Clara Sánchez
El desagradable Joker, con sus desagradables comisuras de la boca cosidas (uno de los mejores malvados de la historia del cómic), en esta cinta no es malo (para ser malo hay que razonar y ser consciente de que se actúa para conseguir algo aunque sea el placer de la crueldad) es un trastornado que convierte la película en la típica película en que hay que pillar al psicópata diabólico. La pena es que cuando llega uno de esos matices de contenido por el que se ha elevado a las alturas esta película, cuando Joker contamina con su maldad la intachable moral del fiscal y le hace enloquecer, ya se me habían acabado las palomitas y empecé a removerme en el asiento. Además me había perdido algo de la trama, no entendía bien qué pasaba con los chinos porque toda mi atención la acaparaba el pedazo de moto que sale de la chatarra del coche de Batman. A partir de ahí sólo tuve ojos para su impresionante rueda.