Víctor Gómez Pin
Los diarios ilustraban la noticia de la inauguración de la Tony Blair Faith Foundation con una foto de ambos compadres, Bill Clinton y Tony Blair. Foto literalmente generadora de fobia en todo aquel en quien subsista un átomo de confianza en la entereza de los humanos, en todo aquel que no sea ya irrecuperable víctima del nihilismo, en todo aquel que, en suma, no tenga ya una "visión del mundo como resaca" (por retomar una expresión de mi amigo Jordi Sobrequès).
Y no se trata sólo de que la máscara que les recubre no consigue impedir que trasluzca la verdad de un espíritu reducido al arte de urdir patrañas (esa expresión de astucia que tanto desolaba al Narrador de La Recherche en los ojos de antiguo condiscípulo reencontrado en la agónica fiesta de los Guermantes). Se trata sobre todo de que trasluce asimismo lo que determina en última instancia esta genuflexión ante la mentira y que no es otra cosa que el miedo.
Pues sólo cuando el miedo vence, sólo cuando el deseo de evitar lo inevitable impera, sólo cuando se trata de salvarse a cualquier precio, se sacrifica el juicio propio a la par que se sacrifican (en Irak como en Belgrado) las vidas ajenas. Y como corolario de todo ello el dinero, el efectivo Señor apenas encubierto por las representaciones imaginarias, se convierte en aquello que en última instancia legisla, se convierte en la causa final de nuestras acciones, ya se hallen éstas encubiertas por máximas de acción edificantes. El dinero es efectivamente el motor que activa las almas de esos arrodillados por el miedo que son los Bill Clinton y Tony Blair de la imagen que estoy glosando. Al servicio del dinero y en pos de sus migajas ambos han trabajado duro y, en su jubilación, siguen siendo disciplinados y activos. "Siervo ruin y perezoso…" dice en la parábola de los talentos el amo a quién le devuelve la misma moneda que le ha dado. Por el contrario, aquellos que, temerosos de su ira, fueron a ver a los banqueros y duplicaron o triplicaron lo recibido, son tratados de "siervo fiel y laborioso", en razón de lo cual para ellos "será el reino de los cielos".