento ético lo sería de comportamiento estúpido (o chulesco, que a menudo viene a ser lo mismo). Pero sí se trata de no pegarse a la capa de la vida, como un gusano, si la fortuna, el "fugitivo momento", el kairos griego (en cuyo aprovechamiento ha podido llegar a verse el contenido auténtico de la felicidad) nos sitúa ante la posibilidad de mostrar nuestra esencial condición de seres libres.
Una vez más, contra la explícita condena por Kant de la elección de la muerte, defenderé precisamente el rigorismo kantiano como la única forma de elucidar si un comportamiento responde o no a exigencias de eticidad: atenerse a lo que se desprende del respeto a la condición de ser racional, aunque las consecuencias de tal actitud sean perjudiciales para un orden de cosas (así la subsistencia de la progenitura) que por otro lado pueda ser perfectamente legítimo.