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Realizar la animalidad que nos es propia

Por 28 de febrero de 2012 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Como todo animal, el hombre tiende a desplegar todas las capacidades con las que se halla dotado por naturaleza. El asunto es determinar bien cuáles son las que le caracterizan en el seno de la animalidad, pues si es frenado en estas, el eventual desarrollo de otras, no impedirá que ese animal quede mutilado en su humanidad.

Se ha dicho muchas veces que los niños dan muestras de gran curiosidad analítica  e inclinación a explorar y descubrir, las cuales a menudo quedan ulteriormente paliadas, o simplemente abolidas. Me atrevo a conjeturar que cuando mostraba tal disposición  el  niño no hacía otra cosa  que responder a su naturaleza , a esa modalidad propia de la physis, que al decir de Aristóteles le llevaba a eidénai, es decir a subsumir el entorno bajo conceptos y símbolos. Pues el animal humano tiende a nutrir  y desplegar sus facultades cognoscitivas, ni más ni menos  que como  el águila o el caballo tienden a activar sus capacidades de vuelo o de galope.

El hombre ha domesticado al lobo, canalizando y utilizando las facultades naturales del mismo hasta hacer un amigo y cómplice en  su lucha contra la adversidad del entorno. Pero  el lobo es ya negado  en su animalidad específica, reducido a una condición sin forma propia cuando deja de ser el agudo vigilante de las tierras o el rebaño para  ser confinado en un angosto espacio urbano y erigido en sustituto asténico de la compañía humana, en imposible paliativo  de esa soledad para la  que solo la complicidad en la palabra y el relevo de la misma en el ciclo de las generaciones constituye adecuada medicina.

Lo tremendo es sin embargo cuando tal reducción se efectúa con el propio ser humano.

Pues un hombre para quien ha desaparecido de su perspectiva, de su ámbito de vida, el objetivo de fertilizar y desplegar las facultades que le caracterizan como animal de razón y de lenguaje, es simplemente un hombre mutilado en su esencia. Pantes antropoi tou eidena oregontai physei…,  cada ser humano desea que se actualice su condición natural en el acto cabal de pensar. Luchar contra las trabas sociales que hacen de tal proyecto una utopía  es la primera de las exigencias éticas. Y desde luego no renunciar a la propia   práctica cabalmente filosófica; no renunciar, por lo que este foro se refiere a seguir explorando las paradojas cuánticas.  

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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