
Víctor Gómez Pin
En ese norte de Italia del que hablaba días atrás, evocando los 60 años del rodaje de la película de Visconti La terra trema, en las últimas elecciones italianas La Lega Norte ha obtenido un impresionante triunfo. Triunfo en localidades en amplias zonas rurales o semi-rurales del Piamonte, el Veneto o Lombardía, mas también en localidades que otro tiempo encarnaron los idearios de emancipación social, en el Torino de Cesare Pavese (poeta de vida y muerte trágicas, exiliado por el fascismo precisamente al Mezzogiorno) y en el Milán de Ivan Della Mea y del propio Luchino Visconti.
Triunfo de la Lega restaurando, es decir, poniendo al día, los argumentos con los que ya se abrió camino hace tres lustros. Pues el discurso de la Lega se limita hoy a ampliar el espectro de aquellos a los que se arroja a los pies de los caballos. Y para ello aprovecha incluso el sentimiento de los que fueron sus primeras víctimas, a saber, los que, sintiéndose italianos, son hoy presa de un sentimiento cotidiano de inseguridad, inquietud por el futuro económico y temor a una dilución de la propia identidad. Se trata de que vuelquen sobre alguien más débil esta carga (en realidad oculto resentimiento para los gestores y alcahuetes de un orden que, efectivamente, convierte muchas veces su vida en un pozo). Y este ser más débil no puede ser otro que el inmigrante. Lo cual no es óbice para que el discurso tradicionalmente insultante de la Lega para la población meridional prosiga:
Pues en todo el Norte se oyen hoy impúdicas voces de responsables proclamando explícitamente el carácter intrínsicamente ladro del carácter meridional. En la ex-comunista periferia milanesa, en la otrora roja Vicenza, y hasta en el Murano del que salieron obreros voluntarios para la guerra de España, será fácil escuchar en público parecidas frases vejatorias para una entera fracción del pueblo italiano.