Víctor Gómez Pin
De la correspondencia con Felix de Azúa de la que aquí he venido haciendome eco, me inquieta el siguiente párrafo sobre el tema recurrente del capitalismo como expresión social de la naturaleza humana : "Es simple condición humana y del mismo modo que los intentos de mejorar esa condición por la fuerza de las armas han conducido a masacres espantosas y a una mayor miseria cuando se produjeron en nombre de Dios, así también cuando se producen en nombre de la filosofía, del proletariado, de la nación o de cualquiera de los dioses secularizados en el XIX".
Interviene Basilio Baltasar en el intercambio de mensajes entre Felix y yo mismo. Respecto a la tesis de Azúa relativa a que el capitalismo vendría a ser la expresión histórica de nuestro código genético, Basilio me indica que no ve inconveniente mayor en aceptarla "como una más de las atribuladas verdades con que la condición humana se enfrenta a su incierto destino". Verdad que entre otras cosas, explicaría que el poder financiero se imponga sobre los estados que se hallarían aun tentados de poner alguna traba a la rapiña de los poderosos sobre los débiles. No obstante Basilio hace la siguiente observación:
"Félix deja pendiente el asunto del que estamos hablando desde el año 1: ¿nos resignamos o nos refutamos? ¿Encauzamos la eclosión de nuestra "naturaleza" o damos rienda suelta a sus deseos? Evidentemente, el capitalismo salvaje es una consecuencia del hombre salvaje. Por eso hemos imaginado un proyecto civilizatorio. ¿O no?"
Por hoy dejo la pregunta abierta, con una precisión: No me parece claro que el capitalismo salvaje sea una consecuencia del hombre salvaje, al menos si por salvaje entendemos un ser humano que, por una razón u otra, ha sido apartado del horizonte del lenguaje y de la vida mediatizada por símbolos. Como muchas de las cosas que remiten al fantasma de un mal radical, la explotación de los humanos no es tanto expresión de retorno a la selva como expresión del aspecto sombrío de la razón y el lenguaje.
Hace un par de años comentaba aquí mismo mi sorpresa de que el término bestia (utilizado como sinónimo de no civilizado) fuera una y otra vez utilizado para referirse a aquel ser -desde luego bien humano- que en Austria había mantenido a su hija encerrada en un sótano convirtiéndola en objeto sexual. Haciendo una relación de casos de este tipo a fin de justificar una de sus tesis, Freud dice retoricamente "¡pero basta de tales horrores!". Horrores que- como la desolada situación económico social de Haití- tan sólo el hombre provoca…aunque la naturaleza acuda de vez en cuando en su ayuda.