
Víctor Gómez Pin
La intervención concertada no fue vana. Al día siguiente, lunes 13 de octubre, desde primeras horas llegaba la noticia de que los inversores asiáticos (aunque la bolsa de Tokio estaba cerrada) se reconciliaban con el mercado. La buena nueva se extendió a Europa; Madrid batía todos los records alcanzados en un solo día… Nueva York abrió también al alza. El martes 14 la cosa sigue por buen camino; el nuevo Premio Nobel de economía hace en el The New York Times el elogio de las medidas tomadas por Gordon Brown, y que trazaron a su juicio la vía de la correcta actitud de los responsables europeos. El artículo es retomado por El País; en este mismo diario, un responsable de estudios del partido popular clama contra los agoreros de mala fe que parecían complacerse en la crisis a fin de poner en cuestión las bases del sistema; en realidad, se lee y escucha por doquier en este martes 14, el sistema ha dado muestras de su capacidad de reacción; se avanza incluso que saldrá fortalecido, florece de nuevo el templo dónde el mercado es Dios… no por tiempo indefinido:
El miércoles 15 nuevo desplome. La caída es espectacular en Wall Street, dónde los fantasmas de la recesión más mítica están en todas las mentes. "Llegando al pasado" (pasado de connotaciones socializantes) titula un analista, recordando que si las empresas financieras privadas reciben capital público, pública -en medida proporcional- debe ser su propiedad… Y ello en una situación en la que "los estados controlan los principales bancos mundiales con excepciones como España". Quien no hace excepción es Islandia: tras nacionalizar sus tres principales bancos, la bolsa de este país (hasta hace poco considerado emblemático al igual que Irlanda) pierde en un solo día -el martes 14- el 77% de su valor, y hace malabarismos para evitar pura y simplemente la bancarrota. Países tan sólidos como Holanda tampoco parecen ya refugio seguro: el 18 de octubre el diario El País da cuenta de que "ING trata de calmar a sus clientes tras desplomarse en bolsa". En este caso el asunto afectaría directamente a España, dónde esta institución tendría depósitos millonarios. El lunes 19 amanecemos con noticias de que el gobierno holandés interviene para evitar que ING se hunda y de que los responsables de la Caisse d’ Epargne de Francia se ven obligados a presentar su demisión. Los legos en materia económica nos sentimos perdidos… y nos preguntamos si hay alguien que realmente no lo esté, rumiando la conjetura según la cual nadie puede saber que está pasando, porque ello equivaldría a suponer que el dinero está sometido a mandamientos y, en consecuencia, que en su comportamiento carece de libertad. Viejo problema teológico del que no tardaré en ocuparme explícitamente.