Víctor Gómez Pin
A nadie le pasa por la cabeza que quepa una sociedad humana en la que no se de contradicción entre impulso vital y astenia provocada por la enfermedad o la vejez, entre deseo de creación y sentimiento de límite, entre deseo del otro y libertad esencial de ese otro (deseo pues del otro en su libertad). A nadie pasa por la cabeza en suma que la vida humana no se halle, en todo momento y en toda circunstancia intrínsecamente, amenazada por la contradicción. ¿Qué quiere decir pues Marx en sus exaltadas proclamas sobre el comunismo ? Pues simplemente que lo doloroso del destino humano en modo alguno debe ser confundido con la indigencia material y espiritual, que una vida de confrontación a lo esencial sólo se da cuando las vicisitudes relativas a la subsistencia no son ya determinantes, que el hombre calificado en esos mismos Manuscritos de "total" (fruto de la sociedad cimentada sobre las ruinas de la sociedad marcada por la propiedad privada) se halla en las antípodas del animal humano reducido en su esencia, que oscila entre las horas de esclavitud y el ocio narcotizante.
La abolición positiva de la propiedad privada sólo puede ser "apropiación real de la esencia humana por y para el hombre" en la medida en que con tal acto de socavamiento del edificio de la alienación daría comienzo simplemente la vida cabalmente humana, que incluye la asunción plena de la tensión inherente a la dialéctica entre finitud de la condición animal y saber de tal finitud, en el origen quizás de todas las vicisitudes trágicas de la condición humana: "Esclavitud versus Tragedia" escribía aquí mismo en otro momento en relación a las consideraciones de Max Pohlenz sobre la libertad griega.
El texto de Marx tiene no sólo un trasfondo, sino un trasfondo perfectamente racional. Cabe incluso decir que es un texto heredero de las más nobles aspiraciones de la razón, las que, desde el arte a la política pasando por la filosofía y la ciencia, engrasan la actividad del espíritu humano. Marx dice algo en este magnífico párrafo que no está hoy vigente en los discursos de los políticos ya se presenten como liberadores, pero ello simplemente porque la política ha renunciado a su esencia, no por que Marx fuera presa de un desvarío.
Marx tiene en mente que la abolición de la propiedad privada tendría como corolario que el lazo concreto, pleno de diferencias y oposiciones, con los demás integrantes del todo social, sería vivido como constitutivo de la propia identidad, de tal manera que el mal o bien del otro vendría a ser el mal o bien propio. Atrás quedaría entonces el espejismo consistente en pensar que cabe el goce exclusivamente propio o goce sin relación; atrás quedaría el espejismo consistente en pensar que uno es el que es, con independencia del ser de los demás: "los sentidos y el goce de los otros hombres se han convertido en mi propia apropiación. Además de estos órganos inmediatos se constituyen así órganos sociales, en la forma de la sociedad; así, por ejemplo, la actividad inmediatamente en sociedad con otros, etc., se convierte en un órgano de mi manifestación vital y en modo de apropiación de la vida humana", escribe al respecto.