Víctor Gómez Pin
El compositor veneciano Luigi Nono tiene dos obras relativas al tema del caminar. La primera para siete grupos instrumentales y vocales y la segunda voces flauta baja órgano, orquesta y dispositivos electrónicos. Nono está obsesionado por el tema machadiano de la existencia de marco que acote y determine la modalidad en el momento esencial de hacer camino. Nacido en la ciudad de la laguna el compositor llega incluso a referirse al que supondría caminar en el seno del agua. Viejo asunto este: caso de no saber nadar, en lugar de debatirse inútilmente por mantenerse a flote, tocar fondo y correr hacia la orilla. Que este sueño sea contrario a las leyes de la física no es óbice para que refleje quizás un fantasma universal.
Me venía a la cabeza esta obsesión de Luigi Nono al reflexionar sobre esta situación de Ortega y Gasset aquí evocada, en la que el filósofo intenta remontarse a los principios lógicos, gnoseológicos y ontológicos, cuya aceptación sin reflexión previa puede decirse que caracteriza nuestras vidas. Principios que somos y no principios que tenemos, según la polaridad utilizada por Ortega.
En su Idea de principio en Leibniz Ortega ve en el filósofo de Hannover, de quien promete ocuparse sin llegar a hacerlo con sistematicidad, el paradigma de una especie de pulsión del pensamiento a explicitar principios. Y al intentar decir algo sobre tal pulsión, Ortega se distancia de la misma, su pensamiento ha de apuntar más allá de los principios por cuyo origen se pregunta, Pero, ¿cómo ir más allá del fundamento? ¿cómo andar no ya fuera de todo camino sino incluso más allá de la matriz de los caminos.? En esta tesitura nos sitúa la reflexión metafísica que sigue a la física cuántica.
Ese problema de los principios que Ortega solo consiguió esbozar en un largo libro entrecortado fue un admirable reto para el pensador español y lo sigue siendo para todo aquel que quiera hoy acercarse a la metafísica.