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Ser cabalmente artista… ser cabalmente filósofo

Por 4 de septiembre de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Si la filosofía tiene pretensiones de universalidad, si se aspira a la "filosofía como educadora de la humanidad" (título general de un congreso de filósofos del mundo entero celebrado hace ocho años en Boston), entonces es imprescindible preguntarse por qué la filosofía se halla tan lastimeramente ausente en la educación básica y en la formación general de los ciudadanos. Aristóteles pretendía que la disposición filosófica era la propia de los hombres libres. Mas entonces, la ausencia de tal disposición en la inmensa mayoría de los ciudadanos constituye un índice de la ausencia de libertad efectiva. Educar a la humanidad a través de la filosofía equivaldría a fertilizar en cada ser humano el conjunto de las potencialidades que como ser de razón la caracterizan frente a las demás especies animales, equivaldría simplemente a ayudarle a realizar su humanidad.

En esta perspectiva, replantearse hoy el problema de la filosofía implica por describir (¡y denunciar!) las condiciones sociales que hacen que para la inmensa mayoría de la población decir que la filosofía les concierne suena meramente a sarcasmo. El asunto es tan claro como esto: la única posibilidad de que la filosofía deje de ser una práctica reducida a una élite intelectual (mayormente ubicada en los países llamados de occidente), la única forma de que cada ser humano sea educado en familiaridad con las interrogaciones filosóficas que le conciernen es que previamente se establezcan las bases sociales para ello.

Lo que precede está formulado precisamente desde la filosofía, lo cual implica que la filosofía es intrínsicamente militante, llama a la subversión de todo orden social no legitimador como mero corolario de reivindicarse a sí misma. Mas precisamente porque toda lengua es salva veritate intercambiable con toda otra a la hora de expresar determinaciones conceptuales, precisamente porque toda lengua (y a través de ella todo país donde tal lengua se hable) ha de enriquecerse con las interrogaciones universales de la filosofía, desconfío radicalmente de la idea de una filosofía que tuviera características nacionales, incluso características vinculadas a una lengua. La idea de una filosofía de alguna manera patriótica, como la de una filosofía popular, pervierte en sí misma el concepto de filosofía. La filosofía puede servir a un pueblo (contribuyendo a esa educación cabal a la que antes me refería) y puede recoger los valores de una patria universal (la Francia de la Revolución simplemente), pero sólo lo hará permaneciendo fiel a sí misma, siendo cabalmente filosofía.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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