Víctor Gómez Pin
"Y este terruño ruso, que es ahora mi morada, acogerá nuestra muerte pero no lo rendiremos"|.Estas palabras de Sierguei Lazo (1894-1020), héroe de la guerra civil que diezmó a Rusia en los años posteriores a la Revolución, pueden leerse bajo el monumento a él erigido en una de las colinas que circundan la Zolotoy Rog, principal bahía de Vladivostok, sede de la estación marítima de la que zarpan los barcos a las islas circundantes de Russkiy o Popota y, en paralelo a la costa, al puerto limítrofe de Slavianka, base de la región que, en Khasan, tiene fronteras contiguas con China y la republica de Corea del Norte ( y dónde en 1938 el Ejército Rojo libro una decisiva batalla contra el militarismo japonés).
A veces en el entorno de Vladivostok- el golfo Amursky, la bahía Uliss, la bahía Domid- el mar del Japón es extremadamente plácido, y entonces en Zolotoy Rog las aguas son tan estables como las de la laguna veneciana en días serenos. En los muelles de esta principal bahía anclan numerosos cargos así como, en permanencia, barcos de la armada rusa de un color profundamente oscuro. Tras estos barcos de guerra, junto a la Karavelnaya, avenida paralela al muelle, se encuentra el Memorial en honor de los hijos de la región, Primorskiy Krai, País del borde del mar, caídos entre 1941 y 1945.
Se oye a veces en Vladivostok que la región nunca llegó a recuperarse del desequilibrio entre el número de hombres y mujeres provocado por las sucesivas hecatombes, guerra ruso- japonesa, primera guerra mundial, revolución, guerra civil rusa, segunda guerra mundial… En cualquier caso la tesis parece tremendamente apoyada por la interminable lista de hombres caídos en el último conflicto, lista que cubre por entero las enormes lápidas (con aproximadamente 1000 nombres cada una) que forman -verticalmente o en ángulo hacia el mar- secuencia a los pies de la capilla del apóstol Andrey Pervozvanny.
A cincuenta metros de allí, junto a una vía muerte de la cercana estación- término del ferrocarril transiberiano, hay una sobria evocación de lo comandantes que en 1905 fueron pioneros en la inmersión submarina en el océano pacífico y que fallecieron junto a la tripulación en la guerra ruso-japonesa, la cual es asimismo evocada en toda su generalidad en un monumento que se alza a media altura ya en la colina circundante.
Quizás en ciudad alguna se hace presente como en Vladivostok la memoria de los hombres, civiles o militares, caídos en el mar. En la ciudad hay un "Cementerio Marino" tan conmovedor como los versos del mismo título de Valery y tan cargado de evocaciones tremendas como las de "Los grandes cementerios bajo la luna" de Georges Bernanos.