Víctor Gómez Pin
Les fenêtres
…
Je me mire et me voit ange! Et je meurs, et j’aime
-Que la vitre soit l’art, soit la mysticité-
À renaître, portant mon rêve en diadème,
Au ciel antérieur où fleurit la Beauté !
Mais hélas ! Ici- bas est maître ; sa hantise
Vient m’écouter parfois jusqu’en cet abri sûr,
Et le vomissement impur de la Bêtise
Me force à me boucher le nez devant l’azur.
Est- il moyen, ô Moi qui connais l’amertume,
D’enfoncer le cristal par le monstre insulté
Et de s’enfuir, avec mes deux ailes sans plume
-Au risque de tomber pendant l’éternité ?
La obsesión por las duras condiciones de posibilidad de la creación poética, por la prueba que ello supone para el sujeto, obsesión presente como herida mal cicatrizada en la obra de Mallarmé, remite en última instancia a una tan sencilla como inevitable nostalgia: nostalgia de la atmósfera prístina e interrogación respecto a las vías posibles para su restauración. Nostalgia, de ese lazo con el mundo en que todo se vio por vez primera empapado de palabra e iluminado por ella, Nostalgia literalmente del principio, principio efectivamente confundido con el verbo e independiente de toda cronología, entre otras cosa porque el krónos, el tiempo que responde a un concepto, el tiempo no ya indisociable de la vida de los hombres sino exclusivamente humano, el tiempo en suma que deja huellas imborrables aún más en el espíritu que en el cuerpo… ese tiempo es exclusivamente hijo del verbo.