
Víctor Gómez Pin
…ben a la vora del ma/ tindrem la mida de totes les coses/ només en dir-nos que ens seguim amant.
En un muelle del puerto de Barcelona hay una escultura férrea de Joan Salvat Papasseit fijada la mirada en dirección de su mar. Y digo en dirección porque lo que en realidad se abarca de ninguna manera es atmósfera para sus conmovidos versos. Difícil será para amante alguno alcanzar en tal ámbito la cifra o medida de todas las cosas.
La efigie del poeta se ubica sobre un muelle, paralelo al paseo Colón, que cierra una inmensa piscina- garaje, donde se apiñan centenares de embarcaciones de recreo, es decir, destinadas explícitamente a llenar las vidas de un complemento de vacuidad. Sobrevolando tal piscina su mirada tropieza enfrente con el llamado maremagnum. Y a la derecha, a fin de impedir realmente todo atisbo de mar, se encuentra la inmensa mole del Barcelona Trade Center, monumento este al único Señor hoy universalmente reconocido y venerado, donde, en lengua inglesa, se conjuga efectivamente la frase según la cual el negocio es el negocio.
Si se bordea el maremagnum, se tropieza de nuevo con el garaje para barcos de plaisance, que por este flanco exhibe asimismo una obscena muestra de lujo en forma de cruceros privados (protegidos por vallas que impiden la excesiva proximidad de los curiosos), en los cuales más de un responsable ve con orgullo un auténtico emblema de la imagen futura de la ciudad. Pues bien:
Si al contornear el maremagnum el consumidor de ocio fija sus ojos en la torreta del reloj, podrá contemplar, como un espejismo, el humanizado paisaje que al principio describía. Paisaje que debe constituir un anacronismo casi provocador para los gestores del carnaval consumista, para los voceros de la reducción de una ciudad a parque temático y desde luego para las pirañas del espacio urbanizable, sea de titularidad pública o privada.
Pues se cierne sobre el conjunto el fantasma de una rápida reconversión. Se dice que las amarras ampliarán la capacidad de recepción de yates o cruceros, y en torno a los actuales barracones y la lonja se erigirán bien diseñados inmuebles que ampliaran a esa zona el espacio de ocio. El terreno es de propiedad pública, pero nadie duda de que se dará, una vez más, el necesario entendimiento con sectores privados. Nadie duda, en suma, del triunfo de la alianza entre administración y dinero… arquitectos y diseñadores alternándose en la función de palanganeros.